La vida política de Valeria Ripoll en el Partido Nacional fue de cero a 100 en poco tiempo, un año precisamente. Al comienzo conoció a Álvaro Delgado y mantuvo charlas con Martín Lema. La decisión de pasarse a filas blancas fue anunciada luego de que renunciara a su actividad sindical en Adeom. 

Lo que vino después ya es conocido. La noche de las internas, Delgado la anunció como su candidata a vicepresidenta, causando más sorpresa que gratificación en algunos. Ahora, con la mira puesta en octubre, Ripoll trabaja para lograr aquello que el exsecretario de Presidencia le vio cuando tomó la decisión: poder llegar al área metropolitana, ese territorio que a los blancos les cuesta y mucho. 

Ripoll, que defiende las ideas de Wilson Ferreira Aldunate y dice haberlas abrazado cuando era sindicalista, no se arrepiente de su pasado y confiesa que quizá el régimen de las AFAP se puede volver a discutir pero no en el marco de la reforma del Pit-Cnt. 

En entrevista con Montevideo Portal, habla de su “blanquismo”, cómo han sido las recorridas por Montevideo y qué piensa del material de archivo que resurgió luego de su candidatura. 

¿Cómo se vienen desarrollando estos meses desde que asumió la candidatura? 

Ahora ya en campaña y con las recorridas en Montevideo, sumado a las presentaciones en el interior. Esto en el interior ya lo hice con Álvaro cuando hizo la primera gira; esa fue la primera actividad desde que vine al partido. La verdad que ahora bien; yo creo que lo del inicio se superó a la primera semana y todo se fue ordenando dentro del partido. Hoy ya estamos en una etapa de campaña que está muy buena. 

¿Esperaba que comenzara a surgir en redes material de archivo sobre su pasado comunista y sindical? 

Yo sabía que iba a suceder, más allá del rol porque me expone mucho más. Acá en Uruguay creo que estamos mal acostumbrados al rol del dirigente sindical. A mí me pasaba que iban a hablar con Valeria Ripoll pero no porque les interesara mi opinión, sino por cuestiones que resolvía Adeom o la Federación de Municipales. Acá lo que pasa es que la mayoría de dirigentes sindicales están partidizados políticamente, entonces lo político se come a lo sindical. Un Marcelo Abdala que viajó a Venezuela, que habló en nombre de todos los trabajadores defendiendo la revolución bolivariana y se sentó al lado de Maduro para representar a los trabajadores. Mentira, nunca los trabajadores habían discutido una posición sobre Venezuela, ni antes ni ahora. Cuando Adeom resolvió ir contra toda la LUC —y la realidad es que no es porque vine al Partido Nacional que cambié mi opinión—, lo que pasó es que después de aplicada la ley nada de eso pasó. Vos estabas convencido por los informes técnicos de que iba a tener efectos nefastos, pero después esa ley no tuvo ese impacto. Entonces, no solo Valeria sino todos los que militaron contra la LUC tendrían que decir que se equivocaron. 

A nivel personal, ¿le afectó la publicación de esos archivos? 

No, porque sabía que existía y, más allá de que hoy lo sacan muchas veces recortado, uno se tiene que acostumbrar a eso. Pero me parece que debería de ser de sentido común esto, si uno está convencido defendiendo una idea pero después de que pasó el tiempo se equivocó... pasa que lo que no hay acá es costumbre de que se reconozca y se pida perdón cuando alguien se equivoca. 

Foto: Javier Noceti/Montevideo Portal

¿Se arrepiente entonces? 

En realidad no me arrepiento porque tenía que ver con mi posición y mi representación en ese momento. Yo no tenía ni pensado estar en la política de ningún partido, estaba re por fuera y re quemada con la política. Entonces tenía que ver con ese momento, con ese rol de representación de un sindicato que había tomado esas definiciones y que había un montón de informes que daban más elementos sobre la posición que había tomado ese sindicato. Entonces creo que uno no debe arrepentirse de lo que hizo, al menos de que sea una decisión en la que perjudicaste a alguien. 

¿Tiene algunas posturas de izquierda que siga sosteniendo? 

No sé si son posturas de izquierda, sino que son cosas que tienen que ver con el reflejo de la militancia que tuve. El tema de las ocupaciones es uno y a mí el que no me permitió ocupar no fue este gobierno, fue el Frente Amplio. Entonces, cuando hablan del tema de que los trabajadores estábamos mucho mejor... si lo pienso desde la sindicalista, el récord de decretos de esencialidad es del Frente Amplio; la mayor represión de trabajadores es del Frente Amplio; el decreto que descuenta las medidas sindicales según el perjuicio de las patronales, lo resolvió el Frente Amplio; la prohibición de ocupar oficinas públicas la hizo el Frente Amplio. Entonces, cuando yo hago la cuenta me da diferente. 

¿Hay algún aspecto del sentimiento blanco que la haga sentir distante? 

