La nena que jugaba a cosas de varones venció todos los prejuicios: nunca pudo cantar en La Primavereada de su localidad canaria de 5.000 habitantes, pero hizo sentir su voz en el teatro Scala de Milán, en Stuttgart, Berlín, Tel Aviv, Madrid, La Coruña, Roma, Bolonia, Milán y Génova, entre tantos otros encumbrados escenarios.
Durante su última estadía en Uruguay, a donde regresó para protagonizar (por primera vez) Manon Lescaut de Giacomo Puccini en el Solís, compartió un café en el propio teatro. La Siri -franca y provocadora- aclaró un malentendido suscitado en otra nota de prensa: "Admiro a (Andrea) Bocelli, he cantado con él y es un gran artista, pero pienso que no es un tenor de ópera, porque sin micrófono no puede cantar. No es un tenor lírico, es un cantante pop". Habló de todo, hasta opinó que Luis Suárez debería saludar con un pico a su próximo defensor, para ahuyentar a los críticos... Solo dejó una pregunta sin contestar, producto de la coquetería y del marketing operístico: su edad es un secreto inconfesable.
Por César Bianchi
@Chechobianchi
-¿Cómo una niña oriunda de Tala puede llegar a cantar en el Teatro Scala de Milán y llegar a estar bajo la dirección de Plácido Domingo?
-Esa niña de Tala pasaba los días jugando con un piano, no jugaba con las demás nenas y los vecinos. Mi universo era jugar con el piano y me inventé un mundo de imaginación: componía y escribía desde niña.
-A los 5 años ya tocabas el piano...
-Y a los 7 ya componía mis propias canciones. Ya leía música.
-¿Y no jugabas a las muñecas con amigas?
-Prefería el piano; las muñecas eran como algo muerto... Me gustaba más el auto a pedal que me había comprado mi padre. Siempre fui medio varoncito, me gustaba jugar a los autos. Mi padre me desarmaba algo, me dejaba las herramientas y yo lo armaba de nuevo. No era una niña coqueta, jugaba al fútbol, era el niño varón que no tuvieron. Con el piano era un juego interactivo, ahí era yo.
"Era chica y me imaginaba grande, cantando en un auditorio. En la adolescencia dejé de soñar eso... Hay que animarse a soñar".
-¿Y cómo se da el quiebre para que esa niña de Tala llegue a los primeros planos de la ópera mundial?
-Se dio una sucesión de casualidades -o mejor dicho, causalidades-, destino, y esto de ese sueño tan fuerte, de poder concretarlos... hasta que me di cuenta cuál era mi sueño real: de chica yo me veía cantando, sin micrófono, con un vestido plateado. Era chica, pero me imaginaba grande, cantando en un auditorio. En la adolescencia dejé de soñar eso... Hay que animarse a soñar. Y alguien me descubrió, creo que es el destino, no la suerte. Cuando vos trabajás mucho para algo no es cuestión de suerte.
-¿Tu padre te enseña a cantar tangos y te inculca el dominio de instrumentos?
-Sí, él tocaba la guitarra y tenía una pasión increíble por la música, que me la trasmitió. Yo tenía que sentarme obligada frente a la TV para ver Grandes Valores del Tango. Después odié el tango, por reiterativo; después crecí y como música empecé a valorar lo interpretativo, las letras de los tangos... Yo lo bailo al tango, lo estudié, pero no me gusta cantarlo. Aprendí a tocar la guitarra y a tomarle el gusto al folclore. En casa se escuchaban mucho dos discos: uno de Raffaella Carrá y uno de "Palito" Ortega.
-¿Tocar el saxofón tenor fue clave en tu aprendizaje musical?
-Sí, porque en la Asociación Uruguaya de Músicos (Audem) en la calle Maldonado empecé a estudiar canto. Iba desde Tala todos los días y, como tenía que esperar como cuatro horas para volver, me equivoqué y entré sin querer a una clase de canto. Ahí escuché a una alumna cantar con un volumen de voz impresionante y pensé: "¡Qué voz maravillosa! ¿Dónde tiene el parlante esa mujer?". Era técnica, me maravilló que la voz humana pueda llegar a sonar así. Y dije: "Yo quiero hacer esto", pero en ese momento lo pensé a la uruguaya: "Yo soy pianista, toco el saxofón y, como hobby, puedo llegar a cantar lírica". Al final me dediqué a eso, y le ganó a todo lo demás.
-¿Ahí te dicen que eras soprano?
-Sí, me prueban la voz y me lo confirman. Pero me hizo llegar a notas a las que no sabía que podía llegar. Aída, Tosca, Norma, Macbeth están hechas para sopranos, porque con la evolución las cuerdas se van afinando, no necesitamos tanta voz para comunicar, entonces cada vez son menos cuerdas graves, que son mezzosopranos y contraaltos, que casi no hay.
