Una pareja compuesta por un hombre y una mujer busca tener un hijo biológico.
Una pareja de mujeres busca tener un hijo biológico.
El desarrollo científico ha hecho que ambos escenarios sean igualmente posibles. Pero entre una y otra situación hipotética existe una gran diferencia: las barreras.
En Uruguay, desde 2013, el matrimonio entre personas del mismo sexo es legal. Y el artículo 42 de la Constitución de la República establece que “la maternidad, cualquiera sea la condición o estado de la mujer, tiene derecho a la protección de la sociedad y a su asistencia en caso de desamparo”.
Analaura Antúnez y Lucía Kröger, casadas en 2021, se enfrentaron con la primera barrera para convertirse en madres cuando descubrieron que, a diferencia de las parejas heterosexuales que necesitan recurrir a reproducción asistida, ellas debían pagar el 100% del tratamiento para ser madres biológicas, ya que este no está cubierto por el Fondo Nacional de Recursos (FNR).
Dentro de los métodos de fecundación in vitro existe uno denominado ROPA (Recepción de Óvulos de la Pareja), que “consiste en que una de las mujeres aporta los óvulos y la otra lleva a cabo el embarazo”, de acuerdo con el medio de comunicación especializado en el embarazo y la fertilidad humana Reproducción Asistida ORG.
Por tanto, el bebé tiene una madre genética y otra madre gestante, y la fecundación se completa con el esperma proveniente de un donante anónimo.
Recurrir a este método para ser madres en el país hoy en día significa invertir más de 7.000 dólares.
Analaura (quien quiere ser madre genética) y Lucía (quien desea ser madre gestante) no contaban con esta inversión cuando decidieron transitar por ese camino, en 2021. Sin embargo, no iban a permitir que el dinero les impidiera concretar su sueño de compartir la maternidad.
El matrimonio, que vive desde hace algunos años en una chacra ubicada en Maldonado, entre San Carlos y Aiguá, y que cuenta con un emprendimiento sustentable, comenzó a editar y vender libros infantiles sobre la temática del cuidado del medioambiente para financiar el tratamiento.
La venta fue muy bien, y, con la ayuda de sus familias, en noviembre de 2022 lograron reunir los fondos para dar el siguiente paso.
Primer intento
Analaura Antúnez comenzó un tratamiento en el que, durante 10 días consecutivos, debía someterse a una inyección con medicación hormonal para su estimulación.
Antes, tuvieron que viajar a Buenos Aires para conseguir dicha medicación que tiene un valor muy alto en nuestro país.
“Es un proceso hormonal muy fuerte, hay que estar convencida de hacerlo: tuve cambios de humor, retuve líquidos, me hinché, a veces no podía ir al baño. Y eso me duró como tres o cuatro meses”, relata a Montevideo Portal.
Finalmente, entregó sus óvulos en una clínica ubicada en Parque Batlle, en Montevideo.
Allí, los juntaron con los espermatozoides del donante y, cinco días después, a Lucía le practicaron la in vitro para transferirle un óvulo fecundado (cigotos, que en esa instancia se llaman blastocistos).
Tras el procedimiento, las mujeres sintieron que por fin estaban encaminadas a ser mamás. Pero las estadísticas las colocaron dentro de entre el 54 y el 40% de casos que no concretan el embarazo con el primer uso de esta técnica, de acuerdo con una revisión de estudios hechos en varias partes del mundo y publicada por la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos en el 2023.
La revancha
De todos modos, como se habían fecundado dos óvulos, el blastocisto sobrante fue congelado y eso les dio la oportunidad de intentarlo de nuevo.
Con los costos energéticos y económicos de trasladarse otra vez a Montevideo, pero con la esperanza intacta, las mujeres volvieron a intentarlo en junio de 2023. Esta vez sin la necesidad del tratamiento hormonal de Analaura.
“Pero tampoco quedamos”, cuenta con tristeza la mujer, y agrega: “Veníamos como en esa luna de miel de pensar que esto era al toque. Y claro, ahí caímos en la cuenta de que no es tan al toque. Igualmente, el doctor nos explicó que esto estaba dentro de los parámetros”.
