Dice que es feliz, pero no suena así por teléfono. Él mismo se definió en esta entrevista como "resabiado", "enojado" y "triste", pero Caril "el super Ratón" Herrera suena resentido. Tiene 35 años y busca retomar la senda del éxito que alguna vez lo tuvo, hace 10 años, como el mayor exponente del boxeo profesional uruguayo. No llega a tener ciento sesenta centímetros y con sus 55 kilos y 300 gramos, el muchachito del Cerro se las ingenió para demoler rivales en la categoría super gallo. Hace una década llenaba el Palacio Peñarol y era el referente masculino del programa gubernamental K.O. a las Drogas durante la primera administración de Tabaré Vázquez. Hoy, dice, la Federación de Boxeo lo ignora.

Caril está, desde hace meses, radicado en Ciudad Evita, en el barrio porteño de La Matanza. Tan estricto es su entrenamiento de cara a su próxima pelea que deberá tragarse las lágrimas cuando sea la medianoche del viernes 25 de diciembre y esté lejos de sus hijas. "No puedo parar de entrenar, hermano. Peleo el 29 de enero en Fray Bentos. Hago un par de peleas más y tengo una chance mundialista. Por eso me vine para acá, para prepararme para el título mundial", dice Herrera del otro lado del teléfono en el medio de una larga charla que le sirvió de catarsis.

Por @Chechobianchi

-¿Por qué entrenás en Argentina y no en tu país?
-Porque acá están mejor equipados, hay mejor entrenamiento, hay más boxeadores para guantear y el entrenamiento es más exigente. El boxeo uruguayo ha decaído un poco y no hay mucha promoción. Acá le dan más corte al boxeo. Yo ya tengo mucha experiencia, tengo un montón de peleas encima y me dieron una chance. Yo ya pelee acá en Argentina, pelee en México, en Filipinas. Y estoy acá porque le quiero dar un futuro mejor a mis hijas. Cuando empecé a pelear, quería comprarme una casa, y cuando arranqué en Montevideo, no me dio ni para comprarme una bicicleta. Pero ahora se vienen cosas buenas, la paga es mejor y tengo un promotor que tiene muchos contactos, que es Sampson Lewkowicz. Él tiene muchos campeones mundiales y ahora vive en Las Vegas. Estoy trabajando con Sampson y con Sergio Márquez, que es socio de él.

"Cuando empecé a pelear, quería comprarme una casa, y cuando arranqué en Montevideo, no me dio ni para comprarme una bicicleta.  Pero ahora se vienen cosas buenas"

-¿Qué diferencias hay entre uno y otro? ¿Qué rol tiene cada uno en tu preparación?

-Sampson económicamente está bien y manda la plata para que yo tenga la estadía acá y tenga para comer. Yo acá no pago nada gracias a él. Y Sergio Márquez (NdeR: manager y esposo de la boxeadora Cecilia Comunales) es el organizador. Sampson es el que tiene los contactos.

-Sampson es montevideano, de Villa Muñoz, pero está radicado hace 40 años en Estados Unidos. Fue manager del argentino, campeón mundial, Sergio "Maravilla" Martínez, y es quien descubrió al filipino Manny Pacquiao. ¿Cómo dio contigo?
-Él me vio pelear y me llevó a un reality show en México, en 2011. Y ahí empezó a trabajar conmigo.

-¿Cómo evaluás tu participación en ese reality show, "Reto de Campeones"? Llegaste a la final, donde perdiste con un mexicano, que era local.
-Fue muy buena. Para mí el juez hizo diferencias y me sacó mal en el séptimo round. Yo estaba bien, estaba entero y no encontré el motivo. Después me dijo que yo no tiraba manos, que me había quedado en el rincón y me sacó. Por lo que yo veo, se la vieron fea para el mexicano. Era imposible que ganara un uruguayo, él era un campeón del mundo reconocido.

-¿Creés que no era redituable que ganara un uruguayo para un reality show internacional?
-Claro... Somos un país de tres millones y en México son 120 millones y tienen la mayoría de los campeones mundiales. Pero la pelee hasta el final, y quedé desconcertado cuando me la dio por perdida. Le dije después: "¿Por qué me sacaste, si yo estaba bien? Me estoy jugando todo acá, hace cinco meses que estoy entrenando, matándome por mi familia". El juez me entendió, pero después que ya la había parado, ya no había vuelta atrás. Lloré como loco, desconsolado... En el boxeo hay picardías, y yo había tomado un cachito de aire para seguir. No es como en el fútbol, que entran once. Ahí arriba estás vos solo, tirando piñas y recibiendo. Era a 10 rounds: en el séptimo yo estaba tomando el tiempo para en el octavo y el noveno salir con todo y en el décimo terminarlo como campeón. Y quedé desconcertado con el final.