-¿Cuándo y cómo llega el estrellato? ¿En qué momento te diste cuenta que habías dado "el" paso de tu carrera?
-Pienso que cuando canté en la Scala de Milán. Igual, creo que "el" gran paso todavía no lo di. Yo voy de pasito a pasito... Voy a de a poco. Para no haber nacido en Europa, no haber estudiado allá y debutar en 2008 en un teatro italiano, cuando llegué a la Scala fue un salto cualitativo. Otros, de repente, con 15 o 20 años de carrera no han tenido la suerte.
"Como tenía que esperar como cuatro horas para volver, me equivoqué y entré sin querer a una clase de canto. Ahí escuché a una alumna cantar con un volumen de voz impresionante y pensé: ‘¿Dónde tiene el parlante esa mujer?'"
-¿(Giuseppe) Verdi fue tu primer amor?
-(Piensa) No... Puccini. Verdi le hace fuerza, está ahí, ahí...
-¿Y qué diferencia hay entre ellos, si se lo tuviéramos que explicar a un ignorante de la ópera (como yo)?
-Puccini es como ver una comedia muy emotiva, una de esas que te hace emocionar, te conmueve desde el estómago... y Verdi, si fuera una película, sería una de acción con efectos, que está muy bien hecha, está perfecta. Verdi es más virtuoso, y Puccini es más emotivo.
-Has participado con los mejores elencos líricos del mundo y con las mejores puestas en escena. ¿Qué te produce venir a tu país y cantar acá en el Solís, como ahora que viniste a hacer a Manon?
-Es increíble, sobre todo venir a hacer esta Manon. Ya había venido el año pasado a Montevideo para hacer Aída a la sala Adela Reta del Sodre, pero hice una locura: me fui en auto y lloviendo a Génova, porque había faltado una soprano, llegué a casa, hice la valija y me vine a Uruguay. Del aeropuerto me llevaron a hacer notas, al otro día de mañana también, a la noche ensayo, y al otro día me tocó cantar... y colapsé. Ya me venía media enferma, canté media función y las demás las tuve que cancelar. Me dio pena por no poder cantar en mi país. Por suerte vine ahora, y me produce una emoción muy grande. Cuando estudiaba canto, yo formaba parte del coro del Sodre y daba clases de canto en varios liceos, en la Costa de Oro, y cuando reabrieron el Solís alguien le dijo al maestro (Federico) García Vigil que yo existía y que cantaba en Buenos Aires. Entonces él me hizo una audición. Yo estaba estudiando Aída, y él me incluyó en el concierto de la reapertura del Solís -no estaba terminado el foso. Eso fue una gala en 2004. En 2005 se hizo La bohème y la hice yo. Y también tuve la suerte de inaugurar con la Novena (sinfonía) de Beethoven la Adela Reta del Sodre. Entonces firmé el libro de los que pasaron por el Solís, en la reapertura, y era un libro que estuvo cerrado muchos años. Para mí, este es el público que más quiero; siempre doy lo mejor de mí, pero ante los uruguayos un poco más todavía. Por eso me sentí mal cuando me enfermé el año pasado con Aída. Y en algún diario pusieron "Siri viene por la revancha", y por suerte ahora salió todo bien. Fue una de las experiencias más lindas que tuve en mi carrera esta Manon en el Solís, un debut en un rol muy difícil.
"Firmé el libro de los que pasaron por el Solís, en la reapertura, y era un libro que estuvo cerrado muchos años. Para mí, el uruguayo es el público que más quiero. Siempre doy un poco más"
-Cuando eras chica, ¿alguien en algún momento te subestimó o menospreció tus cualidades?
-Sí, por supuesto... Soy capricorniana y soy muy porfiada, testaruda. Incluso mis padres se reían de mí. En Tala había una semana en setiembre que se llamaba La Primavereada, donde pasaban carros alegóricos, se jugaba, había teatro callejero y se cantaba. Hay cinco barrios en Tala y cada uno desfilaba, ¡y a mí no me dejaban cantar! Decían que no cantaba bien, que otros cantaban mejor. Eso me dolía mucho... y yo quería mostrarme. Yo era una chiquilina y se reían de "la hija de Siri, el del supermercado". Entonces, yo quedaba relegada a correr y jugar al vóleibol. A mí, si me subestimás, me motiva más, para que vos te des cuenta de lo que valgo. Yo me llamo a mí misma "soprano bajo presión", porque en las peores condiciones psicológicas o de enfermedad yo rindo más.
-Tenés un claro acento tano. ¿Sos de las que siempre que puede aclara la nacionalidad (uruguaya), y no argentina ni italiana?
