Ale Spuntone, hoy con 44 años, nunca se creyó el cuentito del rockstar. Quizás porque viajaba en el bondi para su casa vestido con saco, pantalón de vestir beige, lentes para ver mejor y su pelo largo atado en una colita, al lado de adolescentes con remeras negras gastadas de La Trampa que no lo reconocían. Él, el que por las noches se vestía de negro, se sacaba los lentes y dejaba su pelo largo al viento para entonar "Lunita de marzo" o "Caída libre" para el delirio de una generación desangelada por la crisis.
La disolución de una de las bandas más convocantes de principios de siglo se dio en un año-mojón en su vida. 2010 es el del recordado Mundial de Sudáfrica con los goles de Forlán y Suárez, pero a Alejandro le traen otras evocaciones, nada gratas. Ese año, su hijo Nicolás, de apenas 6 años, falleció luego de luchar (y convivir) con una parálisis cerebral. Fue ahí cuando al papá lo salvó la música, confiesa en el fondo de una librería. Volvió a conseguir un empleo estable para sacar cuentas como administrativo y sanarse las heridas como podía.
Seis años después ya no tiene el pelo largo, su cabello está poblado de canas y los lentes son parte de su rostro. Y concede esta charla para explicar por qué vuelve a reunirse con los demás integrantes de La Trampa -en principio, para dos shows en marzo de 2017-, qué música escucha, qué televisión quiere ver (él, que trabaja en un canal de TV) y cómo la pérdida de su hijo le enseñó tanto como ser humano.
Por César Bianchi
@Chechobianchi
-¿Por qué revivir La Trampa ahora, en 2016?
-Porque la vida y los procesos personales te llevan a que todo sea cuando tiene que ser. Este año, con lo de los 25 años, se removieron algunas cosas. Nos encontramos con Garo (Arakelian) en un show que se hizo por Dino (Gastón Ciarlo) en el Sodre y empezamos a coquetear con la idea, por qué no tocar. Pero, así como no hicimos mucha alharaca cuando dejamos de tocar, ahora tampoco tiene mucha vuelta la cosa.
-¿Y qué cambió para que se dé la vuelta? Porque por algo en 2010 decidieron parar...
-Es que veníamos muy cansados, habíamos trabajado mucho y había habido muchos cambios en la integración de la banda. Yo, en lo personal, tampoco estaba pasando mi mejor momento, le estaba poniendo mucha energía a la banda, y decidimos parar de tocar, por el mismo cariño que le teníamos al proyecto y por no desgastarlo y terminar implotando.
-¿No hubo roces o peleas entre los líderes de la banda?
-No, no, de hecho, Garo tocó en el disco Estado Natural y yo fui a varios de sus shows. Seguimos siendo amigos. Los mismos procesos personales que nos hicieron parar, ahora nos hacen volver.
-No van a faltar los que digan que vuelven por plata...
-No... no es por circunstancias económicas. Volvemos porque tenemos ganas. Si hubiera sido por plata, hubiéramos seguido tocando. La banda seguía siendo convocante cuando paramos. Y hoy, a mí me está yendo muy bien con Guzmán (Mendaro) y Garo tuvo un disco solista con muy buenas críticas, con buena acogida por el público. Nuestras cosas caminan.
-Con la vuelta de La Trampa, ¿vienen a llenar un vacío?
-(Piensa) No, no. Volvemos porque tenemos cosas para decir y podemos aportar.
"Con Garo seguimos siendo amigos. Los mismos procesos personales que nos hicieron parar, ahora nos hacen volver. Y no volvemos por circunstancias económicas"
-Tienen cosas para decir. ¿Eso significa un nuevo disco?
-No hemos hablado de sacar un disco nuevo, pero por lo menos sí algunas canciones nuevas. Volvemos a tocar, apuntamos a dos shows (Teatro de Verano, 24 y 25 de marzo de 2017), pero no estamos cerrados a nada. A finales de este mes saldrían a la venta las entradas. Nosotros estamos volviendo a ensayar las canciones y reencontrándonos con Carlitos (Raffols, en bajo), con Irvin (Carballo, en batería).
-¿Vuelven a ser los que eran? Musicalmente, ¿seguirá en pie la fusión de rock con milonga y folklore?
-Lo que fue y lo que es La Trampa, nuestro sello. Tenemos 19 años de carrera... Vuelve a ser La Trampa. Es la música que tenés incorporada en la cultura, la que escuchás en tu casa.
