El Colo es el yerno ideal para cualquier señora: es estudioso, trabajador, responsable y simpático. Lo conocemos porque conduce el programa Agitando de Monte Carlo TV, al que llegó luego de ser partenaire de Omar Gutiérrez, pero es más que eso.
Para empezar, es un carnavalero viejo, aunque todavía no haya cumplido los 30. Es un bailarín que se formó en la danza del ballet y despunta en el conjunto de parodistas Los Muchachos, mientras sueña con debutar -algún día- en una murga. Pero su gran pasión está lejos de las luces del espectáculo y las cámaras de TV: el Colo es profesor de Matemáticas en el IAVA, y como tal se animó a analizar la enseñanza pública en nuestro país.
Ah, y es aficionado de Sigmund Freud: "Si todos nos psicoanalizáramos, seríamos más felices". Con ustedes, Eduardo Martín Gianarelli.
@Chechobianchi
-Empezaste de muy chico en Carnaval, ¿no?
-Empecé a los 13 años, en Rebelión. Vengo de familia carnavalera. Mi vieja, en realidad, era amante del Carnaval, mi viejo odia todo lo artístico... y le salieron dos de los tres hijos con alguna vinculación con el arte. Mi hermano Bruno toca la trompeta, está por recibirse. Mi madre conocía a Eduardo Laguna, que sacaba Rebelión, una revista pionera en Carnaval. El espectáculo lo armaba Carlos Barceló, y necesitaba dos gurises chicos. Y uno fui yo. Había pasado a segundo de liceo.
-¿Ahí empezaste a bailar?
-Bailé por primera vez ahí, sí. Me sirvió porque yo era muy tímido... y el Carnaval me ayudó muchísimo. Ahí actuaba, bailaba y cantaba (ya no canto), y Carlos Barceló -ahora con Sociedad Anónima- me ayudó mucho. Saqué premio a Revelación ese año. Arranqué Carnaval... y ya nunca paré.
-Saliste con Kanela (Julio Sosa), también... Ojo, que puede ser el título de la nota, dicho así.
-Te digo más: ¡debuté con Kanela! Fue en lubolos... [Se ríe]. En el 97 y 98 salí en Rebelión, en el 99 salí en Los Carlitos, humoristas, y gané. En el 2000 salí con Kanela, y también gané.
"Kanela llegaba un momento que le decía a mi madre: "Rosa, se terminó acá, llevátelo al nene". Yo aprendí mucho de los ambientes del Carnaval"
-¿Cómo se dan los pases en el mercado del Carnaval? ¿Te vieron condiciones y te fueron a buscar?
-Yo no soy una figura excluyente en ningún rubro. Pero como en todos lados, uno se gana sus lugares por lo artístico o por lo responsable. Yo soy puntual, ayudo mucho al grupo, me gusta asumir responsabilidades, como este año que soy el que maneja los ensayos de Los Muchachos. Los pases en Carnaval son raros... Yo nunca me vendí para pasar a otra agrupación. Pero, por ejemplo, Kanela en el 2000 tenía un show que giraba en torno a un niño, y como todavía tenía cuerpo de niño, me buscaron a mí, porque me habían visto. Tenía 16 años, era grandecito, pero era chico físicamente.
-¿Cómo fue contigo Kanela?
-Espectacular. Siempre me cuidaron. Yo iba a ensayar y a actuar con mi madre, y como sabemos el ambiente del Carnaval es complicado... Yo siempre me crié entre mayores, pero Kanela llegaba un momento que le decía a mi madre: "Rosa, se terminó acá, llevátelo al nene". Yo aprendí mucho de los ambientes del Carnaval. Aprendí que el lugar se lo hace uno. Es un ambiente donde se maneja mucha droga, pero yo nunca vi droga.
-¿Entonces cómo sabés que se maneja mucha droga?
-Porque tengo amigos que lo hacen [consumen], y yo los acompaño diciéndoles que no estoy de acuerdo, que no me parece... Hay, te puedo asegurar que hay.
-También fue muy precoz tu ingreso en la televisión. Arrancaste con el programa infantil Jugo de Colores en el 4, con 12 años.
-Sí, fue casi a la misma edad, entre 12 y 13 años. Con la misma productora que hice Jugo de Colores hice muchos comerciales, antes incluso del programa. Hice avisos para Sirte naranja, jugos Caribeño, zapatos Marcel, diario El Observador, Ricardito, Portezuelo, hice uno de Bracafé para Suecia... Todo con Unidad Publicitaria como agencia, y la productora que hoy hace Agitando. Dentro de Jugo de Colores yo estaba en un sketch que se llamaba "María de la escuela" (parodiando a "María la del barrio"). Estaba Pichu Straneo, Ana Laura Barreto, etcétera... Yo hacía de "chico malo". Estaba muy bueno, nos divertíamos mucho.
