Por The New York Times | Joshua Prager
Norma McCorvey, la “Jane Roe” en el centro del caso Roe vs. Wade, fue una demandante imperfecta.
Cuando inició la demanda Roe vs. Wade como una joven mujer soltera en Dallas, no estaba pensando en la lucha por los derechos reproductivos. Apenas lograba sobrevivir como camarera, había dado a luz dos veces a niños que habían sido dados en adopción y simplemente quería practicarse un aborto. Luego mintió sobre cómo había quedado embarazada, pues aseguró que la habían violado. Cuando, más de una década después, confesó la verdad y deseó unirse en serio al movimiento que ahora representaba, sus líderes le negaron una participación significativa en sus protestas y mítines.
“Creo que les da vergüenza”, le dijo McCorvey a Texas Monthly en 1993. “Les gustaría que tuviera una educación universitaria, elegancia y pequeños guantes blancos”.
Aun así, el caso Roe vs. Wade siguió siendo central en la vida de McCorvey, pues quedaría vinculado a ella por las mismas dos corrientes cruzadas que enmarcarían el debate sobre el aborto en Estados Unidos: la religión y el sexo.
McCorvey tuvo cientos de parejas, casi todas mujeres, contó. También trabajó durante un tiempo como prostituta en Dallas. Pero la habían criado como testigo de Jehová y veía el sexo como un pecado. El hecho de que su demanda haya legalizado el aborto la dejó temiendo por su alma. Esa fue parte de la razón por la que, según ella, regresó a la religión en 1995, y se unió a la lucha contra el fallo Roe vs. Wade.
Aun así, a pesar de su cambio de postura pública, McCorvey —como la mayoría de los estadounidenses en la actualidad— sentía que el aborto debía ser legal durante el primer trimestre. Compartió esta opinión en la primera entrevista que dio, días después del fallo Roe vs. Wade, y la volvió a expresar en la última, cuando conversó conmigo desde una cama de hospital al final de su vida. (Durante mi década de investigación para “The Family Roe”, un libro sobre el caso y su demandante, pasé cientos de horas entrevistando a McCorvey).
Sus documentos privados —los cuales encontré en el garaje de su expareja, justo antes de que la casa se perdiera por ejecución hipotecaria— ofrecen información de primera mano para comprender quién era realmente McCorvey: una mujer cuyos tormentos y ambivalencias sobre el aborto reflejan los que dividen al país, y quien continúa siendo relevante en este nuevo mundo posterior a Roe vs. Wade.
A continuación, una muestra del material.
— McCorvey tenía 13 años en octubre de 1960, cuando se registró en una habitación de motel con una amiga que luego acusó a McCorvey de haber intentado hacerle “cosas inapropiadas”. El Tribunal de Menores de Dallas declaró a McCorvey “una delincuente infantil”, como atestigua este documento.
McCorvey fue enviada a un internado católico y más tarde, a los 16 años, a un internado estatal para “muchachas delincuentes”. Disfrutó estar lejos de su familia y tuvo varias novias. Pero su madre, Mary Sandefur, la golpeaba por ser gay (según relato de la misma Sandefur en una entrevista), por lo que McCorvey llegó a ver el sexo y su sexualidad como pecaminosos e ilícitos. Años después de quedar embarazada por tercera vez y buscar un aborto, le dijo a la gente que la habían violado, presentándose así no como una pecadora sino como una víctima.
McCorvey fue la tercera generación consecutiva en su familia en quedar embarazada fuera del matrimonio, según documentos y entrevistas con miembros de su familia. Su abuela se casó rápidamente, mientras que su madre tuvo que abandonar la ciudad, dar a luz en secreto y entregarles su bebé a sus padres.
— En enero de 1972, el hermano de McCorvey, Jimmy, la visitó en Dallas. Los hermanos, en sus veintitantos, eran pobres, y Jimmy anotaba todos sus gastos en su agenda diaria.
McCorvey tuvo muchos trabajos para poder sobrevivir: camarera, traficante de drogas, prostituta, pintora, terapeuta respiratoria y corredora de bonos. El dinero era una lucha constante. Y cuando, en 1969, quedó embarazada y encontró a un médico sin licencia dispuesto a realizar un aborto, no pudo pagar su tarifa de 500 dólares ni el costo de volar a California, donde el aborto era legal.