"Al juez de la final del reality, le dije: '¿Por qué me sacaste, si yo estaba bien? Me estoy jugando todo'. Pero ya no había vuelta atrás. Lloré como loco, desconsolado"

-¿Contra cuántos competiste hasta llegar a la final?

-Éramos 16 boxeadores de todo el mundo. El que perdía se iba para su país. Pasé cuatro peleas y pelee contra el mexicano (Oscar González). Y encima me embromaron, porque el que ganaba se llevaba 100.000 dólares y el segundo 10.000, pero no me dieron nada, nunca me pagaron. Un bajón... Lo televisaba Fox Sports, la empresa organizadora le hizo juicio a Fox y perdió; creo que se fundió.

-Terminada esa pelea, y el reality, volviste a Montevideo.
-Sí, pero las cosas no estaban bien y la cosa no está bien con la Federación de Boxeo.

-¿Por qué? ¿Cómo es tu relación actual con la Federación?
-A mí no me llamaron más, no he tenido contacto con ellos. Yo no me llevo con la Federación, porque no me reconocieron nada. Yo me mandé tremenda campaña en México, volví y no me reconocieron nada. Estoy dolido por eso. No me promocionaron y en dos o tres años hice sólo dos o tres peleas. Capaz que tienen boxeadores favoritos... Yo fui a buscar el pan para mis hijas, no vine a competir contra otros boxeadores uruguayos. Ahora el 24 va a venir Papá Noel y yo no voy a poder estar con mis hijas Luana (5) y Candelaria (2), cuando abran los regalos.

-¿Estás con la mamá de tus hijas?
-Sí, estoy en pareja con Karen, que ha sido un pilar fundamental en mi vida. Ella es la que me da para adelante, desde Montevideo... (Se quiebra) Me pongo un pongo melancólico, porque duelen estas cosas. Hace 15 años que estoy en el boxeo y no tengo mi casa propia, ni tengo auto... No quiero una casa para mí, la quiero para mis hijas. Sólo tengo una motito china que me lleva y me trae al gimnasio a veces, pero no ando mucho en ella por miedo a que me pase algo.

-¿Vos sentís que la Federación de Boxeo te ningunea?
-Tipo así... No quiero roces ni discordia, sólo busco el futuro para mis hijas. Yo estoy con Márquez, y él no se lleva con la Federación, entonces como ahí no hay amistad, por ende no hay onda conmigo de parte de la Federación.

-Pero si hubiese buena sintonía, ¿cuál sería el rol de la Federación respecto a tu carrera?
-Tendría que fiscalizar mis peleas... me tiene que dar pa delante, respaldarme oficialmente, reconocerme. Una vez yo venía a pelear a Buenos Aires y ellos no me dieron el permiso porque yo estaba con Sergio Márquez. Pero resulta que no se llevan con el promotor y la liga el boxeador, me cortan las patas. Le sacan el pan de la boca a mis hijas. Eso me da bronca.

"La Federación de Boxeo tendría que fiscalizar mis peleas... me tiene que dar pa' delante, reconocerme. Una vez yo venía a pelear a Buenos Aires y no me dieron el permiso"

-Quizás el malestar no sea sólo con Márquez, porque vos protagonizaste un episodio en agosto del año pasado que no te dejó bien parado. Fuiste procesado sin prisión por lesiones personales luego de propinarle una golpiza, junto a tus hermanos, a un adolescente de 17 años que era vecino de tu gimnasio en el Cerro. El joven declaró, incluso, que vos y tus hermanos lo amenazaron de muerte. 

-Te agradezco la pregunta, porque se conoció una campana sola. Mi abogado me aconsejó no declarar en los medios y no dije nada. Quedé enojado con la situación. Igual, la gente que me conoce sabe que no soy violento y salió a juntar firmas para apoyarme. Se dijo que el chico era menor, que le habíamos pegado a él y a la madre, patadas en el piso... Y yo pregunto: si el chico quedó así de esa manera (con la cara hinchada por los golpes), ¿entonces por qué la madre salió a hablar en los medios y no tenía nada roto, no tenía la cara machucada y estaba lo más bien?

