Es raro que un carnavalero de ley -que dejó profesorado de Historia porque se le "cruzó un camión de murga por delante"- se sienta aliviado por no subirse a los tablados un febrero. Pero sabiendo que se trata de Rafael Cotelo, un tipo que comienza su día bien temprano para conducir un magazine en televisión, pasa sus tardes en un estudio de radio, trabaja todos los fines de semana "haciendo de" periodista deportivo y, encima, conduce eventos privados, puede llegar a entenderse.
El Rafa no miró el reloj en ningún momento de la hora y pico que duró una charla que tuvo de todo: la enfermedad -si no superada, al menos controlada- de su hija Ema y el impacto que esta tuvo en la gente, su amistad con Luis Suárez, el Cerro y Cerro (a secas) y la sospechosa no aprobación de Agarrate Catalina para concursar este año.
Además, en un acto de honestidad brutal, se dio el lujo de cuestionar o admitir como legítimos cuestionamientos a Tenfield -una de las empresas que lo emplean- y la Teletón, que lo tuvo como conductor de la última trasmisión televisiva.
Ah, y si lo vio por la calle y él no lo saludó, no es por antipático. Sufre de prosopagnosia. Aquí el diálogo con un ingenioso comunicador, que sólo pretende "zafar".
César Bianchi
@Chechobianchi
-No salís en Carnaval. Se cumplió lo que esperabas a mitad de año, cuando concediste una nota a Montevideo Portal...
-Sí, por suerte lo aguanté. Me ayudó la intensísima actividad de esta última recta final del año, que siempre es igual, pero se hizo más pronunciada, para que ni siquiera me picara el bichito... De hecho, no pude ir a ver ningún ensayo de la Catalina ni a Don Timoteo. Si no pude ir a verlas significa que no iba a poder ir a ensayar... Era una utopía pensar en el Carnaval, por más que me encanta y disfruto pila, pero está cada vez más difícil por un tema de horarios.
-Decías a mitad de año que estabas agotado, que el multiempleo te estaba matando...
-Tal cual. Cada una de las tareas que cumplo por sí solas no son cansadoras, y resultan disfrutables y gratas, incluso hasta por el hecho de trabajar con amigos. El tema es cuando las juntás todas. Si vos hacés eventos hasta las tres de la mañana y al otro día tenés que estar al aire a las 9 de la mañana, y estar en radio a las 15, y el domingo, que podría ser el día de descanso, tenés que laburar en fútbol hasta la una de la mañana [Pasión, VTV]... entonces es cansador.
-Si no viste a la Catalina, no viste el espectáculo que el jurado bochó...
-Vi la presentación y el cuplé un ratito, un día antes... Y a mí me encantó. La presentación era una cosa hermosa, arrancaba de pique contando la historia del personaje que se desarrolla en el cuplé. Se llama Julio, es como un día de Julio -el hombre y el mes-, un tipo de 30 y pico de años o 40 y que salía poco de su casa. Un tipo con manías, que coleccionaba cosas. El cuplé que hicieron a mí me encantó, me maté de la risa. Y me quedé muy contento porque todo lo que yo había visto un día antes de la prueba en febrero iba a durar la mitad, entonces con la edición iba a quedar muy bueno.
-¿Y por qué pensás que no pasó la prueba de admisión? Que una murga con la popularidad de Agarrate Catalina no pase la prueba de admisión fue noticia en todos los noticieros...
-La popularidad no es un argumento, no debe estar encima de la mesa. Ni siquiera la trascendencia de la murga fuera de fronteras, porque eso tampoco te garantiza nada. Quizás habría que darle la derecha al jurado y pensar que había siete murgas que estaban más buenas... Por lo que tengo entendido, había 13 murgas que estaban más buenas. Si eso es así, ¡este va a ser el mejor año de murgas en la historia del Carnaval! Porque si hay siete murgas que son mejores de lo que mostró la Catalina en la prueba... ¡pah! ¡Va a estar mortal este Carnaval! Voy a tratar de ir todos los días. Permitime usar la ironía... En realidad, creo que viene por otro lado.
"¡Este va a ser el mejor año de murgas en la historia del Carnaval! Porque si hay siete murgas que son mejores de lo que mostró la Catalina en la prueba... ¡pah! ¡Va a estar mortal este Carnaval!"
