Por The New York Times | Ana Swanson, Jack Ewing and Tony Romm
La medida, que pretende atraer fábricas de automóviles a Estados Unidos, podría elevar significativamente los precios para los consumidores.
El presidente Donald Trump dijo el miércoles que impondría un arancel del 25 por ciento a los automóviles y repuestos automotrices importados en Estados Unidos, una medida que probablemente elevará los precios para los consumidores estadounidenses y desestabilizará las cadenas de suministro, mientras el presidente trata de impulsar la industria manufacturera estadounidense.
Los aranceles entrarán en vigor el 3 de abril y se aplicarán tanto a los automóviles y camiones acabados que se envíen a Estados Unidos como a los respuestos importados que se ensamblen en automóviles en las fábricas estadounidenses. Estos aranceles afectarán tanto a las marcas extranjeras como a las estadounidenses, como Ford Motor y General Motors, que fabrican algunos de sus vehículos en Canadá o México.
Casi la mitad de todos los vehículos vendidos en Estados Unidos son importados, así como casi el 60 por ciento de los respuestos de los vehículos ensamblados en Estados Unidos. Esto significa que los aranceles podrían elevar considerablemente los precios de los automóviles cuando la inflación ya ha encarecido los carros y camiones para los consumidores estadounidenses.
Durante unas declaraciones en la Casa Blanca, Trump dijo que los aranceles animarían a las empresas automovilísticas y a sus proveedores a establecerse en Estados Unidos.
“Será bueno para quien tenga fábricas en Estados Unidos”, dijo.
Pero la industria automovilística es global y se ha construido en torno a acuerdos comerciales que permiten a las fábricas de distintos países especializarse en determinados repuestos o tipos de automóviles, con la expectativa de que tendrían que hacer frente a aranceles escasos o nulos. Esto ha sido especialmente cierto en Norteamérica, donde los sectores automovilísticos nacionales han estado unidos por acuerdos comerciales desde la década de 1960.
México es la mayor fuente de importación de vehículos de Estados Unidos, seguido de Japón, Corea del Sur, Canadá y Alemania.
Los mercados bursátiles cayeron ante la noticia de que se impondrían aranceles a los automóviles. Las acciones de los principales fabricantes de automóviles siguieron cayendo después de que la Casa Blanca aclarara que los aranceles también afectarían a los respuestos importados. General Motors bajó casi un 7 por ciento y Ford y Stellantis cayeron más de un 4 por ciento tras el cierre de los mercados. Las acciones de Tesla cayeron un 1 por ciento en las operaciones prolongadas.
Trump argumenta que los aranceles aumentarán la producción nacional de automóviles, pero no está claro con qué rapidez puede lograr ese objetivo. Los aranceles pueden animar a las empresas a utilizar más productos procedentes de Estados Unidos y a ampliar la producción, pero la construcción de nuevas fábricas suele llevar varios años y puede costar miles de millones de dólares.
Los costos adicionales que introducirán los aranceles también podrían resultar contraproducentes económicamente, perjudicando a la industria automovilística estadounidense al reducir sus ganancias y ralentizar sus ventas.
La medida también podría desencadenar más enfrentamientos comerciales con países extranjeros que envían muchos automóviles a Estados Unidos. Y podría provocar represalias contra las exportaciones estadounidenses, incluidos los automóviles y los productos agrícolas.
Peter Navarro, asesor principal del presidente en materia de comercio y fabricación, dijo a los periodistas el miércoles que “los tramposos del comercio exterior han convertido a Estados Unidos en una operación de montaje con salarios más bajos para respuestos extranjeros”. Y añadió: “Eso amenaza nuestra seguridad nacional porque ha erosionado nuestra base industrial manufacturera y de defensa”.
Navarro señaló a países como Alemania, Japón y Corea del Sur, y afirmó que habían socavado la capacidad de las empresas estadounidenses para vender sus automóviles en el extranjero. “Sencillamente, no es justo, y eso va a cambiar”, dijo.
Algunos grupos elogiaron los aranceles. En una declaración, el presidente del sindicato United Auto Workers, Shawn Fain, dijo que los aranceles “pondrán fin al desastre del libre comercio que ha devastado a las comunidades de clase trabajadora durante décadas”.
