Por The New York Times | Alice Callahan and Dani Blum
Cuando los edulcorantes artificiales entraron en el mercado de EE. UU. en la década de 1950, los fabricantes de alimentos hicieron una gran afirmación: que podían satisfacer el gusto dulce de los estadounidenses sin los efectos negativos para la salud —ni las calorías— del azúcar.
Hoy en día, los edulcorantes artificiales y otros sustitutos del azúcar se han vuelto omnipresentes en el suministro de alimentos, pues aparecen en una gran cantidad de productos, entre ellos los refrescos dietéticos, el pan de molde y los yogures bajos en azúcar, por no hablar de tu café de la mañana.
Pero los sustitutos del azúcar llevan décadas suscitando dudas, y los científicos y las autoridades de salud sugieren que estas sustancias podrían conllevar ciertos riesgos para la salud.
Las investigaciones científicas sobre los efectos de los sustitutos del azúcar en el organismo son preliminares, complejas y a veces contradictorias.
“No se han estudiado todo lo que se debería en humanos”, dijo Dariush Mozaffarian, cardiólogo y director del Instituto de Alimentos como Medicina de la Universidad de Tufts.
Eso nos deja con muchas dudas sobre cómo sopesar sus posibles beneficios y riesgos. Esto es lo que sabemos.
¿Qué es un sustituto del azúcar?
El término engloba una serie de sustancias con sabor dulce pero sin las calorías del azúcar. A veces son cientos o decenas de miles de veces más dulces que el azúcar, por lo que una poca cantidad rinde mucho.
Se utilizan para endulzar muchos alimentos y bebidas “dietéticas” y “sin azúcar”, como bebidas energéticas, chicles, golosinas, productos horneados y postres helados. También se venden como productos independientes, en polvo o líquidos.
Los sustitutos del azúcar se agrupan según su modo de fabricación:
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Los edulcorantes artificiales son aditivos alimentarios sintéticos entre 200 y 20.000 veces más dulces que el azúcar de mesa, según la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés). Desde la década de 1970, la agencia ha aprobado seis de ellos: aspartamo (comercializado bajo las marcas NutraSweet y Equal), sucralosa (Splenda), sacarina (Sweet’N Low), acesulfamo de potasio (Sweet One, Sunett), neotamo (Newtame) y advantamo.
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Los edulcorantes a base de plantas y frutas se elaboran a partir de las hojas o los frutos de determinadas plantas y son, como mínimo, 100 veces más dulces que el azúcar, según la FDA. La taumatina, un edulcorante bajo en calorías menos común que se vende bajo la marca Talin, se elabora a partir de la fruta katemfe de África occidental. En general, la FDA reconoce que estos edulcorantes son seguros, por lo que pueden añadirse en el proceso de fabricación de alimentos y bebidas.
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Los alcoholes del azúcar, que no son ni azúcares ni alcoholes, son un tipo de carbohidrato de sabor dulce pero con menos calorías (y carbohidratos) que el azúcar. Tienen nombres como sorbitol, xilitol, manitol y eritritol y se encuentran de forma natural en algunas frutas y verduras como la piña, las ciruelas pasas y los champiñones. Los que se emplean en productos envasados se producen sintéticamente y están autorizados por la FDA para su uso como sustitutos del azúcar.
Según Maya Vadiveloo, profesora asociada de Nutrición de la Universidad de Rhode Island, existe evidencia de que, si se toman habitualmente bebidas azucaradas, como refrescos y tés dulces, cambiar a las versiones dietéticas puede ayudar a perder un poco de peso, siempre que no se consuman más calorías procedentes de otras fuentes.
En una revisión de 2022 de 12 ensayos clínicos aleatorizados, la mayoría de seis meses o menos de duración, los investigadores concluyeron que la sustitución de las bebidas azucaradas por bebidas azucaradas sin calorías o bajas en calorías podría conllevar cierta pérdida de peso —alrededor de 1 a 1,3 kilos, de media— en adultos con sobrepeso u obesidad y que padecen (o corren el riesgo de padecer) diabetes.
Karl Nadolsky, endocrinólogo y profesor clínico adjunto de la Facultad de Medicina Humana de la Universidad Estatal de Míchigan, afirmó que ha observado esa pérdida de peso, y a menudo más, en muchos de sus pacientes cuando cambian a las bebidas dietéticas.