-¿Cuál es tu versión de lo que sucedió?
-Ese chico tenía un problema con drogas. La gente dice "ay, pobrecito, es un menor", pero hay menores que son asesinos, menores que roban, lastiman, violan. Ese muchacho tenía varias denuncias por haberle pegado a la novia, era violento... Nosotros teníamos un gimnasio en la calle Grecia -ya no lo tenemos más ahí- y ellos tenían una mueblería al lado del gimnasio. Ponían los muebles en toda la vereda del gimnasio. Venía la gente a preguntar al gimnasio si nosotros vendíamos muebles, y le decíamos que no, que era al lado. Mi hermano le pidió que sacaran los muebles que estaban frente al gimnasio de boxeo...

-¿Obstaculizaban la entrada al gimnasio?
-Exactamente. Y el muchacho nos empezó a insultar, se metía con las socias que iban a entrenar al club, con los muchachos, después salió a decir que nosotros vendíamos droga en el gimnasio...

-Pero el chiquilín habló en los informativos y tenía la cara destrozada. ¿Cómo se hizo eso?
-Porque mi hermano lo quiso reducir y el pibe se cayó de boca al piso. Mi hermano se cayó encima de él y cayeron al piso...

-¿Vos no le pegaste?
-No, te juro por mis hijas que yo no tiré ni una mano.

-¿Y tu hermano?
-No... mi hermano lo quiso reducir... Mirá: el pibe apenas vino me pegó una pedrada en la cabeza y me dieron como ocho puntos -está todo declarado en la Justicia-, yo quería separar nomás. Yo quería cuidar la imagen del gimnasio porque trabajamos con muchos gurises becados, gurises con problemas. Después vino el padre del muchacho con un palo y le partió la cabeza a mi hermano. Después vino mi hermano chico y no sé si le pegó -no te sé decir, sinceramente- porque yo estaba eufórico, tratando de detener al padre que estaba con un palo. Y la madre estaba perfecta y dijo en la tele que le habíamos pegado en el piso... Es más: declaró una versión distinta en cada canal. En uno dijo que yo le había pegado patadas, en otro canal dijo que fue mi hermano Marner, y ahí me di cuenta que estaba inventando. Después vinieron un montón de policías y me esposaron. Yo les decía: "Esperen, no soy ningún delincuente". Yo estaba en mi lugar, el pibe se metió para adentro del gimnasio, quería romper todo. Si ves el prontuario de él, salía a robar a viejas en moto.

-De todos modos, la Justicia los procesó a ustedes, no a ellos. Para la jueza, el muchacho y sus padres fueron las víctimas de la agresión.
-Sí, quedamos como los malos. Pero ya ves: pasaron los años y estoy acá entrenando, sigo con mi carrera que es lo que amo, y estoy tranquilo porque pongo todo en manos de Dios. Ahora me dijeron que ellos andan acá en Buenos Aires, y me están buscando. Que el padre quería ajustar cuentas... Ellos están viviendo acá en Argentina, porque tienen familia acá. Escuché que el padre iba a venir a buscarme a mí y mis hermanos.

"El pibe me pegó una pedrada en la cabeza y me dieron como ocho puntos. Yo quería separar nomás. Quería cuidar la imagen del gimnasio"

-¿Ese episodio manchó tu imagen como deportista, en Uruguay?
-Sí, la manchó, sí. A mí me llamaban del Portal Amarillo para dar charlas, por cómo fue mi vida y cómo superé mis problemas con las drogas, yo le trasmitía a los gurises que siempre se puede, que todo depende de uno. Y me manchó, sí, porque esa gente me hizo daño.

-El Portal Amarillo y el programa Knock Out (K.O.) a las Drogas te tenían como ejemplo de rehabilitación. ¿Qué relación tuviste con las drogas cuando eras más jovencito?
-Cuando era chico andaba en una esquina, me drogaba... No me da vergüenza decirlo porque lo superé. Cuando murió mi padre me dejó mi hermanito chico de dos años, que ahora ya es un hombre de 22, y lo crie yo. Mi papá (Aldemir "Ratón" Herrera), que era boxeador amateur, era alcohólico y somos muchos hermanos, nos criamos en la calle. Por eso a mi madre hay que hacerle un monumento por todo lo que aguantó, pero ahora gracias a Dios no tiene ningún hijo chorro, preso ni drogadicto.

