El uso de las mascarillas o tapabocas es una de las recomendaciones más extendidas en todo el planeta, entre la batería de medidas de lucha contra la pandemia de COVID-19. El alcance y tipo de protección que brindan estos barbijos ha sido y es objeto de debate en la comunidad científica, compleja situación que se hace todavía más complicada hoy, ante la variedad de diseños y materiales usados en la confección artesanal.
Y como si no bastara ese debate, en tiempos más reciente entró en escena otro actor: la visera plástica. Una suerte de versión "light" de la máscara de soldador, que parece caída del cielo para algunas personas, especialmente las que se sienten sofocadas por el tapabocas, o sufren el enojoso fenómeno del empañamiento de sus gafas.
El debate sobre este nuevo artículo está servido. Días atrás, un equipo de médicos de la Universidad de Iowa, (EE.UU), publicó un estudio donde, de forma preliminar y condicional, se sugiere que estas viseras podrían superar a los barbijos en cuanto a su capacidad protectora contra el coronavirus.
En Portugal, mientras tanto, estas barreras plásticas provocaron la reacción de los médicos en medio del proceso de desescalada de la cuarentena. Esta semana, el Parlamento portugués regresó a sus sesiones presenciales. Entre las medidas de protección dispuestas para ello, se exigía el "uso de tapabocas o viseras". Y esa "o" fue la que encendió las alarmas.
El lunes, la Orden de los Médicos de Portugal y el Consejo de Escuelas Médicas Portuguesas (CEMP) emitieron un comunicado pidiendo que se modificara esa disposición, y advirtiendo que las viseras sí pueden ser usadas, pero no deben sustituir a las mascarillas.
"La mascarilla es la protección que debe ser usada, la visera debe ser complementaria a ella", explicó el doctor Fausto Pinto, director del CEMP, en declaraciones al periódico local Diário de Notícias.
Para salir de dudas al respecto, Montevideo Portal consultó al infectólogo Homero Bagnulo, profesional de vasta experiencia y que, desde que surgió el nuevo coronavirus, ha seguido de cerca las investigaciones que se llevan a cabo en todo el mundo.
Bagnulo contó que ya había leído el mencionado trabajo de la Universidad de Iowa. "Es muy interesante, pero no habla de cualquier visera", explicó.
En ese sentido, recordó que los autores del estudio indican que estos objetos "deben cumplir determinadas condiciones que varias de las que se ven acá no cumplen". Entre esas condiciones, enfatiza dos: "deben cubrir las orejas, y llegar hasta más abajo del mentón". De ese modo, se lograría "una protección bastante amplia, eso es lo que ellos (los autores) dicen".
"Obviamente, es un único trabajo, y preliminar, pero parece muy interesante", concedió, recordando que en dicho estudio no se plantea una dicotomía entre elementos de protección. Por el contrario "abre la posibilidad de que por debajo de la visera se use también mascarilla, una doble protección".
Para el experto "la idea es buena, pero debería probarse ampliamente, diseñarse estudios que demuestren la validez de esta propuesta, que es sin duda interesante".
En cuanto a las que se comercializan en Uruguay, Bagnulo ha tenido la oportunidad de ver de cerca algo de la oferta. "Me pasaron unas muestras, y varias de ellas no cubrían las orejas y no sobrepasaban el mentón", por lo que -de acuerdo con las especificaciones de los autores del citado estudio- no servirían.
No pedirle al tapabocas más de lo que puede dar
Luego de las idas y venidas de la OMS acerca de las mascarillas, su uso parece finalmente haberse impuesto en nuestro país. Especialmente luego de que se estableciera su obligatoriedad en comercios y supermercados. Sin embargo, este acatamiento generó en algunas personas una falsa percepción: hay quien parece creer que el tapabocas sustituye la distancia de seguridad, algo que es completamente erróneo.
"Esa es la crítica más importante, y una situación que yo mismo he sufrido", dijo Bagnulo a Montevideo Portal. "La gente tiene tapabocas y se acerca mucho más", lamentó, recordando que recientemente, estando en un comercio de alimentos, la gente se le aproximaba demasiado. "Me tenía que apartar yo, y decirles", contó.
"Sobre el tapabocas hay muchas opiniones, muchas clases de mascarillas y formas de uso". Además, de qué y cómo protegen "es un tema que está en discusión desde hace por lo menos quince años", indicó.
Sin embargo, ninguna de estas polémicas se aplica al distanciamiento social, medida sobre la que sí existe consenso.
"Hay gente que cree que al usar tapabocas no necesita distanciamiento, cuando no es cierto. El distanciamiento físico es mucho más importante que la mascarilla", remarcó el infectólogo, detallando que esta distancia debe ser de "un metro ochenta".
Por otra parte, señala los errores que se cometen en el uso del tapabocas. Uno de los más frecuentes es tocar la cara externa mientras están en uso, o al quitarlos.
"Se sabe que los virus quedan en esa cara externa, hay un trabajo muy reciente realizado en Shanghái que lo confirma. Tocando, está el riesgo de trasladar esos virus a la mano", describió.
Por otra parte, recordó que "el hablar humedece la mascarilla, y que al estar húmeda, tiene la posibilidad de atrapar más virus". Bagnulo matizó que no se tata de preocuparse "por decir tres palabras", pero luego de un rato de prosa sería preferible cambiar el barbijo.
Finalmente, se refirió con preocupación a "un tema en el que no se ha insistido" y es "el uso de mascarillas que incluyen válvula exhalatoria". Ese tipo de cobertores "deberían reservarse para determinadas prácticas médicas, y nada más", dado que pueden brindar al usuario cierta protección, pero resultan peligrosos para quienes estén cerca.
"Si una persona que usa ese tipo de mascarillas, tose, puede alcanzar en algunos casos una distancia de cuatro metros". Esto sucede porque la válvula forma "un flujo turbulento" y expele el aire con fuerza y a mayor distancia.
"Si queremos impulsar realmente el uso de las mascarillas, tenemos que enseñar cómo se usan", concluyó.