Desde el 90 a la fecha, Guillermo Lamolle solo salió en Carnaval con su murga, excepto por tres años en los que por distintas razones no se subió a las tablas. Su estilo irreverente e impredecible le imprime el sello a una agrupación que genera expectativa año a año, pese a tener "una forma de ser que no es la más popular", según el propio artista.
Montevideo Portal llegó hasta el Sindicato de Molineros para charlar con el Flaco, director escénico, arreglador coral, libretista y el gran ideólogo de esta experiencia llamada La Gran Siete que ya hace más de 20 años sobrevive a nuestro Carnaval.
-Pregunta que seguramente te llega cada año por estas fechas: ¿con qué va a sorprender este año La Gran Siete? ¿Por qué te hacen esa pregunta? ¿Y qué es lo que traen?
Nunca la contesté porque la propia pregunta carece de sentido. Además, nunca sabés con qué vas a sorprender, porque yo la verdad que no sé lo que es sorpresivo. Yo escribo lo que se me ocurre...
- Cuándo te ponés a escribir un texto, a armar un libreto, ¿qué es lo que te proponés?
Por lo general, hay dos tipos [de textos]: los que están vinculados a la realidad y los que querés transformar tus odios sociales en humor y alegría, sin que deje de notarse que hay un odio detrás de eso hacia alguna situación o algo. Y cuando son fantásticos, que son pocos en general, me gusta que sean como juegos. Por ejemplo, como aquel cuplé de los perros, que era una cosa rarísima y sin embargo la gente se reía. O el cuplé de las canciones, en el que se hacían juegos de palabras con las letras de canciones conocidas. Esos son los dos tipos, y en ambos casos tratar de que sean divertidos.
- ¿Por qué creés que la gente espera a La Gran Siete en cada Carnaval y a Lamolle en particular?
Yo creo que esperan mucho más a otras murgas que a nosotros. [Se ríe]. Algunos nos esperan porque les gustará lo que hacemos, yo que sé. Tenemos una forma de ser que no es la más popular, la más extendida, pero hay mucha gente que sintoniza con eso y le gusta.
- Aunque no sea una murga con perfil político, hay bastantes minutos de la propuesta que apuntan a la política, en un año que se presenta espectacular para hablar de esos temas...
Sí, salió. Es obvio que después de un año en el que hubo dos elecciones tenés que hablar de eso. Pero podía ser más corto. Salió un cuplé entero y el salpicón, en el que siempre hablás [de política]. Se toca bastante el tema. Igual quedaron millones de cosas sin tocar que no me importa dejarlas afuera, por más que sean importantes.
- ¿Pero surgió así, natural? ¿No fue que te propusiste darle determinado tiempo al tema político?
No, no. Empecé con lo de "los indecisos", que me pareció un hecho interesante de estas elecciones: la cantidad de indecisos que había días antes de las elecciones, que la mayoría nos decidimos en algún momento. Gente que realmente decía: "¡Yo qué sé que voy a votar!". Antes no pasaba. Entonces joder con eso, nada más. Hay algunas estrofas un poco absurdas, otra no. Dejar claro que la indecisión en esta elección fue mayor que en otros años. Por más que en el resultado no lo aparenta, pero uno lo percibe de antes.
- Es un poco tendencia que el público recepcione de mejor manera propuestas jóvenes, con un estilo más fresco. Vos, que sos un tipo con trayectoria en Carnaval y con cierta brecha generacional con ellos, ¿cómo llevás el hecho de participar en un mismo concurso contra ese tipo de propuestas y lucirse a la par?
Lo que pasa es que hay un continuo. Las murgas jóvenes más viejas no son tanto más jóvenes que yo. Las que aparecen ahora sí, podrían ser mis hijos perfectamente. Pero, por ejemplo, a La Mojigata yo los trato de igual a igual, porque, a pesar de ser más jóvenes, son cercanos. A los de ahora les llevo 700 años... Pero las murgas jóvenes no han cambiado tanto en sí. Desde La Mojigata hasta las que están ahora hay como un esquema que se repite. Y La Gran Siete tiene una personalidad joven, independientemente de la edad que tenga.
- En la época en que escribiste en La Diaria, fuiste bastante crítico cuando te tocó serlo. Hoy, que estás de vuelta dentro del Carnaval, ¿qué visión tenés de un concurso que parece ser cada vez más exigente, incluso dejando grandes títulos afuera?
No da para hablar mucho. Creo que si no es como darle importancia. Hay una gente ahí que pone unos puntos en un papel y sale lo que sale, y en todo caso hay una probabilidad que indica que la gente esa tenga un gusto más o menos parecido al de la mayoría del público. Porque, por ejemplo, si vos elegís cinco personas al azar, es muy difícil que te salgan cinco hinchas de La Gran Siete. Es más fácil que te salgan de las murgas más taquilleras, tres, dos.. Y con el jurado pasa lo mismo: hay gente que le gusta esto o esto. Ya antes de ser jurado les gustaba algo, y el resultado es representativo de eso. Más allá de que puede variar por lo que hagan ese año en sí las murgas. Pero en cuanto a estilos, las murgas son muy dispares; una misma persona puede amar a una murga y odiar a otra, y son las dos murgas, que si las ve un inglés les parecen iguales. Es como los que odian el rock and roll y aman el folklore. Pasa lo mismo entre dos murgas para un uruguayo. El concurso refleja esas disparidades y más o menos las proporciones en que se dan. No es más que eso. Tiene una utilidad que es el poder de laburar. Si a vos te va mal en el concurso, trabajás menos, o directamente podés llegar a no salir más. Como pasa ahora, que está tan complicada la prueba.
