Una
historia “complicada” llena de “capas e interpretaciones”. Así define la
película Tár su protagonista, Cate Blanchett, que deslumbra con una
interpretación inmensa y llena de matices de una directora de orquesta que pasa
de la cima al olvido por un caso con ecos del “#MeToo”.
En la que sobrevuela la narración el nombre del tenor español Plácido Domingo,
acusado de abusos sexuales por varias mujeres.
Con dos Oscar, cuatro Globos de Oro, tres BAFTA y el primer Goya Internacional
del cine español, que recogió el año pasado, la actriz australiana, de nuevo
nominada al Oscar por este trabajo, ya no tiene nada que demostrar. Pero, en
cada proyecto que asume, cuando parece imposible, se supera a sí misma.
En esta ocasión, a las órdenes del director Todd Field, se convierte en Lydia
Tár, una reina en un mundo de hombres, una mujer imaginaria llamada a ser la
primera en dirigir una prestigiosa orquesta alemana. Y para hacer creíble a
esta genio, también déspota y oscura, Blanchett aprendió a hablar alemán, a
dirigir orquestas y a tocar el piano.
Pero cuando la actriz habla de su interpretación en la película, apenas se
refiere al esfuerzo realizado y defiende con pasión un personaje que le valió
la Copa Volpi en el Festival de Venecia, por el que ganó el Globo de Oro y que
la sitúa como absoluta favorita para llevarse el que sería su tercer Oscar.
“Para ella [Tár], dirigir es como respirar, así que tenía que encontrar su
forma de respirar. Me obsesioné mucho con [el director] Carlos Kleiber y su
relación ambivalente y torturada con su trabajo, y con Simon Rattle”, explica
en una entrevista con varios medios, entre ellos EFE.
Su idea, explica, era averiguar hasta dónde llega la autoridad de un director,
por qué acaba siendo “un autócrata” y mostrar, de paso, “cómo cambió el mundo
de la música clásica cuando cayó el muro de Berlín”.
La ficción transcurre en la capital alemana, donde Lydia Tár, música apasionada,
culta y fría, famosa en todo el mundo por sus conciertos y composiciones, cae
de un día para otro de lo más alto a un abismo de acusaciones que derrumban su
universo, ante la incredulidad de su esposa (papel que interpreta la actriz
alemana Nina Hoss) y de la hija de ambas.
Su impecable fachada se resquebraja cuando surgen las denuncias por abuso de
poder, en un comportamiento con el que replica el de sus colegas masculinos.
Incluso hay un momento de el largometraje en que se menciona la habitación de
Plácido Domingo.
“Hay una conciencia [en el caso de Domingo] en la complejidad, los campos
minados, las trampas... Se mencionan muchas de esas personas que están
salpicadas por casos como el suyo, pero el guion pasa muy ligeramente por ellos”,
señala.
En su opinión, “es como si vieses a Picasso y solo pudieras imaginar lo que
ocurre fuera de su estudio. ¿Pero miras el ‘Guernica’ y piensas eso? Es una de
las mejores obras de arte de la historia. Creo que también es importante una
crítica saludable. No estoy más interesada en las preguntas que en encontrar
una respuesta”, zanja.
Una película para ella
Field escribió esta historia para Blanchett, que sostiene sobre sus hombros los
158 minutos de una película elegante, pero que estaría lejos del éxito
alcanzado si no fuera por el trabajo de la australiana.
Para la actriz, que también mantiene una relación con una mujer en la película Carol,
que Tár sea lesbiana “no es más parte de su identidad que otros aspectos”, por
el contrario, “es tan natural que no necesita hablar de eso”.
Blanchett define Tár como “una historia complicada”. “Es una mujer de
éxito que llega a una posición de poder [...], pero las personas que la rodean
también le exigen esa autoridad. Ese es otro aspecto de esta película. Lo más
sorprendente para mí son todas esas capas e interpretaciones diferentes”.
“Ella es capaz de un poder enorme y también de una gran generosidad, pero de
alguna manera está siendo devorada por el sistema que ha admirado durante tanto
tiempo. Y está a punto de cumplir 50 años, otro cambio increíble”, resume.
“Una vez que llegas a lo más alto te das cuenta de que ya solo puedes ir cuesta
abajo. La encontramos al final de un ciclo, cuando ella se interpela a sí
misma. ¿Qué pasa ahora, qué es lo siguiente? Y, tal vez, lo que sigue es
volarlo todo por los aires”.
Alicia García para EFE