-Pichu llegó al estrellato con Tinelli... y recientemente en Sin Codificar...
-¡Pichu está haciendo personajes que hacía en Jugo de Colores! Mirá si habrá que estar en el momento justo, porque en Monte Carlo TV le recomendaban que cambiara los personajes, porque no rendían. Y ahora está haciendo los mismos personajes, y rinden pila en Argentina.
"En la productora te cuidan mucho, te miman. Yo me tenía fe, pero era un fierro caliente tomar el rol de Omar. Empezamos con muchas bandas tocando, 15 bandas... Hoy tocan 4 o 5. Ahora es un programa de entretenimientos"
-Después pasaste a trabajar al lado de Omar Gutiérrez, casi como co-conductor.
-Hacía un tiempito que yo no tenía contacto con la productora, porque yo de chico había hecho comerciales porque era gordito, bajo, colorado, pecoso y simpaticón, pero cuando pegué el estirón, cambió mi fisonomía. Resulta que Omar termina su ciclo en De Igual a Igual, y tiempo después me llaman porque volvía Omar, pero con Agitando una más. Querían alguien que hiciera notas en la noche, en los boliches. Me llamaron para un casting, y éramos tres: uno hacía notas graciosas, otro hacía un personaje, y yo les dije: "Yo no soy actor, voy a ser de mí mismo". Hice de mí mismo, y la productora me eligió a mí. Bueno, yo tenía varias notas en la noche grabadas y estaba por empezar el programa. Omar quería como co-conductor a un uruguayo que había estado en la definición de Gran Hermano, en Argentina. Ese loco nunca llegó y la productora me propuso a mí, a Omar le gustó, y arranqué. Mi trabajo era apoyarlo, dar teléfonos para contrataciones de las bandas, hacer PNT [publicidad no tradicional], porque viste que Omar se va por las ramas...
-¿Tenías que encarrilarlo?
-¡Es imposible llevarlo a Omar! Imposible... Yo era el que tenía la cucaracha, él no la llevaba. Me acuerdo del primer programa. Hay un llamado telefónico, y a él se le ocurre decirle un verso. Y por la cucaracha me decían: "Ojo, ojo... salvalo si derrapa". Y Omar dice: "Florencia, quisiera ser baldosa, para que me pises, diosa". Y ahí todo el mundo suspiró de alivio. Y dice Omar: "Y ahora tengo otro verso... que es para después de la medianoche". Y de nuevo: pánico entre los productores. Dice Omar: "Quisiera ser baldosa, para verte la cosa". Ese es Omar Gutiérrez. Había que llevarlo, y era complicado.
-Hasta que Omar se va del 4 y quedaste a cargo del programa...
-Después de las fiestas, tiene una oferta de Canal 10 y se va. Me llaman a mí y me dicen: "Mirá, estuvimos hablando con Romay y con Carlos Novaro [gerente de programación de Monte Carlo TV] y les propusimos que vos sigas conduciendo el programa. Vos solo". "¡Pero yo no sé nada, no sé cómo hacerlo!" Y me dicen que no importaba, que ellos confiaban en mí... y así arrancamos.
-¿Te tuviste fe cuando te dieron la confianza?
-La principal virtud de la productora (a la que yo ya conocía) es que te cuidan mucho, te miman. Yo me tenía fe, pero ta... era un fierro caliente tomar el rol de Omar. Empezamos con muchas bandas tocando, eran 15 bandas. Hoy tocan cuatro o cinco. Fue mutando; ahora es un programa de entretenimientos, con bandas en vivo. Se armó un grupo de chiquilines que atomizamos a la producción con ideas. Ellos nos frenan porque saben lo difícil que es hacer un programa de TV y lo costoso que es.
-¿En algún momento de tu vida -quizás cuando niño- sufriste lo que hoy se llama bullying o discriminación por ser pelirrojo?
-Bullying hubo toda la vida, aunque no se decía así. Creo que, al popularizarse ese término, ahora parece que todo es bullying. Yo era gordito, y cuando estábamos en gimnasia, me tomaban el pelo por eso y me dejaban para lo último, porque era gordito y patadura. O yo estaba en el liceo, y como ya salía en una revista y bailaba, tenía el cartel: "Este es gay". Es un estigma, pero en la mayoría de los casos se cumple, sí: los que bailan suelen ser gays, pero no todos lo somos.
