Ríos de tinta han corrido sobre telares y mandalas, las estafas piramidales a gran escala que reaparecieron en Uruguay este otoño y pretenden florecer en invierno. Medios nacionales e internacionales, entre ellos la BBC, han dado cuenta durante los últimos años de los telares o flores de la abundancia o de los sueños, estratagemas que convierten víctimas en victimarias en un santiamén.

"Con la persona que me invitó no tengo un vínculo de confianza. Me dijo que ella integra un grupo de mujeres, casi todas profesionales, que había mujeres de todo el país, de Colonia, Montevideo y Salto, y que a ella la había invitado una prima, y aunque en una primera instancia había dicho que no, después aceptó", contó una joven profesional a Montevideo Portal.

Otra mujer que fue invitada a participar de un telar fue Gaby de Souza Canosa, comunicadora salteña que compartió este mes su experiencia en Instagram. "Me han llegado muchas invitaciones para participar en los conocidos ‘telares de la abundancia' (si no saben qué es hay pila de info en Google). Les agradezco muchísimo por verme potencial para estar en esa red de mujeres pero yo no participo en nada que tenga que poner dinero con ese concepto y luego pedir a otras que también entren, si no, no sigue funcionando el sistema", publicó la influencer y emprendedora en la red social.

"Respeto a quienes están y me alegro que les sirva!!! Cada una sabe (o no) en qué se mete (...) Lo escribo por acá porque esta semana recibí varias invitaciones, inclusive de gente que nunca me vio personalmente", aseguró De Souza.

Por su parte, la joven profesional consultada por Montevideo Portal contó que quien la invitó le dijo que las integrantes del grupo "se encuentran por Zoom, tienen un grupo de WhatsApp y además a través de Telegram se envían cuestiones motivacionales".

"Me dijo que había pensado en mí, que quizá me interesaría. Le pedí que me ampliara la información. Evidentemente no me conocía, porque la cuestión motivacional y grupal no cuadra mucho conmigo. Después me dijo que se ayudaban con plata para cumplir sueños. Ahí me di cuenta que en el ingreso uno tiene que aportar US$ 1.440", dijo la joven.

"A simple vista parece mucha plata, pero cuando regresa ese dinero, vuelve por ocho", le dijo entonces su conocida, que no recibió la respuesta esperada. "Le dije que había leído, que había mucha estafa entorno a eso, pero ella me dijo que igual había resuelto hacerlo y que estaba feliz con la experiencia porque es un grupo super lindo", agregó.

El sistema

Ante la resistencia de su conocida para sumarse al grupo y entregar US$ 1.440, quien la invitó le envió un video en el que se explica cómo funciona el telar, qué compromisos asume cada integrante y cuándo cobrará sus primeros US$ 11.520 (US$ 1.440 por ocho).

"Cada telar se compone de 8 mujeres fuego, 4 mujeres viento, 2 mujeres tierra y una mujer agua", explica el video, que representa en círculos concéntricos el lugar de cada elemento en la estructura: los fuegos están en la periferia y el agua en el centro.

Ana se llama la mujer hipotética que protagoniza la demostración. Quienes ingresan al telar o al mandala lo hacen como "mujeres fuego". Ana, al ingresar y pagar, se convierte en "mujer fuego".
Si las ocho "mujeres fuego" consiguen que dos personas más se sumen al grupo, el modelo se reproduce, se duplica de una forma embrionaria, creándose dos telares o mandalas simétricos. De esa manera, las ocho "mujeres fuego" que ingresaron en una primera instancia, entre ellas Ana, y consiguieron a otras dos mujeres aportantes, se acercan un escalón al centro y pasan a ser "mujeres viento".

Tras dos fases más de reproducción del esquema, de viento a tierra y de tierra a agua, Ana podrá cobrar US$ 11.520, aunque deberá darle un regalo a su "hermana mayor", la mujer que ocupaba el lugar de agua cuando entró al sistema como fuego.

"¿Qué significa ser hermana mayor?", se pregunta quien guiona el video donde se promociona el mandala. "Luego de que Ana recibió sus regalos y cerró su telar, se compromete a acompañar a las 8 mujeres fuego que le dieron el regalo, hasta que ellas se consagren, así, al igual que hizo ella, cada una de las estas mujeres le entregará un regalo cuando se consagren, en agradecimiento a Ana por ser su hermana mayor", responde.

La estafa se concreta cuando quienes aportaron sus dólares no consiguen que más personas entren en el grupo, y la cadena se rompe.

Antecedentes

Carlo Ponzi, un inmigrante italiano que vivía en Estados Unidos, fue quien creó hace un siglo este tipo de estafas, conocidas como piramidales a gran escala. Este modelo se considera una estafa porque en algún momento el sistema de expansión se interrumpe y por cada mil personas que cobraron, 8.000 no lo hacen.

El Observador dio cuenta de la expansión de mandalas en el este del país en 2016 y recordó que la compañía GetEasy concretó una estafa piramidal en Portugal, España y Brasil, que llegó a Rivera. A partir de cinco denuncias en Uruguay, una pareja riverense fue indagada en 2015 pero el juez archivó la causa.

El artículo 347 del Código Penal tipifica la estafa y establece que "el que con estratagemas o engaños artificiosos indujere en error a alguna persona, para procurarse a sí mismo o a un tercero, un provecho injusto, en daño de otro, será castigado con seis meses de prisión a cuatro años de penitenciaría.

De todas maneras, si este tipo de esquemas, como el que se expande desde el litoral del país, es o no una estafa en términos penales, depende de la valoración de fiscales y jueces.

Pero más allá de si amerita o no acción judicial, cabe recordar que el fenómeno ha causado preocupación en mujeres vinculadas a la política. Ana de Rogatis, directora de Información y Comunicación de la Intendencia de Montevideo, alertó a sus seguidores de Twitter sobre este asunto hace dos años. "Hace varios meses en Argentina está circulando una propuesta que se llama ‘Telar' o ‘Flor de la abundancia' que se presenta como una red de mujeres que se ayudan entre sí a cumplir sus sueños. Capaz cruzó el charco y lo tenemos en Uruguay, tengan ojo, no entren porque es chucu", sentenció De Rogatis en julio de 2019.