Por The New York Times | Christina Caron

Tras 10 años de matrimonio, Ree, de 42 años, y su esposo ya estaban listos para acabar con su relación. Incluso su terapeuta se había dado por vencido, contó ella, en parte porque su esposo “era muy hermético, no podía abrirse”.

“Nos amábamos y éramos muy compatibles, pero no sabíamos cómo lidiar con el conflicto”, comentó Ree. Con frecuencia se sentía ansiosa por su relación y a veces era “un poco neurótica”, pero entre más presionaba a su esposo para que se conectara, más retraído se volvía. Su vida sexual sufrió.

Luego un amigo sugirió que intentaran la droga ilegal MDMA, conocida como éxtasis o tachas.

Para Ree —ella y su esposo pidieron permanecer en el anonimato para hablar sobre el uso de la droga, así que usamos un apodo— su respuesta fue un “no inmediato”. La MDMA, asociada desde hace tiempo con la cultura de los “raves”, está clasificada actualmente como una droga de la lista I, lo que significa que tiene un alto potencial de abuso y no cuenta con ningún uso médico aceptado en Estados Unidos.

“Somos de lo más cuadrados”, explicó. “No somos personas que infringen la ley o se drogan”.

Seis meses más tarde, después de leer “Cómo cambiar tu mente”, el libro éxito de ventas de Michael Pollan que detalla su experiencia transformadora con las drogas psicodélicas, Ree lo reconsideró. Y así es como se encontraron en un recóndito lugar de Utah, en una casa grande y rentada con hermosas vistas de las montañas para un viaje “de éxtasis” con otras cinco parejas.

“Literalmente dijimos en el camino a esa casa: ‘Si esto no funciona, se acabó”, dijo Ree.

En los últimos años, las pruebas clínicas han mostrado que la MDMA, cuando se combina con la terapia hablada, puede darle consuelo a quienes sufren de trastorno de estrés postraumático (o TEPT), un hallazgo que ha elevado la reputación de la MDMA de una droga para fiestas a una con posibles usos terapéuticos. Algunas parejas, interesadas en la capacidad que tiene la droga de producir sentimientos de empatía, confianza y compasión, han empezado a usar ellos solos el MDMA en un esfuerzo por conectar, mejorar la comunicación y gozar de una vida sexual más plena.

Sin embargo, los expertos advierten que la MDMA, un derivado de las anfetaminas, puede tener efectos secundarios graves. Y aunque se sabe que aumenta la empatía, hay muy pocas investigaciones sobre parejas que la usan juntas, por lo que es más difícil saber cuán benéfica es la droga, qué tan duraderos son sus efectos o en qué instancias podría ser eficaz para la gente con problemas en sus relaciones.

Un ‘suero de la verdad’ que baja las defensas

Antes de que en 1985 la MDMA se prohibiera en Estados Unidos, el psiquiatra George Greer realizó más de 100 sesiones terapéuticas de MDMA con 80 personas y fue autor de un estudio informal de observación en el que participaron 29 de ellas.

Los participantes no se ofrecieron como voluntarios con la intención de sanar una relación, dijo Greer, pero, curiosamente, todos los sujetos, excepto uno, informaron que la comunicación había mejorado en sus relaciones después de la sesión de MDMA, ya sea con su pareja o con otra persona en su vida.

Ahora que la MDMA es ilegal, algunos proveedores se ven obligados a hacer sesiones clandestinas de terapia con MDMA, pero a veces los resultados son desastrosos. Un ensayo reciente en Slate detallaba la desgarradora experiencia de un hombre en una sesión guiada en 2019. El asesor psicodélico clandestino le dio metanfetamina “cortada con un poco de MDMA” en lugar de la MDMA pura que él esperaba.

Además, es arriesgado que la gente consuma MDMA por su cuenta, advierten los expertos.

“Esto puede incluir desde un ‘mal viaje’, hasta un comportamiento imprudente, pasando por síntomas psiquiátricos como ataques de pánico o efectos físicos como la hipertensión o las interacciones con otros medicamentos”, explicó Smita Das, presidenta del Consejo de Psiquiatría de Adicciones de la Asociación Americana de Psiquiatría.

Los efectos secundarios típicos del consumo de MDMA incluyen apretar la mandíbula de forma involuntaria, náuseas, aceleración del ritmo cardiaco y bochornos o escalofríos. El consumo prolongado también puede dañar las células nerviosas del cerebro que contienen serotonina, una sustancia química que transmite mensajes y ayuda a regular el estado de ánimo, el sueño, el dolor y el apetito, entre otras cosas.

“Para tomar MDMA no solo hay que asegurarse de que el compuesto sea puro”, afirma Rachel Yehuda, directora del Centro de Psicoterapia Psicodélica e Investigación del Trauma de la Escuela de Medicina Icahn del Monte Sinaí.