"¡Hice seis años de ballet! Nunca llegué a ponerme malla ni suspensor. El ballet es la madre de todas las danzas, aprendí para tener los conocimientos básicos y después poder bailar bien"
-A vos siempre te gustó bailar...
-Mucho. ¡Hice seis años de ballet! Nunca llegué a ponerme malla ni suspensor. El ballet es la madre de todas las danzas, entonces aprendí para tener los conocimientos básicos y después poder bailar bien.
-¿Qué es lo que te atrae de bailar? Porque no lo hiciste para seducir mujeres...
-[Se ríe]. No, no... Me gusta estar en lugares donde siento que le puedo dejar a la gente. Y yo siento que con el baile le puedo dejar mucho a la gente. Me gustan los desafíos jugados, lo que sale de lo tradicional. Nunca hice ballet para bailar ballet... sí para saber que para otras danzas eso lo necesito incorporar. Este año estuve en una obra de teatro en el Victoria que se llama Reas -se reestrena en mayo- y es todo baile, contemporáneo, pero es una hora de baile. Somos 13 bailarines.
-Lo vocacional, ¿por dónde pasa? ¿Por la danza, por la televisión o por la docencia?
-Por la docencia. Pero el baile es vocacional también. La tele fue algo que me cayó, y me siento afortunado, porque hay gente que estudió Comunicación Social y quisiera estar en el lugar donde estoy yo. Me da vergüencita estar conduciendo un programa sin haber estudiado para eso. A mí me pasa que critico a los profesores que no han estudiado o dan clase con sólo un año de IPA arriba... y esto es lo mismo. Pero, por otro lado, es un hobby la televisión. Un hobby que espero dure toda la vida. [Se ríe].
-¿Hace cuánto empezaste a estudiar profesorado de Matemáticas?
-Hace tres años. Me quedan un par de materias para recibirme, pero hace dos años que doy clases, porque hay ausencia de docentes.
-¿Por qué Matemáticas? ¿Te iba bien con los números?
-Sí, tenía facilidad, pero si me preguntas en qué materias me iba mejor: en las de letras. Pasé todos los años con 12, era abanderado del pabellón nacional, era muy traga. Me iba bien en las de letras porque tengo mucha memoria, me aprendía todo de memoria fácilmente. Pero me encantaban las matemáticas -donde tenés que razonar, no aprenderte las cosas de memoria-; estuve en las Olimpíadas de Matemáticas acá, hice tres años de Facultad de Ingeniería, me di cuenta que no era lo mío y me fui. Estaba a medio año de analista de sistemas.
-En las pruebas Pisa de 2012, Uruguay obtuvo el peor resultado en la historia desde que participa de estas pruebas para liceales de 15 años. El 55 % de los alumnos no logró superar pruebas fáciles y básicas. Es, sin dudas, el gran debe dentro del gran debe de la educación... ¿Por qué les cuesta tanto las matemáticas a los jóvenes uruguayos?
-Hay muchas aristas y todo influye... Yo he ido a algunas reuniones del gremio de profesores y he chocado muchísimo con la postura dominante. Todos los profes jóvenes chocamos mucho con el gremio, tenemos otra forma de ver la educación. La educación va de la mano de la sociedad. La sociedad está sufriendo un deterioro, y entonces la educación también. Necesitamos trabajar todos juntos: familia y educadores.
"Si la educación la globalizamos, estamos muy mal, muy mal. Y las pruebas Pisa son una prueba de eso. La educación influye en su contexto; si vos sacás la educación de su contexto, no sirve, olvidate..."
-Ya lo decía el maestro Julio Castro: la educación sola, sin las familias de los alumnos, no funciona.
-Es que en la escuela o el liceo está sólo unas horas el chico, el resto está en la casa. Nosotros lo tenemos un rato en el día. Muchas veces los profesores nos encargamos de cosas que no nos corresponden, estamos socializando al chiquilín. Yo termino ocupándome de cosas como el relacionamiento de ellos con los padres, o entre ellos, por qué le pasan ciertas cosas... Fijate que recién ahora están cobrando importancia los equipos multidisciplinarios que trabajan en los liceos.
-¿Se les enseñó mal las matemáticas durante años? ¿O hay desinterés de los chicos?
