Por CÉSAR BIANCHI

Diego Jaume pide que la charla la tengamos en su campo de Sauce o, por lo menos, en un sitio con mucho verde de fondo. El fiscal Gustavo Zubía pidió su procesamiento sin prisión por considerarlo un agitador, un militante radical antisistema. Apareció en TV junto a su padre, un ex preso político que sufrió la tortura en dictadura, desafiando a la Justicia cuando la Corte decidió el traslado de la jueza Mariana Motta.

Este revoltoso productor rural, de 39 años y padre de cuatro hijos, no tiene celular ni computadora, nunca tuvo una cuenta de email y no se viste con ropa de marca. Y aunque parezca mentira, llegó a ser un futbolista de élite: fue capitán de Nacional, jugó doce años en España, y hasta integró la selección uruguaya. Pero este rara avis del deporte dice que los códigos del fútbol lo asquearon. "Concentraba en un hotel cinco estrellas y me daba cuenta que no iba con mis tripas. Entonces me fui al campo", confiesa. Hoy alterna sus días entre la cría de terneros y la militancia política comprometida.

-Te fuiste a los cuatro años a Holanda, dado el exilio político de tus padres. ¿Cómo fue tu infancia en ese país europeo?
-Vivimos dos años en Ámsterdam y cinco en un pueblito cerca de Rotterdam de nombre impronunciable. Recuerdo de añorar mucho Uruguay, y eso que yo hablaba holandés y casi no hablaba en español. Mis viejos nos obligaban a hablar en español, pero lo que nos nacía a mí y a mi hermano era el holandés. Hicimos mucho deporte: fútbol, tenis, judo, natación. Teníamos una independencia absoluta. Sí sufrí mucho el clima, siempre muy nublado, lluvioso, al sol raramente lo veías.

-Era, hace tres décadas, el comienzo de la liberalización de Holanda...
-Sí, un país increíblemente abierto a la libertad de cada uno. No sólo en la marihuana, también en cuanto al respeto por la diversidad sexual o en cuanto a tomar con naturalidad el cuerpo humano. Yo les cuento a mis hijos que se tapan entre ellos, y en natación nos cambiábamos todos juntos niños y niñas en el mismo vestuario, sin ningún pudor. Era una gran libertad. Y era un país con justicia social, independientemente del partido. Es una cuestión de idiosincrasia. Mi viejo (NdeR: el ex preso político Álvaro Jaume) trabajaba en una fábrica y nosotros vivíamos en una casa que nos dio el Estado. Te la daban en función de tu empleo, de los hijos que tenías y de que tus hijos tuvieran educación y practicaran deporte. Pero ojo, sin el concepto nuestro de garronear...

"Mi viejo me inculcó: 'Que la gente entienda lo que estás haciendo, si no lo entiende, quedás aislado. Y eso está mal'".


-Tu viejo fue una gran inspiración en tu vida...
-Sí, el viejo y la vieja, pero el viejo por la conducta. Él la marcó con su ejemplo de vida, no tanto por adoctrinarnos y nosotros la mamamos.

-¿Cuándo te enteraste de todo lo que había vivido él en los años de dictadura y que había sido torturado?
-Yo había inventado que mi viejo había robado un banco. Él era estudiante de Economía, militaba en la FEUU y el GAU (NdeR: el grupo ilegal de izquierda Grupos de Acción Unificadora) y él me decía que había querido cambiar el mundo, pero con la gente, convenciendo a la gente. Yo veía a mi viejo leer a Marx, Lenin, Engels, Mao... yo no tanto. Aunque leí sobre la vida del Che, de Mao, pero no seguí tanto las corrientes. Mi viejo me inculcó: "Que la gente entienda lo que estás haciendo, si no lo entiende, quedás aislado. Y eso está mal".

-¿Cómo nace el futbolista?
-El deportista desde muy chiquito. Eso también me lo inculcó mi viejo, que era militante y deportista. Lo que se dio de casualidad fue el futbolista profesional, de élite. A los 11 años volvimos a Uruguay y fui a jugar al baby fútbol al América de Parque Miramar y en séptima todo el América se fue a Defensor Sporting y yo fui. Quedé libre en Defensor, pero estudiaba y además trabajaba, era jardinero. Así que formé una cooperativa para hacer jardines con dos amigos y seguí estudiando. Me fui a jugar a un equipo de la divisional B de Pando, River de Lagomar se llamaba. Tenía 14 años y mis compañeros iban en pedo a jugar... y yo concentraba, no salía de noche, no tomaba. Creo en eso de "hagas lo que hagas, tomátelo en serio", aunque no me pagaran, eh. Me acuerdo que jugamos una final de Tercera y la noche anterior salieron todos y me pasaron a buscar para ir a bailar. Yo no salí, me cuidé, y al otro día salimos campeones. Me quedó grabado... Ahí me vio un loco y me dijo "¿por qué no vas a probarte a Montevideo?" Me di una segunda oportunidad y fui a la quinta de Huracán Buceo. Y así arrancó la historia, debuté en Primera en 1993 y ya no paré.

