Está en un podio que comparte con el norteño Lucas Sugo, pero él -dice- es "más terrenal" que el autor de "Cinco minutos", más accesible para la masa. Por eso, cruzarse al Gucci en Montevideo y pedirle una selfie es más que un rito, una obligación que quedará testimoniada en el muro de Facebook.
En un bar de su amado barrio Palermo, Gustavo se abrió en opiniones y confesiones. Fue autocrítico al reconocer que no aprendió a cantar y lo hace "a huevo", pero así y todo, hoy que está en la cresta de la ola, quiere cantar hasta con Jaime Roos. Repasó su etapa como barrabrava de Atenas en básquet (que abandonó justo a tiempo), cuando fue dando paso al hombre maduro y reflexivo que sabe lo que quiere. Por eso, incluso, debió sacrificar una amistad en pos del "producto Gucci", cuando dejó afuera a un amigo de Los Asesinos del Sabor, la banda que lo acompaña.
También habló de uno de los siete pecados capitales que tiene como vicio: la gula. A este hombre inmenso e inmensamente feliz sólo le duele la ausencia de su madre. Por ella cambiaría todo lo que hoy tiene, eso que muchos llaman éxito.
@Chechobianchi
-El año pasado fue tu año, llegaste a todos los públicos y explotaste. ¿Es así?
-Creo que fue en 2012, en la música tropical. El año pasado tuvimos una exposición mediática salada. Ya habíamos llegado a otros públicos, pero en 2014 captamos la atención de los medios. Se preocuparon por llevarme a programas de tele, radio o prensa, pero además se interiorizaron en el Gucci como fenómeno social. Es algo que yo ya lo vivía, cuando me contrataban, en muchos aspectos. Pero la explosión fue eso: lograr el interés en lugares donde la música tropical jamás había llegado. Y ojo: me siento parte de un fenómeno. No es: "Ah, el Gucci, el Gucci", son unos cuántos colegas más que llevamos al auge de la tropical. Me siento muy contento de que se haya dejado de ver como una terrajada la música tropical.
-Ese estigma se rompe con el boom latino de principios de siglo, a caballo de Los Fatales, Chocolate y bandas similares. Hasta los 90 era así nomás: "Si escuchás cumbia, sos terraja".
-Es que muchos se hacían los borrachos y decían que las bailaban porque estaban en pedo, pero se sabían todas las letras.
-¿Qué significa "Hadouken"?
-Una cosa es lo que es, y otra cómo lo uso yo. El mío entra en todos lados, es como el remate a una frase o situación. El "Hadouken" es el sonido de un poder en un juego de consola, en el Street Fighter, con lo que yo crecí a principio de los 90. Lo escuché por un colega en un tema que grabó y yo soy muy de repetir las frases que me gustan. Lo mismo cuando digo "un asco", cuando quiero decir que estoy bárbaro. Y lo mismo cuando me preguntan: "¿Cómo estás, Gucci?", y yo digo "Hadouken", que puede significar "muy cansado", "contento", depende del contexto.
"El 'Hadouken' es el sonido del videojuego Street Fighter, con lo que yo crecí a principio de los 90. Cuando me preguntan: '¿Cómo estás?', yo digo 'Hadouken', que puede significar muy cansado, contento, depende del contexto"
-¿Sabés cuál es su acepción literal? Hadouken es un neologismo japonés que alude a un golpe de arte marcial, con un quiebre de muñeca.
-¡Qué hermosura! Mirá vos... siempre se aprende algo. ¡Hadouken!
-Sos de acá, de Palermo. De casualidad no saliste candombero, ¿o te gusta el candombe como expresión cultural?
-No, mi hermano es más para ese lado. Si bien tengo muchos amigos en el candombe y he acompañado a amigos en la comparsa. De repente los domingos acompaño los tambores, pero no es mi palo. Yo recién arrancaba, y me acuerdo que una muchacha de Palermo, cuando había empezado a moverse la onda del Gucci, gritó en un baile: "¡El Cerro tiene a Denis Elías y Gerardo Nieto, pero Palermo tiene al Gucci!". Entonces es como que llevo la banderita de ser palermitano. De hecho, hago asados y toques para el barrio todos los feriados.