-¿Cuándo te recuperaste?
-Cuando empecé a boxear. Le dije a mi madre: "Mami, yo voy a ser boxeador y te voy a comprar una casa". Empecé de grande a pelear, tenía 19 años. Fui al Palacio Peñarol, me vieron madera, justo el entrenador conocía a mi padre y empecé a pelear. Mi primera pelea la gané por KO.

-Recuerdo haber acompañado al entonces editor de Deportes de El País, Jorge Savia, a veladas boxísticas en el Palacio Peñarol, y Savia me decía que te daban algunos billetes y te ibas con lo que te dieran apretados en un puño... No preguntabas ni cuánto te correspondía, ni lo discutías.
-Sí, por eso uno es tan resabiado con todo y está como enojado. Ha sido tan manoseado el boxeo -y lo viví en carne propia-... Es como vos decís: llenaban el Palacio Peñarol y yo me llevaba vintenes. Me daban 20.000 pesos, 30.000 pesos como mucho, y mirá que recaudaban, eh. Ahí te hablo de 2003, 2004, 2005...

-En 2006 te fuiste a pelear a Filipinas.
-Sí, me fui a pelear por una buena bolsa y con eso después le arreglé la casa a mi mamá. Le compré heladera, lavarropas, todo lo que necesitaba. Viajé 36 horas de avión y el juez me sacó en el cuarto round, pelee un domingo a las 7 de la mañana... fue una locura que me mandé, pero lo hice por la plata, por necesidad. Ahí me quedaron como 13.000 dólares, que para mí era un montón de plata. ¡Yo venía acostumbrado a cobrar 25.000 pesos! Era más en realidad, pero en otros países te descuentan por impuestos, tenés que darles un porcentaje al promotor y al entrenador, que era mi hermano, así que pude arreglar con él.

-Vos estabas, inicialmente, con Amaya y Vanrell Producciones y te fuiste, luego que lo hiciera Chris Namús, argumentando que se quedaban con dinero que les correspondía a ustedes. Y te fuiste con el manager de ella, Sebastián Revetria.
-Sí, pero también con Revetria tuve una mala experiencia. Al principio lo vi preocupado, me llamaba y me daba vitaminas, pero después me di cuenta que se acercó a mí para quedarse con Chris Namús. Después ya no era lo mismo, ya no era el mismo trato, ni me organizaba peleas. Un boxeador necesita pelear con frecuencia, porque vive de eso. Yo no cobro un salario, cobro por pelea. Si hoy o mañana me llego a fracturar una mano, se me corta todo. Después de eso, hice una pelea con Vanrell, y enseguida me vine con Márquez. A todo esto, mi hermano Marner me aconsejaba, cuando me vine para Buenos Aires me aconsejó mucho y yo le hago caso. Ahora tengo un profe acá, Jorge Ocampo, que fue quien entrenó a (Marcela) la Tigresa Acuña.

-Pertenecés a una familia de boxeadores: tu papá el Ratón Herrera, tu hermano Marner, vos y ahora tu hermano chico, Jonathan. ¿Cuál es el mejor de todos los Herrera?
-Mi hermano Jonathan. Tiene técnica, tiene fuerza, es muy pillo para pelear, tiene más viveza que yo. Yo ahora tengo experiencia...

-Cuando terminaste el reality show en 2011 le dijiste al portal Boxeouruguayo.com: "¿Cómo no voy a estar loco de la vida? De cuidar coches a salir segundo en un reality".
-Y sí, yo empecé cuidando coches en la iglesia de San Pancracio todos los 12, trabajé en la feria... Yo le dije a los chiquilines, cuando doy charlas: que no les dé vergüenza decir quiénes fueron, hay que mostrar lo que uno fue para llegar a donde quiere. Vos no podés olvidarte de tus raíces, hay muchos boxeadores que se olvidaron de sus raíces.

-¿A quién te referís?
-Y... A algunos les hicieron un buen trabajo de promoción. Un promotor me dijo: "Yo soy el que hizo el mejor invento del Uruguay", y yo lo creo, es así. Pero no te quiero dar nombres... está en Uruguay y pelea el sábado que viene. (NdeR: el sábado a la noche, Chris Namús le ganó por puntos en Colonia a la brasileña Silvana Lima Da Silva).

