Por The New York Times | Melinda Wenner Moyer
A pesar de que hay diferencias sutiles con las variantes anteriores del coronavirus, hasta ahora los signos de infección son muy similares.
Al aumentar los casos de ómicron en todo Estados Unidos, los estadounidenses se apresuran a distinguir los síntomas de esta nueva variante de las otras variantes del coronavirus, entre ellas la delta.
La mayoría de las pruebas PCR y de antígeno son capaces de detectar la ómicron —la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos ha observado que hay algunas pocas pruebas que no lo hacen— pero los resultados no indican al usuario con qué variante están infectados por lo que las personas solo pueden adivinarlo.
De los datos preliminares han surgido algunas diferencias entre síntomas, pero los expertos no tienen certeza de que sean significativas. Por ejemplo, los datos dados a conocer la semana pasada por la mayor aseguradora privada en Sudáfrica, sugieren que los sudafricanos con ómicron a menudo desarrollan dolor o picazón de garganta así como congestión nasal, tos seca y dolor muscular, en especial dolor en la espalda baja.
Pero todos estos también son síntomas de la delta y del coronavirus original, dijo Ashley Z. Ritter, enfermera facultativa de la Universidad de Pennsylvania. Dado que ómicron solo lleva unas tres semanas circulando, añadió, “aún es muy pronto para saber si hay alguna diferencia en síntomas entre la variante ómicron y las versiones previas”.
Es probable que los síntomas de ómicron se parezcan a los de la variante delta más de lo que se diferencien.
“Probablemente, hay una gran cantidad de coincidencia entre ómicron y las variantes previas, porque básicamente hacen la misma cosa”, dijo Otto O. Yang, médico de enfermedades infecciosas en la Escuela de Medicina David Geffen de la Universidad de California, Los Ángeles. “Si hay diferencias, probablemente son sutiles”.
Una diferencia posible es que podría ser mucho menos probable que ómicron cause pérdida del gusto y del olfato, a diferencia de las variantes previas. Los estudios sugieren que 48 por ciento de los pacientes con la cepa original de SARS-CoV-2 reportaron pérdida del olfato y 41 por ciento reportaron pérdida del gusto, pero un análisis de un pequeño brote de ómicron entre personas vacunadas en los Países Bajos encontró que solo 23 por ciento de los pacientes reportaron pérdida del gusto y solo 12 por ciento reportaron pérdida del olfato. Sin embargo, no está claro si estas diferencias se deben a ómicron o a algún otro factor, como el estatus de vacunación.
De hecho, muchos síntomas de COVID-19 varían según el estatus de vacunación de las personas. Maya N. Clark-Cutaia, profesora asistente del Colegio de Enfermería de la Universidad de Nueva York que ha estado dando seguimiento a pacientes de COVID-19 durante la pandemia, dijo que los pacientes vacunados que contraen la variante delta o el coronavirus original tienden a presentar dolor de cabeza, congestión, presión sinusal y dolor en los senos nasales, mientras que los pacientes no vacunados tienen más probabilidades de presentar tos, dificultad para respirar y síntomas parecidos a los de la gripe.
Clark-Cutaia dijo que con la ómicron, los pacientes de Pensilvania con los que ha hablado, presentan síntomas similares a la variante delta. Los pacientes de ómicron vacunados se quejan de dolor de cabeza, fiebre y dolores corporales, “como con un resfriado muy terrible”, dijo. Las personas no vacunadas presentan la misma dificultad para respirar, tos y síntomas parecidos a los de la gripe que ella ha visto entre las personas sin vacunar que contraen la variante delta y el coronavirus original.
Otra diferencia entre ómicron y otras variantes es que ómicron parece tener un tiempo más corto de incubación: luego de que una persona está expuesta, toma poco tiempo —incluso tres días— desarrollar síntomas, ser contagioso y dar positivo, en comparación con los cuatro o seis días de la variante delta y el coronavirus original, dijo Waleed Javaid, director de prevención y control de infecciones en Mount Sinai Downtown en la ciudad de Nueva York. Eso podría deberse a que las mutaciones de la variante le ayudan a aferrarse e ingresar a las células, añadió.
¿Y qué hay de la aseveración de que las infecciones de ómicron son más leves que las infecciones de la variante delta? Según los datos de la semana pasada de Sudáfrica, luego de controlar el estatus de vacunación, el riesgo de hospitalización para adultos diagnosticados con ómicron era 29 por ciento más abajo ahí que en la primera ola de la pandemia y los pacientes sudafricanos hospitalizados con covid han sido menos propensos a ser admitidos a cuidados intensivos.
Pero las observaciones en Sudáfrica podrían no ser aplicables a Estados Unidos y otros países. La mayoría de los sudafricanos ya se habían infectado con COVID-19 y la edad media en Sudáfrica es 27 años; ambos factores podrían causar que la variante tenga efectos más leves aquí que en Estados Unidos, donde la edad media es 38, dijo Yang. Los datos también mostraron que, a pesar de que los niños tendieron a presentar síntomas más leves, eran 20 por ciento más propensos a ser hospitalizados durante la ola en comparación con la primera ola.
“Hay personas que contraen enfermedad severa con la ómicron”, dijo Javaid. Algunas veces, los síntomas leves tempranos pueden convertirse en síntomas graves más tarde, así que es crucial que las personas con síntomas parecidos a los de la gripe o el resfriado se hagan la prueba y se aíslen. “Sigue siendo un coronavirus. Seguimos en una pandemia”, dijo.
Melinda Wenner Moyer es una periodista de ciencia y autora de How to Raise Kids Who Aren’t Assholes.