Por The New York Times | Shane Goldmacher and Eric Lipton
A principios de diciembre, Donald Trump se puso un esmoquin y abordó el avión privado de un criptominero y magnate de la chatarra para un vuelo corto a través de Florida, el cual aterrizó en un aeropuerto en Naples. Allí, una larga alfombra roja le marcó el camino hacia un hangar con decoraciones navideñas repleto de simpatizantes de Trump, quienes habían pagado entre 10.000 y 30.000 dólares por el privilegio de asistir a una fiesta y tomarse una foto con él.
El evento tuvo toda la parafernalia de una típica recaudación de fondos de lujo: una enorme bandera estadounidense, un atril, candelabros y barra libre. La banda de Frank Stallone proporcionó la música; una pancarta anti-Biden que decía “Let’s Go Brandon” (¡Vamos Brandon!) colgaba de las vigas.
Pero el dinero recaudado no se destinó a la operación política de Trump. En cambio, la parte de Trump de las ganancias de la velada fue directamente a su bolsillo, según una persona familiarizada con el arreglo.
Varios asistentes dijeron que habían comprado sus boletos con una empresa privada, Whip Fundraising, cuyo fundador, Brad Keltner, ha asegurado que “la mayor parte” fue destinada a caridad. Sin embargo, el sitio web que promovió el evento no mencionó ninguna causa benéfica. Al ser contactado por teléfono, Keltner se negó a discutir cómo se había distribuido el dinero.
En el año transcurrido desde que salió de la Casa Blanca, Trump ha emprendido una amplia gama de actividades lucrativas que se han apoyado repetidamente en su fama política y en su base de seguidores para obtener ganancias. Del mismo modo que durante su tiempo en la Casa Blanca, Trump ha borrado por completo la línea entre sus ambiciones políticas y sus intereses comerciales.
Trump emprendió una gira de estadios con el expresentador de Fox News, Bill O’Reilly, en la que se vendió un “paquete VIP” con pase a bastidores por más de 7500 dólares. Publicó un libro de fotografías de 75 dólares, luego de recibir un anticipo multimillonario de una nueva editorial cofundada por su hijo mayor. Ha convertido una tienda en línea de Trump en una comercializadora del movimiento MAGA (sigla de su lema político “Make America Great Again”). Su compañía le envía misivas de marketing a las personas de la lista de correo electrónico de su campaña de 2020.
Esa tienda vende gorras rojas con el lema “Make America Great Again” a 50 dólares cada una —un margen de ganancia de 20 dólares en comparación con el precio ofrecido actualmente por su comité de acción política— y todas las ganancias van a una compañía propiedad de Trump.
Su esposa Melania también se ha metido en el negocio, y ha subastado artículos coleccionables en línea y programado su propio evento en Naples este abril, una “merienda elegante de tulipanes y topiarios”, con paquetes VIP que llegan hasta los 50.000 dólares, en los que una porción no revelada estará destinada a la beneficencia.
Para Trump, la monetización de su pospresidencia representa un regreso a sus raíces. Trump aprovechó con habilidad su estatus de celebridad como presentador de “El aprendiz” y su imagen de firme hombre de negocios para construir credibilidad cuando ingresó a la política. Actualmente está aplicando la misma estrategia, pero en reversa: está convirtiendo a un grupo de seguidores políticos que proporcionaron cientos de millones de dólares en pequeñas contribuciones de campaña en una base de consumidores para todo lo relacionado con la marca Trump. Otros presidentes se han beneficiado financieramente tras dejar la Casa Blanca. Según reportes, Barack y Michelle Obama concretaron un acuerdo de 65 millones de dólares por un libro conjunto. Se estima que los discursos de Bill y Hillary Clinton tras dejar la Casa Blanca les generaron unos 153 millones de dólares hasta la primavera de 2015, cuando Hillary Clinton anunció su candidatura a la presidencia. George W. Bush también ha sido una presencia constante en el circuito de oradores.
Sin embargo, ningún expresidente ha estado más decidido a fusionar sus intereses comerciales —que van desde barras de chocolate hasta bienes raíces y una empresa emergente tecnológica— con una operación política continua, y capitalizar eso para su beneficio personal.
Taylor Budowich, portavoz de Trump, señaló que Trump ya era millonario antes de buscar un cargo público. “Tras hacer grandes sacrificios para liderar nuestra nación, sigue habiendo una demanda sin precedentes por el presidente Trump, por sus pensamientos y sus productos, de una forma nunca antes vista en la política”, dijo Budowich.
Eric Trump, vicepresidente ejecutivo de la Organización Trump, agregó que las ventas directas al consumidor y las apariciones públicas de Trump representaban una cantidad modesta de dinero en comparación con los acuerdos inmobiliarios de la organización y otras empresas importantes.
