Por The New York Times | Roni Caryn Rabin
Ahora los científicos están examinando un posible vínculo a una consecuencia muy inesperada de la COVID-19: la disfunción eréctil. En cientos de artículos, los científicos de Europa y América del Norte, así como de Egipto, Turquía, Irán y Tailandia, han informado de una conexión entre estos dos padecimientos.
Las estimaciones de la magnitud del problema varían mucho. En un artículo de Ranjith Ramasamy, director de urología reproductiva en el Instituto de Urología Desai Sethi de la Universidad de Miami, y sus colegas, reportan que el riesgo de disfunción eréctil aumentaba un 20 por ciento tras un episodio de COVID-19. Otros investigadores han informado de aumentos de ese riesgo sustancialmente mayores.
Cuando los primeros pacientes llegaron a la clínica de Ramasamy quejándose de problemas de erección “no le dimos demasiada importancia, supusimos que era psicológico o inducido por el estrés”, dijo.
Pero con el tiempo, él y otros médicos comenzaron a ver un patrón, contó. “Seis meses después de la infección inicial, en general los pacientes se sentían mejor, pero seguían quejándose de estos problemas”, incluyendo disfunción eréctil y un bajo conteo de espermatozoides, indicó Ramasamy, quien ha escrito diversos artículos sobre el tema.
Al principio de la pandemia, Emmanuele Jannini, profesor de endocrinología y sexología médica de la Universidad de Roma Tor Vergata, informó de un vínculo considerable entre la disfunción eréctil y la COVID-19. Cuando comparó a los hombres que habían enfermado de COVID-19 con los que no lo habían hecho, descubrió que los que se habían infectado tenían casi seis veces más probabilidades de comunicar que padecían impotencia sexual que aquellos que habían esquivado el coronavirus.
“Comunicar que la enfermedad puede afectar tu vida sexual es un mensaje tremendamente poderoso”, sobre todo para los hombres que aún se rehúsan a vacunarse, señaló Jannini. “La evidencia es contundente”.
Las investigaciones realizadas a partir de escáneres y biopsias indican que el coronavirus es capaz de infectar el tejido del tracto genital masculino, donde puede permanecer mucho tiempo después de la infección inicial. Los científicos afirman que es demasiado pronto para asegurar que la relación con la disfunción eréctil sea causal, ya que muchos factores, tanto psicológicos como fisiológicos, intervienen en la producción y el mantenimiento de una erección. La pandemia ha provocado el aislamiento social y un aumento de la ansiedad y la depresión, todo lo cual puede desempeñar un papel. Algunos investigadores especulan con la posibilidad de que la disfunción eréctil esté más bien relacionada con la ya conocida pérdida de la capacidad gustativa y olfativa en los pacientes con COVID-19, puesto que estos sentidos desempeñan un papel importante en la excitación sexual. “Es a través de los olores que se enciende en el cerebro el mecanismo de excitación”, escribieron el año pasado tres urólogos italianos en una carta que respondía al artículo de Jannini.
Como mínimo, los hombres necesitan unos vasos sanguíneos sanos y un buen flujo sanguíneo para desarrollar y mantener la erección. Es posible que el coronavirus dañe los vasos sanguíneos y el revestimiento de estos, llamado endotelio, ya que este se une a los receptores moleculares que abundan en las células endoteliales.
Los vasos quizá no se contraigan y estiren como es necesario para permitir el flujo de sangre al pene. Una lesión en los vasos sanguíneos también puede contribuir a complicaciones más graves de COVID-19, como ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y una coagulación anormal.
“Todo nuestro sistema vascular está conectado, no es un problema aislado del pene”, explicó T. Mike Hsieh, director del centro de salud para hombres en la Universidad de California en San Diego.
Pero los problemas vasculares pueden manifestarse primero en los órganos sexuales, porque los vasos allí son muy pequeños. (Jannini llama a la disfunción eréctil “el canario en la mina de carbón” para la enfermedad cardiovascular). La disfunción eréctil y las enfermedades cardiovasculares comparten factores de riesgo —a saber: el sobrepeso excesivo, las enfermedades metabólicas como la diabetes, el tabaquismo y la edad avanzada— que a su vez aumentan las probabilidades de padecer COVID-19 grave.
“La arteria del pene es de una décima parte del tamaño de una arteria coronaria, y cuando tienes un receptáculo más estrecho, ya sea en temas de plomería o vasculares, ahí es donde se presentarán primero los problemas, incluso antes de que lo veas en una arteria más grande”, señaló Hsieh.
La disfunción eréctil puede anteceder a un infarto al miocardio unos cinco años, añadió, y muchas veces es un indicador temprano de factores de riesgo subyacentes.
“Cuando veo a un paciente por disfunción eréctil no solo les receto Viagra o Cialis”, comentó Hsieh. “Los remito a un colega de atención primaria o a un cardiólogo para que constate que su colesterol está en orden; su diabetes está controlada; para que hable del control de peso, del estilo de vida o de los cambios en la dieta”.
La disfunción eréctil puede señalar el camino hacia un mejor diagnóstico de la COVID-19 prolongada, dijo Jannini, o incluso al deterioro de la salud mental.
“Si tienes un paciente que sobrevivió al COVID y quieres saber si tiene COVID prolongado o no, solo pregúntale cómo le va en la cama”, propuso Jannini. “Si su vida sexual es normal, la posibilidad de que tenga un COVID prolongado serio son muy muy bajas”.
Si no se trata, la disfunción eréctil acarreará más complicaciones. Los casos de la enfermedad de La Peyronie, o induración plástica del pene, es una afección que provoca erecciones curvas y dolorosas como resultado del tejido cicatricial fibroso acumulado en el pene, y la orquitis, la inflamación de uno o ambos testículos, se han visto en hombres que padecieron COVID-19, según investigaciones publicadas.
Los hombres que no tienen erecciones normales durante varios meses corren peligro de desarrollar tejido cicatricial y fibrosis, lo que hace que la disfunción eréctil sea más difícil de tratar e incluso puede provocar el acortamiento del pene.
Es posible que la disfunción eréctil se resuelva sola, pero Hsieh animó a los hombres con síntomas a acudir a sus médicos, y cuanto antes.
“Si estás teniendo estos problemas, no te esperes”, exhortó. “En general, podemos revivir la vida sexual de estos hombres”.
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