El lanzamiento de misiles de Donald Trump del 6 de abril contra un aeródromo sirio, supuestamente en respuesta a las fotos de niños heridos por el ataque con gas sarín del presidente Bashar al-Assad's el 3 de abril, en la provincia de Idlib, no fue solamente un vertiginoso revés de su política en tan sólo tres días, sino también un posible presagio de lo que vendrá, probablemente en Irán.

El ataque con misiles llegó solo dos días después de la divulgación de un sondeo de la Universidad de Quinnipiac que revela un nivel de aprobación de 35 % de su gobierno, históricamente sin precedentes para una presidencia de menos de 90 días. Este índice negativo de tres a uno se vio reflejado en una encuesta de Gallup del 29 de marzo. En respuesta, sus asistentes cocinaron algo que tildaron de "semana del liderazgo", para presentar a Trump como comandante en jefe en el marco de su encuentro con el presidente chino Xi Jinping.

Irán es el respaldo más fuerte de Assad junto a Rusia. Cualquier involucramiento militar en Siria aumenta las posibilidades de un conflicto directo con Irán. Y bajo Trump, los Estados Unidos ya están comprometidos en una serie de acciones agresivas contra Irán que pueden estar diseñadas para desencadenar una guerra.

El peligro de la presidencia fallida de Trump

Como demuestra claramente la decisión instintiva de Trump de adoptar la "pose que necesita según el guión del día", hay un peligro palpable de que se reproduzca el precedente de provocar una guerra por razones puramente políticas establecido bajo la presidencia de George Bush, solo que en un período mucho más breve.

Con temor a que la caída de los índices de aprobación volviera imposible la reelección de Bush, en 2002-2003, Karl Rove, Dick Cheney y el Grupo de Irak de la Casa Blanca fabricaron una estrategia política para convertir a Irak en una amenaza nuclear y declarar la guerra en el 2003, para mejorar la chance de Bush en las elecciones del 2004. Le llevó a Bush dos años de sondeos a la baja antes de recurrir a la guerra como cura política.

Los índices de aprobación de Trump colapsaron a niveles sin precedentes a menos de tres meses de haber asumido. Su desaprobación ya se acerca al 60 %.

Habiéndose rodeado de generales de línea dura, hay un riesgo de que Trump use la guerra como solución política mucho más rápidamente que Bush, si las tendencias de opinión pública se mantienen. El ataque a Siria puede ser el primer paso de lo que podría convertirse rápidamente en un escalamiento de agresiones políticas en el extranjero.

Como observara la columnista Ruth Marcus, "la furia de Trump sobre todas las cosas, desde los conteos insignificantes de las multitudes en las investiduras a los números en declive de los sondeos, no augura una mano confiable cuando llegue el desafío, sea de China, Irán, Rusia o cualquier otro lugar".

Los medios corporativos están tan obsesionados con las provocaciones calculadas de Trump en Twitter, que hay una cobertura insuficiente sobre la posibilidad de que, antes de que Siria le diera una fácil entrada para una acción militar rápida, pareciera dispuesto a provocar una guerra con Irán como medio de salvar su presidencia; tampoco hay suficiente indignación sobre el prospecto de que una nueva doctrina de "uso limitado" de armas nucleares acabe en las manos de Trump.

Coqueteando con el "uso limitado" de armas nucleares

En diciembre del 2016, un informe del Comité Científico de Defensa (Defense Science Board, DSB), un panel superior del Pentágono, recomendó modernizar el arsenal nuclear de los Estados Unidos para desarrollar una "opción nuclear a medida para uso limitado"

Luego de su orden ejecutiva de enero para la revisión de la postura nuclear, Trump llamó en febrero a "modernizar" y expandir la capacidad de las armas nucleares, lo que reflejaba el lenguaje del reporte del DSB, al decir: "nunca nos quedaremos atrás en capacidad de armas nucleares". Además del incremento propuesto de 54 millones de dólares en gasto militar, Trump ha afirmado que desea ser "impredecible" en torno a las armas nucleares, y que: "el poder, la destrucción es muy importante para mí".

Trump y su Secretario de Defensa, James Mattis, vieron el reporte del DSB y parecen estar coqueteando con una nueva doctrina de armamento nuclear limitado. Encendiendo las alarmas en un editorial del 3 de marzo en el Washington Post, la senadora Dianne Feinstein (demócrata, California), resaltó el peligro que implica esa doctrina, llamándola "aterradora" dados los "comentarios del presidente Trump en apoyo de una guerra nuclear".

Provocando la guerra con Irán

El alineamiento entre Irán y Rusia en Siria es un obstáculo serio para una administración que quiere golpear a Irán. La enorme capacidad nuclear de Rusia hace que sea esencial separarla de Irán. En sintonía con esto, se reportó ampliamente en abril que los Emiratos Árabes Unidos habían facilitado un encuentro en enero entre Erik Prince (fundador de la compañía militar Blackwater y hermano de la secretaria de Educación de Trump, Betsy De Vos) y representantes de Vladimir Putin, "con la esperanza de alentar a Rusia a que limite su relación con Irán, inclusive en Siria".