“Hemos tenido un año excepcional como empresa”, dijo.
Líneas difusas entre el lucro y la política
Cualquier división entre los negocios de Trump y su operación política puede ser difícil de distinguir.
En 2022, en sus primeros mítines estilo campaña electoral en Arizona y Texas, se vieron enormes pantallas de televisión pagadas por el PAC (comité de acción política) de Trump que promocionaban su libro de fotografías de 75 dólares. Su operación política también ha promocionado el libro en correos electrónicos a sus seguidores, así como su despacho oficial pospresidencial, el cual también emitió una declaración (“¡Échale un vistazo!”) en la que se promocionó una propiedad de Trump en Miami.
Lawrence Noble, exconsejero general de la Comisión de Elecciones Federales, afirmó que la combinación de formas en las que Trump había monetizado su vida después de la Casa Blanca, mientras al mismo tiempo permanecía íntimamente involucrado en la política republicana y seguía siendo un posible futuro candidato, había generado preocupaciones éticas como ninguna otra pospresidencia en la era moderna.
“Lo que tiene de diferente Trump es que su faceta de ganar dinero parece haberlo permeado todo”, dijo Noble. “Pareciera como si siempre estuviera pensando: ‘¿Cómo puedo sacarle provecho económico a esto?’, por decir lo menos”.
Trump enfrentó preguntas similares mientras era presidente, ya que con frecuencia promovió, patrocinó y se benefició de sus propiedades privadas, incluso a nivel internacional. Las organizaciones de control y monitoreo que en aquel momento les alertó esta situación, siguen preocupados.
“No es correcto que la influencia y el poder en este país se vendan para beneficio personal”, dijo Noble.
Fuera de la presidencia, Trump tiene pocos límites formales en sus acuerdos comerciales, aunque si volviera a postularse en 2024, parte de su actividad financiera se revelaría en divulgaciones futuras. Sus comités de acción política tienen incluso menos restricciones que las que tuvo su cuenta de campaña de reelección.
En 2021, Los comités políticos de Trump gastaron más de 600.000 dólares en propiedades de Trump en renta, comidas, gastos de reuniones y estadías en hoteles, según muestran los registros. Su PAC siguió realizándole pagos mensuales de alquiler por un monto de 37.541,67 dólares a Trump Tower Commercial LLC.
Los cerca de 375.000 dólares que el PAC pagó en la renta de la Torre Trump fueron más que el total de 350.000 dólares que el grupo de Trump donó a las decenas de candidatos políticos de nivel federal y estatal que respaldó en 2021.
Muchos de esos candidatos, a su vez, redirigieron fondos de vuelta a Trump, a través de la organización de lujosos eventos en sus propiedades. Herschel Walker, el exjugador de fútbol americano reclutado por Trump para que se postulara al Senado en Georgia, gastó más de 135.000 dólares en Mar-a-Lago, el club privado de Trump en Florida. En ese mismo lugar, el Comité Nacional Republicano desembolsó más de 175.000 dólares para una recaudación de fondos en la primavera.
El PAC de Trump hizo dos donaciones de un millón de dólares a organizaciones sin fines de lucro conservadoras en 2021: America First Policy Institute y Conservative Partnership Institute. Ambos también organizaron grandes eventos en Mar-a-Lago.
Vendiéndoles el MAGA a las masas.
Cuando Trump dejó la presidencia, su compañía estaba pasando por un momento difícil. Los hoteles restantes habían tenido un mal año debido a la pandemia del coronavirus y varios de sus proveedores más importantes —incluido su bufete de abogados, su corredor de bienes raíces y dos bancos— tomaron la decisión de no trabajar más con la familia tras el ataque al Capitolio del 6 de enero.
Sin embargo, el negocio del golf se ha beneficiado de un aumento del tiempo de juego durante la pandemia. Los ingresos, incluso en su campo de golf cerca de Los Ángeles, un bastión demócrata, se han disparado un 50 por ciento desde 2019, según registros fiscales.
Las prácticas comerciales de Trump están siendo investigadas en Nueva York por el fiscal de distrito de Manhattan y la oficina del fiscal general del estado. Según Eric Trump, esas investigaciones tienen motivaciones políticas. En una escala mucho mayor, Trump Media & Technology Group, que está detrás de la nueva compañía de redes sociales, ha recaudado más de mil millones de dólares. Los banqueros de la compañía ofrecieron un beneficio inusual: si invertías al menos 100 millones de dólares, recibirías una llamada telefónica del expresidente. Luego, el precio de esa llamada se redujo a 50 millones de dólares.
Pero en su mayor parte, desde que Trump dejó la presidencia, su negocio se ha centrado en atraer al Estados Unidos más rural, no a los compradores de condominios lujosos ni a los inversionistas multimillonarios.
