Contenido creado por Sin autor
Internacionales

Por The New York Times

Ucrania quiere las armas de Brasil, pero Lula apuesta por la paz

Brasil, que depende de Rusia para abastecerse de fertilizantes y combustible, ha dejado claro que no enviará armas destinadas al frente.

13.04.2023 11:52

Lectura: 9'

2023-04-13T11:52:00-03:00
Compartir en

Por The New York Times | André Spigariol and Jack Nicas

Mientras Brasil se preparaba para la Copa del Mundo de 2014 y los Juegos Olímpicos de Verano de 2016, compró 34 defensas antiaéreas a Alemania para proteger sus cielos.

Luego, después de que Rusia invadiera Ucrania, el gobierno alemán comenzó a enviar a Ucrania esas mismas armas de doble cañón, que pueden derribar un avión a unos cinco kilómetros de distancia. Pero le faltaban proyectiles.

Así que los funcionarios alemanes pidieron al gobierno brasileño el año pasado que devolviera la munición no utilizada. Pero la respuesta de Brasil fue clara: no si era para Ucrania.

El país más grande de América Latina se encuentra en una posición delicada. Brasil ha hecho un llamamiento a la paz y, en declaraciones cuidadosamente redactadas, ha criticado la invasión rusa. Pero el país, que depende de Rusia para abastecerse de fertilizantes y combustible, también ha dejado claro que no enviará armas destinadas al frente, y en su lugar está presionando para mediar en las conversaciones de paz.

“Yo no quiero entrar en la guerra”, declaró este año el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. “Yo quiero acabar con esa guerra”.

Sin embargo, el final no parece estar cerca. La reciente filtración de documentos del Pentágono muestra que Ucrania está cada vez más desesperada por conseguir armas para contener a las tropas rusas, en especial le interesa el tipo de defensas aéreas que Brasil puede suministrar. Ante la escasez de armas en Occidente, Ucrania y sus aliados están presionando a otras naciones que han evitado implicarse en el conflicto para que cedan y envíen ayuda.

Pero algunos de esos países han manifestado que quieren mantenerse al margen, lo que es visto como una señal preocupante para Ucrania y, por extensión, una victoria para la política exterior de Rusia.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, declaró en enero que rechazó la propuesta de enviar las armas de fabricación rusa que se encuentran en el país a Estados Unidos, que pensaba dárselas a Ucrania, porque la Constitución colombiana lo obliga a buscar la paz. Y añadió que América Latina no debe tomar partido. “No estamos con ninguno”, dijo Petro.

De manera similar, Corea del Sur declinó ofrecer ayuda letal a Ucrania alegando su política de no enviar armas a un país en guerra. Los documentos filtrados del Pentágono sugieren que, de todos modos, altos funcionarios de Seúl temían la presión de Washington para enviar municiones a Ucrania. El gobierno surcoreano ha negado la veracidad de los documentos.

Y luego está Brasil. Ucrania ha hecho al menos dos peticiones al gobierno brasileño para comprar una larga lista de armamento que incluye vehículos blindados, aviones, sistemas de defensa aérea, granadas de mortero, rifles de francotirador, armas automáticas y municiones, según la correspondencia obtenida por The New York Times a través de las leyes de información pública en Brasil.

En gran medida, el gobierno brasileño ha ignorado las peticiones.

Las negativas de los países responden a una serie de factores: la política nacional, las políticas internas que les impiden armar a países en conflicto y su dependencia de Rusia para importaciones cruciales.

Sin embargo, también podrían ser socios fundamentales para Ucrania.

Brasil, en particular, es un prolífico productor de aviones de guerra, muchos de ellos fabricados por Embraer, un fabricante aeronáutico brasileño. Según los expertos en armamento, los aviones son algunos de los dispositivos que más necesitan las tropas ucranianas. Las naciones en desarrollo como Brasil también tienen sistemas de armas que son más baratos de operar y mantener.

“Esto perjudica a Ucrania porque se vuelve excesivamente dependiente de los suministros de la OTAN, que son donados, pero cuyo mantenimiento es extremadamente caro, porque proceden de países ricos que poseen y fabrican armas extremadamente sofisticadas”, dijo Sandro Teixeira Moita, profesor de estrategia militar en la Escuela de Mando y Estado Mayor del ejército brasileño. “Los países del sur global tienen sistemas de armas más adaptados a sus realidades”.

Brasil afirma que durante mucho tiempo el principio rector de su política exterior ha sido seguir siendo amigo de todos.

Sin embargo, el país se ha mostrado dispuesto a vender armamento a otras naciones en guerra. Desde el inicio de la guerra de Yemen en 2014, Brasil ha suministrado a Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos más de 21.000 toneladas de armas y municiones valoradas en 680 millones de dólares, incluidas las municiones en racimo que han sido condenadas internacionalmente, según datos comerciales.