-De chico jugabas al baby fútbol, y tengo entendido que eras camorrero, ¿puede ser?
-Era golero suplente del Don Bosco. Era gordito, un taponcito. Después, en 2002 y 2003 adelgacé y pegué el estirón, y después no pude con mi condición -porque soy gordo de acá arriba [NdeR.: se toca la cabeza]- y no pierdo la condición. Pero sí, jugaba y era un niño malhumorado, cualquier cosa me venía bien para ir a los bifes. Igual, muchas veces comí de la mano. Pero me daba contra la pared, no me importaba nada. Te hablo de los 9, 10 años.
-Y fuiste de la barra de Atenas, una barra pesadita...
-Sí, yo estaba en la primera línea del scrum, pero nunca vivimos un lío grande. Estaba en el mejunje de la hinchada, pero me encantaba la fiesta en Atenas. Yo era el que organizaba la movida de las bengalas, las banderas y los bombos. Fui referente, pero quedé mal visto. Yo ya no estaba yendo a la hinchada cuando un presidente de Atenas me dijo que yo estaba de vivo, y los demás me seguían a mí.
-Dijiste por ahí que de casualidad no te ligaste una buena paliza y la cosa no terminó realmente mal...
-Cuando mataron a los dos Rodrigos, de Aguada, ese día dije: "No puedo ser parte de esto". Yo nunca tuve en mis manos un arma. Sí hincha, barrabrava, pero delincuente no. Tenía clara esa diferencia. Entonces opté por no ser parte de eso. Amo esos colores, pero ya casi no voy. Últimamente no he podido por el Carnaval... Yo reflexioné y pensé que no quería que el final precipitado de mi vida sea por matar a alguien o porque me mataran a mí. Estando mezclado en el lío lleva a que a veces se dé una situación límite y tomes una decisión que no tomarías en tu sano juicio. No es necesario tener un arma en la mano para que se arme una tragedia. Me di cuenta de que el fanatismo estaba pasando por sobre la importancia de la vida.
"Cuando mataron a los Rodrigos de Aguada, dije: 'No puedo ser parte de esto'. Yo nunca tuve en mis manos un arma. Sí barrabrava, pero delincuente no. Entonces opté por no ser parte de eso"
-Precisamente, en una entrevista en el programa Esto es cultura (el año pasado en una radio comunitaria, ahora en Imparcial) dijiste que te gustaría recorrer las escuelas predicando el mensaje de "No a la violencia".
-Me encantaría... No me he movido para hacer eso porque no tengo tiempo para mi vida. ¿Sabés qué necesito? Necesito alguien que esté para esa y le haga saber a la educación pública que pueden contar con el Gucci. Me pasó una vez que me llamó un profesor de música y me dijo que quería sorprender a sus alumnos del liceo llevándome a mí. Le dije: "Encantado. Voy mañana mismo, si querés. Pasame la dirección". Era pasando Toledo... me quería morir, porque estaba mal dormido de la noche anterior, pero me había comprometido, así que fui. Me encantó la experiencia. Algunos niños parecía que estuvieran viendo a Justin Bieber, y acá en Palermo me cruzás llevando a los perros y sin remera.
-Es que en esta ciudad la fama tiene una escala humana.
-Para mí no existe la fama. Pero al que vive por Toledo, para ese es salado verme. Y entre medio de la masa de niños, uno me gritó: "¡Vamo' el manya, eh!", porque él sabía que yo soy de Nacional. Entonces paré la charla y las fotos y les dejé un mensaje: "Nunca se peleen por los colores de la camiseta". Y a partir de ahí pensé: "Qué bueno que estaría sumarme a otros colegas y dar este mensaje". Porque... ¿sabés qué? Se está perdiendo el respeto a la vida. Hoy te matan por 300 pesos. No quiero que suene arrogante, pero a mí la plata me chupa un huevo. Me encanta la plata y que me vaya bien, pero la base de todo es que la plata es plata... yo me quedo con los momentos, con el "Hola, ¿qué tal?". Yo, cada vez que lleno un teatro, al 90 % de la gente le reconozco las caras cuando prenden las luces.