- El tema de la exigencia, ¿cómo se lo toma la murga?
Yo creo que es muy poco exigente el concurso. Es exigente, pero arbitrariamente exigente. Por ejemplo con la cantidad de chistes afanados de internet. Eso no se castiga. Si fuera exigente, esos tipos deberían estar en cana. Sin embargo, ganan año tras año. O no siempre, pero a veces pasan, y bueno... en eso no se es exigente. En el que hagan un cuplé que hizo otra murga hace diez años cambiándole algo tampoco se es exigente. Sí en determinadas cosas, en la calidad del corte de un vestuario y en la caída de una tela. En esas cosas sí, porque escuché a jurados opinar y se fijan en esos detalles para marcar diferencias. Por eso es exigente arbitrariamente.
- Ya que estamos con el jurado, Pitufo Lombardo habló de que le parece raro que un concurso artístico sea evaluado a través de puntajes. ¿Cómo lo ves eso?
Pasa que son las dos formas. Si se juntan a discutir, se presta también más para que digan: "Estos me cocinaron". Los puntajes son como una forma de transparentar la decisión. Pero, a su vez, con los puntajes ponen lo que quieren. En realidad es lo mismo. Yo fui jurado en el interior y lo que hacíamos era hablar. Si estábamos de acuerdo en cuál estaba para ganar, tratábamos de cuidar de que gane, no sea cosa que por el rubro de cada uno de los tres ganara otra. Supongo que los jurados de acá hacen lo mismo, aunque acá es más complicado porque son muchas más murgas. Pero es lo mismo que sean puntos o de otra forma.
- ¿Cómo se debe concebir para vos una murga hoy, en el 2015?
Primero, yo creo que con pocas pretensiones. No tratar de hacer "él" espectáculo universal cuando hacés una murga. Una murga es una murga, no es otra cosa. No estás grabando un disco de los Beatles cuando estás ensayando para una murga. Si vos pretendés hacer un espectáculo global, abarcativo, después del cual no se va a poder hacer nada, mejor dedícate a otra cosa. A hacer una teoría unificada de la física, por ejemplo. Algo más útil. La murga es algo que es para este año. Puede quedar algo lindo, una melodía que de repente la usás para otra cosa y muy pocas cosas más. Yo lo que sí amo es el género murga. El género es una cosa maravillosa, pero el repertorio en sí no tiene que ser algo maravilloso. Tiene que ser algo que en el momento funcione, divierta, haga pensar -obviamente-, apueste a renovar, todo lo que quieras. Pero no es más que eso.
- Hubo épocas en las que determinadas murgas marcaron e impulsaron de alguna manera una renovación en la categoría. ¿Estamos en un momento en el que se necesita dar un paso de ese tipo?
Esas cosas se dan solas. Es muy difícil preverlas. Hay momentos que se prestan para que salga una murga y pateé el tablero. Hay momentos que no, y es muy difícil saber cuándo son esos momentos. Esos mismos repertorios, que conmovieron las estructuras de la murga, de repente hechos dos años antes eran un fracaso o dos años después eran viejos. Es embocarle justo. Además, hay que ver qué dejaron también. Si vos te ponés a ver que dejó la BCG, por ejemplo, a mí lo que me dejó fue un recuerdo maravilloso de verlos entrar trepando por los carteles del tablado y cosas así. ¿Pero qué hay hoy de la BCG? Capaz que [hay algo] ahí, sin que te des cuenta. Pero no es que digas: "A partir de la BCG se empezó a hacer esto". Muchas murgas bajaron, trataron de bajar a la platea, por lo general con poco éxito. Ellos lo hacían bien, pero no se puede teletransportar a otra murga eso. Se va a renovar la murga porque es una cosa que se renueva siempre, pero no sé para dónde ni tengo idea. No me lo planteo.
- Entonces no hay riesgo de que la categoría siga siendo un poco la vedette del Carnaval, como se dice habitualmente...
Yo creo que no. Hace unos años eran los parodistas, que habían tenido un empuje. Después creo que vino la murga joven y renovó todo. Capaz que la murga joven salvó a la murga de su extinción, o capaz que no tiene nada que ver, pero le aportó mucho al género y eso sí se extendió. Una forma de humor, de decir los chistes, los disparates. Ahora voy a un festival de murga joven y digo: "¡Qué animal!". Hace 20 años que las hacen y está buenísimo hacer ese tipo de humor más directo. Y otras cosas que aportó, como los cuplés sin personaje. Por lo menos los difundieron ellos; siempre existieron, me parece, pero se asocian a la murga joven porque se especializaron en eso.
- Hay como un guiño en el repertorio de La Gran Siete referente a ese tipo de humor directo, ¿puede ser?
"¿Ahora la murga joven es más clara y elocuente...?" Sí, está describiendo más o menos eso de una forma que intenté que fuera más bruta que todas las murgas jóvenes que ha habido, salvo -tal vez- La Berreta, que es imposible superarla en eso. Pero sí, va a dar que hablar probablemente porque tengamos lío con el INAU, depende de quién nos toque de censor.
Montevideo Portal | Luis Silva