Tras la internación de una adolescente de 13 años en Rivera al lesionarse el brazo siguiendo los desafíos del juego de "la ballena azul" (y el reporte de otros tres casos similares en Uruguay), tanto autoridades de la salud como especialistas en psicología se han referido a los desafíos que presenta este juego, que tiene como víctimas a adolescentes vulnerables y cuyo resultado más trágico es el intento de suicidio.

"Esto no se da en cualquier adolescente, sino donde hay un territorio de vulnerabilidad psicológica y aislamiento de los grupos de protección", señaló ayer Horacio Porciúncula, director de Salud Mental de ASSE.

Ante esta controversia, el psicólogo Roberto Balaguer decidió escribir una "carta abierta a los padres preocupados por el juego La Ballena Azul", publicada en sus redes sociales.

"Todos les tememos a las ‘ballenas azules'. Ellas nos obligan a sacudir la modorra y pensar acerca de nuestra relación con nuestros hijos. Ese es a mi juicio el tema donde centrarnos a punto de partida de este macabro juego llamado La Ballena Azul", comienza su "carta abierta".

"El mundo está repleto de ballenas azules. Ellas representan todos nuestros miedos e inseguridades en la crianza de nuestros hijos. Por eso, si tenemos miedo a que nuestros hijos jueguen esos juegos hagamos algo bien sencillo. Salgamos de duda y preguntémosle indirectamente a él o ella: ¿por qué te parece que alguien querría jugar a la Ballena Azul? En su respuesta defensiva o reivindicativa del juego, sarcástica o insegura, nos encontraremos más cerca de saber si estamos frente a un problema o no. ¿Y si nos dice que entiende a los que juegan y que también jugaría? Al menos tendremos la posibilidad de hablar con ella o él de lo que pueda estar sucediendo, de sus conflictos, sus miedos, sus inseguridades que pretende abatir venciendo los desafíos y probándose a sí mismo su valor a través del dolor que provoca el juego de la ballena. Hay dolores que paradojalmente nos hacen sentir vivos. Quizás enseguida después que nos responda, podamos decirle cuánto valoramos su persona y lo triste que nos pondríamos de saber que juega ese juego. Porque enojarse con la ballena es una reacción en parte, infantil, negadora", consideró el especialista.

El juego de la Ballena Azul "busca que el chico sea valorado por atreverse a hacer". "Está en nuestras manos hacer que nuestros hijos quieran atreverse a ser... ellos mismos, sufriendo, gozando, riendo, llorando, pero al mismo tiempo conscientes y seguros que estamos a su lado en este camino. A veces acertando, muchas equivocando el método o el camino. Y estar al lado no es poca cosa. Es un ataque letal para las ballenas azules que rondan hurgando en las inseguridades y vulnerabilidades de los jóvenes. Y además, al acercarnos dejamos sin lugar a ese supuesto mentor que busca transformarse en su guía en el juego. Y lo cierto es que nuestros hijos necesitan guías. Ese es nuestro verdadero lugar. Aunque parezca que no nos escuchan, ese lugar de guía y consejero, en parte, nos pertenece y cuando lo abandonamos, le damos vida a las ballenas", continuó.

"¿Y si nos dice que no jugaría? Estaremos más tranquilos, pero nada nos garantiza que nos diga la verdad. Pero si no le creemos, entonces sabremos que la confianza, ese elemento esencial para generar hijos fuertes no está presente en nuestra relación y al menos tendremos la oportunidad de repensar como fortalecer la confianza en el vínculo. Ser padres es un camino sin certezas", puntualizó.

Para el psicólogo "nadie quiere suicidarse, pero mucha gente busca salir de una vida que duele". El juego de La Ballena Azul "ofrece a aquellos chicos y chicas vulnerables un camino de desafíos, de recuperación de la autoestima a cambio de entregarse y someterse a los designios de otro", dijo.

"Según datos de la OMS, el 4% de la población mundial, el equivalente a 200 millones de personas sufren de depresión. Cada año 800.000 personas recurren al suicidio y unos 16 millones se autolesionan. La autoeliminación es la principal causa de muerte en los jóvenes en general y la segunda entre los 15 y 29 años. Esos son los mares en los que nadan las ballenas azules. Está en nosotros como padres darles pelea y brindarles herramientas a nuestros hijos para no quedar atrapados en sus fauces", concluyó.

La opinión de Barbieri

Otro psicólogo reconocido, Alejandro de Barbieri, se refirió al tema en charla con Inicio de Jornada, de Radio Carve.

Para Barbieri, temas como estos pueden ser a veces "una excusa para charlar con nuestros hijos de temas en los que nos cuesta".

"A veces no nos damos cuenta de cómo educamos a los hijos hasta que llegan a la adolescencia, si antes no se habló de muchos temas", aseguró.

Llamó a los padres a "estar, a darse un tiempo", porque "debe haber una disponibilidad emocional del adulto para escuchar". Barbieri llamó a no tener miedo de hacerlo porque "no por hablar de suicidio uno pone la idea en sus cabezas".

"Es importante que encuentre con quien hablar para superarlo. No es invadir al adolescente sino estar cerca de lo que le pasa (...) Tener un hijo demandante no es un problema, es un milagro. Démonos esos tiempos para hablar con ellos y ayudarlos, porque en la etapa de formación realmente nos precisan", concluyó.