“Acabar con la carrera a la baja en la industria automovilística empieza por arreglar nuestros acuerdos comerciales rotos, y el gobierno de Trump ha hecho historia con las medidas de hoy”, dijo.
Pero otros dijeron que los aranceles sobre los automóviles perjudicarían tanto a Estados Unidos como a otros países.
“Tirar por la borda decenas de miles de puestos de trabajo a ambos lados de la frontera significará renunciar al liderazgo automovilístico de Norteamérica”, dijo Candace Laing, presidenta de la Cámara de Comercio de Canadá. “Esta subida de impuestos pone en peligro a las fábricas y a los trabajadores durante generaciones, si no para siempre”.
Los aranceles pueden devastar la fabricación de automóviles y repuestos automotrices en Canadá, que da empleo directo a unas 125.000 personas y representa alrededor del 10 por ciento de la producción manufacturera del país. Entre el 80 y el 90 por ciento de la producción canadiense se exporta.
El primer ministro de Canadá, Mark Carney, calificó el anuncio de “ataque directo” y dijo que, debido a los aranceles, los lazos históricos entre Canadá y Estados Unidos “están en vías de romperse”. Carney dijo que reuniría a su gabinete el jueves para determinar qué medidas tomaría Canadá en respuesta.
La situación es igualmente grave en México, donde la fabricación de automóviles representa alrededor del 5 por ciento de la actividad económica del país y emplea a cerca de un millón de personas, según Capital Economics.
General Motors fabrica algunas de sus camionetas Chevy Silverado y GMC Sierra en México. La camioneta Tacoma de Toyota y dos modelos Stellantis, la camioneta Ram y el deportivo utilitario Jeep Compass, también se fabrican allí. En Canadá se fabrican el Silverado, el deportivo utilitario RAV4 de Toyota, el Honda CR-V y otros modelos populares.
El gobierno dijo que el arancel del 25 por ciento se aplicaría tanto a los automóviles como a los repuestos automotrices fabricados en Canadá y México, a pesar del acuerdo comercial que Estados Unidos firmó con esas naciones. Creó una pequeña excepción a esos gravámenes, y dijo que cualquier contenido o material originario de Estados Unidos pero incorporado a automóviles acabados en Canadá y México quedaría exento.
Por lo demás, funcionarios de la Casa Blanca indicaron que no habría exenciones, y Trump dijo el miércoles que esperaba que los aranceles fueran permanentes.
Dado el tamaño y la importancia de la industria automovilística, el efecto de los aranceles se extenderá en cascada por toda la economía.
Según la Oficina de Estadísticas Laborales, alrededor de un millón de estadounidenses trabajan para fabricantes de automóviles y repuestos, y dos millones más están empleados en concesionarios que venden automóviles y repuestos. Y los automóviles suelen ser la principal adquisición de las familias estadounidenses, lo que significa que los costos adicionales de los aranceles podrían pesar mucho sobre los consumidores.
La decisión de Trump de imponer aranceles a los automóviles intensifica su agresivo enfoque comercial. Desde su llegada al poder, ha impuesto un arancel adicional del 20 por ciento a todas las importaciones estadounidenses procedentes de China. También impuso un arancel del 25 por ciento a casi todos los productos procedentes de Canadá y México, antes de eximir aproximadamente a la mitad de esas importaciones, que comercian según las normas del acuerdo comercial de América del Norte.
Trump tiene previsto introducir más gravámenes el próximo miércoles, cuando, según ha dicho, anunciará “aranceles recíprocos” que igualen los elevados aranceles y otras barreras comerciales que otros países imponen a las exportaciones estadounidenses. Trump dijo el miércoles que los aranceles serían “muy justos” y “muy amables”.
“Vamos a ser muy indulgentes”, dijo. “Creo que la gente se va a sorprender mucho”.
Los aranceles de Trump a los automóviles se impondrán en virtud de un antiguo caso comercial de su primer mandato, que utilizó una autoridad legal relacionada con la seguridad nacional conocida como Sección 232. En 2019, su gobierno llevó a cabo una investigación sobre las importaciones de automóviles y concluyó que amenazaban la seguridad nacional.
