Las autoridades brasileñas ordenaron el retorno del mayor buque militar de la historia del país, el portaaviones Sao Paulo, después del veto de Turquía -adonde se dirigía tras ser vendido como chatarra- ante las sospechas de ser altamente tóxico, según confirmó hoy una fuente gubernamental.
Brasil se deshizo de este barco de guerra de 266 metros de eslora por 10,5 millones de reales (unos 2 millones de dólares), pero la operación se ha suspendido, en medio de las denuncias de grupos ecologistas por su posible alta concentración de amianto y otras sustancias tóxicas.
El Sao Paulo era el segundo y último portaaviones de la flota de la Marina de Brasil, con capacidad para albergar 1.300 tripulantes y transportar 30 cazabombarderos, y estaba fuera de servicio desde 2017.
Según una plataforma de monitoreo de Greenpeace, el navío, que partió de Río de Janeiro el 4 de agosto, se encontraba hoy frente al litoral marroquí con previsión de llegada el 13 de septiembre al puerto de Aliaga, en Turquía, donde pasaría a manos del astillero Sok Denizcilikve Tic, especializado en el desguace de embarcaciones.
Sin embargo, mientras continuaba su camino por el océano Atlántico hacia el estrecho de Gibraltar, el Instituto Brasileño de Medioambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama) ha comunicado a la empresa transportadora que el buque debe retornar al país.
¿El motivo?, el veto de las autoridades turcas motivado por la falta de informaciones sobre la cantidad de materiales tóxicos que contienen las 32.800 toneladas de lo que queda de embarcación, que en su día llegó a ser el portaaviones más antiguo del mundo en activo.
Turquía tomó esa determinación el viernes pasado en respuesta a las presiones de asociaciones medioambientales y a la negativa del Ejecutivo del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, de realizar un nuevo análisis para esclarecer la concentración de esas sustancias altamente perjudiciales para la salud.
Una fuente gubernamental confirmó a Efe que, como Turquía canceló los permisos para atracar en su territorio, el Ibama avisó a la empresa encargada del traslado de la embarcación de que debía regresar a Brasil, pues de lo contrario podría incurrir en "tráfico ilegal" de residuos peligrosos, conforme la Convención de Basilea.
Construido en Francia en 1963, el Sao Paulo sirvió al país europeo bajo el nombre de FS Foch hasta que fue comprado por 12 millones de dólares por la Marina brasileña, que lo incorporó a su flota en 2001 hasta que lo desactivó en 2017.
En ese periodo, sufrió diversos problemas técnicos y algunos accidentes, entre ellos dos incendios con víctimas, que lo obligaron a estar más tiempo atracado en el puerto que en operaciones.
Según datos de la Marina, el Sao Paulo permaneció 206 días en alta mar, navegó 85.334 kilómetros y sirvió de base para 566 despegues de aviones.
En base a información de EFE