-Tomemos esa hipótesis: ¿por dónde puede venir entonces?
-Exactamente no sé por qué. Sí tengo clarísimo que la Catalina todos estos años ha generado fanatismos exacerbados y odios viscerales. Pero en el micromundo carnavalero -que somos cuatro los que vivimos hablando de Carnaval-, esos odian a la Catalina.
-¿El carnavalero viejo mira con ciertos recelo a las murgas jóvenes que les va bien?
-Es innegable y decir otra cosa sería una hipocresía, y estaría bueno que quienes estén parados en ese lugar lo asuman con honestidad. Ahora, no sé en qué está apoyado: si es en contra de la Catalina como suceso artístico o popular... Yo puedo entender y acompañar al que me dice: "No me gusta lo que hacés, me parece una porquería". Eso está genial. Pero son tan nocivos los que te dicen que todo lo que hacés es maravilloso como los que te defenestran siempre y no les gusta nada. Es absurdo tanto un extremo como el otro.
-El Carnaval, ¿se adaptó con creces a la situación de la izquierda en el poder? ¿Ya se habituó a que así sea? ¿O hace falta más autocrítica para ser duros con el Frente Amplio?
-Creo que se vivió un proceso. Las murgas históricamente estuvieron alineadas a la izquierda en el aspecto político e ideológico, y a partir del Carnaval de 2005 se abrió una carta de crédito. Y si te ponés a analizar los últimos años, las murgas han sido duras con el gobierno. Incluso, algunas con una clarísima intención de desmarcarse y acentuar su independencia fueron muy duras con el gobierno. Creo que igual fue un proceso interno para todos, donde cada murga se preguntaba: ¿y cómo? ¿Desde dónde? ¿Desde qué lugar? Han habido murgas más condescendientes que otras, pero han encontrado el lugar de cantar desde el sentido común. Y encontraron en el humor una herramienta, más absurda que crítica panfletaria. Incluso, en los últimos años de los gobiernos tradicionales, la gente estaba valorando ese cambio. El panfleto y la crítica, que en algún momento hizo furor en las murgas, ya había empezado a cambiar...
-...con el advenimiento de la murga joven: Queso Magro, la Catalina, entre otros...
-Sin duda. Y la gente lo estaba valorando. Eso de más ironía, más absurdo y más ingenio a la hora de golpear. Y creo que es una herramienta súper útil a la hora de pensar: ¿cómo le damos a estos?
-Como cupletero y conductor de un magazine matinal diario, ¿cuáles serían los cinco episodios de 2014 que no pueden faltar en este Carnaval?
-[Piensa]. Guantánamo, sirios, elecciones de noviembre, de octubre y de junio (por las internas), el referéndum por el No a la Baja, la mordida de Suárez, los dos clásicos (el del 5-0 para Peñarol y el 2-1 para Nacional), la recuperación de las relaciones comerciales entre Cuba y Estados Unidos (me imagino a los letristas escribiendo como enfermos para llegar a meterlo), quizás la pérdida de China Zorrilla y Páez Vilaró, que está emparentado al Carnaval. Puede ir por ahí.
-Vivís en Malvín. ¿Qué extrañás del Cerro?
-Todo, absolutamente todo. La decisión de alejarme del Cerro fue dolorosa y los motivos no tienen nada que ver con lo económico, sino todo lo contrario. En el Cerro era dueño de donde vivía y ahora no. Por más que la gente fantasee con eso... pero yo no voy a ir a aclararle uno por uno que estaba mejor cuando estaba en el Cerro que ahora. Por suerte conservo los vínculos cercanos muy presentes, porque ahí están mis padres, mis amigos, el boliche donde paro y Cerro (el club). Así que voy dos o tres veces por semana. Pero igual lo extraño, y tarde o temprano voy a volver.
-¿Cómo está Ema, tras la hidrocefalia que sufrió y la operación de la neurocirujana argentina?
-Está divina, por suerte...
"Los motivos de alejarme del Cerro no tienen nada que ver con lo económico. En el Cerro era dueño de donde vivía y ahora no. Por más que la gente fantasee con eso... pero yo no voy a ir a aclarar uno por uno..."