Su gira de cuatro paradas con O’Reilly buscaba llenar estadios a 100 dólares la entrada. O’Reilly rechazó los reportes de los eventos habían tenido asientos vacíos y aseguró que los “ingresos brutos” de solo el primer espectáculo fueron de 2 millones de dólares. Uno de los organizadores de la gira no respondió a las solicitudes de comentarios.
En los eventos estuvo a la venta el libro de fotografías de Trump, el cual según el expresidente ya se acerca a las 250.000 copias vendidas. Su anticipo multimillonario de la editorial, del que The Washington Post reportó por primera vez, fue confirmado por una persona familiarizada con el arreglo; El Washington Post también informó que Trump ha realizado discursos pagados desde que salió de la presidencia.
Las ventas del libro no son precisamente espectaculares: las reveladoras memorias de su sobrina, Mary Trump, ya habían vendido 950.000 ejemplares para el día que salió a la venta. Sin embargo, el libro de fotografías de Trump tiene un precio mucho más alto. Los ejemplares firmados costaban 229,99 dólares y se agotaron rápidamente.
Sergio Gor, cofundador de Winning Team Publishing junto a Donald Trump Jr., dijo que el libro había sido un éxito y dijo que estaba “en conversaciones” para adquirir los derechos del próximo libro del expresidente. Coleccionables y ‘meriendas elegantes’
Melania Trump también ha encontrado formas de monetizar su vínculo con su esposo, entre las que se incluyen una serie de ventas en línea. En enero, puso a subasta un retrato digital de ella realizado por un artista francés, una reproducción del retrato y un sombrero blanco que alguna vez usó en la Casa Blanca durante una reunión con el presidente de Francia. Poco antes de la subasta, Melania se unió a la red social conservadora en línea, Parler. Sus primeras publicaciones fueron sobre el Día de Pearl Harbor y los tornados mortales en Kentucky, pero luego comenzó a publicar con frecuencia sobre la subasta en línea.
El miércoles 9 de febrero, Parler anunció un acuerdo con Melania Trump cuyos términos financieros no fueron revelados. A través de un comunicado, Melania Trump dijo que le proporcionaría al sitio contenido exclusivo “para inspirar a otros” y que promovería una serie de futuras subastas en línea de “objetos coleccionables” como el sombrero que usó en la Casa Blanca.
Actualmente está vendiendo boletos para la “merienda elegante” de abril. Los organizadores afirman que parte de las ganancias beneficiarán a una iniciativa de su estrategia “Be Best” (“Ser mejor”) llamada “Fostering the Future” (“Fomentar el futuro”), cuyo objetivo es proporcionar becas de informática a personas jóvenes que han estado en orfanatos.
No hubo mención a cuánto de los ingresos tenía Melania Trump la intención de embolsarse. Florida exige que cualquier organización que recaude contribuciones caritativas en el estado se registre. Ninguna organización benéfica con el nombre “Fostering the Future” o “Be Best” está registrada en Florida.
Cuando se les preguntó acerca de la solicitud, funcionarios de la agencia de Florida que supervisa la recaudación de fondos caritativos afirmaron que tampoco habían podido encontrar evidencia del registro estatal requerido y, como resultado, habían iniciado una investigación. La compañía que organiza la “merienda elegante”, Whip Fundraising, también organizó en diciembre la fiesta navideña de Donald Trump en Naples, Florida, en la que, según varios asistentes, se les pidió a los invitados que pusieran sus teléfonos en pequeñas bolsas magnéticas mientras Trump hablaba para restringir la captura de fotos o videos no autorizados.
Más allá del precio del boleto, el evento generó ingresos de una subasta de artículos entre los que se incluyó una botella de whiskey burbon Pappy Van Winkle con un retrato de Trump pintado en la etiqueta y una fotografía firmada de Trump sosteniendo una biblia frente a la Casa Blanca luego de que la policía dispersara a los manifestantes del área en junio de 2020.
Keltner dijo que eventos como el de Naples recaudaron grandes sumas para organizaciones benéficas, pero se negó a discutir los detalles de cualquier evento realizado con Trump.
Fue Keltner quien organizó el vuelo de Trump a Naples, en el avión de Adam Weitsman, un inversor en criptominería quien también es dueño de una compañía de chatarra en Nueva York. Weitsman dijo que transportó a Trump y a la ex primera dama como un “favor” a Keltner.
También afirmó que no tuvo que pagar por el privilegio.
“Simplemente les di un aventón”, dijo Weitsman, quien agregó que los Trump fueron muy amables y respetuosos. Una de las entradas a la Torre Trump en Manhattan en vísperas de las elecciones, el 2 de noviembre 2020. (John Taggart/The New York Times) Un asistente al mitin de Donald Trump en un recinto ferial del condado en Wellington, Ohio, el 26 de junio de 2021. (Maddie McGarvey/The New York Times)