Pero los estudios a más largo plazo sobre los sustitutos del azúcar no han revelado beneficios en la pérdida de peso, e incluso han detectado algunos perjuicios. Por este motivo, la Organización Mundial de la Salud recomendó en 2023 evitar el uso de sustitutos del azúcar para controlar el peso o mejorar la salud, citando investigaciones que los relacionaban con mayores riesgos de problemas de salud como diabetes de tipo 2, enfermedades cardiovasculares, obesidad y muerte prematura.
Los alcoholes del azúcar eritritol y xilitol también se han asociado a un mayor riesgo de infarto de miocardio y accidente cerebrovascular.
Es difícil extraer conclusiones firmes de los estudios sobre dieta y salud. Este tipo de investigación es observacional, lo que significa que puede relacionar el consumo de sustitutos del azúcar con ciertos efectos sobre la salud, pero no puede probar la causa y el efecto, dijo Valisa E. Hedrick, profesora asociada de Nutrición en Virginia Tech. Es posible que los consumidores de refrescos de dieta sean, para empezar, menos saludables, explicó. O quizá sean otros ingredientes de los alimentos o las bebidas los responsables de los daños.
Según Jim Krieger, profesor emérito de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Washington, muchos científicos han intentado tener en cuenta estas limitaciones y, aun así, han encontrado vínculos consistentes entre los edulcorantes y los problemas de salud.
Pero para resolver por completo estas cuestiones de causa y efecto, los científicos tendrían que diseñar estudios que midieran directamente cómo afectan los sustitutos del azúcar a la salud humana a largo plazo, señaló Marion Nestle, profesora emérita de Nutrición, Estudios Alimentarios y Salud Pública de la Universidad de Nueva York. Y esa investigación es prácticamente imposible de realizar. “No se puede encerrar a la gente el tiempo suficiente para alimentarla con uno u otro edulcorante artificial y ver qué pasa”, explicó.
Aun así, algunos estudios bien controlados con animales (aunque no todos) y pequeños experimentos con humanos, que pueden demostrar causa y efecto, han mostrado indicios de cómo ciertos edulcorantes podrían provocar problemas de salud, según Krieger. Algunas investigaciones han descubierto que los alcoholes del azúcar pueden aumentar el riesgo de coagulación de la sangre y, por tanto, el riesgo de infarto de miocardio y accidente cerebrovascular, y que otros sustitutos del azúcar pueden alterar el microbioma intestinal y perjudicar el control del azúcar en la sangre.
Las conclusiones
Según Eran Elinav, inmunólogo e investigador del microbioma del Instituto de Ciencias Weizmann de Israel, quien ha estudiado los sustitutos del azúcar, ya hay suficientes investigaciones que suscitan preocupación como para justificar un análisis más detallado. Mientras tanto, “el jurado sigue deliberando” sobre si son perjudiciales o si algunos sustitutos del azúcar son más seguros que otros.
Por otra parte, el exceso de azúcar es sin duda perjudicial para la salud, según Elinav, y las investigaciones lo relacionan con un mayor riesgo de diabetes de tipo 2, cardiopatías y obesidad. La Asociación Americana del Corazón recomienda que las mujeres no consuman más de 25 gramos de azúcar al día, y los hombres no más de 36 gramos. Una lata de 355 mililitros de Coca-Cola contiene 39 gramos de azúcar.
Teniendo en cuenta estos daños conocidos, es mejor elegir bebidas edulcoradas artificialmente, como los refrescos de dieta, en lugar de los normales si se consumen a diario, afirmó Mozaffarian. Sin embargo, añadió, el objetivo es minimizar el consumo de ambos a largo plazo.
Vadiveloo coincidió con esa apreciación y sugirió formas de reducir gradualmente tanto los azúcares añadidos como los sustitutos del azúcar en la dieta.
Para reducir el consumo de refrescos normales o dietéticos, puedes probar agua carbonatada endulzada con una pequeña cantidad de zumo de fruta, sugirió. O, en lugar de comprar yogur azucarado, prueba a añadir fruta y un poco de miel al yogur natural.
Hace años, Vadiveloo tomaba su café con Splenda, pero poco a poco fue reduciendo la cantidad que utilizaba. “Ahora solo tomo el café con leche, y no echo de menos el dulzor”, dijo.
es reportera del Times, donde cubre nutrición y salud. Tiene un doctorado en nutrición de la Universidad de California, campus Davis. Más de Alice Callahan
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