-Mirá: hay una batalla -que no tendría que darse- entre los licenciados en Matemáticas y los profesores de Matemáticas. ¿Por qué? Los programas los hacen los licenciados en Matemáticas y no hay participación de los profesores. Fue uno de los problemas para instalar el Instituto Universitario de Educación [Iude], que todavía no ha salido, porque no hay una Ley Orgánica, no hay una Ley de Educación que tenga consenso... no tiene consenso ni entre los profesores. Pasa que los programas son extensísimos, y cada profe tiene que ver qué da y qué deja afuera. Yo por suerte estoy en el IAVA, donde los profes tenemos reuniones todos los meses y organizamos cuál es la base que tiene que tener el chiquilín, para no estar desfasado.
-¿Las pruebas Pisa son un buen termómetro? Te lo pregunto porque hubo quiénes las despreciaron como medidor de aprendizaje...
-Son pruebas internacionales. Este año, en una materia en el IPA que se llamaba Análisis del Discurso Matemático, vimos a las pruebas Pisa. Si la educación la globalizamos, como globalizamos todo, estamos muy mal, muy mal. Y las pruebas Pisa son una prueba de eso. La educación influye en su contexto; si vos sacás la educación de su contexto, no sirve, olvidate... ¿Viste cuando un chico va a estudiar inglés? Te dan todo: los libros, los cuadernos con ejercicios, CD para escuchar en tu casa, un pack que vos estudiás. En Estados Unidos la mayoría de las materias se dan así. Acá todavía estamos lejos de eso.
-Durante la campaña electoral, algunos expertos en educación sostenían que no se puede enseñar lo mismo en un centro educativo en contexto favorable que en un centro en contexto crítico. ¿Vos qué pensás?
-¿Qué dice la Ley de Educación? "Considerar las desigualdades". ¿Por qué no una educación personalizada? ¿Por falta de tiempo? ¿De tiempo de quién? Del docente: que tiene 60 horas semanales, y tiene que hacer de "profesor-taxi" e ir del Buceo al IAVA. Ahora, si se logra que cada docente trabaje en un solo centro educativo, se mejora todo, porque conoce mejor la institución. Hay profesores que no conocen la institución donde están trabajando y no es culpa de ellos, es que ahí sólo están cuatro horas. La directora del IAVA es una crack, que te atomiza a mails. Y está encima de los profesores y de sus clases. Hay un mito que dice que los chicos que quieren estudiar van al IAVA. No puede ser que vos elijas un liceo (como yo elegí el 33) porque te queda cerca. No es lo mismo ir a un liceo porque te queda a mano que tomarte un bondi todos los días porque elegís otro liceo. Ese pequeño detalle hace la diferencia.
-Ahora: ¿hay que dar distintos contenidos de acuerdo a la zona geográfica, al contexto en el que está inserto el liceo, o el mismo contenido pero dado de otro modo?
-El plan curricular es el mismo. Ojo, hay otras experiencias pedagógicas... las escuelas granjas, con otros contenidos y otras materias, que para mí son un éxito. O los laboratorios de ciencias. Escuchemos a la gente: por algo están en auge las (ex) UTU.
-¿Vas a terapia?
-Yo me psicoanalizo... me gusta mucho Freud. Cuando sea viejo voy a estudiar Psicología, pero no para ejercer, para mí nomás. Me gusta el psicoanálisis: ¡no al conductismo! Causa-efecto no... Todo pasa por algo. Si te ponés a hurgar en el inconsciente, todo está ahí. Si todos nos psicoanalizáramos seríamos más felices.
-Se viene el Carnaval, donde seguís con Los Muchachos...
-Estoy desde 2010, estoy muy cómodo. El director, que es el Vela [Edward Yern], me dice "capitán", porque estoy a cargo de los ensayos. Yo defiendo al Carnaval porque ahí vemos los espectáculos artísticos más lindos del año. Te das cuenta cuando le gusta y cuando no le gusta. Cuando vamos al Velódromo, los parodistas, humoristas y lubolos lo sufrimos, porque esperan las murgas. Estás actuando y hay un murmullo que te mata.
"Fue una pena, pero Cucuzú había asistido a un solo ensayo, y en una oportunidad en que todos teníamos que hacer una pasada, él mandó un whatsapp diciendo que iba en camino y nunca llegó. Fue insostenible"
-Pero Los Muchachos tienen su propia hinchada...
-Sí, tenemos. El año pasado fuimos el grupo de parodistas que más trabajó: hicimos 102 tablados. Es lindo. Cansador, pero lindo...
-¿Tuviste algo que ver en la decisión de que no siguiera Walter Brilka, Cucuzú?