Antúnez y Kröger, ambas hoy de 38 años, no se rindieron. “Ahí obviamente había que volver a conseguir los medicamentos y todo. Por eso, nos tomamos un poco de tiempo antes de intentarlo otra vez. Además, yo quería estar un poco mejor, porque tenía que estar re preparada, ¿viste? El doctor te dice: ‘Hacé vida normal’, y amo a mi doctor. Pero es todo como una movida”, relata la primera.
La tercera, ¿la vencida?
Nuevamente hicieron un viaje a Buenos Aires en busca de los medicamentos en una farmacia especializada en fertilidad. Y en diciembre de 2023 volvieron a hablar con su médico, quien les recomendó que cada una tomara distintas vitaminas para fortalecerse.
Estaban decididas: en abril de 2024 lo intentarían por tercera vez. Más fuertes física, mental y emocionalmente, a fines de febrero, la pareja llamó a su doctor tratante. “Nos preguntó: ‘¿Pueden hablar?’ Y ahí nos enteramos de todo”, agrega Antúnez.
Por “todo” Analaura se refiere a una interpretación de la ley llevada adelante por dos abogados asesores del Ministerio de Salud Pública (MSP) que sostiene que el método ROPA es ilegal en Uruguay.
A mediados de enero, el MSP envió a todas las clínicas que trabajan con reproducción asistida un comunicado en el que se afirmaba que “no existe sustento legal para la realización de esta práctica”, según consignó El Observador en una nota que relata un caso similar, y confirmó Montevideo Portal con acceso al documento.
El documento, sobre el que ellas —como muchas otras parejas— no tenían conocimiento, se remontaba a 2018, cuando una clínica de fertilidad envió una serie de consultas sobre la implementación del método ROPA a la Sociedad Uruguaya de Reproducción Humana (SURH), quienes, a su vez, remitieron el escrito a la Comisión Honoraria de Reproducción Humana Asistida y esta trasladó la inquietud y la necesidad de asesoramiento a Salud Pública.
Casi seis años después de todo esto, como consta en el archivo, en base a informes de la División Jurídica Notarial del MSP y la Asesoría Legal de la Dirección General de la Salud (Digesa), el MSP resolvió que este método es ilegal en agosto del 2023.
Pero no fue hasta este 2024 que lo transmitió a las clínicas.
El impacto
“Estuvimos dos días primero llorando, porque es un poco contradictorio: ‘Te dejo casarte, pero no te dejo formar una familia’”, lamenta Antúnez a Montevideo Portal.
Los abogados entienden que el método ROPA es una subrogación de vientre, es decir, es una técnica de reproducción asistida, donde una mujer lleva en su vientre al hijo de otra persona.
Esto es legal en Uruguay solo bajo condiciones muy específicas. Además de que está prohibido pagar a la mujer que presta su vientre, esta solo puede ser la hermana o cuñada de la que quiere ser madre (es decir, tener un “segundo grado de consanguineidad”), según lo que establece la Ley 19.167, que regula las “técnicas de reproducción humana asistida”. A su vez, la madre debe estar impedida de gestar por alguna enfermedad que haya afectado su útero.
Entre los argumentos que esgrimieron los asesores legales para justificar esta decisión se encuentra que la donante tenga una enfermedad que afecte la gestación a través de su útero y ninguna otra enfermedad está señalada.
Además, apuntaron a que la donación de los gametos debe ser anónima, algo que no sucede si una pareja de mujeres aplica la subrogación.
Antúnez enumera un conjunto de cuestionamientos sobre este posicionamiento.
“No entendemos, porque eso significa que para hacer subrogación de vientres los donantes tienen que ser anónimos. Pero yo no soy donante, yo estoy casada con mi esposa, quiero ser mamá. Y, además, pudiendo las dos gestar, porque no teníamos ningún problema de salud, ¿cómo va a gestar mi cuñada a mi hijo?”, cuestiona.
Ahora, ambas se está asesorando con un grupo de abogados, quienes presentarán un recurso de amparo para su caso.
Tras las lágrimas vino la bronca y el enojo. “Nos parece una decisión tomada a la ligera que no contempla muchas cosas”, manifiesta Antúnez, y culmina: “La idea es hacer lo necesario para revertir esta legislación, pero nosotras tenemos 38 años, no podemos esperar seis años para volver a intentar”.