En una proclama presidencial del miércoles, Trump dijo que la preocupación por la seguridad nacional solo había “aumentado” desde entonces. Dijo que las revisiones que había hecho en su primer mandato de los acuerdos comerciales de Estados Unidos con Corea del Sur, Canadá y México “no habían dado suficientes resultados positivos.“
En una llamada con periodistas el miércoles, la Casa Blanca rebatió la preocupación de que los aranceles sobre los automóviles pudieran provocar un importante repunte de los precios de los vehículos, y remarcó el impulso de Trump para asegurar una nueva deducción fiscal por el pago de intereses en los préstamos para automóviles, que se limitaría a los carros estadounidenses.
Pero la mayoría de los analistas han pronosticado fuertes subidas de precios como consecuencia de los aranceles. Antes de que se anunciaran los detalles, Jonathan Smoke, economista jefe de Cox Automotive, una empresa de estudios de mercado, estimó que un arancel del 25 por ciento sobre los productos procedentes de México y Canadá añadiría 3000 dólares incluso al precio de un vehículo fabricado en Estados Unidos, ya que los fabricantes de automóviles dependen de muchos componentes extranjeros.
Los aranceles añadirían 6000 dólares en promedio a los precios de los carros fabricados en México o Canadá, una categoría que incluye vehículos como la camioneta Toyota Tacoma, las versiones de gasolina y eléctrica de la Chevrolet Equinox y varios modelos de camionetas Ram, según los cálculos de Cox.
Smoke dijo que unos precios más altos disuadirían a los compradores y obligarían a los fabricantes de automóviles a reducir la producción. Estimó que las fábricas estadounidenses producirían 20.000 vehículos menos a la semana, es decir, alrededor de un 30 por ciento menos de lo habitual.
“A mediados de abril prevemos una interrupción de prácticamente toda la producción de vehículos en Norteamérica”, dijo Smoke el miércoles en una conferencia telefónica con clientes y periodistas. “En resumen: menor producción, oferta más ajustada y precios más altos están a la vuelta de la esquina”.
Podría haber un beneficio temporal para las empresas, como Ford, Hyundai y Stellantis, que tienen grandes cantidades de vehículos sin vender en los lotes de los concesionarios. La escasez de vehículos provocada por los aranceles les permitirá liquidar las existencias sin recortar los precios. Pero el beneficio sería efímero.
Los fabricantes de automóviles pueden amortiguar parte del impacto de los aranceles porque han diseñado las fábricas para producir distintos modelos en la misma cadena de montaje.
“Los cambios en la producción son siempre una opción”, dijo Jörg Burzer, miembro del consejo de administración de Mercedes-Benz, quien supervisa la producción del fabricante alemán.
Pero Mercedes no podrá evitar por completo el impacto de los aranceles, que aumentarán sustancialmente los precios de los automóviles nuevos. Los aranceles “aumentarían definitivamente el costo, eso está claro”, dijo Burzer en una entrevista en Berlín la semana pasada.
En un esfuerzo por apaciguar al gobierno de Trump, algunos fabricantes de automóviles extranjeros han prometido ampliar sus operaciones de fabricación en Estados Unidos.
Hyundai Motor dijo el lunes, durante un evento con Trump en la Casa Blanca, que invertiría 21.000 millones de dólares en Estados Unidos en los próximos cuatro años. La empresa surcoreana, que ya tiene grandes fábricas en Georgia y Alabama, dijo que las nuevas inversiones incluirían una fábrica en Luisiana para producir acero para los automóviles Hyundai, Kia y Genesis.
Mercedes, que produce todoterrenos en Alabama, tiene previsto ampliar sus operaciones en Estados Unidos, dijo Ola Källenius, su director ejecutivo, en una entrevista en Roma este mes. “Estamos comprometidos al 100 por ciento con Estados Unidos y seguiremos estándolo, y estamos dispuestos a hacer más”, dijo, sin dar detalles concretos.
Simon Romero, Ian Austen y River Akira Davis colaboraron con reportería.
cubre comercio y economía internacional para el Times desde la corresponsalía en Washington. Ha sido periodista por más de una década. Más de Ana Swanson
escribe sobre la industria automotriz con énfasis en los vehículos eléctricos. Más de Jack Ewing
cubre política económica y el gobierno de Donald Trump para el Times desde Washington. Más de Tony Romm
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