España vive su primer fin de semana de campaña para las elecciones del 23 de julio con los dos principales partidos, socialistas (PSOE) y conservadores (PP), pidiendo un “voto útil” para concentrar apoyos entre simpatizantes de izquierda y de derecha, respectivamente, y salir reforzados de cara a futuros pactos para formar gobierno.
Por una parte, el presidente del Gobierno, el socialista Pedro Sánchez, aspira a revalidar su puesto, aunque todas las encuestas le dan como perdedor.
Desde la derecha, el líder del conservador Partido Popular (PP), Alberto Núñez Feijóo, se presenta por primera vez como candidato para presidir el Gobierno español, tras una larga experiencia como presidente regional de Galicia (noreste) y, según los sondeos, parte como favorito.
No obstante, ante la fragmentación política que hay en España, ninguno de los dos partidos contaría con mayoría suficiente, según las encuestas, por lo que tendrían que apoyarse en otros grupos dentro de su esfera ideológica.
En el caso del PSOE, contaría con el nuevo grupo de izquierda Sumar, liderado por la vicepresidenta segunda del actual ejecutivo de coalición progresista, Yolanda Díaz.
Mientras que el PP, si no consigue los escaños suficientes, se tendría que apoyar en el ultraderechista Vox, partido que exige a cambio entrar en el Gobierno.
Estos posibles pactos son usados tanto por el PP como por el PSOE como argumento contra el adversario. Los socialistas insisten en el peligro que supondría que Vox entrara en el Ejecutivo de España, mientras que el PP critica las políticas que hizo Sánchez por depender en la anterior legislatura de partidos más a su izquierda y nacionalistas.
Una campaña intensa
La campaña se presenta muy intensa para movilizar cada uno a sus potenciales votantes, aunque tanto Sánchez como Feijóo llevan en campaña desde que el líder socialista anunció el adelanto electoral tras la derrota de su partido en las elecciones municipales y regionales del 28 de mayo.
Según los sondeos, el PP cuenta con un alto índice de fidelidad entre sus votantes, pero al PSOE le falta movilización, ya que solo un 60 % de los que lo apoyaron en las últimas elecciones generales lo hacen ahora.
Como efecto movilizador, el PP propone derogar lo que llaman “sanchismo”, leyes económicas y sociales que se aprobaron en esta legislatura.
Feijóo pidió este domingo el voto para lograr un Gobierno de una “pieza”, sin “intransigencias de extremos”, y llamó a votar contra la izquierda, a la que acusa de fiar todo a un “supuesto miedo”, sin mencionar a Vox.
Desde el PSOE, además de recurrir al “peligro” de que la ultraderecha llegue al gobierno de la mano del PP, defienden la gestión del actual ejecutivo, como la reforma de las pensiones, la subida del salario mínimo o leyes sociales como la de la eutanasia o la ley trans.
Sánchez no participa este fin de semana en ningún acto de campaña porque está preparando el debate que mañana tendrá con Feijóo en televisión, pero otros líderes de su partido y ministros están volcados en ella.
Por ejemplo, la ministra de Hacienda y número dos socialista, María Jesús Montero, afirmó hoy que “el fanatismo y la intolerancia no se van a abrir paso en España” y aseguró que “España se lo juega todo” el 23 de julio.
Esperado debate
Los españoles podrán contrastar las propuestas del PSOE y del PP mañana en el único debate que mantendrán Sánchez y Feijóo, ya que el líder del PP se ha negado a participar en otros.
En España, los debates no son obligatorios en las campañas electorales y siempre el candidato que se siente ganador se muestra reacio a participar en ellos, mientras que el que parte como perdedor está muy dispuesto, a cuantos más mejor.
En este caso, Sánchez propuso seis cara a cara con Feijóo, una cifra insólita; sin embargo, desde el PP los rechazaron y su candidato solo aceptó un debate con Sánchez, que se celebrará mañana.
Por otra parte, Vox y Sumar pugnan por que esta carrera electoral no sea solo una cuestión de dos.
EFE