A veces, a los padres les resulta difícil lograr que sus hijos tomen un medicamento necesario.

Una experta que pasa parte de su día laboral orientado a los padres con esta dificultad ofrece algunas sugerencias para que el calvario resulte más fácil.

Emily Glarum, especialista en vida infantil del Instituto Cardiaco del Hospital Pediátrico de Los Ángeles, EEUU, ofrece estos consejos: sea honesto, practíquelo, ofrezca opciones, fije un horario y deje que el niño dé sorbitos o use un popote.

"Nos gusta promover la honestidad", aseguró Glarum en un comunicado de prensa del hospital, recogido por HealthDay News.

"Ocultar los medicamentos en la comida puede hacer que los niños se sientan engañados y añadir desconfianza, o incluso aversiones a distintos alimentos".

"Lo que he visto en el pasado es que el niño quizá comience a detectar que han mezclado su medicamento con los alimentos, y entonces quizá dejen de comer ese alimento del todo, o preste más atención a lo que come y se pregunte si lo han mezclado con medicamentos", advirtió.

Aunque Glarum recomienda no intentar ocultar los medicamentos en la comida, si los niños prefieren la medicina mezclada con un alimento o bebida, esto es adecuado siempre y cuando lo sepan.

"Asegúrese de que los niños sean conscientes, y sea honesto respecto al motivo por el cual necesitan el medicamento, de una forma que puedan comprender. Por ejemplo, algo como 'Intentamos que tus rodillas se sientan mejor' o 'Intentamos que tu estómago se sienta mejor'", planteó. "Sobre todo si es un medicamento que deben tomar a largo plazo, esto puede ayudarlos a establecer cierta comprensión y control al respecto".

Inicie y cumpla un horario de medicamento constante, sugirió Glarum.

Ofrezca opciones cuando hacerlo funcione. Por ejemplo, permita que su hijo elija recibir un medicamento líquido en un gotero o en un vaso. O permita la opción de agua o jugo para tomar una pastilla. La hora a la que toma el medicamento también puede ser un poco flexible. Por ejemplo, permita que el niño elija si tomar la dosis antes o después de un baño.

Saque tiempo para practicar cómo se toma el medicamento, sobre todo si va a pasar de líquidos a pastillas. El miedo a ahogarse puede ser un obstáculo, comentó la autora. Hace que un niño practique con un caramelo más pequeño, y entonces pasa de forma gradual a algo que se aproxime al tamaño de la pastilla.

"Por ejemplo, si tenemos una pastilla del tamaño de un Skittle, se puede comenzar con algo más pequeño, como granas pequeñas o Nerds", aconsejó la especialista. "De ahí podemos pasar a mini M&Ms, M&Ms de tamaño regular y Skittles, hasta llegar a Mike and Ikes, que miden más o menos la mitad que una tableta estándar".

Esto los ayuda a aumentar su nivel de comodidad, anotó.

Si a su hijo no le gusta el sabor de un medicamento líquido, podría permitirle dar sorbitos, y luego tomar una minidosis de agua o de una bebida que les guste.

Ofrezca una pequeña recompensa entre dosis, por ejemplo trabajar en un libro para colorear o poner un bloque de Lego en una estructura, sugirió Glarum.

Una alternativa para un niño que no quiere tomar líquidos para bajar un medicamento es usar un popote. Puede proveer una buena distracción y crear suficiente fuerza para que una pastilla baje rápidamente.

"Ayuda a darles un poco más de confianza, porque baja un poco más fácil", aseguró.

Para un bebé, podría usar una jeringuilla y depositar las gotas entre la mejilla y la lengua del pequeño, permitiendo que trague cada gota hasta alcanzar la dosis completa.