Un hombre de unos 33 años relató su experiencia tras viajar a Estambul, Turquía, para hacerse un implante de cabello.

“Mi pérdida de pelo comenzó en 2015, a los 24 años, cuando noté una calva del tamaño de un centavo en mi cabeza en un video de Snapchat que publicó mi amigo. Durante los siguientes ocho años, mi calvicie progresó y, como muchos hombres, mi autoestima se deterioró. Me sentía menos atractivo, menos masculino, como si tuviera menos probabilidades de encontrar pareja y como si estuviera envejeciendo demasiado rápido”, confesó el estadounidense Spencer Macnaughton para Business Insider.

El plan de viajar a Turquía llegó en 2022, cuando Macnaughton se juntó con un amigo y, al verlo, vio que tenía “una línea de cabello completamente restaurada”, a pesar de que el año anterior era “esencialmente un hombre calvo”.

Según contó, su amigo había viajado a Turquía unos ocho meses antes del momento en que se encontraron.

“Bennett, que es tres años mayor que yo y estaba un poco más avanzado en el proceso de calvicie, había sido mi mentor en materia de pérdida de cabello. Pero ahora era uno más entre el creciente número de hombres que viajaban 8.000 km hasta Estambul, la capital mundial de la cirugía de trasplante de cabello”, indicó el periodista, que citó información de la Asociación Turca de Turismo de Salud; de acuerdo con este organismo, “alrededor de un millón de personas viajaron a Turquía para un trasplante de cabello en 2022, gastando alrededor de US$ 2.000 millones”.

Macnaughton contó también que sintió ansiedad al momento de cruzar el océano para operarse, y que había sufrido depresión a causa de su falta de cabello. “En mi punto más bajo, intencionalmente salía de las habitaciones al revés. Finalmente comencé a tomar un antidepresivo para controlar mis pensamientos intrusivos sobre la entrada del cabello”, admitió.

Después de investigar al respecto, incluyendo hablar con neoyorquinos conocidos que también hicieron el viaje y se operaron, Macnaughton decidió dar el paso en diciembre de 2023.

Luego de dejar la sala de operaciones, las sensaciones eran mixtas. “Me sentí atontado, emocionado, orgulloso y realizado”, rememoró, y acotó que no sintió “mucho dolor”.

Sin embargo, sí recalcó que la operación no era el punto final del problema. El médico a cargo del implante le recetó dos medicamentos que deberá tomar y costarán más de US$ 60 por mes, indicó Macnaughton. “[El médico] dice que es importante tomar estos medicamentos no para mantener el cabello trasplantado, ya que estos folículos fueron tomados de mi área donante donde no se espera que experimente pérdida de cabello, sino para mantener el cabello vulnerable que tenía antes del trasplante”, puntualizó.

“Ya han pasado unos cuatro meses desde la operación. La recuperación ha sido muy sencilla. Durante el último mes, he notado que cada día aparecen nuevos mechones de cabello en mi línea capilar. Ahora quiero posar para fotografías con mis amigos y familiares. Me siento más seguro en Zoom y en las reuniones de trabajo presenciales. Dejando a un lado la estética, saber que tomé el control de algo que en un momento estaba destrozando mi autoestima me ha elevado de una manera que no creía posible. Incluso si el trasplante no sigue funcionando o algún día se cae, estaré feliz y orgulloso de haberlo intentado”, concluyó el periodista.