Por The New York Times | Emma Goldberg
A Zoe Tu, estudiante de séptimo grado en la ciudad de Nueva York, le gusta celebrar su cumpleaños con un pastel de helado de dulce de leche de Häagen-Dazs. Este año, su cumpleaños número 12, no fue la excepción, pero el día también estuvo marcado por un regalo de otro tipo: su vacuna contra el COVID-19.
Zoe se vacunó el 2 de agosto, el primer día en que cumplió con los requisitos, y también recibió un certificado de regalo de 100 dólares que le dieron como incentivo para vacunarse en el Barclays Center de Brooklyn. (Su madre le dio permiso de gastarlo en lo que quisiera).
“La enfermera estaba muy emocionada por desearme un feliz cumpleaños”, recordó Zoe.
La madre de Zoe, Nicole Tu, comentó que le había dicho a su hija que podía esperar si quería, pero, Zoe respondió: “Sabía que era lo más pronto que podía obtenerla. Estaba emocionada porque podría sentirme más segura”.
Muchos cumpleaños son ritos de paso, en especial para los jóvenes. Llegar a los 14 o 15 años abre las puertas del bachillerato, cumplir 17 concede permiso para ver películas de adolescentes y adultos, a los 18 tienes derecho a votar y, a los 21, en muchos estados es legal comprar alcohol.
No obstante, desde principios de mayo, cumplir 12 años tiene un nuevo significado, ya que la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por su sigla en inglés) le concedió a la vacuna contra el COVID-19 de Pfizer-BioNTech la autorización para uso de emergencia en niños de 12 años en adelante.
Aproximadamente el 52 por ciento de los niños cuya edad oscila entre los 12 y los 17 años en Estados Unidos han recibido al menos una dosis de la vacuna y cerca del 40 por ciento tienen el esquema de vacunación completo, según datos de principios de septiembre de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) de Estados Unidos. Los científicos afirman que aún faltan meses para decidir si los niños menores de 12 años pueden vacunarse.
Al menos un distrito escolar, el de Culver City, California, ha anunciado que les exigirá a los alumnos que reúnan los requisitos necesarios que se vacunen contra el COVID-19 y podrían publicarse más disposiciones ahora que la variante delta está provocando un aumento significativo de casos entre la población joven. Una encuesta reciente de The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research reveló que el 55 por ciento de los estadounidenses apoyaba la solicitud de vacunación para los estudiantes que tuvieran la edad permitida.
Anthony Fauci, principal experto en enfermedades infecciosas de Estados Unidos, ha manifestado que está a favor de este tipo de exigencias para los estudiantes.
No obstante, los padres se encuentran en un momento complicado en el que algunos niños están vacunados mientras que muchos otros, menores de 12 años, no lo están. Algunos padres, entre ellos Tu, están limitando a sus hijos a jugar dentro de casa con amigos vacunados.
Después de que Zoe se vacunó, su madre hizo una publicación en Instagram para celebrar el momento: “Cumplir 12 años en 2021 ahora se celebra por motivos diferentes”, escribió Tu, con los emojis de una jeringa y un pastel de cumpleaños.
La vacunación de Zoe también supuso un hito para sus padres.
“En su cumpleaños, estamos un paso más cerca de estar más seguros porque toda nuestra familia puede estar vacunada”, añadió Tu. “Es un nuevo capítulo para nosotros”.
Para algunos jóvenes, el hecho de vacunarse le suma intensidad a su cumpleaños. El año pasado, muchos estuvieron aislados de sus amigos, anhelando la normalidad y restringiendo sus amistades en buena medida a interacciones por teléfono y computadora.
Varios estudios han mostrado un deterioro en la salud mental, que incluye ataques de ansiedad y depresión, entre los adolescentes durante la pandemia. Vacunarse contra el COVID-19 les ofrece a algunos adolescentes un rayo de esperanza para socializar más.
Algunos estudiantes no querían que las agujas estropearan la fecha de sus cumpleaños. Sebastian Holst, de 12 años, originario de Brooklyn, se sintió aliviado de que sus padres programaran la cita para la vacuna varios días después de su cumpleaños en mayo. De esa manera, pudo celebrar una fiesta de cumpleaños por Zoom con sus amigos, dar un paseo con su madre y disfrutar de los tacos de su padre, sin preocuparse por los posibles efectos secundarios.
“No es muy bonito vacunarse, pero sé que tengo que hacerlo, así que me aguanto y lo acepto”, dijo.
Ir al Javits Center de Manhattan a finales de esa semana para vacunarse le produjo una explosión de entusiasmo al imaginar un nuevo año escolar que pudiera ser mejor respecto al anterior. El año pasado, la escuela de Sebastian ofreció una modalidad de aprendizaje presencial y a distancia y, los días en que estaba en casa, extrañaba encontrarse con sus amigos en los pasillos. Por otro lado, comentó, las clases a distancia a través de Zoom eliminaron la separación entre el hogar y la escuela.
Sebastian dijo que había sido uno de los primeros de sus amigos en vacunarse y que, cuando terminó, el alivio superó su ansiedad. Les envió mensajes de texto a sus amigos para tranquilizarlos.
“Sabía que era mejor que me picaran con una aguja puntiaguda que contagiarme de COVID-19”, dijo. .
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