-¿Qué escuchabas vos en tu casa?
-Mi padre es del interior, de Juan Lacaze, y él escuchaba mucho El Sabalero, José Larralde, pero mi vieja escuchaba cualquier cosa. Ponía Aquí está su disco y sonaba Tormenta o Camilo Sesto...
-Pero el hijo le salió metalero...
-Lo que pasa es que me encontré con el Back in black de AC/DC en los 80 y me partió la cabeza. Después empecé a escuchar Iron Maiden, Black Sabbath, más adelante Metallica, también toda la parte dark como The Cure, The Cult, me encanta esa música. Hoy capaz que lo escuchás con otra cabeza, pero siempre vuelvo a esa música. Hoy tengo una hija de 15 que escucha otras cosas...
-¿Le gusta la cumbia cheta?
-No, no... Podría gustarle, perfectamente. Cuando era chica yo la llevaba escuchando System of a Down y movía la cabeza. Ahora le gusta el pop, escucha cosas de su generación. Siempre fue interesada por la música, empezó a aprender guitarra, con Pablo Faragó (ex Níquel). También le gustan los Beatles, ella sabe que hay música para escuchar y música para tocar. Los fundamentalismos no están buenos.
"Lo que hacemos con Guzmán Mendaro no no lo veo como covers, sino como adaptaciones nuestras. Tuvimos que sacar algunas partes de guitarras, no hay solos; lo veo como versiones nuestras de cada tema"
-Garo Arakelian, recuerdo, ha hecho un llamado público a tolerar que a otros les gusten otros géneros musicales. Incluso, en los últimos conciertos de La Trampa.
-Claro... Yo ya pasé eso de: "todo lo que no es rock es una mierda", porque incluso hay cosas malas en el rock. Estaba el famoso cantito de: "Los cumbieros son todos putos". Y nosotros decíamos: "Bo, dejá que cada uno elija lo que quiera escuchar". Pero la gente necesita un antagonismo: si te gustan los Redondos, no te puede gustar Soda Stereo, o si te gustan los Beatles, no te pueden gustar los Rolling. Después madurás... si tenés 40 años y seguís pensando lo mismo (que a los 20), algo está mal.
-Recién suponía que a tu hija podía gustarle la cumbia cheta. ¿Vos la escuchaste? ¿Te gusta?
-La he escuchado porque está por todos lados. A mí no me gusta. Pero los pibes encontraron una veta, tocan y encontraron un camino para pasarla bien. Me parece que algunas de esas cosas se están haciendo bien, en lo comercial, por ejemplo. Las cosas no pasan porque sí.
-¿En La Trampa nunca buscaron el éxito comercial?
-Uno cuando saca un disco pretende que le vaya bien. Pero nunca fue el motor cuando hacíamos las cosas. Cada disco de La Trampa tiene una personalidad, y siempre buscamos no repetir las fórmulas. En cada disco teníamos distintas búsquedas en lo vocal, en el trabajo de guitarras o rítmico. Se buscó dar un paso, buscar un camino alternativo, no repetirnos, no lo que espera la gente.
-Vos estás en un proyecto que ha tenido muy buena recepción entre la gente con la dupla con Guzmán Mendaro (ex Hereford), donde interpretan en forma acústica grandes temas de la música uruguaya. ¿Te imaginabas tener éxito -discos de oro y platino- haciendo covers?