-En 2005 llegás a Nacional, equipo del que te habías hecho hincha. Pero recuerdo que el estacionamiento de Los Céspedes estaba lleno de Audi, BMW, Ferrari y vos tenías estacionado un Fusca ¿del...?
-Del 73. Y eso también me pasó en España. La revista española Don Balón hizo una nota donde ponía los mejores autos de los futbolistas y en esa lista estaban Roberto Carlos del Real Madrid con una Ferrari, un Audi, un Porsche, y lo mismo Figo, Beckham y otras estrellas. Y después, en otra lista, estábamos los que no le dábamos importancia al auto. Y lo encabezábamos dos uruguayos: Álvaro Núñez y yo, los dos en el Numancia. Yo tenía un Seat Ibiza que me había dado el club para moverme y nunca lo cambié. Me sobraba plata, pero nunca compartí eso del glamour, de todo lo que acompaña al status del futbolista.

"Como yo elegí volver al campo, a Sauce, quería ir todos los días para ahí en un auto común y no llamar la atención".


-¿Pero cuáles eran los argumentos para salir de esa burbuja y sus beneficios, que todos tus colegas desean disfrutar al llegar a Primera?
-No me gusta la ostentación. Mis viejos son de clase media trabajadora. Hay cosas que marcan lo que sos, la esencia, y bajar de un cochazo le podía chocar a la gente humilde. Tuve discusiones por cómo vestirme con mi ex mujer. Allá en Europa nos daban trajes Armani y Versace para vestirnos, yo me lo ponía porque era un uniforme del club fuera de la cancha, pero si no, no. Y además creo que el auto que tengas y cómo te vistas, refleja cómo sos. Y como yo elegí volver al campo, a Sauce, quería ir todos los días para ahí en un auto común y no llamar la atención. Mis hijos estudiaron ahí, entre gente humilde.

-Cualquiera puede decir que sos el Pepe Mujica del fútbol: vivís de acuerdo a cómo pensás, sos austero, andabas en un Fusca cuando eras capitán de Nacional y él tiene un Fusca... ¿Te molesta esa comparación o es atinada?
-Es atinada. El Pepe era nuestro ídolo. Nosotros militamos de jóvenes, yo acompañaba a mi viejo a todas las marchas y escraches, y el Pepe era legislador e iba a todos lados en su motito Vespa, re humilde. El otro día hizo un discurso impresionante contra el imperialismo, contra el consumismo, súper humanista... pero él apoya y trae la megaminería, que está comprobado que contamina. Dice todo eso y después se reúne con Soros y Rockefeller. Entonces que no haga ese discurso... o no te reúnas con esos multimillonarios.

-Vos no tenés celular ni computadora. ¿Se puede vivir en 2013 sin tener esos dos aparatos y no sentir que te estás perdiendo de mucho?
-Se puede, sí.

-Ponele que llegás tarde a una cita, y con un mensaje de texto avisando que estás retrasado lo arreglás. ¿Cómo hacés?
-Voy a un teléfono público -que cada vez quedan menos- y llamo para avisar. Intento ser coherente con mi forma de pensar. Yo llegué a esto después de vivir 12 años en Europa, algunos de ellos ganando muy buena plata...


"Mis compañeros se hablaban por celular ¡de piso a piso y de cuarto a cuarto! No compartían tiempo charlando, relacionándose".


-¿Qué es muy buena plata?
-Y 30.000 dólares por mes, ponele que te quedan 20 porque pagás mucho impuestos, y está bien. Yo ganaba mucho de sueldo y pagaba mucho de impuestos, y me parecía justo. Pero te contesto lo que me preguntabas: en el '99 en el Numancia nos regalaron un celular último modelo y yo dije "no, muchas gracias" y me miraban con cara rara. Nuestro ómnibus, antes del 2000, tenía wifi. Yo no lo precisaba, pero además, veía en mis compañeros cómo el celular impedía el relacionamiento humano. O sea: el relacionamiento por la tecnología reemplazaba la comunicación personal entre las personas. En aquel momento, ¡imaginate hoy! Yo los veo a mis hijos...