-Sí. Fue una decisión que tomamos el grupo artístico, o sea, la dirección de la agrupación y yo. Fue una pena, pero él había asistido a un solo ensayo, y en una oportunidad en que todos teníamos que hacer una pasada, él mandó un whatsapp diciendo que iba en camino y nunca llegó. Ya se había tornado algo insostenible y tuvimos que tomar esa decisión.
-Tengo entendido que te gustaría salir en murga.
-¡Me encantaría salir en una murga! En algún momento lo voy a hacer... pero me va a costar irme de Los Muchachos, porque los quiero demasiado. Yo tengo oído, en el coro canto, pero no tengo voz para solista. Me imagino cantando una despedida de murga... Capaz que pido mucho: tiene que ser una murga que esté buena. Cantar una despedida en una murga que esté definiendo el concurso debe ser una de las cosas más lindas... te lo puede decir cualquier carnavalero.
-¿Qué tipo de Carnaval te gusta como espectador?
-El Carnaval se ha dividido en dos: el de la calle y los tablados, y el del Teatro de Verano. Nosotros el año pasado en una misma noche tuvimos ocho tablados y es imposible tener ocho actuaciones dignas... A mucha gente le gusta el Carnaval de los tablados; a mí en cambio me gusta más el carnaval del Teatro de Verano, ver el espectáculo en toda su magnitud. Veo la coreografía, luces, buen sonido, baile, todo... El primer año que no salga en Carnaval voy a hacer lo siguiente: tomarme vacaciones en enero (que hace cinco años que no me tomo) y me voy a comprar un abono para en febrero ir todas las noches al Teatro de Verano.
-Hasta hace poco vivías con tu padre, quien padece esclerosis múltiple. ¿Te afecta mucho a vos?
-Cuando era más chico, sí. Porque de chico vos no entendés que la vida es así y a cada uno le toca lo que le toca vivir... y tenés que ser feliz con lo que te toca. Se lo detectaron a los 27 años y ahora tiene 59. Al ver la fuerza de voluntad de mi padre y ver qué siempre está con buena cara, es imposible ponerme mal. Intelectualmente está cero kilómetro. La esclerosis múltiple puede ser totalmente progresiva, que es la peor, o puede tener empujes y remisiones, que es la que tiene mi viejo. Está en silla de ruedas, cada vez tiene menos movimiento, pero intelectualmente está clarito. Lo que tiene es que un poco parco... La única vez que me dijo "Te quiero" me lo dejó escrito en el protector de pantallas. Es un roble... [Se ríe]. Pero nos enseña cada día con su fuerza de superación.
-¿Notás una evolución en su salud?
-Él asegura que se va a curar. Y otras personas que tienen lo mismo que mi viejo son pesimistas. Mi viejo se hizo una piscina, se la climatizó, se despierta todos los días a las 8 de la mañana, se tira con la silla y nada... después nosotros lo sacamos, lo bañamos y secamos, y él queda. Va al fisioterapeuta todos los días, trabaja en la atención al cliente de Tres Cruces. Está impecable, pero le tocó eso y... hay que darle para adelante. Yo caí en la cuenta de su enfermedad cuando usando bastón empezó a caerse, o íbamos a jugar al fútbol y le erraba la pelota, ahí me cayó la ficha.
-¿En ningún momento él te sentó para hablar y comunicarte de su enfermedad?
-No, él no habla de eso. Mi madre sí, pero él no. Nunca tocó el tema. Fuimos mucho tiempo al psicólogo, para saber cómo acompañarlo. Mis hermanos Bruno y Paty intentamos acompañarlo, pero a él no le gusta que estemos cuidándolo, hay que hacer un trabajo fino, para cuidar su humor.
-¿Quién te llama Eduardo?
-Ana Laura [Barreto], "la periodista indiscreta" de Agitando. [Se ríe]. Ella me llama Eduardo Martín. Y algunas veces mi madre, cuando se enoja. Pero nadie más.
-¿Ser colorado es un sello distintivo? Si volvieras a nacer, ¿elegirías ser pelirrojo?
-¡Sí! Sí, claro, soy distinto a todos... Vos sos morocho, ¿cuántos morochos hay? Colorados hay pocos...
-¿Sos feliz?
-Muy feliz. No puedo pedir otra cosa: mi hermana (Patricia) que es la cosa que más amo en el mundo, mis sobrinos que los adoro, tengo una preciosa familia, una novia divina, que no es modelito... ¡Tengo una novia hippie... que me banca en todo y me enseñó de todo! Soy feliz, claro.
Montevideo Portal / César Bianchi
Fotos: Juan Manuel López
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