-Lo decís por Namús...

-Hay muchos boxeadores... yo le digo ellos: "No se la crean", porque esos boxeadores, cuando tuvieron que enfrentar a rivales de verdad, los mandaron a dormir y les regalaban las peleas, así que es obvio... ¡Yo pelee con cada rivales, que tenía que dejar sangre, sudor y lágrimas para ganar!

-Y entendés que a ella la favorecieron...
-Exacto. Y yo, en cambio, terminaba todo machucado... A mí nadie me regaló nada. Yo no tengo plata, no tengo nada, pero soy rico, porque tengo a mis hijas y soy millonario porque todo lo que tengo me lo gané con sacrificio. No hay plata que pague que venga un niño y me pida un consejo o venga el padre y me pida para que me saque una foto con su hijo.

-Tu momento de auge fue hace 10 años, cuando el primer gobierno de Tabaré Vázquez, quien realzó al boxeo con el programa gubernamental K.O. a las Drogas, contigo y con Chris Namús -precisamente- como figuras visibles. Ahora está Vázquez nuevamente en el poder. ¿Creés que debería reinstaurarse ese programa, que fue dejado de lado en el gobierno de Mujica?
-Sí, obvio que sí. Fue útil porque sirvió para sacar a muchos chicos de la calle. Lo que le falta es prensa a ese programa, que lo promocionen. Y caras visibles bien elegidas, como tiene que ser.

-¿Y quiénes podrían ser esos referentes?
-De verdad no sé... Gente nueva... Vos no podés poner a una persona que hizo cualquier cosa...

-Cualquiera podría decir que vos tampoco sos un ejemplo al haber sido procesado por lesiones personales.
-Yo no digo que tenga que ser yo. Que pongan gente nueva, promesas del boxeo. Pero ojo, yo prefiero estar procesado sin prisión y no haber hecho otras cosas...

-¿Que te "regalen" las peleas, decís?
-Eso no es nada. Me refiero a otras cosas de la vida personal. La vida personal es una cosa, pero en el deporte sos un deportista de élite, y si uno quiere ser deportista, tiene que hacer las cosas bien siempre. Hay situaciones que no se pueden cambiar, es lo que te toca. Ponele, esta familia del Cerro que salió a hablar de mí en los medios e inventar lo de la golpiza, pero yo como deportista dejé la bandera uruguaya bien alto. Nunca la defraudé. Y en mi país tuve peleas bravas contra mexicanos duros y en mi país nunca perdí, gracias a Dios.

-Tenés 36 peleas encima y perdiste dos.
-Sí, la de Filipinas, a donde viajé por necesidad, y la de la final del reality en México, que para mí no la perdí, me sacaron mal. Gané 23 por K.O. con la última ganada en Córdoba en noviembre.

"Por eso uno es tan resabiado con todo. Ha sido tan manoseado el boxeo, y lo viví en carne propia. Llenaban el Palacio Peñarol y yo me llevaba vintenes"

-¿Hay Ratón para rato?

-¡Sí! Yo me cuido, no me van a ver en un bar o en un baile. Y si me ven será con mi familia, con mis hijas. Ahora mis hijas dependen de mi futuro.

-Ahora, para recuperar el nivel que tuviste hace 10 años vas a tener que competir contra boxeadores muy bien calificados. ¿En qué está eso?
-El 29 peleo en Fray Bentos contra un argentino o un venezolano que están buscando, después en marzo peleo en Córdoba nuevamente y en mayo en el Radisson Victoria Plaza. Los rivales todavía no se saben, pero me gustaría pelear contra un panameño que llegó a la semifinal en el reality y le tengo una bronca bárbara, (Roberto) la Araña Vázquez se llama, fue cuatro veces campeón mundial. Quiero pelear contra él. Todavía me falta... Pero si vos querés salir campeón tenés que pelear contra los mejores, no podés pelear contra mediocres.

-¿Y te pensás que es viable conseguir el título mundial en tu peso, a tu edad?
-Sí, va en la cabeza de cada uno. Yo, estando acá, desayuno gimnasio y ceno gimnasio.

