Por The New York Times | Andrew E. Kramer
KURAKHOVE, Ucrania— Antes de enfilarse a la batalla en su máquina de guerra salpicada de barro (un tanque T-64), una tripulación ucraniana de tres hombres acostumbra realizar un ritual.
El conductor, el soldado raso Dmytro Hrebenok, reza el Padre Nuestro. Acto seguido, los hombres caminan alrededor del tanque y le dan palmaditas cariñosas a su gruesa armadura verde.
“Decimos: ‘Por favor, no nos decepciones en la batalla’”, afirmó el sargento Artyom Knignitsky, el mecánico. “‘Llévanos y sácanos a salvo’”.
Su respeto por el tanque es comprensible. Quizás ninguna otra arma simboliza más la feroz violencia de la guerra que el tanque de batalla principal. Los tanques han estado acechando el conflicto en Ucrania en los últimos meses —militar y diplomáticamente— cuando ambos bandos se han preparado para las ofensivas. Rusia sacó reservas de tanques de los galpones de almacenamiento de la Guerra Fría y Ucrania presionó a los gobiernos occidentales para que le suministraran tanques Abrams estadounidenses y Leopard 2 alemanes.
Se espera que los sofisticados tanques occidentales lleguen al campo de batalla en los próximos meses. La nueva flota de tanques rusa llegó antes y en su primer despliegue a gran escala fue diezmada.
Una batalla de tres semanas en una llanura cerca de la ciudad minera de Vuhledar en el sur de Ucrania produjo lo que según las autoridades ucranianas fue la mayor batalla de tanques de guerra hasta el momento, así como un duro revés para los rusos.
En la extensa batalla, ambos bandos enviaron tanques al combate, los cuales retumbaron sobre los caminos de tierra y maniobraron por las líneas de árboles. Los rusos avanzaron en columnas y los ucranianos maniobraron a la defensiva, disparando desde la distancia o desde escondites cuando las columnas rusas aparecían en su mira.
Cuando terminó la batalla, Rusia no solo no había logrado capturar Vuhledar, sino que también había vuelto a cometer el mismo error que le costó a Moscú cientos de tanques meses antes en la guerra: avanzar columnas hacia emboscadas.
Explotados por minas, alcanzados por la artillería o destruidos por misiles antitanques, los cascos carbonizados de los vehículos blindados rusos ahora son desechos en los campos agrícolas de todo Vuhledar, según imágenes de drones militares ucranianos. Las fuerzas militares de Ucrania afirmaron que Rusia había perdido al menos 130 tanques y vehículos blindados de transporte en la batalla. Esa cifra no ha podido ser verificada de forma independiente. Ucrania no revela cuántas armas pierde.
“Estudiamos los caminos que usaban, luego nos escondimos y esperamos” para dispararles en emboscadas, afirmó Knignitsky.
La falta de experiencia también plagó a los rusos. Muchas de sus unidades de élite habían quedado en ruinas en combates previos. Sus lugares fueron ocupados por soldados recién reclutados, sin conocimientos sobre las tácticas ucranianas para emboscar columnas. En lo que sin duda es una señal de que Rusia se está quedando sin conductores experimentados de tanques, los soldados ucranianos contaron que habían capturado a un médico que había sido reasignado para operar un tanque.
Por décadas, el Ejército ruso se ha enfocado en —e incluso ha mitificado— la guerra con tanques debido a su reminiscencia de las victorias rusas sobre los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Las fábricas en los montes Urales han producido miles de tanques. En Vuhledar, la semana pasada, Rusia perdió tantas máquinas para sostener ataques blindados que tuvo que cambiar de táctica y recurrir solo a ataques de infantería, afirmaron los comandantes ucranianos.
La severidad de la derrota rusa fue subrayada por los blogueros militares rusos, quienes se han convertido en una influyente voz a favor de la guerra en el país. A menudo son críticos con las fuerzas militares y en esta ocasión publicaron textos indignados sobre los fracasos de los constantes ataques con tanques. Responsabilizan a los generales por aplicar tácticas erróneas con una legendaria arma rusa.
