Parece que nos refiriéramos a otro mundo cuando pensamos en aquel 13 de marzo de 2020, cuando, luego de semanas de espera, se confirmaran los primeros cuatro casos de coronavirus en Uruguay. Empezaban, así, una serie de cambios que en ese momento ni siquiera nos atrevíamos a imaginarnos.
Aunque hayan pasado casi dos años, el tiempo no siempre se siente de la misma manera y, en este caso, pareciese que habláramos de algo mucho más lejano. Los planes que teníamos a corto plazo, nuestras expectativas o deseos, los proyectos de vida o los trabajos en los que estábamos; esas y tantas otras cuestiones las sentimos de otro tiempo.
Uruguay se destacó, en gran parte del 2020, por su exitosa estrategia de control del coronavirus. Pero el camino no fue sencillo para los científicos. A pesar de no haber decretado la cuarentena obligatoria, el país logró reducir la curva de contagios hasta fines del 2020.
Mientras varios países de la región optaban por la cuarentena obligatoria, en Uruguay no hubo toque de queda ni nada por el estilo, pero sí se suspendieron actividades culturales y espectáculos públicos, se limitaron aforos en el transporte y en supermercados, y por un lapso se suspendieron las clases de manera presencial.
Sin embargo, Uruguay fue el primer país de América Latina en retomar la presencialidad el 29 de junio, con un regreso escalonado, de forma paulatina. Algo similar ocurrió a fines de marzo de 2021, cuando se suspendieron las clases y volvió progresivamente la actividad presencial en las aulas en mayo.
El país llegó a tener 24 casos activos de covid al 16 de junio en todo el territorio y menos de cinco nuevos casos por día en promedio desde mediados de mayo. A partir del 12 de noviembre y hasta abril/mayo de 2021 los casos diarios de coronavirus fueron aumentando exponencialmente, el número de muertes incrementó —por un momento exponencialmente, y luego de forma lineal en la primera ola— y se elevó la cantidad de personas internadas en cuidados intensivos.
La ciencia jugó su papel
Junto a un sistema de salud pública consolidado, hubo voluntad del gobierno y apoyo del sistema político de apostar por los desarrollos científicos del país. Sin embargo, hubo recomendaciones del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) que iban en línea con restringir la movilidad —como limitar horario en bares o suspender competiciones deportivas amateur— que no fueron tenidas en cuenta por el gobierno nacional.
El rol de los investigadores de la Universidad de la República (Udelar), científicos del Institut Pasteur de Montevideo (IP Montevideo), Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (Iibce) y el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), entre otras instituciones, ha sido fundamental ya que colaboraron en la producción de test de detección de coronavirus, reparación de respiradores, producción de hisopos locales y secuenciación del genoma del virus, entre varios aportes más. Uruguay, no obstante, históricamente ha invertido sólo 0,34 % de su producto bruto interno en ciencia y tecnología.
"En este asunto del diálogo entre ciencia y política, los científicos nos vemos enfrentados a una nueva tensión que es trabajar a alta velocidad. Nosotros estamos acostumbrados a manejarnos a velocidad crucero", dijo Rafael Radi, coordinador del GACH, el 27 de octubre de 2020.
"La velocidad de nuestras acciones se tuvo que triplicar o cuadruplicar", sostuvo Radi sobre el trabajo de los científicos en el cierre del ciclo de Políticas Públicas de la Escuela de Postgrados de la Universidad Católica del Uruguay (UCU), llamado "Nuevo relacionamiento entre la política pública y la ciencia".
El Ministerio de Salud Pública (MSP) convocó el 18 de marzo al Comité de Expertos Científicos en Gestión de la Crisis, primer grupo asesor a nivel gubernamental, para delinear la estrategia sanitaria. Por otro lado, el 14 de abril se creó el GACH, un conjunto más amplio y diverso de expertos que incluyó a algunos del comité de crisis, con el objetivo de acompañar al país “hacia la nueva normalidad”.
En ese encuentro virtual organizado por la UCU, Radi dijo que el objetivo no era “que la política contamine la ciencia, en el sentido impuro del asunto". Y recordó que el 16 de abril de 2020 le dijo a Luis Lacalle Pou: "Presidente, nuestro campo es el técnico y no puede ser interferido por lo político. Eso está en el terreno de la toma de las decisiones (...) Y así hemos trabajado hasta hoy".
El GACH dejó de funcionar en junio de 2021, cuando avanzaba a buen ritmo la vacunación en nuestro país, que inició en marzo de ese año. "La estrategia planteada por el GACH ante la incertidumbre y la parálisis de actividades para el retorno a la normalidad se estructuró en cuatro preceptos: progresividad, regulación, monitoreo y evidencia", indicó Radi en un homenaje realizado al grupo asesor en julio.