-Pero antes comiste piedra.
-Sí, hermano, toda mi vida... Por desgracia, sí. La gente no sabe. Te ve cuando estás en la tele, pero yo la pasé muy duro. Yo he ido a pelear con pan y manteca nomás arriba.

-Hiciste sólo hasta sexto de escuela. ¿Pensás que la falta de educación pudo haber tenido algo que ver con que no hayas advertido cuando te embaucaron con dinero?
-Bueno, no sé, porque uno se crio en la calle y eso te da oficio. Lo que pasa es que la necesidad te hace aceptar cosas que de otra forma, no aceptarías. Y después ya es tarde. Hay gente que tiene estudios y tiene inteligencia, son pillos. A mí dame un millón de dólares, que yo te hago dos o tres. Uno cuando tiene plata, tiene poder. Muchos juegan con la necesidad de la gente.

-¿Y en qué sentís que te pasó factura no haber ido a la secundaria?
-En el trabajo. Yo trabajo en el Inau -ahora tengo licencia porque estoy acá- donde llevo a los niños a la escuela y los traigo, los dejo en los hogares. Cobro un salario por eso, no es mucho, pero me sirve... pero no sé hasta cuándo voy a conservar el trabajo, porque en realidad me piden tercero de liceo. Ahora estoy en la cuerda floja en el trabajo. Yo he entrenado y además he trabajado, siempre hice las dos cosas. Siempre sin dejar el boxeo, porque fue lo que me sacó de la joda y me hizo buena persona. El boxeo me sirvió como terapia. Siempre lo hice a pulmón.

-¿A qué edad te diste cuenta que querías ser boxeador?
-Cuando falleció mi papá, a los 18 años, en el año 98. Por otro lado, también, cuando él murió, se terminaron muchos problemas. Es feo decirlo así... Íbamos caminando con mi hermano mayor y le dije: "Marner, yo quiero ser boxeador. ¿Vos me acompañás?" y se empezó a reír. Me dijo que no, que ya estaba grande (él ya tenía 23 años), y yo, con 19, le dije: "Dale, acompañame, y vamos a entrenarnos los dos a un gimnasio". Yo era buscapleitos, me peleaba mucho en la calle. Al boxeo me llevó la necesidad: lo vi como una forma de salir de la pobreza y ayudar a mi madre.

-Y eras pendenciero en la calle...
-Claro, era guerrero. Yo era un chiquilín que no miraba altura, no miraba nada. Mido 1,59 y me daba contra los de 1,80 o 1,90, no me importaba nada. Pensé: "Si en el boxeo hay reglas y mis rivales van a pesar lo mismo que yo, vamo' y vamo'". Me vieron madera, gané mi primera pelea por K.O. con Alberto Isabella y Humberto Schiavone, que fueron los que conmigo le dieron un nuevo impulso a este deporte en Uruguay. Fui el primero de todos estos boxeadores que hay ahora. Y ahí me hice profesional y pude abrir las puertas del Palacio Peñarol, que estuvieron mucho tiempo cerradas.

-¿Y si hoy salís a caminar por 18 de Julio, la gente te reconoce, se acuerda de vos?
-Sí, la gente no se olvida... El que veía mis peleas hace algunos años, el que iba al Palacio Peñarol, ese se va a acordar. Ahora me empezaron a nombrar de nuevo, VTV televisó mi última pelea. Yo siempre le digo a los nuevos boxeadores que no se olviden de la gente, porque el que paga la entrada es el que sustenta nuestro trabajo.

-Para mucha gente el boxeo es un deporte violento y no le encuentran el sentido. ¿Dónde radica la nobleza del boxeo?
-Es un deporte de contacto... en el fútbol hay más fracturas, esguinces y otras lesiones jodidas. El boxeo está asociado a la gente que viene de abajo, de los barrios marginales, de las villas acá en Argentina. Está vinculado al sacrificio, a la lucha, llegan los que antes pasaron mucha necesidad y como la calle te enseña a ser duro, te lleva para ese lado.

-¿Sos feliz?
-(Piensa) Sí, soy un hombre feliz. Tengo mis dos hijas, tengo a mi señora, a mi mamá y a mis hermanos. Hay mucho amor y un hombre sin amor no tiene nada. Ahora estoy triste porque se vienen las fiestas y no puedo ver a mis hijas, pero cuando las veo sonreír... no hay plata que pague eso.

Montevideo Portal | César Bianchi
Fotos: gentileza Sergio Márquez