Dylan, de 4 años, siempre estaba cerca de su padre mientras este trabajaba en el desarmadero de vehículos de la familia. Sus dos hermanas, más grandes que él, solían estar con la madre mientras que el pequeño seguía a su papá entre los autos y fierros que eran la antesala de la casa en donde viven.
A comienzos de 2023, el niño comenzó a manifestar algunos síntomas que a sus padres les preocuparon, por lo que acudieron a profesionales médicos. Tras algunos estudios, los expertos notaron que el menor tenía trastorno del espectro autista (TEA) y por eso comenzaron las correspondientes evaluaciones para medir el grado de afectación.
Pero todo se vio dramáticamente interrumpido la medianoche del 30 de octubre del año pasado, cuando un auto atropelló y mató a Dylan luego de que este se escapara de su casa. La información primaria, divulgada en su momento, indicaba que el niño estaba en pañales, algo que las autoridades desmintieron al ver el cuerpo.
El abogado de la familia, Rafael Silva, expresó que una serie de hechos impulsaron al trágico final. El primer factor fue que el portón que cierra el perímetro del desarmadero estaba abierto, porque ese día un adolescente que es vecino de la familia había ido hasta el terreno para llevarse una bicicleta que había dejado.
El padre de Dylan le pidió que cerrara el portón al salir, pero el joven no se percató que la puerta había quedado abierta. Silva explicó que cuando hicieron la reconstrucción de los hechos pudieron comprobar que es “imposible” que un niño pudiera abrir el portón de chapa por lo pesado que es.
La segunda mala coincidencia fueron los dos o tres minutos que perdieron los padres de Dylan buscándolo entre los autos desarmados, lugar al que solía ir cuando se escapaba. En ese escaso tiempo, el menor salió corriendo, según lo que determinaron las pericias.
Los padres de Dylan tenían en la casa un dispositivo de 10 cámaras que transmitían en vivo a un televisor de 40 pulgadas dispuesto en la sala principal de la vivienda. Sin embargo, de acuerdo con lo expuesto en las últimas audiencias, el negocio de las autopartes tuvo un descenso pronunciado de ventas lo que impactó en la economía familiar durante 2023.
Días antes de que el niño fuera atropellado, UTE le cortó el suministro de luz a la propiedad, por lo que las cámaras no estaban funcionando. El tercer hecho que desencadenó la muerte de Dylan fue este porque, según Silva, alguien podría haber visto que el menor se estaba escapando y eso hubiera provocado que los padres actuaran con mayor celeridad para alcanzarlo.
Dylan no solía responder al llamado de sus padres, uno de los síntomas más comunes de las personas con TEA. Los investigadores piensan que, seguramente, cuando la familia comenzó a buscarlo el menor estaba dentro del predio del desarmadero, pero no respondió por ese motivo, el quinto factor que incidió en la muerte del niño.
“Los padres lo llamaban a grito pelado, pero el niño no respondía. Si vos ves videos, anteriores al día del fallecimiento en los que se lo muestra corriendo, te podés dar cuenta de que siempre corría a la mayor velocidad que le permitía su cuerpo”, agregó el penalista.
Cuando estos elementos confluyeron, y mientras los padres buscaban a su hijo dentro del negocio familiar, Dylan ya estaba corriendo en la calle. Tenía tres direcciones para salir: izquierda, centro y derecha. El menor eligió la primera, justo la que lleva a la ruta 39 que desemboca en la perimetral, que suele ser transitada por los vehículos que se dirigen a la ciudad de Maldonado.
Ya con los pies en el asfalto, un auto se enfrenta al niño pero logra evitarlo. Silva indicó que aquí está el primer error, dado que ese conductor no llamó a la Policía a pesar de que se dio cuenta de que era un niño el que estaba sobre la ruta.
En los videos de las cámaras de la zona se puede ver cómo el conductor quedó cara a cara con el niño, entrefrena su auto y logra esquivarlo. “Si hubiera parado para prestarle asistencia, Dylan estaría vivo”, agregó el penalista.
Tras esta situación, el niño cruza al segundo paño de la ruta y en el momento en que pasa el cantero que divide las dos direcciones, aparece un Mercedez Benz que se da de lleno contra Dylan. El auto, usado para tareas ejecutivas por su comodidad y motor, perteneció a la Embajada de Alemania en Uruguay.
El conductor, un hombre de 30 años que viajaba junto a su esposa y su hijo, llegó a frenar pero las condiciones del suelo —ese día había llovido— y de sus frenos hicieron imposible que el auto se pudiera afirmar para detenerse.
Además, el hombre circulaba a una velocidad “muy por encima” de la establecida para ese tramo de la ruta, según las pericias hechas hasta el momento. De hecho, la mujer que estaba de acompañante le advirtió “cuidado con el perro”, cuando en realidad se trataba de Dylan.
Silva argumentó que en este caso la velocidad se relaciona directamente con el desenlace, porque acortó el campo de visión del conductor. “Queda de manifiesto cuando su acompañante confunde al niño con un perro”, sostuvo el penalista.
El impacto familiar
El padre de Dylan no pudo declarar en la última audiencia celebrada el pasado miércoles, porque desde la muerte de su hijo ha desarrollado problemas psicológicos y psiquiátricos.
Silva contó que la madre del menor suele tener que ir a buscar a su esposo a la ruta 39, dado que él dice creer firmemente que Dylan no murió, sino que alguien se lo llevó. El abogado adelantó que todo indica que el chofer será condenado a prisión dado que hay elementos suficientes para establecer su culpabilidad en los hechos.
“Causó un desarme y dolor familiar que es de los más grandes. Y no fue un hecho fortuito porque el auto que mató al niño iba más rápido de lo que debía”, concluyó Silva.