Por The New York Times | Gretchen Reynolds
Más de 46.000 casos de cáncer en los Estados Unidos podrían prevenirse cada año si casi todos camináramos unos 45 minutos al día, según un nuevo estudio revelador sobre la inactividad, el ejercicio y las neoplasias malignas. El estudio, que analizó la incidencia del cáncer y los hábitos de actividad física de casi 600.000 hombres y mujeres estadounidenses en todos los estados y el Distrito de Columbia, encontró que en Estados Unidos alrededor del tres por ciento de los cánceres comunes están muy relacionados con la inactividad. De acuerdo con los hallazgos de la investigación, algo tan simple como levantarse y moverse podría ayudar a decenas de miles de personas a evitar desarrollar cáncer en los próximos años.
Ya tenemos mucha evidencia de que el ejercicio influye en el riesgo de cáncer. En experimentos anteriores, la actividad física ha provocado cambios en el sistema inmunitario que amplifican la capacidad del cuerpo para combatir el crecimiento de tumores. El ejercicio puede, por ejemplo, incrementar la actividad de ciertas células inmunitarias que se sabe que atacan a las células cancerosas. El ejercicio también se ha asociado con una supervivencia más prolongada en personas con determinadas formas de cáncer, quizás por aumentar los niveles de sustancias inflamatorias que inhiben el crecimiento de células cancerosas. En 2016, un informe publicado en la revista médica JAMA Internal Medicine concluyó que el riesgo para al menos 13 tipos de cáncer, incluidos los cánceres de mama, vejiga, sangre y recto, disminuye sobremanera si mantenemos una actividad física constante, y otro informe adicional de 2019 calculó que esa reducción podría llegar al 69 por ciento.
Al mismo tiempo, muchos estudios muestran que la inactividad eleva el riesgo de padecer varios tipos de cáncer. Pero es asombroso lo poco que los científicos saben sobre cómo ese riesgo se convierte en casos reales o, más concretamente, cuántas personas cada año tienen probabilidades de desarrollar cánceres muy relacionados con la escasa actividad física.
Entonces, para este nuevo estudio, que se publicó en octubre en Medicine & Science in Sports & Exercise, investigadores de la Sociedad Americana Contra el Cáncer y la Universidad Emory, en Atlanta, utilizaron un tipo sofisticado de análisis estadístico llamado F.A.P. (P.A.F. por su sigla en inglés) para medir los vínculos entre el cáncer y la inactividad. F.A.P. significa fracción atribuible poblacional, y es un método matemático para que los científicos calculen cuántos casos de una enfermedad —o respuestas a medicamentos u otras reacciones biológicas— dentro de una población más grande parecen ser el resultado de un comportamiento particular o algún otro factor. En esencia, puede decirnos, por ejemplo, cuántos casos anuales de cáncer de colon —de todos los casos conocidos de la enfermedad cada año— pueden atribuirse de manera justificada al tabaquismo, al alcohol, a los alimentos grasos o al exceso de inactividad física.
Para comenzar a calcular el F.A.P. del cáncer resultante de la inactividad, los científicos de la Sociedad Americana Contra el Cáncer primero extrajeron datos anónimos de la base de datos de las estadísticas oficiales del cáncer de Estados Unidos (U.S. Cancer Statistics) sobre los casos, a nivel nacional y por estado, de todos los estadounidenses de 20 años o más entre 2013 y 2016. El equipo se centró tanto en el total de casos de cáncer como en siete tipos de cáncer que en estudios anteriores habían resultado estar muy relacionados de forma parcial con la actividad (o inactividad): los tumores de estómago, riñón, esófago, colon, vejiga, mama y endometrio.
A continuación, comprobaron la cantidad de adultos estadounidenses que dicen moverse basándose en más de medio millón de respuestas a dos grandes encuestas federales. Ambas preguntan a las personas de qué manera y con qué frecuencia hacen ejercicio. Los investigadores obtuvieron respuestas de adultos en todos los estados y los agruparon en función de si cumplían o no con las recomendaciones de actividad física de la Sociedad Americana Contra el Cáncer. Sus directrices establecen que lo ideal es hacer cada semana 300 minutos (cinco horas) de ejercicio moderado, como una caminata rápida, para reducir el riesgo de cáncer.
Por último, los investigadores ajustaron estas estadísticas según la masa corporal y otros factores, recopilaron datos adicionales sobre los riesgos de cáncer y convirtieron todos los números en una ecuación, que luego arrojó el F.A.P. de los cánceres relacionados con la inactividad. Ese número resultó ser 46.356, o alrededor del tres por ciento de todos los cánceres al año (excluyendo los cánceres de piel que no son melanoma).
Luego, al analizar cada tipo de cáncer, el de estómago resultó más relacionado con la inactividad, con alrededor del 17 por ciento de todos los casos anuales atribuibles a la falta de actividad física, frente al cuatro por ciento de los cánceres de vejiga. Del mismo modo, las cifras variaron según el estado, pues alcanzaron casi el cuatro por ciento de los cánceres en muchos estados del sur, donde los residentes tienden a informar que hacen relativamente poco ejercicio, pero alrededor del dos por ciento en gran parte del Oeste Montañoso, que tiene poblaciones relativamente activas.
Sin embargo, la buena noticia es que estos números son maleables. Tenemos la capacidad de bajarlos. El ejercicio podría “prevenir quizá muchos cánceres en los Estados Unidos”, dijo Adair K. Minihan, científica asociada de la Sociedad Americana Contra el Cáncer, quien dirigió el nuevo estudio. En Estados Unidos, si todos los que pueden hacer ejercicio empezaran a caminar una hora diaria entre semana, en teoría los 46.356 casos relacionados con la inactividad deberían desaparecer, según explicó Minihan.
Por supuesto, el cáncer es una enfermedad con una complejidad asombrosa que tiene muchas causas superpuestas y entrelazadas, y la inactividad solo juega un pequeño papel potencial. Además, los riesgos estadísticos nunca bajan a cero. Muchas de las personas más activas pueden desarrollar cáncer y lo hacen, señaló Minihan.
Este estudio no tiene la intención de “avergonzar a las personas por no hacer ejercicio” ni sugerir que el tumor de alguien es culpa suya por dejar de ir al gimnasio a veces, enfatizó Minihan. “Hay tantos obstáculos” para hacer ejercicio, comentó, y tantos factores que influyen en quién termina desarrollando un cáncer. Pero los resultados dan a entender que, si cada uno de nosotros pudiera encontrar la manera de realizar 45 minutos al día de ejercicio simple, como caminar, podríamos cambiar nuestras probabilidades de desarrollar muchos tipos de tumores malignos. Cada año, decenas de miles de cánceres en Estados Unidos podrían prevenirse si se cumplen las directrices de actividad física. (Eve Edelheit para The New York Times)