El sociólogo y director de Equipos Consultores, Ignacio Zuasnabar, disertó este martes sobre la actual coyuntura política nacional en un nuevo desayuno organizado por el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), que tuvo lugar en el Club de Golf.
De cara a las elecciones de 2024, el analista dijo que, “aunque falta mucho”, existe un “escenario competitivo con cierta ventaja a favor del Frente Amplio [FA]”.
En esta línea, puntualizó que según las encuestas realizadas por Equipos, desde diciembre hasta ahora, el FA está con el 43%, cinco puntos por encima en intención de voto que la suma de los partidos de la coalición multicolor: Partido Nacional, 28%; Partido Colorado, 7%; Cabildo Abierto, 2%; y Partido Independiente, 1% (38% en suma).
Además, Zuaznabar dijo que la popularidad de los posibles precandidatos frenteamplistas Yamandú Orsi y Carolina Cosse es mayor en la actualidad que la que tienen, por ejemplo, el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, y Laura Raffo.
“Este desbalance entre los líderes del Frente Amplio y los líderes de la coalición multicolor no es un evento nuevo. En los últimos 30 años, esto ha ocurrido casi de forma constante, por lo que el actual presidente Luis Lacalle Pou puede ser considerado una excepción. Esta excepción se construyó a partir de las cosas que pasaron a partir del 1º de marzo de 2020”, afirmó.
En esta línea, Zuasnabar sostuvo que “al analizar otros elementos del contexto como la evaluación del Gobierno, que es positiva, y una percepción de la economía, que es ambivalente, se puede pensar que no hay un escenario 100% proclive al cambio, confuso”.
“Puede tener muchos matices y se va a definir en campaña con las narrativas de fondo. Va a haber una narrativa del oficialismo de profundizar la continuidad y de tener más tiempo para implementar los cambios realizados. En tanto, desde la oposición, la narrativa estará más volcada al cambio y a recuperar cosas perdidas. Las dos narrativas van a ser potentes y el escenario será competitivo”, resumió en rueda de prensa Zuasnabar.
A favor del oficialismo, el analista sostuvo que los problemas de inseguridad y del empleo aún “son desafíos que el Gobierno tiene para solucionar”, pero los niveles de preocupación por dichos problemas eran más altos en el período anterior.
Durante su disertación, Zuasnabar observó que, pese a las tensiones y rispideces que se han dado en la coalición de Gobierno, en particular con Cabildo Abierto, “la coalición hoy es un objeto político mucho más consolidado y monolítico que lo que lo era en la elección anterior”.
“En la experiencia de haber sido gobierno y haber gobernado juntos el país durante casi cuatro años, le ha dado a la coalición un espíritu de cuerpo mucho más marcado que el que tenía en 2019. De hecho, si recuerdan, para la segunda vuelta de 2019, fue casi imposible que los candidatos de la coalición multicolor se sacaran una foto juntos”, rememoró.
En esta línea, dijo que, aunque hoy “podrá haber conflicto político o podrá caer un ministro”, en el balance, “la coalición es un objeto político mucho más sólido de lo que lo era hace cinco años”.
Sin embargo, el analista advirtió que a nivel de comportamiento electoral “las fronteras entre un partido y otro sean cada vez más porosas”.
“Primero se dio entre el Partido Nacional y el Partido Colorado, con gente que se empezó a mover a nivel de elecciones nacionales y departamentales, entre un partido y otro con mayor comodidad. Las fronteras son mucho más abiertas que antes, por lo que al interior de la coalición multicolor es potencialmente alta la movilidad interpartidos, dependiendo de la campaña y el desempeño de los candidatos”, reflexionó el sociólogo.
Consultado por Montevideo Portal sobre esta coyuntura, Zuasnabar dijo que esto “representa una fortaleza y una debilidad” para la coalición para las elecciones de octubre de 2024.
“Es una fortaleza porque, evidentemente, hay menos dudas de las que había en 2019 sobre la capacidad que tiene esta coalición de gobernar junta, porque ya lo hizo. Pero también es cierto que puede quitarle rastrillo electoral, amplitud a la coalición. Al mismo tiempo que se vuelve una cosa más monolítica, también es cierto que eso le puede hacer perder competencia electoral. Uno de los desafíos que tiene la coalición en este proceso electoral es volver a construir espacios de captación o representación igual de amplios a los que tenía en 2019”, apuntó.
Dólar al alza, pero menor
Por su parte, el director Ejecutivo del CED, Agustín Iturralde, hizo un repaso sobre el contexto económico regional y global, con particular foco en la situación de Brasil, de Argentina, de China y de Estados Unidos.
En esta línea, el economista apuntó que el país norteamericano “está bastante mejor de lo que se esperaba, después de que logró bajar la inflación sin un gran costo en la actividad económica y con recuperación salarial”, mientras que en el caso del asiático, “peor”.
Sobre el principal socio comercial de Uruguay, Iturralde mencionó que China presenta un crecimiento débil con una “demanda interna que se enlentece”, y que ya no se puede esperar que el país asiático sea el país pobre que crecía a tasas de aproximadamente 10%.
“El gran impacto de China para Uruguay es en la economía real: las importaciones y los precios a los que exportamos. Y aunque los precios en dólares de los commodities permanecen en niveles históricamente elevados comparados al quinquenio 2015-2019, los valores si se toman en pesos han mostrado una tendencia a la baja. La ecuación de costos y rentabilidad para el sector agroexportador uruguayo se ha visto deteriorada en el último año”, afirmó Iturralde.
Con respecto a la macroeconomía uruguaya, el exponente destacó que la economía uruguaya tiene un “mercado laboral dinámico y con salario real al alza” que impulsará el consumo privado.
Sin embargo, advirtió Iturralde, además del efecto de la sequía hay que considerar parte del consumo se está “fugando” hacia Argentina, afectando supermercados y farmacias en la frontera, pero también a todo el país en diversos negocios.
“La capacidad de compra de los uruguayos en Argentina aumenta y el gasto superará los US$ 1.000 millones en 2023. Eso implicará también una caída en la recaudación de la DGI [Dirección General Impositiva]. En 2023, será la segunda vez en 20 años que el Producto Interno Bruto [PIB] y los ingresos reales de la DGI varíen con signo distinto”, añadió.
En resumen, Iturralde mencionó que Uruguay estará afectado por varios shocks y efectos transitorios: débil demanda de China, brecha cambiaria con Argentina, sequía, parada de refinería de La Teja y fin de UPM 2.
En este sentido, el economista apuntó que el CED estima un crecimiento económico moderado en 2023 de 1,1% y “un rebote en 2024 de 3,6%, impulsado por el consumo privado y la inversión público-privada”.
Sobre la inflación, apuntó que cerrará 2023 “dentro del rango meta”, debido a que hay motivos externos e internos para pensar que el aumento de precios “encontrará un nuevo nivel entre 4,5 y 6%”.
El analista también señaló que la política fiscal del Gobierno dejó de ser “contractiva” en 2023 y es “moderadamente expansiva en 2023”, lo que puede generar un deterioro adicional en las cuentas públicas de cara al año electoral.
En referencia al desalineamiento cambiario, que el Banco Central del Uruguay estima entre 10 y 15%, Iturralde dijo a Montevideo Portal que es “un gran desafío por delante” y que, a medida que “afloje la política monetaria (baja en las tasas de interés), el tipo de cambio va a “tener alguna corrección al alza, pero menor”.