Por Joaquín Symonds
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A Natalia Lagos su expareja le pegó por lo menos tres veces, según el testimonio de allegados. Ojos morados, marcas en el cuerpo, heridas y raspones fueron algunas de las consecuencias. Antes de los golpes fueron los insultos: “Gorda de mierda”, uno de los más recurrentes.
Óscar Daniel Ferradans, de 29 años, siguió fomentando el vínculo tóxico incluso después de que Natalia decidiera que era hora de cortar la relación.
De hecho, en ese momento fue cuando se agravó, y el 2 de agosto de 2023 Ferradans irrumpió en la casa de la joven de 23 años y la obligó a subir a un auto en contra de su voluntad, hasta que ambos terminaron chocando en el peaje de Soca. Él quedó atrapado entre los fierros y ella falleció en el acto.
La Fiscalía, a cargo de Ignacio Montedeocar, avanzó rápidamente y en poco más de cuatro meses logró reunir los elementos suficientes para llegar a la etapa de juicio. El Ministerio Público busca que la condena contra Ferradans sea de 45 años de cárcel, que se componen de 30 por un delito de homicidio muy especialmente agravado más 15 de medidas limitativas.
¿Por qué la Fiscalía quiere añadir 15 años más a la condena? Los investigadores lograron comprobar que la personalidad de Ferradans implica un riesgo para la sociedad, dado que es proclive a la violencia.
En la carpeta fiscal, cada uno de los delitos está respaldado por hechos, mensajes y pericias que la Fiscalía realizó en la primera etapa de la investigación. “Mirás la carpeta y cerrás el caso”, dijo una fuente de la causa. Sin embargo, en los últimos días se supo que la jueza Claudia Valetti se ausentará durante 60 días, por lo que el juicio está suspendido y actualmente las partes no saben cuándo se podrá retomar porque hasta el momento no hay otro magistrado que pueda suplir a Valetti.
La hermana de Natalia, Yanina, confesó a Montevideo Portal que lo único que quiere la familia es que el proceso judicial llegue a su fin. La falta de Natalia es una herida abierta que aún no han podido sanar, por más que hace varios meses aprendieron a convivir con ella.
La familia, que ha pasado varios tragos amargos —como el suicidio de un hermano y la muerte de su madre—, no ha sabido recomponerse, pero hacen el intento día a día. El día en que mataron a Natalia, Zoe, la más chica de la familia, cumplió años. “Desde ese día, los cumpleaños de Zoe no han sido lo mismo. Nosotros intentamos que sean lo más alegres posible, pero somos personas y nos cuesta olvidar”, confiesa Yanina.
Ferradans fue sometido a diferentes pericias psiquiátricas y en todas ellas quedó claro que su personalidad es la de alguien violento, que pone sus intereses por encima de los demás y no muestra la capacidad de ser flexible para solucionar los problemas de una forma civilizada.
Las pericias y las denuncias previas que Natalia había hecho a la Policía refuerzan la teoría de la Fiscalía: el asesinato de la joven fue un final anunciado. Cuando la relación comenzó, Ferradans le impedía ir al gimnasio, le “delimitaba” las horas a las que podía ver a su familia, y era impensado que le permitiera tener una vida social acorde a la de una persona de 23 años.
Cuando Natalia comenzó a darse cuenta —porque previamente justificaba las actitudes de Ferradans diciendo que “tuvo una vida difícil”—, entendió que lo más sano era terminar el vínculo. El joven presentó una clara resistencia e insistía tanto personalmente como por mensajes de WhatsApp en que debían seguir juntos.
Sobre la última parte de la relación comenzaron los golpes. Puñetazos en la cara que dejaron los dos ojos de Natalia morados, el cuerpo marcado por apretones y un asedio constante.
Una de las últimas veces que Natalia estuvo en la comisaría, les dijo a los efectivos: “Hagan algo porque este tipo me va a matar”, según recuerda su hermana Yanina. Si bien la Policía actuó de acuerdo con el protocolo establecido, lo cierto es que Ferradans no tenía tobillera e incumplió la orden de no acercamiento, como ya lo había hecho previamente. Llegó a la casa en la que estaba la joven junto a un amigo, a quien apuñaló. A Natalia la amenazó con matarla a cuchillazos y ella accedió a subir al auto que estaba estacionado.
“Estaba visto”
En la última audiencia del pasado martes, declaró como testigo una psicóloga que trabajó en las pericias hechas sobre Ferradans. El testimonio fue clave porque dejó claro que el asesinato de Natalia no fue producto de una situación aislada o un impulso puntual.
Ferradans ya había tenido episodios de violencia en los que claramente buscó lastimar a Natalia, pero todos ellos se detenían cuando la joven le decía que volverían a estar juntos. En el momento en que el asesino notó que el punto final era inevitable, se desesperó y protagonizó un episodio mucho más violento que los anteriores.
Yanina recuerda cada una de las veces que vio a su hermana sufrir por la violencia verbal y física que el hombre ejercía sobre ella. Lo recordó hace algunos días cuando declaró ante la Justicia y asegura que cada vez que narra los episodios siente como que algo dentro de ella se rompe.
Por más que la Fiscalía ha hecho un especial esfuerzo por contener a la familia e incluso Montedeocar se ha encargado personalmente de estar siempre a disposición, todas las partes saben que ante un asesinato con estas características no hay consuelo.
“Cuando uno repasa los hechos previos al fallecimiento de Lagos, entiende que el final de su vida estaba visto”, concluyó la testigo que participó de las pericias.
Por Joaquín Symonds
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