“En el marco del plan de vacunación aparece un claro desacople entre la interacción humana y la cantidad de contagios", sostuvo en aquel entonces el experto.
Las lecciones de la ciencia y el aprendizaje diario
“La ciencia es la que generalmente da la solución para resolver las pandemias”, dijo entrevistado por Montevideo Portal el 29 de agosto el director de la Cátedra de Enfermedades Infecciosas, Julio Medina, que también fue colaborador del GACH y miembro del Comité de Expertos Científicos en Gestión de la Crisis del MSP.
El rol de los científicos y su asesoramiento ha sido la clave para que el gobierno tome decisiones de apertura, cierre o reactivación de distintas actividades. Además, al tratarse de un virus nuevo y desconocido, los pasos debían darse minuciosamente y mirando de reojo la experiencia internacional.
El camino hacia la “nueva normalidad” desde julio del 2020 fue posible por las medidas adoptadas antes, el rol de la población y su acatamiento, así como también el esfuerzo médico y científico.
Los pasos siguientes hacia ese “desconfinamiento” vinieron seguidos con la aprobación de varios protocolos. En un principio para realizar actividades al aire libre, como la vuelta al fútbol o el uso de los espacios públicos. Luego llegó la reapertura de teatros, museos y salas culturales.
Las vacunas y la pandemia “hasta 2024”
La china Coronavac y la estadounidense Pfizer fueron las administradas en Uruguay, que en este momento cuenta con más del 75 % de su población vacunada y casi 2 millones de personas con dosis de refuerzo.
El país sufrió el rebrote de la primera ola entre abril y junio de 2021 —tras el ingreso de la variante P1—, cuando casos y fallecimientos aumentaron exponencialmente y las unidades de cuidados intensivos estuvieron al borde del colapso. La transición de la P1 a la delta instaló una ‘nueva normalidad’, que derivó en que el 1.º de noviembre de 2021 se reabrieran las fronteras al turismo tras 20 meses de cierre.
Como en el resto del mundo, la situación volvió a alterarse en diciembre de 2021 con la llegada de la variante ómicron, que elevó los casos diarios de 300 a 10.000 en un mes.
No obstante, las cifras han desacelerado desde la segunda quincena de febrero y Uruguay está lejos de aquel momento en que el Gobierno suspendió clases o restringió el derecho de reunión para evitar aglomeraciones.
En entrevista con EFE, Radi apuntó a que el trabajo científico, que abarcó desde la elaboración de kits de testeo o mascarillas hasta la investigación académica, y su divulgación contribuyeron para que los uruguayos respetaran las normas sanitarias.
"Se identificó que tener equipos científicos creíbles, con información transparente, pública y en diálogo con la sociedad genera una herramienta súper importante para que la población se adhiriera a las medidas de salud pública", indicó.
Mientras tanto, la gente sigue confiando en la ciencia, que se fortaleció, logró "mucho protagonismo" y "mucha credibilidad", según Radi.
"Cuando se hicieron las encuestas en términos de opinión pública acerca de cómo la población había visto esto, el grado de aceptación fue muy alto y era independiente del partido político al que la persona votara, lo que reafirmó que el camino fue muy bueno", subrayó.
En una entrevista en el programa Quién es quién, que conduce el periodista Gustavo Vaneskahian y se emite por TNU y Diamante FM, Radi dijo que “desde el inicio (de la pandemia) los modelos más sofisticados empezaban a marcar que este fenómeno podía extenderse hasta el año 2024”.
“Recuerdo lecturas tempranas que realicé en abril y mayo de 2020 donde estaban planteados esos escenarios en función de la velocidad de los contagios, la aparición de nuevas variantes, el tamaño de la población y el tiempo que podía llegar a tomar desarrollar las vacunas y aplicarlas”, agregó sobre la pandemia del coronavirus.
El bioquímico comentó que “a nivel de lo que es nuestras vidas dos años (de pandemia) es un montón”, pero “está dentro de los tiempos que inicialmente se manejaron y para los cuales nosotros mentalmente nos fuimos progresivamente adaptando como científicos”.
Radi expresó que “es difícil asegurar” que hasta 2024 estemos en pandemia, pero “seguramente en 2024 la situación, aunque en forma preliminar, se podría pensar que estaríamos entrando en un escenario más endémico, cuando ya el porcentaje de inmunidad de la población sea muy alto a nivel mundial y en la eventualidad que no aparezcan otras variantes de preocupación o de impacto”.
“2022 es un año donde estamos en pandemia, más allá de que la pandemia es un mosaico de situaciones, donde Uruguay está en un momento muy distinto al que estuvo hace unos meses o hace dos años. 2022 seguramente sea un año que va a continuar, 2023 seguramente empiece a ceder, en la medida que la inmunidad natural y otorgada por las vacunas sea más intensa. Seguramente el 2024 sea un escenario de una cuasi normalidad”, aseguró el científico.