Por The New York Times | Joe Rennison
Hace 12 meses, Tom Lee le apostó a que en 2023 todo iría bien.
Mientras que muchos de sus colegas de Wall Street advertían que era inminente una desaceleración económica, Lee, estratega de inversiones bursátiles que durante más de una década estuvo a cargo del área de investigación de valores en JPMorgan Chase & Co. y después estableció su propia empresa, pronosticó en diciembre de 2022 que la inflación a la baja y la resiliencia económica irían contra corriente del ánimo bajista casi generalizado.
El pronóstico de Lee fue atinado. A pesar de la arriesgada política con respecto al tope de deuda de la nación, una crisis bancaria en marzo, temores por el costo de financiar el déficit hacendario del gobierno, la guerra prolongada en Ucrania y un conflicto nuevo en Israel, las predicciones centrales de Lee se cumplieron en 2023. La inflación bajó, el desempleo se mantiene bajo y el índice S&P 500 aumentó un 25 por ciento.
La mayoría de los inversionistas estuvieron en desacuerdo con la prognosis de Lee; en 2023, retiraron más de 70.000 millones de dólares de fondos que adquieren acciones estadounidenses, según datos de EPFR Global. Solo una cuarta parte de las gestoras de fondos que usan como referencia el índice S&P 500 para evaluar su desempeño han superado los rendimientos del índice este año, según Morningstar Direct.
“En 2023, la gente estaba tan convencida de que tendríamos una recesión que analizó todo desde esa perspectiva”, explicó Lee, director de investigación en Fundstrat. “Por otra parte, algunos reconocieron, como nosotros, que no sabíamos nada del futuro, pero que no había muchas pruebas de que se avecinara una recesión”.
Ahora que va a comenzar 2024, los encargados de hacer pronósticos monitoreados por Bloomberg comparten más el optimismo de Lee, como los analistas de Citigroup y Goldman Sachs. Binky Chadha, estratega bursátil de Deutsche Bank que apostó en contra del consenso con Lee el año pasado, también predice que continuará el repunte alcista.
Al mismo tiempo, algunos analistas de Morgan Stanley y JPMorgan, entre otros, sostienen que el hecho de que no haya habido una desaceleración económica grave en 2023 no quiere decir que ya se evitó por completo, pues los efectos de las tasas de interés más altas todavía se están propagando por la economía.
“Todavía hay muchos factores que deben ir bien para que lleguemos ilesos al otro lado”, comentó Mike Wilson, director de estrategia de inversiones en Morgan Stanley. Ajustó sus pronósticos bajistas en julio, aunque incluso entonces no cejó en su postura de que empeoraría la economía.
Algo que es fundamental para ambas posturas es la trayectoria de la inflación y si la Reserva Federal logrará que el ritmo de aumento de los precios vuelva a su objetivo del dos por ciento antes de que la economía estalle.
La Reserva Federal empezó a pisar el freno de la economía en marzo de 2022, cuando elevó las tasas de interés. Sin embargo, el banco central últimamente se ha mostrado seguro de que se aproxima a su objetivo. El índice de precios al consumidor aumentó un 3,1 por ciento en el año cumplido en noviembre, una baja con respecto al máximo por encima del 9 por ciento hasta junio de 2022. La inflación subyacente, que excluye los precios volátiles de la energía y los alimentos, se mantiene en el 4 por ciento.
Mientras más pronto llegue a su objetivo la Reserva Federal, más pronto podrá quitar el pie del freno de la economía. Hace poco, el banco central pronosticó que las tasas de interés serán más bajas el año próximo. Incluso si no bajan las tasas, la inflación a la baja y el crecimiento salarial a máximos históricos podrían animar a los consumidores a seguir gastando, lo que impulsaría las utilidades de las empresas todavía más, afirmó Lee.
Otros no expresan tanta confianza. Aunque el mercado laboral se mantiene fuerte, en meses recientes se han observado algunas señales tempranas de debilidad, con un ligero incremento en el desempleo ahora que más personas comienzan a buscar trabajo. La morosidad en el pago de tarjetas de crédito y el número de personas atrasadas en el pago de su crédito automotriz también van al alza, puesto que, como han notado los inversionistas, las finanzas de los consumidores están sometidas a más presiones ahora que se suspendieron los planes de condonar la deuda de los préstamos estudiantiles. Con la inflación todavía por encima del objetivo de la Reserva Federal, estas grietas podrían abrirse más el año entrante.
Las acciones energéticas se mantienen negativas para el año, tras haber sido las de desempeño más destacado en 2022. Las acciones de los servicios públicos, que por lo regular son un refugio cuando hay agitación en otras partes del mercado debido a su flujo constante de ingresos, han bajado más de un 10 por ciento desde enero. También las empresas más pequeñas han padecido; el índice Russell 2000 todavía está aproximadamente un 15 por ciento por debajo de su máximo anterior y un 18 por ciento más alto para el año.
Para Lee y el grupo creciente de alcistas del mercado, estas áreas nada favorecidas del mercado ofrecen una oportunidad en 2024. Un giro en el bajón del sector manufacturero, a medida que las empresas remedien el atraso en los inventarios y empiecen a aceptar nuevos pedidos, podría ayudar a las empresas que batallaron en 2023 para ir al día.
Quienes tienen una postura más bajista señalan que no hay ninguna garantía de que se vaya a recuperar la industria manufacturera y que el deslizamiento en esos sectores del mercado en 2023 podría ser una advertencia de que, de no ser por las acciones de unas cuantas gigantes tecnológicas que elevaron el índice S&P 500, el repunte bursátil luciría muy distinto.
Estas acciones tecnológicas han sido tan dominantes que incluso se ganaron el apodo de los “Siete Magníficos”. Es un grupo que incluye a algunas de las empresas más grandes del mercado: Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon, Nvidia, Meta y Tesla. Sin ellas, el índice S&P 500 habría aumentado alrededor de un 10 por ciento este año.
“Si las empresas promedio no ven una mejoría, para mí ese es el riesgo de un aterrizaje forzoso”, indicó Wilson. “Si vamos a tener una recesión, será cuando estas empresas decidan comenzar a despedir empleados”.
En opinión de Lee, la historia indica que la conclusión será distinta. Cada vez que el índice S&P 500 se ha incrementado por lo menos un 15 por ciento, lo que ha ocurrido 28 veces desde 1950, el índice se ha elevado otro 10 por ciento el año siguiente en la mitad de las ocasiones y ha sido positivo más del 70 por ciento de ellas, mencionó. Además, cuando las tasas de interés han sido de entre un 3 y un 5 por ciento, la valuación del mercado bursátil ha sido similar a la actual, lo que sugiere que el repunte no ha sido excesivo.
“Muchos quieren adoptar una visión demasiado teórica del mercado bursátil”, señaló Lee. “Una manera más correcta de ver el mercado es con aceptación del caos.”