-¿Es por eso que te considerás un artista "terrenal", en comparación con Lucas Sugo? Te has comparado con él y dijiste eso.
-Sí, claro. Él no es terrenal porque acá en Montevideo lo ven una vez por año, o dos. Es fantástico lo que generó Lucas. Pero yo no podría porque la gente me ve en la calle, y donde yo trate de generar algo así, soy un culorroto. Van a decir: "Bo, gordo sarnoso, ¿qué te hacés?".
-¿No te parece que Lucas Sugo es un tipo sencillo, del interior del país?
-Claro que sí, pero a mí la gente me ve en todos lados. A él [el fotógrafo] ya me lo crucé tres veces en las últimas semanas... La gente me ve, me cruza, yo no puedo hacerme el que estoy en una cajita de cristal.
-Si te entiendo bien, vos estás diciendo que no querés ser intocable o inaccesible, sino todo lo contrario.
-Mirá, el otro día fui a la fiesta de cierre de Piedra Lisa en Atlántida, y a las 6 de la mañana estaba lleno. En un momento la gente hacía pogo y no importaba lo que yo cantaba. Había cuatro patovicas adelante. En un momento, el pogo era tan grande que los de seguridad la estaban pasando mal. Entonces, en el último tema, me tiré yo hacia la gente e hice pogo con ellos... para evitar que la gente desbordara y tirara los equipos. La gente fue feliz. Yo termino los shows y me quedo hasta sacarme la última foto.
"Lucas Sugo no es terrenal porque lo ven una vez por año o dos. Es fantástico lo que generó. Yo no podría generar algo así porque la gente me ve en la calle, y me van a decir: 'Bo, gordo sarnoso, ¿qué te hacés?'"
-¿Cómo fue la experiencia de "El Gucci sinfónico"?
-Es uno de los proyectos que tengo para este año, "El Gucci sinfónico" en la Adela Reta del Sodre o en el Solís. Me encantaría tocar con la Filarmónica, pero el problema es que no soy afinado... yo conozco mis limitaciones. Si lo hago, quiero incorporar a mi banda. Pero eso fue una publicidad para una campaña de Claro, demostrando que la música es música. Quisieron demostrar eso, que empezaba como un cuento de Disney con flautas y terminaba con plena bien para arriba. Si se hiciera un concierto así, sería un éxito.
-En la misma entrevista con los chicos de Esto es cultura contaste que utilizaste tu fama para fines nobles, como ayudar a alguien que necesitaba viajar por una operación. Contame cómo fue.
-Estaba en plena rueda de prensa, dando notas por todos los canales, y me llama un amigo y me dice: "Tengo un sobrino que se llama Pietro; necesitamos juntar 40.000 dólares y no tenemos el apoyo de nadie. Él tiene que viajar a Brasil. En lo que puedas ayudar, te vamos a estar agradecido". Le dije: "Tengo tres notas en televisión esta semana, pasame más información y lo tiro al aire". Y lo dije al aire en Algo contigo del 4, en Día perfecto del 12 y en otro programa de Canal 10. En todos pedí permiso y le pedí a la gente que colaborara con Pietro. Me llamó el padre muy emocionado tres días después de la última nota, diciéndome que no sabía si yo había tenido algo que ver, pero habían llegado al dinero que necesitaban y estaba muy agradecido. Después me fui enterando de su evolución. Ahora se está recuperando y está muy bien.
-La moraleja es que para este tipo de cosas sirve la fama...
-Sí... aunque yo odio la palabra "fama", como odio la palabra "humildad". Desde el momento en que hablás de humildad, deja de ser tal. Yo quiero tener la mejor ropa, el mejor auto, entonces no soy humilde. Sí puedo ser generoso, sencillo. A ver... Mujica sí es humilde.
-Eso es más austeridad que humildad.
-Yo antes pensaba que lo de él era un personaje, pero hoy me convencí que no, que él es así. Y lo admiro. Y mirá que no soy de ningún partido.
-Llegaste a vivir con 8000 pesos. ¿Qué hacías con esa plata?