Grey Zone, un canal de Telegram afiliado al grupo mercenario Wagner, publicó el lunes 27 de febrero que “los familiares de los fallecidos están a punto de decidir asesinar y vengarse del general” a cargo de los ataques cerca de Vuhledar.
En una entrevista detallada la semana pasada en una casa abandonada cerca del frente de guerra, el teniente Vladislav Bayak, subcomandante del Primer Batallón Mecanizado de la brigada 72 de Ucrania, describió cómo los soldados ucranianos lograron infligir daños tan grandes en lo que los comandantes aseguraron había sido la mayor batalla de tanques de la guerra hasta el momento.
Las emboscadas han sido la táctica característica de Ucrania contra las columnas blindadas de Rusia desde los primeros días de la guerra. Desde un búnker en Vuhledar, Bayak divisó el avance de la primera columna compuesta por unos 15 tanques y vehículos blindados de transporte, gracias a una transmisión en vivo de un dron.
“Estábamos preparados”, aseguró. “Sabíamos que algo así sucedería”.
Los ucranianos habían preparado una zona de muerte más adelante a lo largo de un camino de tierra por el que los tanques avanzaban con estruendo. El comandante solo tenía que dar una orden por radio —“¡A la batalla!”— afirmó Bayak.
Los equipos antitanques escondidos en las líneas de los árboles por todo el campo, armados con lanzamisiles Javelin estadounidenses guiados por tecnología infrarroja y misiles ucranianos Stugna-P guiados por láser, activaron sus armas. Más lejos, las baterías de artillería estaban listas. El camino de tierra estaba libre de minas, mientras que los campos a su alrededor estaban repletos de ellas, para motivar a los rusos a avanzar y evitar que los tanques se regresaran una vez que se activara la trampa.
Según Bayak, la columna de tanques se vuelve más vulnerable cuando comienza el ataque y los conductores entran en pánico e intentan dar la vuelta, pues se enfilan hacia el arcén de la carretera, repleto de minas. Tras las explosiones, los vehículos neutralizados entonces actúan como obstáculos que ralentizan o detienen por completo a la columna. Ya en ese momento la artillería ucraniana abre fuego, destruye más armaduras y despedaza a los soldados que intentan huir de las máquinas averiadas. Se produce una escena caótica y explosiva, afirmó Bayak.
Los comandantes rusos han enviado columnas blindadas al ataque a falta de otras opciones contra las posiciones bien fortificadas de Ucrania, sin importar cuán costosa sea la táctica, afirmó.
Durante aproximadamente tres semanas de batalla con tanques, los repetidos ataques blindados rusos fracasaron. En una oportunidad, los comandantes ucranianos ordenaron un ataque con cohetes guiados HIMARS; por lo general, se usan en objetivos estacionarios como depósitos de municiones o cuarteles, pero también demostraron ser efectivos contra una columna de tanques estacionaria.
Los ucranianos también utilizaron obuses estadounidenses M777 y CAESAR franceses, así como otras armas proporcionadas por Occidente, como los Javelin.
La tripulación del tanque ucraniano que reza antes de cada batalla bautizó su tanque como “The Wanderer” (“El errante”), por sus movimientos errantes en el campo de batalla. Entre misiones, permanece escondido en los árboles bajo una red de camuflaje, al lado de una carretera convertida en un panorama de lodo por el paso de los tanques, a unos 8 kilómetros del frente de guerra. La tripulación de tanques de la brigada 72 de Ucrania estaciona su vehículo cerca del frente de guerra, en el óblast de Donetsk de Ucrania, el 25 de febrero de 2023. (Tyler Hicks/The New York Times) La brigada 72 de Ucrania cerca de Vuhledar, en el óblast de Donetsk de Ucrania, el 25 de febrero de 2023. (Tyler Hicks/The New York Times)