El 5 de julio de 2021 fallecía a los 78 años la enormísima Raffaella Carrà. La artista italiana que supo darle la espalda a Hollywood cuando este la abría sus doradas puertas, que revolucionó el mundo de la TV y el espectáculo en su país y en Hispanoamérica y que se transformó, casi sin proponérselo, en un ícono LGBT+.
Italia y España compiten por la primacía para las celebraciones del aniversario del fallecimiento de la presentadora, bailarina y cantante que hizo historia de la televisión europea a partir de principios de los años setenta. El homenaje más elocuente es quizás el español, donde en coincidencia con la Marcha del Orgullo en Madrid se inaugurará una plaza en su memoria, frente a los números 43 y 45 de la vía Fuencarral, con placa y retrato de la diva.
Asimismo, la Cadena 1 de Radio y Televisión Española (RTVE) estrenó el pasado domingo ‘Explota, explota’, la comedia musical dirigida por el uruguayo Nacho Álvarez que cuenta la historia de una bailarina a través de los éxitos de Raffaella Carrá.
Italia, por su parte, dedicará un paseo a Carrà (la ciclopeatonal del Ayuntamiento de Bellaria, cuyo corte de cinta también será mañana) y dando su nombre los estudios romanos de via Teulada 66, aquellos en los que debutó en 1961 con Tempo di danza y donde volvió a dirigir Pronto, Raffaella?
Según informa el periódico Il Gazzettino la inauguración oficial tendrá lugar de los renovados estudios tendrá el domingo 18 de junio de 2023, día en se cumpliría el 80º cumpleaños de Raffaella, y será con una velada especial en el canal Rai 1,llamado Fiesta.
En cuanto al destino del importante patrimonio material de Raffaella, a aun año de su muerte persiste el hermetismo.
La artista italiana siempre fue muy recelosa con su intimidad, por lo que no hay ninguna información oficial que explique con exactitud qué ha sido de su inmensa fortuna. Sin embargo, medios italianos señalan que posiblemente Raffaella repartiese su herencia entre sus sobrinos, Matteo y Federica Pelloni, su pareja y amor de su vida, Sergio Japino, y las hijas de su primer amor, Gianni Boncompagni.
Además, posiblemente la italiana también destinase parte de sus bienes a causas sociales, algo que la cantante ya venía haciendo durante su larga trayectoria profesional. Semanas antes de fallecer, Raffaella donó un gimnasio de 160 metros cuadrados a una entidad benéfica, según enumera Telecinco.