Cuando Margaret Atwood comenzó a escribir El cuento de la criada en 1984, vivía en el Berlín occidental, con el Muro aún en pie. Nadie imaginaba entonces que esa novela distópica se transformaría más de tres décadas después en un fenómeno global, impulsado por la llegada de Donald Trump a la presidencia de EE.UU., el movimiento #MeToo y una exitosa serie de televisión.
La ficción, adaptada por Hulu en 2017 y protagonizada por Elisabeth Moss, concluye ahora con su sexta y última temporada, aunque el universo de Gilead —esa república teocrática ficticia donde las mujeres fértiles son esclavizadas para procrear— seguirá vivo con la próxima adaptación televisiva de Los testamentos, secuela publicada por Atwood en 2019.
La serie arrasó en los premios Emmy en su primera temporada, y se convirtió rápidamente en un ícono de la lucha feminista, con réplicas en manifestaciones por los derechos de las mujeres tanto en Estados Unidos como en América Latina, incluyendo Uruguay y Argentina, donde se usó la estética de las criadas en marchas por la legalización del aborto.
Aunque la novela fue completamente adaptada en la primera temporada, las siguientes entregas expandieron la historia más allá del texto original. La crítica celebró el inicio, pero las temporadas siguientes recibieron cuestionamientos por su excesiva crudeza y por alejarse del enfoque político y emocional que había conquistado al público.
En Los testamentos, la autora retoma la historia 15 años después, con nuevos personajes femeninos y desde distintas miradas. La adaptación de esta obra comenzará a rodarse este mes bajo la dirección de Bruce Miller, productor y guionista de la serie original, con el desafío de reconectar con el espíritu original.
En el prólogo de la edición 2017, Atwood revela que su paso por el Berlín dividido, los vuelos de la Alemania Oriental rompiendo la barrera del sonido y la sensación constante de vigilancia fueron determinantes para la construcción del mundo opresivo de Gilead.
Nacida en 1939 en Ottawa, Canadá, y marcada por las secuelas de la Segunda Guerra Mundial, Atwood insiste en que todo lo que narra en su novela ha ocurrido realmente en algún lugar del mundo. Desde ejecuciones públicas y quema de libros, hasta el robo de niños en dictaduras como la argentina, y el control de los cuerpos de las mujeres como elemento común en todos los regímenes represivos.
Con información de AFP
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