En una cultura marcada por la hiperexposición, pocos nombres definen tan bien el espíritu de la época como el de Kim Kardashian. A sus 44 años, la estrella estadounidense acumula títulos tan diversos como empresaria, influencer, activista legal y madre de cuatro hijos. Pero este mayo, su nombre volverá a figurar en un tribunal al testificar en el juicio por el asalto a mano armada que sufrió en París en 2016, uno de los episodios más mediáticos de la década.
Kardashian fue víctima de un robo millonario mientras se alojaba en un hotel privado durante la Semana de la Moda. Seis personas serán juzgadas por ese atraco en el que desaparecieron valiosas joyas, entre ellas un anillo de diamantes que le había obsequiado Kanye West, su esposo entonces.
Pero esta comparecencia judicial es apenas un episodio más en la trayectoria de una figura que ha moldeado —y monetizado— la fama como ninguna otra. Desde su salto al estrellato tras la filtración de un video íntimo hasta la creación de Skims, su imperio de ropa interior modeladora, Kardashian ha demostrado una capacidad inusual para reinventarse, incluso ante la polémica.
Su reality familiar, Keeping Up with the Kardashians, marcó una generación de contenidos de telerrealidad y convirtió en celebridades a todo un clan. Luego vinieron las marcas de cosmética, el matrimonio con Kanye, los hijos y más recientemente una incursión inesperada en el mundo jurídico. Inspirada por el legado de su padre, el abogado Robert Kardashian, y motivada por la causa del indulto presidencial de Alice Marie Johnson, Kardashian comenzó a estudiar Derecho, superando con esfuerzo los exámenes de acceso en California.
Todo esto ocurrió bajo la mirada atenta de más de 350 millones de seguidores en Instagram, consolidando a Kardashian como una de las figuras más influyentes del mundo digital y una empresaria que ha sabido convertir la atención mediática en capital financiero. Forbes estima su fortuna en más de 1.700 millones de dólares.
El juicio en París, sin embargo, recuerda que incluso las celebridades más blindadas no están exentas de vulnerabilidad. El caso también pone en discusión la delgada línea entre seguridad, privacidad y exhibición pública en tiempos de redes sociales.
Con información de AFP.
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