Aunque los detalles de estos encuentros no son conocidos, en tan solo unos pocos días de enero y febrero Trump tomó una serie de acciones destinadas a desmontar la conciliación con Irán que llevó a un acuerdo de inspección de armas nucleares firmado por Gran Bretaña, Francia, Rusia, China, Alemania, Estados Unidos e Irán en 2015, bajo la administración de Obama. Las más destacables fueron:

• 27 de enero: Trump firmó una prohibición de ingreso a siete países de mayoría árabe entre los que estaba Irán.
• 1 de febrero: el entonces consejero de Seguridad Nacional, Mike Flynn, declaró públicamente que la administración "ponía sobre aviso a Irán" tras un ensayo iraní legal con misiles.
• 2 de febrero: consultado sobre cómo respondería al ensayo de misiles iraní, Trump dijo: "no se descarta nada".
• 3 de febrero: la administración implementó nuevas sanciones económicas contras Irán.

Esto era sólo precalentamiento. Durante la semana del 7 de febrero, el New York Times reportó:

"El secretario de Defensa Jim Mattis, exploraba la posibilidad de que la Armada interceptara y abordara un navío iraní en busca de armas de contrabando, posiblemente destinadas a combatientes Houthi en Yemen. Esta interdicción potencial cuadra con las instrucciones recientes de Trump, reforzadas en reuniones con Mattis y el Secretario de Estado Rex Tillerson, de aplicar mano dura al apoyo de Irán al terrorismo".

Mattis quería seguir adelante con la interdicción, pero el Times asegura que "finalmente decidió dejar de lado la operación, al menos por ahora. Funcionarios de la Casa Blanca informaron que se debió a que la noticia de la inminente operación se filtró".

El buque iraní estaba en aguas internacionales. Confrontarlo y abordarlo hubiera sido un acto de guerra. Sin embargo, lo único que impidió la interdicción fue una filtración a la prensa.

Mattis está obsesionado con Irán y convencido de que sus líderes deben ser confrontados contundentemente. Como responsable del Comando Central de Estados Unidos (CENTCOM) en 2011, defendió un "ataque directo dentro de Irán" y propuso que EEUU "realizara lanzamientos de misiles para eliminar una planta energética de Irán o una refinería de petróleo", en represalia por lo que Mattis creía, sin evidencia clara, un respaldo de los iraníes a grupos milicianos que habían matado a soldados estadounidenses.

Incluso hasta el "amigo de los drones" Barack Obama creía que Mattis estaba obsesionado en forma temeraria con Irán y lo despidió. Mattis parece haber encontrado ahora un presidente que está dispuesto a seguir sus instintos anti-iraníes. Como resultado, los Estados Unidos están profundamente involucrados en acciones militares contra fuerzas respaldadas por Irán en Yemen y Siria, y el primer ministro israelí Netanyahu se comprometió a un apoyo total a la presión continua de Trump al régimen iraní.

Si esto suena alarmista, es porque necesita que sea así. La Guerra de Irak que fue iniciada para salvar la presidencia en declive de George W. Bush ya ha desestabilizado a medio planeta. Fue creada con la misma grandilocuencia y crecientes amenazas que ya surgen de la administración Trump. Esta no es una lección que los Estados Unidos y el resto del mundo puedan darse el lujo de aprender de nuevo.

El senador Ben Sasse (republicano, Nebraska) señaló correctamente que la presidencia de Trump ha creado "una crisis de confianza pública que está alterando la civilización". Esta crisis se profundizará incluso entre sus defensores más acérrimos a medida que Trump deje un rastro de promesas sin cumplir y se amplíen las investigaciones sobre sus conflictos de interés financieros y sus conexiones con Rusia. Las alegaciones falsas de Trump sobre espionaje por parte del ex presidente también pueden originar una investigación, con especialistas legales que aseguran que puede constituir un delito impugnable.

Algunas encuestas revelan que cerca del 50 % del público está a favor de una impugnación de Trump.

La impugnación sería solo un comienzo en el proceso largo y difícil de reconstrucción de una sociedad republicana impulsada por ciudadanos, no por billonarios ideológicamente trastornados. Pero sin ella, puede que no quede nada por reconstruir.

Por Michael Meurer

Michael Meurer es el fundador de Meurer Education, un proyecto que ofrece clases sobre el sistema político estadounidense a universidades latinoamericanas y establece alianzas con micro-proyectos educativos locales, asistiéndolos en su difusión y financiamiento.

Michael es además presidente de Meurer Group & Associates, una consultora estratégica con oficinas en Los Ángeles y Denver. Fue el co-fundador de Courage Campaign, una organización con más de un millón de miembros que aboga por políticas y leyes más progresistas en California.

 Sus artículos son republicados aquí por cortesía del autor y de Truthout.

Traducción: Martín Otheguy