-¿Y has podido con tus hijos?
-Los dejo libres, que hagan como quieran. Pero cuando vienen a verme saben que no tengo computadora, no tengo internet, entonces se les complica. Que ellos decidan libremente. Te decía: yo vi el furor del relacionamiento por mensaje de texto en vez de hablar, o desde 2007 el Facebook. Se hablaban por celular ¡de piso a piso y de cuarto a cuarto! Los tipos eran: el plasma, el celular, la televisión... no compartían tiempo charlando, relacionándose. Comían mirando el celular. Entonces, en 2003 ya no quise más esa vida y con mi mujer compramos una chacra en Sauce, y empecé de a poco a irme alejando.

-Ahí te volvés al país: primero a Defensor y después a Nacional, pero finalmente volvés a España y terminás siendo ídolo en el Hércules...
-Sí, porque el vasco Goicoetxea -famoso porque quebró a Maradona- me quería sí o sí, y ya voy más experimentado. En aquel momento me expulsaban con mucha frecuencia en Nacional y empecé a tener alguna diferencia con Daniel Carreño, que era el DT, y bueno, tomé lo de volver a España.

-¿Y por qué te retiraste a los 34 en el Hércules? ¿Te asqueaste del fútbol y su entorno?
-Exactamente... me asqueé de los códigos del fútbol y de su entorno, porque físicamente me sentía bien y tenía un año más de contrato. Acá en Uruguay cuesta creer el profesionalismo, acá el más vivo es el que entrena poco, el que garronea o talentea. Y yo doy el máximo, también en los entrenamientos. Acá en Uruguay me cansé de estar diciéndole todo el tiempo a los jugadores más jóvenes: "che, cuidate, no salgas de noche"... porque después no rendían o a veces rendían igual, ¡pero sin salir de noche podían rendir mucho más! Eso me calentaba. Como yo tenía el liderazgo, porque era capitán, eso me fue desgastando.

"En Uruguay me cansé de estar diciéndole todo el tiempo a los jugadores más jóvenes: 'che, cuidate, no salgas de noche'"


-¿También te molestaba el entorno? Digo: los contratistas, los amigos oportunistas, las botineras, la droga...
-Sí, claro que me molestaba todo eso. Y además veía que todo eso influía. Escuchabas que un contratista decía: "No pasa nada, hacete el lesionado que igual te vendo a Europa" y los jugadores les hacían caso. Y como muchos eran de estratos bajos, sin estudios, no tenían cómo defenderse. Y pasaban de golpe a ganar un millón o millón y medio de dólares.

-¿Y vos nunca estuviste cerca de dejarte tentar por todo eso?
-Esas tentaciones las tuve en Nacional, pero siempre fui fiel, entonces yo estaba casado y no me tentó la noche ni las mujeres. No tuve representante, excepto (Héctor) "El Pichón" Núñez algún año... después me manejaba solo: hablaba directamente con el presidente del club. Llegué a Europa, terrible profesionalismo, pero descubro que se arreglan partidos, se venden los jugadores, pero como algo normal. Me pasó a mí mismo: el Hércules se vendió entero el último año. Y de 25 sólo dos nos enfrentamos a esa situación. Encaré al técnico y le dije "¿cómo puede ser? Es una vergüenza, ¡se están vendiendo!" y me dijo "esto es normal, Diego". Yo tenía un contrato en la mesa con un mejor sueldo para el año siguiente y dije que no. Y lo otro: concentraba en un hotel cinco estrellas, el Astoria Golf, y no me sentía... ese lujo no iba con mis tripas. El fútbol, la cancha, me encantaba, pero todo lo demás: los autos, la ropa, las mujeres, las charlas superficiales de los jugadores en los vestuarios a ver quién tenía el mejor celular o el mejor auto, todo eso me cansó. Ahí me vine a Uruguay, y al campo.

-¿Nunca pensaste en dirigir?
-Sí, hice el primer año para ser entrenador en Murcia y pretendía revalidar materias y terminarlo acá, para ser entrenador de inferiores y juveniles. Acá vine con la idea de manejar un campo en Casupá y además ser entrenador de inferiores en Nacional o Defensor Sporting. Pero no me aceptaban el año y tenía que hacer el curso desde cero. Ahí pensé: "me tomo un año sabático, un respiro del fútbol, y dentro de un año hago el curso". Me fui al campo... y me compró el mundo del campo, todo lo opuesto al fútbol. Me atrapó.

-¿Cuál es tu tarea hoy en el campo?
-Yo crío terneros, hago guachera (terneros guachos), los compro con un par de días de tambo, los llevo a casa y les doy la mema. Tenés que estar arriba del bicho. Este año crié 95 terneros machos holando. Yo los crío, después los engordo y los vendo a un frigorífico. Son dos meses que parece la pretemporada: no hay vacaciones ni feriados, desde las 5 de la mañana vivís para el bicho. Yo aplico el sistema neozelandés, entonces tengo 25 hectáreas y siete novillos por hectárea y alimento los terneros por franjas, entonces al ir rotándolos en la alimentación, siempre va creciendo el pasto.