-Lo que le sucedió a ella, por ser tu hija, le importó mucho a la gente...
-Mucha gente... Desde el Chino Recoba, todos los jugadores de la selección, ¡hasta Juan Pedro Damiani me llamó! Y ni que hablar mucha gente que yo conocía que caía en la puerta del hospital a rezar por Ema. Todos ayudaron en la medida de sus posibilidades, y se los agradezco, porque necesitaba esa fuerza. Creo que ayudó a eso -o, visto desde otro lado, conspiró- su recaída, posterior internación y meses en el CTI, se da todo unos días antes del Carnaval. Entonces, una semana antes del desfile yo me tuve que bajar. Yo capaz que hubiese decidido mantenerlo más en reserva, pero se mediatizó que yo no saliera en Carnaval. Y en realidad estuvo buenazo porque la reacción de todo el mundo fue de apoyo y solidaridad. Yo, que soy un tipo que no cree en nada, me agarré de eso para tomar fuerzas y trasmitírselas a ella. Terminó las clases, tuvo su festival, bailó y cantó, se fue a Disney con la madre. Hay que seguir controlando, pero está impecable. Fue milagroso.
-Este año fuiste uno de los conductores de la trasmisión televisiva de Teletón. ¿Lo sentís un reconocimiento?
-Me sorprendió mucho y me lo cuestioné mucho... desde dónde yo podía comunicar y cómo llegar en el mensaje. Es una jornada donde contamos historias y mostramos testimonios, y tratamos de sensibilizarnos todos... para juntar guita. Es raro eso.
-Vos sos consciente que mucha gente mira de reojo a la Teletón por esa metodología: historias lacrimógenas para tocarle el corazón al uruguayo de a pie y que done dinero...
-Y yo también, eh. Se lo planteé el año pasado a la gente de Teletón y a Oz Media, la productora que hace esa jornada, y ellos me invitaron a que repasara las últimas ediciones, para que vea cómo estaba siendo dado el mensaje. Y me ofrecieron que el encare que yo le dé a las historias sea el mío, y que las historias no sean bajones, sino que estén enfocadas en la recuperación, destacar el impulso y la fuerza de voluntad para salir adelante, y no en el drama de la historia. Y por eso la pude hacer. Este año me tocó contar cuatro historias, y dos de ellas eran amigos. Si yo me hubiera concentrado en el drama que significó para ellos lo que les había pasado, me hubiese desarmado y nos hubiéramos puesto a llorar todos... Uno era un amigo que se había accidentado y en el otro caso era el hijo de un amigo, con una malformación congénita.
-¿Cómo hiciste para no quebrarte vos?
-Porque me esmeré en contarlo desde otro lugar. Desde "Qué bueno que ahora estás mucho mejor" [a] "Y el año que viene vas a estar mucho mejor todavía". El drama ya está... yo intenté no destacar eso, sino en lo positivo, la historia de la recuperación.
-Trabajás en Tenfield, y has asumido -desde la época de La Redonda en Canal 12- una postura de hacerte cargo de esa sospecha, y hasta te mofás de eso. ¿Por qué pensás que es una empresa tan cuestionada?
-La mayoría de los cuestionamientos son justificados. Después, las interpretaciones las puedo compartir o no. Pero es lógico y obvio que una empresa que concentra tanto poder va a ser cuestionada. Fijate que tiene todas las partes de la maquinaria. Le vende la harina y el dulce de leche a la fábrica de alfajores y es la dueña de los kioscos, y de los niños que compran los alfajores. Es obvio que sea cuestionada, y algunos procedimientos y métodos han sido cuestionados. Lo que yo trato de hacer es valerme de una herramienta que uso para laburar, que es el humor, para reírme de eso, y tomarlo como algo más que me divierte. Y lo que más me divierte de esto son los bandos: los pro-Tenfield y los anti-Tenfield, es casi como la nueva Guerra Fría. Es tan absurdo eso: creer que todos los buenos están de un lado y todos los malos del otro... Si todos los comunicadores nos pusiéramos tan exquisitos acerca de los medios en los que trabajamos, te puedo asegurar que yo al menos no trabajaría en ninguno de los que trabajo.
