Contenido creado por Martín Otheguy
Salud

Ensalada de aspirina

¿Cuánto mal nos están haciendo los analgésicos de venta libre?

Bajo la frase "mal no me va a hacer", muchos uruguayos se están exponiendo a medicamentos que están lejos de ser inocuos. Por Bernardo Borkenztain.

06.02.2017 11:59

Lectura: 6'

2017-02-06T11:59:00-03:00
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La lucha contra el dolor fue la primera de las preocupaciones de la medicina, desde las lejanas épocas pre-prehistóricas en las que se mezclaba de manera inextricable con la magia.

Sin embargo, es a partir de la aspirina (ácido acetilsalicílico) a finales del siglo XIX que la ciencia moderna (separadas las funciones de medicina y farmacia, y erradicada, al menos en lo formal, la magia) logra tener un razonable arsenal para poder combatir en esa lucha.

Ésta pertenece al mayor grupo de analgésicos (medicamentos que reducen o suprimen el dolor) que no entran al sistema nervioso central, y operan por una acción en el sitio. Tienen tres acciones principales: antiinflamatoria, analgésica y antipirética (bajar la temperatura). Es importante saber que no todos tienen las tres con igual eficacia. Mientras la aspirina es muy buen antipirético, el ibuprofeno es malo como antiinflamatorio, y el ketoprofeno prácticamente es solo antiinflamatorio con leve acción analgésica.

Antes de eso, solamente se contaba con algunas hierbas, y con el opio, del cual casi un siglo antes, Sertürner aislara la morfina como componente activo. Se les llama opiáceos a los analgésicos que actúan a nivel del sistema nervioso central "desconectando" los sensores del dolor, lo que los hace muy efectivos, pero no actúan ni sobre el problema ni sobre la inflamación.

Un tercer grupo de analgésicos son los esteroideos, que tienen acción que interfiere con varios procesos endócrinos por su similitud con las hormonas esteroideas.

Lo anterior, es para apenas mostrar la sombra del trazo de las diferencias entre las distintas drogas y medicamentos, y lo arriesgado que es auto medicarse con ellos sin consulta médica, ya que la idea de que son inocuos y "mal no van a hacer" es absolutamente falsa.

Todos los medicamentos tienen un riesgo asociado a su consumo, sus principios activos son sustancias tan poderosas que unos cuantos miligramos (o menos) son suficientes para alterar una función orgánica de un individuo de 70 kilos de peso. Por eso los problemas asociados a los efectos secundarios, interacciones con otras drogas y el efecto de pérdida de eficacia por el abuso de la droga, son riesgos que no hay que tomar a la ligera.

En lo que atañe a esta nota, el problema se centra en los medicamentos llamados "de venta libre", que no requieren receta, y que son tan libres que se compran en quioscos, estaciones de servicios, almacenes e incluso algunas ferias vecinales.

Veamos algunos de los riesgos de tomar medicamentos sin la mediación de un doctor.
Una de las afecciones más comunes, las famosas "contracturas" musculares y similares, suelen ser tratados con analgésicos tipo AINE (antiinflamatorio no esteroideo) asociados con un relajante muscular, el que nunca debería ser consumido antes de manejar un auto o maquinaria pesada, ya que puede alterar la coordinación y los reflejos. Estas asociaciones (que son excelentes para tratar estos dolores pese al riesgo mencionado) suelen tener el sufijo "flex" en su nombre, pero no siempre.

Otro de los trastornos habituales y casi paradigmáticos, es el "dolor de cabeza", que es un síntoma y no una condición, suele ser el disparador de una carrera en la que los consumidores automedicados piden cada vez los medicamentos más fuertes (a juicio del dependiente de la farmacia, obvio) y en las dosis más altas, llegando a consumir dosis realmente dignas de cuidado como ibuprofeno 600 mg o paracetamol 650 mg ¡como si fueran caramelos!

Esto se hace porque un trastorno, que puede ser banal, (si se repite sí o sí hay que ir al médico a descartar problemas serios como migrañas o jaquecas o peores) se complica con la falta de tolerancia al dolor y a la falta de confort de los burgueses modernos. Cualquier episodio implica que "se me parte la cabeza" o exageraciones similares. Con un poco de madurez, una toma única y unos 20 minutos de espera deberían bastar en los casos comunes.

Además, como ni siquiera pueden esperar a la disolución de los comprimidos, se tiran encima de las cápsulas blandas de rápida absorción porque esperar unos minutos a que una dosis razonable haga efecto no es pertinente para "burgueses siglo XXI" que tienen la misma tolerancia al sufrimiento que un canario y la paciencia de un niño de 3 años.

Esto se hace, insistimos, por dos cosas: el libre acceso a estos medicamentos y la ausencia de un consejo profesional adecuado, amparado en el mito de "mal no me va a hacer".

Como el que se automedica suele recurrir al "Dr. Google", hicimos una búsqueda respecto de las dosis recomendadas del fármaco ibuprofeno, sabiendo que ese resultado es irrelevante si las fuentes no son validadas como FDA, IMS o similares.

El rango que encontramos es enorme, con consejos de tomar desde 200 mg cada 6 horas hasta 800 mg, con una conveniente deriva de la dosis máxima diaria desde 2400 mg hasta 3200 mg (para que se puedan tomar 4 comprimidos o cápsulas de 800 mg a la venta en Europa).

Con el paracetamol (acetaminofén en su nombre más común fuera del Uruguay) la cosa no es mejor. La dosis diaria máxima es de 4000 mg y eso corresponde a 8 comprimidos estándar de 500 mg, con el agravante de que mucha gente los toma de a dos, lo que hace que, si los consume cada 6 horas, esté tomando esa cantidad, y está muy expuesto a los posibles efectos secundarios de la droga.

Porque ese es el otro problema, lejos de ser inocuos, los fármacos tienen efectos no deseados y efectos secundarios que pueden ser incluso graves.

Si quiere asustarse, puede seguir estos links: sobredosis de ibuprofeno, sobredosis de paracetamol.

La lista de "AINE" de venta libre es demasiado extensa como para hacer una lista, pero estos dos citados son los más comunes y frecuentes en la oferta en Uruguay.
Por lo anterior, es conveniente recordar que los analgésicos de venta libre no son de consumo libre, que no son inocuos y que sí pueden hacer mal. Por eso lo mejor es entender que el procedimiento lógico no es escalar en la potencia y la dosis de los medicamentos como si fuera una carrera, sino consultar el médico cuando los dolores no ceden con cantidades razonables de estos medicamentos.

Por Bernardo Borkenztain
@berbork