Centenares de ciudadanos y representantes de la clase política uruguaya acudieron el viernes al velatorio en homenaje al maestro Julio Castro, desaparecido en 1977 y cuyos restos con signos de tortura fueron hallados el año pasado.

El velorio de Castro, maestro rural, periodista y activista por la educación y uno de los desaparecidos más reconocidos de la dictadura se realizó en la sede del Museo Pedagógico de Montevideo, en homenaje a su figura como profesor y estudioso de la educación.

Allí, la pequeña urna que contenía sus restos, escoltada por familiares y amigos, recibió las visitas, que no portaron flores a pedido expreso de la familia, que a cambio pidió donaciones para una escuela pública de Toledo.

Uno de los primeros en acudir fue el ministro de Educación Ricardo Ehrlich, quien destacó el acto como un "momento de recogimiento y dolor compartido, totalmente ciudadano".

Para Ehrlich, la gran asistencia de público al velorio se debe a que Castro fue "un referente" para la educación uruguaya al que las circunstancias de su muerte "le dan una significación particular", ya que "un hombre de la educación ejecutado por la dictadura es una herida profunda para la sociedad".

"Seguimos teniendo heridas abiertas muy fuertes y hay dolores que nos acompañan como sociedad y seguimos buscando cerrarlas, creo que lo que nos convoca hoy es eso, que nos revive los dolores y los desafíos que tenemos como sociedad", indicó.

Entre los asistentes destacó la presencia de numerosos jóvenes, como el estudiante de sociología Matías Fantoni, que reconoció a Efe que acudió a rendir homenaje al maestro tanto "por el significado de su persona" como por representar, al ser uno de los pocos desaparecidos que fue recuperado, "a la memoria que no calla".

"Uno viene no solo porque hay que darle las gracias por lo que hizo, sino porque significa que es posible seguir buscando y que todavía podemos seguir con la causa", dijo Fantoni.

Los restos de Castro fueron hallados el pasado 21 de octubre en el Batallón 14. Poco después se reveló que el cadáver de Castro presentaba signos de tortura, como una costilla rota y marcas de haber tenido atadas las manos y los pies con alambre, así como de haber recibido un disparo en la cabeza.

"Estaba en una fosa excavada en la roca y rellena de cal, portaba aún ropa, zapatos, medias, pullover, cinturón y abrigo y se localizó en un bolsillo de la camisa una moneda de 20 nuevos pesos, que se usaba entre los años 70 y 80", ilustró el antropólogo José López Mazz, encargado de la recuperación del cadáver.

Tras conocerse los detalles de la muerte de Castro, el comandante en jefe del Ejército, el general Pedro Aguerre, realizó un inesperado anuncio en el que señaló que la institución "no encubrirá a homicidas o delincuentes en sus filas", ni permitirá la existencia de un "pacto de silencio" que evite hablar de lo sucedido entonces.

(Fuente: EFE)