El presidente electo Donald Trump fue condenado este viernes a una sentencia de “libertad incondicional” por el juez Juan Merchan en el caso de pagos irregulares para comprar el silencio sobre una relación extramarital, convirtiéndose así en el primer presidente de Estados Unidos con una condena criminal en su haber.
El fallo judicial llegó 10 días antes de que Trump vuelva a la Casa Blanca luego de las elecciones del pasado 5 de noviembre.
La sentencia supone que el presidente electo, que la escuchó por videoconferencia, no pisará la cárcel ni tendrá ninguna otra obligación para con el tribunal, en forma de multa o de personación ante la corte con alguna periodicidad.
El juez Merchan dijo en sus consideraciones previas que el caso pudo parecer extraordinario, pero fue “ordinario” y similar a otros muchos en la selección del jurado o la consideración de las pruebas inculpatorias, y que él, en ningún caso, podía “borrar el veredicto del jurado”.
En su turno de palabra, Trump, vestido con traje azul y una corbata roja a rayas, se negó a devolver el saludo al juez y dijo que esta había sido “una experiencia horrible” antes de reiterar: “Soy completamente inocente, no hice nada incorrecto”, según relataron los periodistas presentes en la sala.
“Los demócratas radicales han perdido otra patética caza de brujas americana, después de gastar decenas de millones de dólares y pasar seis años de trabajo obsesivo”, escribió en su red Truth Social al poco de conocerse el fallo del juez. Así, subrayó que el verdadero jurado, el pueblo americano, ha hablado” y le ha conferido “un mandato abrumador" en las pasadas elecciones.
Pese a esas palabras, aseguró que piensa apelar el fallo de “esta burla despreciable” y así “restablecer la confianza de los americanos en el que una vez fue nuestro gran sistema de justicia”.
The Radical Democrats have lost another pathetic, unAmerican Witch Hunt. After spending tens of millions of dollars, wasting over 6 years of obsessive work that should have been spent on protecting New Yorkers from violent, rampant crime that is destroying the City and State,…
— Donald J. Trump Posts From His Truth Social (@TrumpDailyPosts) January 10, 2025
El caso
En mayo de 2024, un jurado declaró culpable a Trump de 34 delitos de falsificación de registros comerciales para comprar el silencio de la actriz porno Stormy Daniels antes de las elecciones de noviembre del 2016, que ganó, y evitar que saliera a la luz durante la campaña una supuesta aventura extramarital.
Según relató la actriz, conoció al magnate en 2006, en unas jornadas del American Century Celebrity Golf Tournament en Lake Tahoe, Nevada; en ese encuentro ambos mantuvieron relaciones sexuales consentidas.
Por aquel entonces, Trump llevaba casado con su esposa Melania alrededor de un año y ella había dado a luz recientemente a Barron Trump.
En 2011, Daniels entabló negociaciones para vender por US$ 15.000 dólares una exclusiva sobre sus relaciones con Trump con Bauer Publishing, el editor de la revista Life and Style, que finalmente no salió a la luz por la intervención del entonces abogado del republicano, Michael Cohen.
La batalla legal
Los abogados de Trump han intentado por todos los medios que se desestime el caso, al que el presidente electo ha acusado al juez y la Fiscalía de ejecutar una persecución política contra él e incluso de interferencia electoral.
Uno de los argumentos más repetidos en sus distintos recursos ante cortes estatales o federales e incluso ante el Supremo es que Trump estaba cubierto por la inmunidad presidencial como “presidente electo” pese a que no haya sido todavía investido en la fecha del fallo, pero todos esos recursos de cientos de páginas han sido desestimados uno tras otro.
El último cartucho del equipo legal de Trump era el Tribunal Supremo, que ayer decidió in extremis y por una exigua mayoría de cinco a cuatro jueces (incluidos dos republicanos supuestamente proclives a Trump) que la sentencia debía seguir adelante.
A las afueras del tribunal, en esta mañana gélida de enero, dos grupos de simpatizantes y de opositores a Trump aparecieron a primera hora con pancartas, pese a que se sabía que el republicano no acudiría a la vista.
Eran apenas una decena larga de personas en ambos casos: los simpatizantes pro-Trump blandían una pancarta que decía “Basta de caza de brujas política” o “Liberen a Trump y salven América”, y dos de ellos ondeaban además una bandera de Israel.
Separados de ellos y sin interactuar entre sí, otro pequeño grupo desplegó otra pancarta que decía “Trump es culpable” y carteles más pequeños con leyendas como “Fascista”, “Bancarrota moral” o “Los presidentes no son reyes”.
EFE
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