"Fui educando mi sensibilidad. Hoy no se educa a los gurises para que se preocupen por el más desvalido y pobre"


-Esa actividad la mechás con tu compromiso político...
-Sí, siempre lo tuve. Pero no política partidaria. Fui educando mi sensibilidad. Hoy no se educa a los gurises para que se preocupen por el más desvalido y pobre. Mi viejo nos educó así y él era el primer ejemplo. Jubilado del fútbol, me dediqué mucho más a la militancia. Ahora agarré la causa de luchar por la tierra y sus recursos naturales en Sauce. Y, claro, estoy contra la megaminería. Yo estuve en Alicante y vi de cerca los cráteres que deja la megaminería.

-¿Qué pueden decir tus ex compañeros de Defensor Sporting o Nacional que hace una semana te vieron por televisión y se enteraron que un fiscal pide tu procesamiento y el de tu padre? Ahora sos un revoltoso, pero no en una cancha de fútbol sino en la Suprema Corte de Justicia...
-Recién estuve en Los Céspedes y estuve charlando con Iván (Alonso) y algún otro, y creo que les cuesta preguntarme algo. Muchos ya me conocían. Yo siempre hice hincapié en enseñarles las enseñanzas del exilio, de lo que fue la tortura... Los que no jugaron conmigo y me ven por tele en las manifestaciones no deben entender nada, o deben pensar que necesito fama nuevamente y quiero cámaras. Y los que jugaron conmigo, en la selección ponele, ellos saben que ya fui raro en el fútbol: no salía de noche, no tomaba ni fumaba. A ellos les llama menos la atención mi compromiso político.

-¿Qué pensás del pedido de procesamiento del fiscal Gustavo Zubía?
-Me impactó su forma de ver las cosas, su pensamiento fascista. Ese día, el 15 de febrero, fuimos a apoyar a la jueza (Mariana) Motta, que la iban a trasladar y tenía las causas de crímenes del Estado en la dictadura. Yo estaba por el caso de mi viejo, porque Motta agarró los casos de tortura en el centro de Boiso Lanza y a mi viejo lo torturaron ahí. Y uno de los casos que más le impactó a ella fue el de mi viejo... Como mi viejo aguantó y no cantaba, hicieron pasar a mi hermano (Eduardo) en la sala de tortura mientras lo torturaban a él. Después lo sacaron y pusieron un cassette con llanto de niño y le dijeron a mi viejo: "cantá porque si no vamos a torturar a tu hijo, y lo vamos a matar". Entonces, nos sacaban a la jueza Motta y nos sacaban la esperanza. Aparte que los delitos de lesa humanidad no caducan ni prescriben. Cuando fuimos a la Corte fue para hacer sentir que nos habían robado la esperanza. Estábamos apoyando espontáneamente, y éramos centenares aplaudiendo... Y entran los coraceros a pegar palos con una violencia inusitada.

-Hace un rato me dijiste que Mujica era tu ídolo...
-Sí, una ilusión, una referencia... Cuando ganó el Frente en el 2004 yo voté a Tabaré con la lista del Pepe. Pero a la siguiente elección ya no los voté, voté en blanco. Ya no son los mismos. Es que se animaron a hacer cosas que ni la derecha: vendieron siete millones de hectáreas a extranjeros, cuando en el mundo entero es al revés, ni Estados Unidos vende hectáreas, porque sabe que es el futuro. ¡Y un gobierno de izquierda en Uruguay fue el que más vendió! Y después, las papeleras, la megaminería... El Frente no es izquierda. Es peor que la derecha: porque la derecha es auténtica, se muestra como es. Pero la gente está adormecida.

"El Frente no es izquierda. Es peor que la derecha: porque la derecha es auténtica, se muestra como es"


-Capaz que alguien lee esta entrevista y piensa: "este tipo es un resentido".
-No, todo lo contrario. Llego a ciertos pensamientos a raíz de muchas formas de vivir: hice dinero, vivo cómodo y con tranquilidad, elegí lo que quería ser. Jugué al fútbol al más alto nivel. Me siento un privilegiado. Pero sí: hay cosas del sistema que no me gustan. Viví en un mundo donde la plata era todo y yo sentía que eran ricos pobres y ahora estoy en el campo, donde hay gente pobre que es mucho más rica.

-¿Sos feliz?
-Creo que sí. Los animales buscan la felicidad todo el tiempo: el mejor pasto, la mejor comida, el mejor refugio. Y nosotros también buscamos el bienestar. Creo que la felicidad pasa por ser coherente con uno mismo y yo lo intento. Encontré una felicidad que ya no encontraba en el fútbol.


Montevideo Portal / César Bianchi
Fotos: Juan Manuel López