-¡Absolutamente! Muchas veces me dicen que soy argentina, o los argentinos me llaman "rioplantense". Yo también soy italiana y en Europa rinde más decir que soy italiana, pero tanto a mi agente de prensa como a mi agente artístico les pido que aclaren que soy uruguaya. Otra cosa que funciona es "ítalo-uruguaya", y no me gusta. Yo tengo puesta la camiseta, la celeste.
-A ver si te entiendo: cuando Suárez mordió a Chiellini, ¿dijiste que no lo había mordido?
-¡Yo lo defendí a muerte! Con uñas y dientes... ¿No viste que ahora un italiano mordió a otro? Creo que Suárez, en el siguiente partido que pueda jugar, tiene que darle un pico al defensor que lo marque, así se reivindica.
-¿Hay público para la alta cultura en Uruguay?
-Yo no definiría alta cultura a la ópera. Pero sí hay público para la ópera. Creo que alta cultura son otras manifestaciones artísticas. La pintura, la escultura son alta cultura. Son artes lejanas a mí... Al estar en un teatro, la ópera está hecha para el pueblo. La acústica y la visión están pensadas para el pueblo, no es un museo...
-¿Te parece que la ópera está hecha para el pueblo?
-En el idioma en que está escrita no, pero es un arte tan completo y que perduró tanto en el tiempo que está sacada de contexto en cuanto a los siglos en que nació: pienso en la ópera italiana, la francesa, el clasicismo, Mozart, siglos XVI, XVII y XVIII.... Para mí, está pensada para el pueblo. En algún momento se tornó elitista, pero hoy por hoy se ha popularizado.
"Firmé el libro de los que pasaron por el Solís, en la reapertura, y era un libro que estuvo cerrado muchos años. Para mí, el uruguayo es el público que más quiero. Siempre doy un poco más"
-Bueno, cuando las autoridades del fútbol -deporte popular si los hay- ponen precios de entradas muy caras, se dice que son "precios de ópera"...
-¡No me digas! ¿En serio? Yo no estoy de acuerdo con el precio elevado de la ópera. Son caras en otros países y acá también. Para sostener un día de maquinaria, técnicos y artistas se cobran caras, pero son demasiado caras. Y además, falta publicidad, falta promoción...
-¿La masa no tendrá miedo de venir y no entender de qué se trata? ¿No está vista como una manifestación de cultura poco accesible y comprensible para las masas?
-No creo. Desde que se subtitulan las obras son accesibles. La prueba está en que en el Solís se hacen ensayos generales para estudiantes. Nosotros lo hicimos y fue muy lindo, hubo silencio y la gente se fue contenta. Me parece que es una cuestión de costos: las entradas son caras. Si se hace zarzuela, seguro que se llena el Solís. Entonces creo que falta publicidad y hacer más funciones para abaratar y cubrir los costos. Es un problema de costos: la ópera es costosa.
-¿Qué cosas de tu vida cotidiana en Verona o de tus viajes por el mundo te remontan a tu más tierna infancia en Tala?
-(Piensa). El mate no, porque nadie es matero en mi familia; yo soy re matera, y consigo yerba allá... En Verona hay unos almacencitos, que se llaman Alimentare, que te venden desde papas a calderas, desde toallas a fertilizantes o comida para cerdos, y me hacen acordar al supermercado que tenía mi padre en Tala. Además de supermercados tenían un bar, y yo atendía el bar. Tenía 6 años y te servía un whisky, cuando ni llegaba al mostrador... Yo me crié entre conversaciones de política y de fútbol. Y como soy contra, mi padre era de Peñarol y yo me hice de Nacional.
-¿Y política?
-Soy apolítica, mi bandera es el arte. Estoy de acuerdo con muchas cosas de este gobierno y tengo una debilidad por Wilson Ferreira Aldunate, pero no soy blanca (ni colorada, ni frentista). Hay ideas que me copan del socialismo; Artigas fue el primer socialista... El país está muy bien en muchos sentidos, pero yo no me volvería a vivir a Uruguay.
"Firmé el libro de los que pasaron por el Solís, en la reapertura, y era un libro que estuvo cerrado muchos años. Para mí, el uruguayo es el público que más quiero. Siempre doy un poco más"
-¿No está en tus planes pegar la vuelta?
-No, de momento no... Tengo un terrenito para hacerme una casa en Atlántida, pero ahora no. Pero te decía: soy apolítica porque no creo en los políticos. Ni en los curas. Creo en los seres humanos, en las ideas de las personas, no me importa de qué color sean en política. Yo no voto, ni acá ni en Italia.
-¿Sos feliz?
-Muy feliz. Me he dado cuenta que lo importante en la vida es la salud, mi hija, mis padres y estamos todos bien de salud. Y el amor... llegará.
Montevideo Portal / César Bianchi
Fotos: www.mariajosesiri.com