-Sí, 8000 pesos era mi último sueldo en una fábrica de helados, pero también viví sin plata. Un día me di cuenta que cobré 8000 pesos por una fiesta y dejé la fábrica de helados. Yo puedo ser lo que sea, pero hay que saber adaptarse a cada situación. Mi primer empleo fue por 1000 pesos como cadete de un supermercado, en el año 98, y después trabajé de mozo, de encargado, de bachero, en la fábrica de helados haciendo helados...
-¿Cómo llegaste a parodistas Los Muchachos? ¿Por tu amistad con el Vela [Edward] Yern y su hijo Marcel?
-Soy amigo de la familia Yern, sí. Y de hace años que hablamos de ser parte, y el Velita Marcel me decía: "Si querés venir a joder al tablado, venite", y yo le decía: "No, el día que vaya va a ser para salir, para subirme al tablado". Y lo decidí como estrategia, para sumar público, para sumar exposición. Me he sacado 200 fotos por tablado, muchas veces con niños, que no me ven en los bailes.
-¿Vas a seguir en el Carnaval? ¿Te picó el bichito?
-Me picó, sí. Seguramente siga. Soy muy competitivo lo que pasa. En lo que juego, tengo que ganar. Estoy contento con el segundo premio, pero hay cosas que no fueron justas. Creo que no estuvimos un punto arriba de Nazarenos y 70 abajo de Zíngaros.
-¿No te fumás a los Zíngaros?
-No, nada. ¿Sabés qué me pasó? Yo tenía buena relación con Pinocho [Ariel Sosa]. Un día fui a ver el Carnaval de las Promesas, pasaron cinco integrantes de los Zíngaros y me gritaron: "Sí, señores. ¡Aguante Denis Elías!", y primero me reí, después entré a engranar. Unas horas después, me encuentro a Pinocho en el [bar] Ponte Vecchio, y le comenté: "Che, Pino, pasó esto, esto y esto". Y da la casualidad que estaba con ellos cinco. Y le dije: "Necesito que les expliques que tengo buena onda contigo, tengo buena onda con Denis Elías, y no estoy ni ahí con esto del Carnaval". Estoy por fuera, para sumar público y pasarla bien. Él se fue a hablar con ellos, y después me llamó. Se acercó y me dijo: "Ellos me dicen que no te dijeron nada y yo pongo las manos en el fuego por ellos". Ahí me empecé a calentar. Le dije: "Yo no tengo necesidad de inventar esto. Uno de estos nabos me gritó"... y salta uno: "Pará que acá no hay ningún nabo", y le contesté: "Vos callate, que te arranco la cabeza". ¡Y era el hijo de Pinocho! Si alguno de ellos hubiera tenido la valentía de venir y decirme: "Gucci, perdoná, fue una joda", nos hubiéramos evitado todos el mal momento. A partir de ese día no los puedo ni ver. Los detesto. Lo que me molestó es que Pinocho, con quien tenía buena relación, me dijera que ponía "las manos en el fuego" por esos cinco pendejos que generaron el lío.
"A partir de un episodio, no los puedo ni ver [a los Zíngaros]. Los detesto. Lo que me molestó es que Pinocho, con quien tenía buena relación, me dijera que ponía 'las manos en el fuego' por cinco pendejos que generaron un lío"
-¿Luis Carballo debió haber sido elegido la mejor figura del Carnaval?
-Para mí, Luis Alberto Carballo fue la mejor figura del Carnaval. Pero creo que hay dos carnavales: el real y el de los puntos. El de los puntos es imposible que lo ganemos, me pareció un bochorno los puntajes. No estábamos sólo un punto arriba de Nazarenos y 70 abajo de los Zíngaros. El año pasado yo lo viví de afuera y se habló de una sola parodia, que salió tercera. Cuando se pensaba en el 2014 se pensaba en la parodia de Fosforito. Y creo que este año va a pasar lo mismo: la gente no va a pensar en "La jaula de las locas" [Zíngaros], ni en "Esperando la carroza" [la otra parodia de Los Muchachos], se va a hablar de "Sam". No sólo fuimos los parodistas que hicimos más tablados, sino que estuvimos segundos en el ranking general, después de la murga Don Timoteo. Pero Luis lo merecía. Él se encargó de la actuación, de la puesta en escena y hasta escribió muchas ideas de "La carroza".