Brasil, uno de los mayores productores de alimentos del mundo, también depende de Rusia para obtener una cuarta parte de sus fertilizantes. En 2022, mientras Rusia atacaba a Ucrania, el gobierno brasileño compró más de 8,8 millones de toneladas de fertilizantes rusos, por debajo de los 10,2 millones de 2021. Brasil es el principal comprador de fertilizantes rusos y Rusia el principal proveedor de los agricultores brasileños.

En 2021, la industria de defensa brasileña exportó un récord de 1500 millones de dólares en armas y el gobierno dijo que ahora representa casi el 5 por ciento de la economía del país. (Estados Unidos es el mayor cliente de armas de Brasil). Sin embargo, el sector agrícola es 100 veces mayor, con 159.000 millones de dólares en exportaciones en 2022.

El expresidente derechista de Brasil, Jair Bolsonaro, tuvo una relación cálida con el mandatario ruso, Vladimir Putin, incluso visitó el Kremlin seis días antes de que Rusia iniciara su invasión el año pasado. Luego, Bolsonaro promocionó la visita en su fallida campaña de reelección, diciendo que lo hizo para asegurar el suministro de fertilizantes y combustibles necesarios.

“Económicamente, es una victoria fácil para ambos países que no quieren arriesgarse a poner en peligro”, dijo Andrés Gannon, investigador militar del Consejo de Relaciones Exteriores, sobre Brasil y Rusia. Durante mucho tiempo, Brasil también ha buscado un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, dijo Gannon, por lo que mantenerse neutral podría evitar dividir los votos rusos y estadounidenses sobre su pertenencia.

Los funcionarios occidentales esperaban que la elección en noviembre de Lula, un líder de izquierda que está más cerca de los líderes occidentales que Bolsonaro, abriría las ventas de armas de Brasil a Ucrania. Pero la neutralidad es uno de los pocos temas en los que Lula y Bolsonaro están alineados.

Apenas unas semanas después de asumir el cargo en enero, Lula rechazó otra solicitud de municiones por parte de Alemania para equipar los tanques Leopard que está enviando a Ucrania.

En su lugar, el presidente brasileño ha impulsado un plan diferente: quiere negociar la paz.

En reuniones con el presidente Biden, el canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, Lula ha presentado un plan para que un grupo de países neutrales desempeñe el papel de mediador en las conversaciones de paz.

Occidente y Ucrania consideran que el plan de Brasil es descabellado, dado el estado de la guerra. John Kirby, portavoz de seguridad nacional de la Casa Blanca, declaró recientemente: “No vemos ningún ímpetu en este momento para sentarnos a la mesa de negociaciones”.

Zelenski ha dicho que las conversaciones de paz no son posibles hasta que Rusia retire sus fuerzas de Ucrania, mientras que el Kremlin dice que cualquier acuerdo debe tener en cuenta el territorio que Rusia ocupa en la actualidad.

Al respecto, la solución de Brasil sigue siendo confusa. “Creo que la primera decisión tiene que ser empezar a hablar”, dijo en una entrevista Celso Amorim, exministro de Asuntos Exteriores de Brasil y quien ahora es el principal asesor diplomático de Lula. Dijo que no podía ofrecer detalles concretos hasta que eso ocurriera.

Según Amorim, aunque Brasil está encantado de ser el mediador principal, otras naciones deben participar, incluyendo potencialmente a la India, Indonesia y Sudáfrica.

“Hay que tener a alguien que tenga influencia sobre Rusia”, dijo. “Pero ¿quién tiene influencia sobre Rusia? Uno de esos países es China, sin duda”.

China ha presentado su propio plan de paz, aunque ha sido duramente criticado por Ucrania y sus aliados.

Lula ha dicho que presentará su plan de paz a Rusia y China. El viernes tiene previsto reunirse en Pekín con el presidente chino, Xi Jinping.

Amorim se reunió con Putin en Rusia el mes pasado, y está previsto que el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, visite Brasil la próxima semana.

Los documentos filtrados del Pentágono decían que, según la inteligencia estadounidense, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia apoyaba el plan de Lula de “establecer un club de mediadores supuestamente imparciales para resolver la guerra en Ucrania, creyendo que el plan rechazaría el paradigma ‘agresor-víctima’ de Occidente”.

Los países occidentales temen que Brasil se esté inclinando hacia Rusia, dijeron cuatro altos diplomáticos europeos en Brasil que hablaron bajo condición de anonimato debido a la delicada situación diplomática. Los funcionarios citaron el reciente alineamiento de Brasil con Moscú en el Consejo de Seguridad de la ONU, incluida una votación el mes pasado a favor de una investigación sobre las explosiones en los gasoductos Nord Stream entre Rusia y Alemania. Rusia propuso y votó por la resolución, pero solo China y Brasil votaron a favor.

Por su parte, Alemania ha renunciado a conseguir la munición antiaérea de Brasil. En su lugar, ha anunciado recientemente que reanudará la producción de los proyectiles por su cuenta.

Jack Nicas es el jefe de la corresponsalía en Brasil, que abarca Brasil, Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay. Anteriormente reportó de tecnología desde San Francisco y, antes de integrarse al Times en 2018, trabajó siete años en The Wall Street Journal. @jacknicas | Facebook