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Internacionales

Por The New York Times

Ucrania destruye los tanques rusos con un regalo del Reino Unido

Una bocanada de humo y un breve destello de luz indican que otro contingente de soldados rusos está a punto de morir.

20.03.2022 13:07

Lectura: 6'

2022-03-20T13:07:00-03:00
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Por The New York Times | John Ismay

En una serie de videos tomados en Ucrania, una bocanada de humo y un breve destello de luz indican que otro contingente de soldados rusos está a punto de morir.

A veces solo transcurre una fracción de segundo antes de que esa luz se dirija a un tanque o vehículo blindado que acto seguido estalla entre humo y llamas, a menudo desde el interior al explotar la munición que carga.

Al rebobinar un poco estos videos, en ocasiones puede verse a los soldados ucranianos antes del ataque, patrullando hacia un punto de emboscada con unos grandes tubos verdes a la espalda, cada uno de ellos un regalo del Reino Unido. En apenas 15 segundos, y a veces incluso más rápido que eso, los soldados pueden desenfundar el arma, desplegar su mira de puntería, soltar un seguro y esperar a que aparezca su presa.

Los tubos verdes se llaman NLAW, por sus siglas en inglés Next Generation Light Anti-Tank Weapons (armas ligeras antitanque de nueva generación). Son el resultado de décadas de investigación armamentística para construir misiles guiados pequeños y ligeros que quizá hayan igualado la balanza de poder en el combate entre el temible tanque y el soldado.

En comparación con el arma antitanque Javelin, fabricada en Estados Unidos, que ha sido aclamada por funcionarios del Pentágono y la Casa Blanca y enviada a Ucrania por millares, el NLAW pesa aproximadamente la mitad, cuesta mucho menos, puede desecharse con facilidad y está optimizado para su uso en los combates de alcance relativamente corto en los que se están viendo envueltos los soldados ucranianos con las fuerzas rusas invasoras.

El NLAW es un producto de la empresa sueca Saab y se ha vendido a varios países de la OTAN, incluido el Reino Unido, que ensambla los misiles en una fábrica de Belfast, Irlanda del Norte, para el ejército británico. Aunque el ejército británico también posee el Javelin, comenzó a comprar NLAWs hace unos diez años y los ha estado enviando a Ucrania en un número cada vez mayor.

Un diplomático británico, que pidió mantener el anonimato para poder hablar de la ayuda defensiva, dijo que el Reino Unido había enviado más de 4200 NLAWs a Ucrania.

“Seguimos considerando que es una de las mejores armas defensivas antitanque de corto alcance”, afirmó el diplomático.

Tanto el Javelin como el NLAW, que puede llevar y disparar un soldado solo, incluyen características que hasta ahora solo se habían visto en armas mucho más grandes y voluminosas, como las que por lo general se colocan en los vehículos.

Ambas armas pueden dispararse a objetivos directos, como soldados enemigos o un edificio, pero cuando se usan contra vehículos también se pueden programar para golpear desde arriba, donde un tanque o un vehículo blindado de transporte de personal tiene menos blindaje. El arma estadounidense puede elevarse y luego descender en picada para impactar y explotar, mientras que el misil británico recorre un camino más corto, ya que cruza por encima de su objetivo y deja caer su carga sobre él.

No obstante, el resultado, tal y como se demostró en Ucrania, es el mismo: un número incontable de tanques, vehículos blindados de transporte de personal y camiones rusos destruidos.

Los misiles han tenido éxito a pesar de los esfuerzos para contrarrestarlos. Las fuerzas armadas rusas habían declarado que un sistema defensivo en los tanques T-90 más recientes era capaz de detectar y destruir misiles antitanque como los Javelin y los NLAW en vuelo, algo que los dirigentes del Pentágono les habían creído. En una medida al parecer nueva, el Ejército ruso suelda jaulas improvisadas de barras de acero paralelas sobre las torretas de los tanques. Sin embargo, las pruebas de video muestran que ambas defensas han fracasado.

El Javelin, diseñado hacia el final de la Guerra Fría, consta de dos partes: un lanzador reutilizable que pesa casi 15 kilogramos y que los soldados suelen utilizar para el reconocimiento y la vigilancia, dado su conjunto de cámaras térmicas que pueden acercarse y alejarse para encontrar objetivos, y un tubo desechable de 6,9 kilogramos que contiene el misil. En cambio, el nuevo NLAW pesa poco menos de 13 kilogramos y no tiene cámara, sino una simple mira para apuntar.

Y aunque el Javelin puede destruir tanques a una distancia de hasta 4 kilómetros, su misil vuela más lento que el NLAW, que es más preciso para los objetivos que se encuentran a una distancia de apenas 800 metros. Para los objetivos en movimiento, el Javelin puede autodirigirse en vuelo, gracias a un buscador de calor en la nariz del misil, mientras que un soldado que dispara un NLAW solo tiene que apuntar el arma a un vehículo en movimiento, activar el sistema de guía y seguir el objetivo durante unos segundos antes de disparar. A continuación, el misil vuela hasta el punto en el que predice que estará el objetivo.

Las capacidades de las dos armas hacen que el Javelin sea más parecido a un rifle de francotirador para derribar vehículos blindados a distancias extremas, dijo el diplomático británico, mientras que el NLAW es mejor para batallas cuerpo a cuerpo y escenarios de emboscada.

Dado que los ucranianos no pueden luchar contra los vehículos blindados rusos con sus propios tanques, deben utilizar tácticas diferentes, señaló el diplomático, y añadió que los ucranianos han demostrado la voluntad y el extraordinario valor de acercarse a los tanques y destruirlos en estos ataques con misiles.

“Hay que saber luchar, y se necesitan los medios, pero es la voluntad: ¿qué hay en el corazón de los ucranianos para luchar?”, dijo el diplomático. “Están luchando contra una amenaza existencial y no se rinden. Así que, a petición suya, como nación soberana, les hemos dado las herramientas para hacerlo”, concluyó. Los soldados ucranianos entrenan con los misiles antitanques NLAW este mes en Kiev, el 9 de marzo de 2022. (Lynsey Addario/The New York Times)