Algunos profesionales de la salud mental están buscando formas de ayudar a los pacientes sin infringir la ley. El año pasado, la empresa Fluence, una organización que capacita a los terapeutas para que integren de manera legal las sustancias psicodélicas en su práctica, enseñó a más de 300 médicos cómo apoyar a los clientes que usan por su cuenta sustancias psicodélicas ilegales, dijo Elizabeth Nielson, psicóloga y una de las fundadoras de la empresa.

Fluence les dice a los terapeutas que no deben aconsejar a sus clientes sobre cómo obtener una droga ilegal o cómo consumirla. Sin embargo, sí pueden hablar con ellos de los motivos por los que sus clientes quieren la droga, de lo que esperan que ocurra al consumirla y de cómo reducir los daños. Luego trabajan con los clientes después de que estos consumieron la droga para ayudarlos a procesar su experiencia.

Jayne Gumpel, instructora principal de Fluence y terapeuta de parejas que atiende a clientes en Woodstock, Nueva York, y en la ciudad de Nueva York, dijo que el interés del público por los psicodélicos “está en auge”. Oregón, Washington D. C. y media docena de municipios han despenalizado la psilocibina, y en Estados Unidos cientos de clínicas de ketamina están proliferando. Para estar al día, los terapeutas deben conocer estos y otros psicodélicos, incluida la MDMA, añadió Gumpel.

La mayoría de las parejas con las que trabaja que han probado la MDMA dicen que dicha droga profundiza su conexión, cuenta Gumpel. Pero algunas han buscado su ayuda después de haber tenido “experiencias realmente desafiantes y difíciles”, debido a la MDMA contaminada o a una asesoría poco profesional (y en algunos casos inexistente), añadió.

Charley Wininger, psicoterapeuta de Brooklyn, Nueva York, y autor de “Listening to Ecstasy: The Transformative Power of MDMA”, advirtió que la droga puede servir como un “suero de la verdad”.

“¿Qué pasa si un miembro de la pareja confiesa un amorío?”, preguntó Wininger, que ha trabajado a menudo con parejas que consumen MDMA por su cuenta. Sin la presencia de un terapeuta capacitado, continuó, quizá no tengan las herramientas para procesar la experiencia de manera constructiva.

Wininger afirmó que, desde la publicación de su libro, las parejas interesadas en la MDMA “han salido de la nada, provenientes de todas partes en busca de mi ayuda”.

Durante su primer viaje de MDMA, Ree dijo que ella y su marido conversaron con lágrimas en los ojos de cosas de las que habían tenido problemas para hablar durante la última década: cómo el retraimiento emocional de él había afectado la autoestima de ella y lo mucho que lamentaba haberlo presionado constantemente para que se abriera sin comprender el dolor que él albergaba. Siguieron consumiendo MDMA unas dos veces al año para que les ayudara a mantener conversaciones difíciles y cada uno llevaba una lista de temas de los que hablarían mientras se drogaban. Ree dijo que ambos empezaron a ir a terapia.

Ahora, unos tres años después de haber probado la MDMA por primera vez, la mezcla de terapia y MDMA ha mejorado su relación y su vida sexual, añadió, y ya no necesitan la droga para hablar con franqueza el uno con el otro.

¿Qué sigue para la MDMA?

Dependiendo del resultado de un ensayo de fase 3 que ahora está en curso, la Administración de Alimentos y Medicamentos podría aprobar el uso terapéutico de la MDMA en personas con TEPT ya a finales del año que viene. Pero son pocos los estudios que han examinado la eficacia de la droga en la vida de pareja.

Un estudio cualitativo publicado en enero describió cómo ocho parejas utilizaron la MDMA en privado para mejorar sus relaciones, pero hasta la fecha solo hay un estudio publicado en el que las parejas recibieron terapia asistida con MDMA en un entorno clínico.

En ese estudio, que se llevó a cabo en Charleston, Carolina del Sur, y que solo incluyó a seis parejas, se requirió que al menos un miembro de cada pareja tuviera un diagnóstico de TEPT. Los participantes sin TEPT también tomaron el tratamiento.

Al final, cinco de las seis personas con TEPT ya no tenían síntomas y mostraron mejoras en el grado de satisfacción de su relación, escribieron los autores.

Anne Wagner, psicóloga clínica de Toronto y una de las investigadoras principales del estudio, dijo que ahora está buscando la aprobación de un ensayo clínico con hasta 60 parejas. Al igual que en el estudio piloto, al menos uno de los miembros de cada pareja deberá padecer TEPT. Cuando se toma MDMA, “ambas personas tienen que estar preparadas para de verdad profundizar y comunicarse entre sí, y no considerarlo como algo que va a arreglar la relación mágicamente”, sostuvo Wagner. Para algunas parejas al borde del divorcio, tomar la droga psicodélica ilegal era el último recurso, pero terminó siendo lo único que funcionó. (Shuhua Xiong/The New York Times)