The Economist, periódico británico fundado en 1843, publicó un artículo en la sección “Las Américas” de su edición impresa sobre la actualidad política del Gobierno uruguayo con el título “Perdiendo su brillo”. “Uruguay está perdiendo su reputación como caso de éxito de América Latina”, se tituló la versión digital de la nota.
“Atrapado entre un Brasil políticamente polarizado y una Argentina económicamente disfuncional, Uruguay parece un país modelo. Más del 95% de su electricidad proviene del sol, el viento, el agua y los biocombustibles. Las parejas del mismo sexo pueden casarse. Los residentes pueden comprar cannabis en las farmacias. En comparaciones internacionales, Uruguay se ubica como el país más pacífico y menos corrupto de América del Sur. Otros líderes se esconden en los palacios; el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, trabaja desde una oficina de vidrio, frente a un bloque de departamentos”, repasa The Economist en la apertura del artículo.
Luego, presenta la contracara de esa realidad luminosa: “Esta brillante reputación se ha apagado recientemente. En febrero, Alejandro Astesiano, hasta hace poco jefe de seguridad de Lacalle Pou, fue condenado a cuatro años y medio de prisión por tráfico de influencias, asociación para delinquir y revelación de secretos de Estado. Los fiscales dijeron que Astesiano había vendido actas de nacimiento falsas a rusos para que pudieran obtener pasaportes uruguayos. Astesiano también ha sido investigado por espiar, incluso a senadores de la oposición (lo que él niega). Junto a esto hay un aumento reciente en el crimen. Muchos se preguntan si el país seguirá siendo una excepción respetuosa de la ley en una región violenta”.
“La caída de Astesiano, un expolicía, es sumamente vergonzosa para el conservador Lacalle Pou. Dice que no tenía indicios de que su exguardaespaldas estuviera tramando nada bueno. Pero en los 20 años que se conocen, el señor Astesiano ha tenido varios enredos con la ley, que incluyen investigaciones policiales sobre denuncias de fraude y robo”, continúa el periódico londinense, uno de los más prestigiosos del Reino Unido.
The Economist advierte que el caso Astesiano “no es la única dificultad para la administración de Lacalle Pou”, y entonces repasa una serie de episodios que han salpicado la reputación del Gobierno: “En 2021, el ministro de Turismo [Germán Cardoso, hoy diputado colorado] renunció tras acusaciones de corrupción, que él niega. Ese año, Sebastián Marset, un presunto capo de la droga, escapó de la captura en Dubái después de que las autoridades uruguayas le emitieran un nuevo pasaporte. En diciembre de 2022, la viceministra de Relaciones Exteriores [Carolina Ache, también colorada] renunció por el caso. En enero, el ministro de Medio Ambiente [Adrián Peña, también colorado] renunció después de que se supo que había afirmado falsamente que tenía un título en negocios”.
El semanario plantea que “se cree que Marset jugó un papel en los eventos que han convertido al país en un centro del crimen internacional”, y, citando a InSight Crime (una fundación dedicada al estudio y a la investigación de amenazas para la seguridad nacional y la ciudadana en América Latina y el Caribe), sostiene que “las pandillas envían armas de asalto y municiones entre Argentina y Brasil a través de Uruguay”. Además, agrega que “las flotas pesqueras ilegales se están aprovechando de los controles laxos en el puerto libre de Montevideo, la capital”.
“La situación de seguridad se viene deteriorando desde hace décadas, dice Nicolás Centurión, investigador de crimen organizado. Pero el covid-19 agravó el problema. Con los vuelos reducidos, las pandillas amontonaron cocaína andina en contenedores enviados a través de Montevideo a Europa. En la última década, la tasa de homicidios de Uruguay casi se duplicó, a 11,2 por cada 100.000 habitantes en 2022”, advierte The Economist.
Many wonder whether the country will remain a law abiding exception in a violent region https://t.co/G2DiwEDSCn
— The Economist (@TheEconomist) April 13, 2023
Por último, prevé que “el señor Lacalle Pou probablemente pueda recuperarse de estos recientes escándalos”, puesto que, como argumenta Rafael Porzecanski de Opción Consultores, “la corrupción en Uruguay no es endémica”
“En febrero, el presidente despidió a los jefes de policía asociados con Astesiano. El Parlamento está interrogando al Gobierno sobre la fuga de Marset. Aun así, el crimen se ubica como la principal preocupación de los votantes. Lacalle Pou no puede volver a postularse, pero el escándalo podría poner en peligro las posibilidades de los conservadores en las elecciones del próximo año”, estima.