"Me siento muy bien (...) he logrado engranar toda la maquinaria", y "voy a salir a darlo todo por Cuba", dice a la AFP este exmarchista de 46 años durante un entrenamiento rodeado de jóvenes que juegan fútbol, en un centro escolar en el oeste de La Habana.

Este psicólogo, que atesora en su palmarés cinco medallas mundiales, una de oro, tres de plata y una de bronce (1-3-1) en retrorunning, asegura estar "mejor preparado" que nunca para competir el 11 de junio en la media maratón (22 km) del Dolomiti Extreme Trail 2021 en Forno di Zoldo, Italia.

Estaba previsto que en 2020 se realizara el octavo mundial de retrorunning en Londres, pero por el covid-19 fue pospuesto para 2021 en Francia, aunque aún no hay fecha para su realización.

Por sus registros, Díaz cree que puede tener un buen desempeño en la competencia de los Alpes, concebida originalmente para corredores tradicionales pero a la que se pueden sumar retrorunnings o atletas con prótesis, indicó una fuente del comité organizador.

Además del esfuerzo de ir en reversa, esta competencia de Italia representará un mayor desafío porque correrá en un terreno "atípico", haciéndolo por primera vez en montaña, explica Díaz, que en el mundial de 2016 obtuvo el oro en relevos 4X100 metros.

Hace unos días, durante su preparación en pendientes de un circuito en Cuba, logró una marca de respeto (2h18:53), que lo entusiasmó aún más para conseguir un buen tiempo en Italia.

Sin embargo, en la isla, donde algunos se quejan de la lentitud con que se efectúan los cambios, la noticia de que él busca sentar un precedente en este singular deporte ha generado reacciones en redes sociales con una connotación menos deportiva.

"Eso es medalla de oro facilita. Pan comido. Son décadas de entrenamiento", dijo una tuitera. "En ir para atrás no hay quien nos gane. Tenemos el oro garantizado", bromeó otro usuario de Twitter.

Díaz ha participado en dos mundiales de retrorunning - Essen, en 2016 (1-2-1) y Bolonia, en 2018 (0-1-0) - mientras que en 2019, en el campeonato centroamericano en Santo Domingo obtuvo las cinco de oro en las pruebas de fondo y fue el más destacado de la competencia.

- Unos "locos" -
Sin distraerse en dimes y diretes, Wilfredo, que es su propio entrenador, se levanta cada día a las 04h00 de la mañana para una sesión de entrenamiento de unas tres horas, después toma un descanso, se alimenta con una dieta que cuida con rigor y complementa su rutina con pesas.

"La preparación es difícil, a veces enfrentamos limitaciones, carencias, pero siempre hay una mano amiga que nos ayuda", dice el corredor, cuya preparación se ha dificultado por las restricciones impuestas en Cuba por el coronavirus.

Además de practicar la carrera hacia atrás, es un ferviente defensor de este deporte por las "más de 200 ventajas" que aporta a la salud.

La disciplina "mejora de la orientación espacial, la visión periférica", y "quema un 50% de calorías más con respecto a las carreras de frente", explica. "Estamos hablando de un ejercicio maravilloso".

En su niñez Wilfredo practicó clavados, pero pronto comprendió que desafiar a la gravedad no era para él.

Cuando se pasó a la especialidad atlética de la marcha cayó en sus manos una revista rusa que traía un artículo sobre el retrorunning, un antiguo ejercicio surgido hace más de 1.000 años en China, cuyos récords empezaron a contabilizarse en 1896. Sin embargo, el primer mundial se realizó hasta 2006 en Suiza.

La especialidad cautivó tanto a Wilfredo que en 2011 la introdujo en la isla. Dos años después organizó un campeonato nacional con 80 corredores de ocho provincias y cuatro países invitados y en 2018 realizó un evento internacional en Artemisa (provincia vecina de La Habana), con cerca de 200 participantes.

Ahora se siente orgulloso de "haber creado en Cuba un proyecto de retrorunning", aunque en sus inicios no pocos los tildaron de "locos" a él y a los corredores en reversa.

Su sueño es poder ver un día "las plazas, las calles (de la isla), con personas haciendo retrorunning".

Con información de AFP