"[La Teletón] es una jornada donde contamos historias y mostramos testimonios, y tratamos de sensibilizarnos todos... para juntar guita. Es raro eso"
-¿En ningún momento recibiste una advertencia o tarjeta amarilla por ironizar con respecto a Tenfield?
-No, al contrario. Yo pensé que varias veces la iba a recibir, sobre todo cuando estaba en La Redonda. Ahora también aludo a eso en Pasión, donde me burlo del producto fútbol, ¡que es lo que los tipos venden! Es como que vos seas el dueño de una automotora y yo esté diciendo todo el tiempo que el auto que venden es una mierda, se cae a pedazos y es espantoso. El dueño de la automotora te diría: "Loco, achicá, cortala". Sin embargo, a mí nunca me dijeron nada. Al contrario: se matan de la risa y me dicen: "Sos un hijo de puta". ¿Qué puedo decir de un Rentistas-Cerro Largo, un domingo a las 10 de la mañana de agosto, jugado en el Méndez Piana? ¿Voy a decir que está bueno, que es un buen espectáculo y en el mundo se mueren por verlo? ¡Voy a decir que es horrible, que es una porquería! Mientras no me digan nada, yo voy a seguir.
-Hay una doble fama con respecto a vos: por un lado, la del tipo canchero, entrador y simpático, pero por otro, la de un tipo soberbio y distante, que no le gusta tener acceso a la gente en la calle. ¿Conocías este otro extremo?
-Me habían dicho que era antipático, sí. Lo cierto es que yo soy muy tímido, aunque no parezca. Extremadamente tímido. A mí me da mucha vergüenza la vía pública. No me enorgullece la exposición pública. Si yo fuese el Negro Rada, estaría orgulloso de ser el Negro Rada, pero soy el Rafa Cotelo y no estoy orgulloso de eso.
-¿Por qué no?
-Porque no, porque si yo no fuese yo, no me consumiría... Yo no sería fan mío.
-Pero, a ver: tenés talento para la comunicación, hacés reír, sos entrador. Son virtudes para un comunicador. Y eso que no estudiaste comunicación...
-No, estudié Historia, para profesorado. Más que aptitudes o virtudes, me reconozco ciertas habilidades para zafar de situaciones. A veces soy rápido para salir de situaciones, para zafar. Lo noto en la radio, que son tres horas de improvisación todos los días. Y en la mañana tengo que hacerle una entrevista a Ana Olivera y cinco minutos después cocinando con Ana Durán y al minuto un enlace con un móvil y después pasar a una noticia trágica. No sé si lo hago bien, pero hace tres años y pico que lo hago: de vuelta, estoy zafando. Si fuera horrible, no hubiese durado.
-Entonces, esa timidez de repente hace que parezcas antipático...
-En mi casa, por ejemplo, soy introvertido y se enteran de las cosas al aire. "Bo, ¿vos te vas al Mundial?", "ah, sí...". O "¿vos grabaste un comercial de tal cosa?", "... sí", "¿y no contaste nada?". Como no me enorgullece mi exposición pública, no hago bandera. Más bien me avergüenza. Suelo ser malhumorado y pesimista. Y tengo una cosa -que me metí en internet para averiguar más- que se llama prosopagnosia.
-¿Prosopagnosia?
-Sí, es la dificultad para asociar cara con nombre. Pero a niveles alarmantes. Gente que ha convivido conmigo me ha dicho: "Yo no puedo creer que hayamos convivido con esa persona tres días, lo ves a la semana y no sabés quién es". La otra alternativa es saludar a todo el mundo, dando por sentado que los conozco, pero no quiero quedar como la reina del carnaval. ¡A mí me da vergüenza saludar a la gente!
"En Pasión yo me burlo del producto fútbol, ¡que es lo que los tipos venden! Es como que vos seas el dueño de una automotora y yo esté diciendo todo el tiempo que el auto que venden es una mierda y se cae a pedazos"
-¿Cómo se da tu amistad con Luis Suárez, que no es un futbolista más?