— Pocos días después del fallo Roe vs. Wade, en enero de 1973, The Baptist Press, el servicio de noticias de la Convención Bautista del Sur, habló con McCorvey. Fue su primera entrevista en su vida. McCorvey afirmó que creía que estaba mal tener un aborto en cualquier momento después del primer trimestre.
Con el tiempo, McCorvey convirtió su condición de demandante en una carrera, y cambió su postura pública repetidas veces, dependiendo de su audiencia. Pero su opinión privada sobre el aborto no cambió: al día siguiente de su renacimiento cristiano, así como al final de su vida, repitió lo que le había dicho a The Baptist Press en su primera entrevista en 1973: que el aborto debía ser legal todo el primer trimestre.
— En 1989, un abogado ayudó a McCorvey a preparar las respuestas a las posibles preguntas que podría recibir de los medios de comunicación. Una de ellas se centraba en si ella era un detrimento para el movimiento por el derecho al aborto.
Es comprensible que los líderes del movimiento por el derecho al aborto se indignaran cuando, en 1987, McCorvey reconociera haber mentido sobre su violación. Pero incluso después de sus disculpas y de dedicarle años a educarse sobre el caso Roe vs. Wade y el aborto, McCorvey fue prácticamente ignorada, “despreciada, rechazada, desacreditada y excluida”, en palabras de Barbara Ellis, activista del movimiento.
— Cuando McCorvey comenzó a hablar públicamente sobre Roe vs. Wade y su vida, señaló una y otra vez, como en estas notas de 1989, que el acceso al aborto era a menudo una cuestión de clase.
En abril de 1970, Linda Coffee y Sarah Weddington, las dos abogadas que representaron a McCorvey, enmendaron el caso Roe vs. Wade para convertirlo en una demanda colectiva no solo en su nombre, escribieron, sino también “para todas las mujeres en situaciones similares”. Detallaron esa situación en una declaración jurada, en la que afirmaron, entre otras cosas, que su demandante con el seudónimo no pudo costearse el viaje a donde el aborto era legal y seguro.
— En 1995, McCorvey se convirtió en cristiana evangélica, y escribió notas en fichas naranjas, las cuales luego utilizó para contar la historia de su renacimiento. Flip Benham y Emily Mackey, mencionadas aquí, fueron una ministra y una niña que impulsaron su conversión.
McCorvey encontró consuelo en la religión, particularmente en los santos patronos y los rosarios que se convirtieron en parte de su vida diaria tras convertirse al catolicismo en 1998. Sin embargo, también le dijo a un cineasta en 1995 que, si el movimiento por el derecho al aborto la hubiera aceptado en su seno, nunca lo habría abandonado. Lo que más le molestó, dijo, fue cuando se enteró en 1992 de que Weddington, que no había intentado ayudar a McCorvey a abortar, se había practicado uno.
— Después de que McCorvey se convirtiera y comenzara a trabajar con Operation Rescue, un grupo antiaborto, empezó a afirmar, como lo hizo aquí, que sus abogadas durante el caso Roe vs. Wade sabían que había mentido sobre la violación, y que esa mentira había influido en el fallo. Esa aseveración se afianzó. Un asistente del Caucus Pro-Vida del Congreso en 1987 afirmó: “Esta información falsa fue estratégicamente parte de un caso muy defectuoso”.
Esto fue completamente falso. La primera vez que McCorvey habló de que la habían violado fue en un artículo de Good Housekeeping publicado en junio de 1973, cinco meses después de la decisión del caso Roe vs. Wade. Su abogada, Coffee, dijo en una entrevista que ella y su coabogada se enteraron de las acusaciones de violación de McCorvey cuando leyeron el artículo. Pocos días después del fallo Roe vs. Wade, en enero de 1973, The Baptist Press, el servicio de noticias de la Convención Bautista del Sur, habló con Norma McCorvey. Fue su primera entrevista en su vida. McCorvey afirmó que creía que estaba mal tener un aborto en cualquier momento después del primer trimestre. (Vía la Biblioteca Schlesinger, en el Instituto Radcliffe de la Universidad de Harvard, a través de the New York Times). Norma McCorvey tenía 13 años en octubre de 1960 cuando se registró en una habitación de motel con una amiga que luego acusó a McCorvey de haber intentado hacer “cosas inapropiadas” con ella. El Tribunal de Menores de Dallas declaró a McCorvey como “una delincuente”. (Vía la Biblioteca Schlesinger, en el Instituto Radcliffe de la Universidad de Harvard, a través de The New York Times).
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