-¿En febrero vos ibas a los tablados y de ahí seguías con tu banda el resto de la noche?
-Sí... me mató. A las seis o siete de la tarde ya teníamos que estar pintándonos y vistiéndonos en la Mutual, y a veces terminaba la noche a las ocho o nueve de la mañana... En el Teatro de Verano, cuando la rueda de campeones, de ahí me fui a tocar con mi banda a la despedida de Rodrigo Riera, el técnico de Unión Atlética, y toqué vestido de parodista... Una muchacha se reía de mi pantalón con una franja dorada. Mandé al utilero a buscar el saco turquesa del traje y toqué.
-Dijiste que El Tropy era tu lugar preferido para ir a tocar. ¿Por qué?
-Porque es divino, tiene una magia aparte. A bailar no iría. Pero para tocar es divino. La gente baila todo y toda la noche plena. El DJ pasa plena toda la noche, no como en otros boliches más chetos que te pasan una de Denis, una mía, una del Reja y alguna más. Acá escuchan nuestra música toda la noche. Sólo se pasa plena. Y ves a uno con camiseta de Peñarol y otro con la de Nacional, uno al lado del otro, y no hay lío. Y ves camisetas de Danubio, de Cerro, y no se arma lío, por lo menos no por el fútbol.
-Vos eras fan de Denis Elías, te hiciste amigo, y ahora sos colega...
-Sí, así fue. A mí me gusta mucho la música tropical, por eso quiero que le vaya bien a todo el mundo. Pero a Denis lo seguía. Un día le mandé un mensaje: "Denis, ¿dónde tocás? Necesito una sobredosis de Denis Elías", y él me contesta: "Estoy en Sauce, y voy para Coyote". "Voy para ahí", le puse. Y lo contó en público arriba del escenario, y me hizo subir. Fue la primera vez. Antes, de atrevido, me había subido con otras bandas. Con Denis pegamos muy buena onda.
-Has tenido buena onda con bandas de otros géneros: te hiciste amigo de la gente de La Santa, has dicho que te gustaría tocar con Jaime Roos y con Ruben Rada. Sos amplio... sin doble sentido.
-Es que creo que la música es música. Pegué buena onda con los Buitres, que son todos bolsos, como yo. Y en general tengo buena onda con los rockeros, con todo el mundo. También tengo onda con los de Pa'ntrar En Calor. Un día me vio Lea Ben Sasson en la puerta de Agadu y me saludó con respeto. Es gente que era inalcanzable para mí y ahora somos colegas. Hace unos días me crucé unos gurises con pelo en la cara, vestidos de negro y con los ojos pintados que pasaron por al lado mío, y al ratito volvieron y me pidieron una foto. ¡Eran góticos! Y les dije: "Quiero que sepan que me acaban de regalar un momento único". En un tablado, una señora me dijo: "Dejame sacarte una foto para mi marido". Bo, cosas que no podés creer...
-¿Y de veras te gustaría cantar con Jaime o Rada?
-¡Me encantaría! Hablé con Mandrake Wolf. Y me dijo: "Vamo' arriba". Igual, me parece que a Rada le colgaría, pero Jaime es más inalcanzable.
-¿Aprendiste canto o cantás de atrevido?
-De atrevido. Quiero tomar clases, lo que pasa es que no tengo tiempo... De verdad se me complica. Lo mío es todo a huevo. Hay gente que me ha dicho que canto porque tengo carisma, o el ángel o qué se yo. Y debe ser eso. Se habla del Gucci, pero es el Gucci y su banda [Los Asesinos del Sabor]. Hay un tema nuevo que se llama "Me quiero complicar", donde vienen adelante mío y dan una vueltita mientras tocan. Yo interactúo mucho con la banda. Hablo mucho en el escenario.
-¿Vos escribís las letras? ¿Qué te inspira?