-Se dio cuando lejos de ser un futbolista más, era un futbolista menos. Yo empecé a laburar en La Redonda en 2006, y Charquero y Kesman me mandaban a hacerle notas a las figuras de Nacional y Peñarol. Pero las figuras de los grandes no me daban notas, los que sí me daban notas eran los gurises que recién estaban arrancando, porque se morían por salir en la tele. Recuerdo que en Nacional eran tres: el Chori Castro, que jugaba bien y era querido por la gente, el Pajarito Andrés Márquez y otro debutante, que no había andado tan bien, y era muy gracioso por los dientes y las orejas: Suárez. Yo apuntaba a ellos tres. Pegamos buena onda y después al toque él llega a la selección, ahí siguió la buena onda... se dieron algunos episodios. Ema, a los 11 meses de haber nacido en 2011, estuvo complicada por su hidrocefalia, y él -que estaba en el Ajax de Holanda- se acercó mucho. Cuando lo de Ema en 2014 él volvió a estar cerca mío y de Ema, yo fui al cumpleaños de la hija y de la mujer, hace unos meses.
-Se dio una relación que va más allá de periodista-entrevistado...
-Creo que la clave está en que yo no soy periodista. Y nunca hice abuso de ese vínculo. Jamás le pedí nada, ni una camiseta ni una nota. Y si le pedí una nota, era porque él estaba dispuesto a hablar. De hecho, la última nota que conseguí con él, hace un par de meses en la radio, ni siquiera salí al aire yo. Fue cuando debutó en el Barcelona, me escribió y me puso: "Bo, Rafa, me están llamando de todos lados, y yo quiero salir contigo [al aire]". Le dije que yo no iba ese día al aire, pero fui igual. Lo puse al aire (porque él es celoso con que no dé su número) y no salí yo. O más difícil fue para la Teletón: tuve que pedirle que grabara un video y que consiguiera que Messi y Neymar también grabaran un video... Y después que él llamara y hablara con Mateo. Y ese fardo me lo pasaron un día antes. Y se portó como un crack. Es un fenómeno y le estoy muy agradecido.
-¿Por qué dejaste de estudiar profesorado de Historia?
-Porque se me cruzó un camión de murga por delante. Yo estudié Historia hasta que la Catalina dejó de ser "sólo de febrero". El último examen que di fue en julio de 2005. En marzo de ese año la Catalina gana por primera vez y no paró nunca más. De hecho, hasta el 2007 no hubo tres días sin que nos volviéramos a ver. Lo que era una joda, una juntada de amigos, pasó a ser un trabajo. Entonces, en 2006 -cuando yo laburaba en una veterinaria y en Secundaria- tuve que dejar todo para dedicarme a la murga.
"Ana [Nahum] era una persona súper especial, un ser increíble, una compañeraza que tuve la enorme fortuna de tenerla muy cerca cuando pasó todo lo de Ema, y de aprender al lado de ella"
-¿Cómo fue llevar adelante la conducción de Hola Vecinos, con lo que le estaba pasando a Ana Nahum?
-Fue difícil... Porque era una catarata de contradicciones y un desafío muy grande. Ana era una persona súper especial, un ser increíble, una compañeraza que tuve la enorme fortuna de tenerla muy cerca cuando pasó todo lo de Ema, y de aprender al lado de ella estos tres años. Aprender de sus valores humanos y como persona, y yo chupando rueda para aprender, porque era una crack. Una mujer generosa, una madraza, que además quería mucho a mis hijas. Hubo que llevar adelante el programa, que era de ella. Estuvo bravo... Había que poner la mejor cara posible sin pasarnos para el otro lado y hacer de cuenta que no pasaba nada.
-¿Sos feliz?
-Yo creo que no... porque la felicidad es un concepto súper abstracto y profundo que uno lo emparentaría con un estado espiritual, en el que no creo estar. Tengo un montón de materias pendientes, de patas en la mesa que me hacen ruidito y que me sirven para caminar hacia adelante, buscando que no me hagan ruido. Pero ojo: así como te digo que no soy feliz, sí estoy más cerca que hace unos años de serlo. Creo que hay algunas cosas súper profundas que hacen a la felicidad que están resueltas, y están donde tienen que estar: mis vínculos. Te hablo de lo emocional, lo sentimental: mi pareja, mis hijas y mis padres. Y uno a veces se hace ciertas trampas a uno mismo para verse feliz, que pasan por gritar un gol de Cerro, hacer un asado con amigos o cantar en una murga. En esos instantes, soy feliz.
Montevideo Portal / César Bianchi
Fotos: Juan Manuel López
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