No me ha pasado de tener diferencias con dirigentes por lo que soy y yo de hecho soy muy respetuosa con los que son blancos. Yo no vengo a decir que yo soy blanca, porque no soy blanca; sería una falta de respeto decir que soy blanca porque llegué hace un año. Sí puedo decir que me siento nacionalista y hay principios que defendí toda mi vida. Donde me siento más identificada es con los principios wilsonistas. Es más, mi vida en el movimiento sindical ha sido como Wilson planteaba lo que tenían que ser los dirigentes sindicales. En lo que tiene que ver con la política partidaria de los sindicatos, usando la estructura y los fueros, yo siempre estuve en contra y eso me costó que no pudiera ir a hablar un 1° de mayo. Yo podría haber hecho como todos los dirigentes sindicales... (Daniel) Diverio está en la 1001, (Marcelo) Abdala está en la 1001, Joselo (López) está en otro sector del Frente Amplio, y yo sin embargo opté por dejar la actividad sindical. 

¿Entonces no hay ningún aspecto que le rechine de la idiosincrasia blanca? 

Por ahora no, no hay ninguna manifestación ni opinión que vaya en contra de lo que yo soy. No hay un rechazo hacia la actividad sindical, porque como yo hay un montón de personas que militan en su sindicato y son del partido. 

Eso se instaló mucho en la campaña pasada en la persona de Lacalle Pou. 

Sí, sobre todo como queriendo ponerlo del otro lado, que iba a ser un gobierno antipobre, que iba a sacar las prestaciones sociales, pero nada de eso pasó. 

¿Relaciona la baja en la intención de voto que registró la fórmula con su llegada a la candidatura? 

Yo creo que no porque es algo que al Partido Nacional le pasa habitualmente después de la interna. Creo que tiene que ver con cómo se vive la interna, más que con quiénes son los candidatos. El que es blanco no deja de ser blanco porque yo esté en la fórmula. 

Quizá sí aquel voto que está más sobre el borde de no votar al partido.

Sí, puede ser, pero yo creo que ese sector que está ahí es de D Centro, que fue mi lugar de entrada. Me parece que tiene mucho que ver con cómo vive el partido las internas y creo que también hay gente que no tuvo el resultado que esperaba, y es algo que es natural. Dejás tu vida militando, tenés una expectativa y no se cumple, me imagino que eso afecta. 

Foto: Javier Noceti / Montevideo Portal

¿Por qué cree que les cuesta a los blancos la militancia en Montevideo y Canelones? 

Yo creo que en el interior hay una militancia que cuesta mucho más en Montevideo, porque vos en el interior tenés 15 intendencias, entonces el intendente y los dirigentes locales conocen a todo el mundo, van a la casa a tomar mate, saben la vida y los problemas de la gente; es como algo de cercanía natural que es propia del interior. En Montevideo y Canelones tenés una cantidad de años imponente que hace que el Frente Amplio está en el poder. Eso hace que sea difícil llegar a la gente y ese es un objetivo personal porque desde antes yo quería trabajar en Montevideo. Acá en Montevideo yo me pregunto por qué la gente vota al Frente Amplio. Están en el completo abandono con 15 de los 35 años teniendo además el gobierno nacional. 

¿Cree que el régimen de las AFAP se debe mantener tal y como está? 

A mí me parece una locura plantearse esta reforma prácticamente 30 años después de generada. Si vos me decís que este debate se dio a la elección siguiente a la que se aprobaron las AFAP, me parece razonable en el tiempo. No me parece que vos vengas a destruir el sistema, los ejemplos que existen son nefastos, mirás a Argentina que tuvo un camino similar a este y la verdad el resultado son jubilaciones de hambre. En este momento debatir las AFAP me parece destructivo. Están haciendo una campaña populista, porque si vos le decís al colectivo de la discapacidad que le van a subir las jubilaciones trabajando menos, es obvio que la gente va a estar de acuerdo. A mí me encantaría que en esa campaña digan que nada asegura que va a haber plata para pagar las jubilaciones. 

¿Pero entonces se podría dar una discusión sobre las AFAP más adelante? 

Lo podés poner en el Parlamento si querés algún cambio; se puede hacer sí. Pero no necesitás esto que se está planteando hoy. Esto de hoy es nefasto. 

¿Cómo ha sido la recepción del puerta a puerta en Montevideo? 

Muy bien, yo creo que muchos esperaban que nos fuera mal, pero no hemos tenido ni un solo comentario negativo. Lo que nos pasa es que el 90% de los reclamos tienen que ver con la gestión municipal y eso nos hace plantear que son cosas que nosotros no podemos resolver. Con respecto a la seguridad, nosotros trasladamos todos los reclamos al Ministerio del Interior y de hecho una persona del ministerio va a acompañarnos para poder solucionar las quejas que se puedan dar ahora. 

La otra vez usted daba un discurso en el interior en el que se reivindicaba mucho el blanquismo. ¿Cómo es eso de pasar de un lado al otro en tan poco tiempo y expresarse así públicamente? 

Ese discurso está pensado cuando es para los blancos, o sea, no en una recorrida en Montevideo. Yo llegué hace un año y no puedo pararme diciendo que soy blanca; ojalá que el día de mañana lo pueda hacer. 

¿Cree que algún día se pueda sentir como una persona blanca?

Creo que depende, pero yo tengo otra mirada y es la que vengo a aportar a esta campaña para que se pueda reelegir el gobierno. Si el día de mañana soy vicepresidenta puedo poner arriba de la mesa temas que hoy no están y hay gente que está esperando eso, por ejemplo, el tema de la discapacidad.