-Algunas las escribo yo, otras son covers y otras las escribe mi bajista. "Ay, mujer" y "El racatán" son mías, pero las que se hicieron más fuertes son "Agua que me quemo", "Travesura" y "Siridún", que no son mías. Hay un tema que escribí yo que se llama "Falsa" que habla de gente que se viste con Dolce y Gabbana y después va a su barrio y se toma el bondi, que aparenta para afuera, pero en el barrio todos la conocen bien. Vamos a ver si camina.
"Mi vieja murió de cáncer en la lengua, con 50 años. Un cáncer que avanzó a mil por hora. Se bancó todos los ensayos, pero no llegó a ver mi éxito... Lo que estoy viviendo es impagable"
-No fumás, no tomás ni te drogás, y te escuché decir que tampoco dejás que nadie de tu banda lo haga. ¿Eso no es coartarle su libertad?
-No, porque es laburo. Si bien no tenemos una oficina que compartir, hay una imagen que cuidar. Y el que decide sobre qué imagen vende el producto soy yo. Si alguien ve un músico mío borracho o drogado, va a decir: "Pah, el gordo seguro que se mata...". Tenemos que cuidar el producto. Y una de las cosas que nos trajo a donde estamos es habernos tomado en serio esto. El primer año [2012], cuando teníamos tres toques en una noche -ahora son 10 por noche- y antes de terminar la noche, parábamos en una estación de servicio y algunos le daban al chupi, otros tomaban merca, y fui limpiando todo eso.
-Cuando decís "limpiando", ¿es porque dejaste algún integrante fuera de la banda por eso?
-Sí, claro. Y amigos. Dejé a un amigo fuera de la banda por la droga. Le di varias oportunidades, y en una le dije: "Esta es la última, de verdad", y no la aprovechó. Tengo a Santiaguito, un pibe que entró con 16 años a la banda, hoy tiene 18, casi 19. Y si ese gurí, adolescente, llegaba a enroscarse en la droga porque le copiaba al otro, yo no me lo iba a perdonar.
-Tocaste dos veces en el Mayo Tricolor en el Parque Central. ¿Te emocionaste?
-En el primero casi me muero. Me acordé mucho de mi vieja...
-Falleció, ¿no es cierto?
-Falleció un mes antes de que saliera la banda, bo. El 20 de febrero de 2012. Murió de cáncer en la lengua, con 50 años. Un cáncer que avanzó a mil por hora. Se bancó todos los ensayos, pero no llegó a ver mi éxito... [Se emociona]. Entonces, cada vez que me pasa de vivir una cosa grande, me falta ella... yo puedo llegar a casa y tener la mejor casa, la mejor novia, la mejor ropa, la mejor comida, pero me falta mi vieja. Es una pena que se haya perdido esto que me está pasando... te puedo hablar ocho horas más y no voy a saber explicarlo. Es el sueño de mi vida, de verdad. El día que no tenga la banda, me puedo morir tranquilo. Lo que estoy viviendo es impagable.
-¿Prefirirías que tu eslogan fuese "100 kilos de sabor" o "90 kilos de sabor"?
-[Ríe]. Debo de ser la persona que más dietas ha probado. Hoy hablé con mi viejo para salir a caminar. Y tengo una facilidad enorme para bajar de peso... ¡y para subir ni te digo! Es difícil ser gordo de la cabeza: me encanta comer. Muchas veces como sin hambre, por gula, como porque es rico. Una ex novia me dice: "Comés como si fuera la última vez que vayas a comer". Yo entro a una panadería y no escatimo, compro dos bolsas llenas de bizcochos.
-¿Nombre y colegio?
-Gustavo Sebastián Serafini Mc Call. Fui al liceo 5 José Pedro Varela y después fui al Zorrilla. En la escuela me echaron de la Francia y terminé en la Suecia. Era un alumno con mala conducta pero aplicado, fui a las Olimpíadas de Matemáticas. No era destacado, pero encaraba.
-¿Sos feliz?
-El más feliz del mundo. Por lo único que cambiaría esto que estoy viviendo es por volver a tener a mi vieja. Si dejo eso afuera, me considero el hombre más feliz del Uruguay.
Montevideo Portal | César Bianchi
Fotos: Juan Manuel López