-No, no... me sorprendió. Todo surge casi por casualidad en 2010. Ese fue un año muy complejo para mí, donde se da la pérdida de mi hijo, La Trampa dejó de tocar, yo no tenía laburo, y sentí que tenía que hacer algo. Juan Casanova me invitó a tocar, él estaba haciendo un ciclo con Guzmán en el Bar Tabaré. Y viste cuando sentís una cosa de piel o química con alguien... Yo lo conocía a Guzmán, por ser colegas, pero nada más. Empezamos y tocamos una canción, dos, tres o cuatro y sin ensayar. Me sentí muy bien, cómodo, con una empatía musical con él. Al poco tiempo le propuse hacer algo con un repertorio con canciones que me gustaban, le pasé unas cuántas. Un día nos juntamos en casa con una picadita y un vino, empezamos a tocar y era maravilloso. Tocamos el 2 de noviembre de 2010 en la parrilla de Lou Bizarro, sumamos a Gustavo Berriel, en la organización. Ese año volvimos a tocar en café La Diaria. En 2011 tocamos dos o tres veces. En 2012 un par de toques más, sumado a una invitación de Gustavo Rey para tocar en Abrepalabra en la sala Zavala Muñiz. En 2013 quisimos tocar en Hendrix, con el "Chirola" (Martino), explotó y entonces hicimos algunos toques más ahí. Entonces, Ale y Fede, dos amigos, grabaron unos videítos con una GoPro y los subieron a Youtube. Se ve que Andrés Sanabria (NdeR: director de Bizarro Records) los vio y le gustó, porque nos propuso grabar un disco. Le dijimos que sí, pero en vivo, entonces grabamos un show con 21 canciones, pensando que quedarían 14 o 15, pero quedaron buenos todos... quedaron las 21. Se hizo disco de oro enseguida, empezamos a recorrer el país... Yo no lo veo como covers, sino como adaptaciones nuestras. Tuvimos que sacar algunas partes de guitarras, no hay solos; lo veo como versiones nuestras de cada tema. Tuvo tremenda repercusión y ahí vino el resto: dos teatros Solís, seis o siete Trastiendas (se viene otra en noviembre), salió el segundo disco, El Refugio.
"El Resto de Nosotros nunca fue tan conocida.¿Conocés una banda argentina que no es super conocida, y no conocés lo que estamos haciendo acá a 100 kilómetros de vos? Es un tema cultural, es el tema de la invasión"
-¿No pensaron en hacer temas propios?
-Sí, de hecho, nos acercaron dos canciones inéditas de gente que quiere nuestras interpretaciones. Hay una de Ale Ferradás y otra de Pablo Porciúncula. Guzmán tiene alguna música, yo tendría que ponerme a escribir... Pero yo toda la vida fui intérprete, me cuesta mucho escribir.
-¿No has incursionado en la composición, en las letras?
-No... porque tengo la vara muy alta. Está bueno conocer las limitaciones de uno. No me creo un crá, me revuelvo cantando, sé que lo hago bien, puedo aportar desde ahí, componer nace. Más allá del don, hay que tener el tiempo y la cabeza. Yo tengo un laburo estable todos los días. Las dos canciones que escribí las hice en momentos de calma, en una estaba afuera de vacaciones, y la otra fue una mañana tomando mate, en un año especial que fue 2010, que me movilizó mucho por las cosas que pasaron...
-Ya llevan dos discos interpretando canciones ajenas. ¿Cuál te parece la canción más bella o la que te emociona más?
-Hay una canción que se llama "Sol", que es la inédita de Ale Ferradás... Un día veníamos hablando con él de nuestras hijas (él tiene mellizas, la mía ya tiene 15), él conoce a Sol desde que era chiquita. Un día se apareció con la melodía y la letra. Había escrito una canción basándose en lo que yo le había contado de mi hija, y se llamaba "Sol", como ella. Y me toca las fibras cada vez que la canto y el por qué, el cómo salió la canción. Un compositor como Ale, que es un crá... cada vez que la canto, me eriza la piel.
-¿Y El Resto de Nosotros qué viene a ser en tu vida? En varias notas la calificaron como un dream-team del rock nacional...
-Es que tenés a Víctor Nattero y a Marcelo Oliveira que formaron parte de una de las bandas más influyentes del rock en Uruguay (NdeR: guitarrista y baterista de Traidores, respectivamente), más Gastón Otero que venía de tocar el bajo en Tráfico y en Assimo, y yo que venía de cantar en La Trampa. Teníamos plantel y las canciones. Víctor es un compositor alucinante, salieron canciones como "Juguetes rotos"... Hizo una canción sobre una charla que habíamos tenido, la miré y quedé flasheado. Hay una magia en escribir, como hay otros tipos que son buenos escribiendo jingles comerciales. Es un don.
-Como que nunca fue lo suficientemente bien ponderada El Resto de Nosotros...
-Y no. Hace poco hablé con una periodista de Colonia, por un toque que íbamos a hacer con Cuentos Borgianos. Y ella me dice: "Ah, Cuentos Borgianos, la banda argentina de Abril Sosa, el ex Catupecu Machu". Pero no sabía que existía y quiénes éramos El Resto de Nosotros. Y estaba formada por Nattero, Spuntone, etcétera... ¿Conocés una banda argentina que no es súper conocida, y no conocés lo que estamos haciendo acá a 100 kilómetros de vos? Es un tema cultural, es el tema de la invasión. Ponele que mañana sale una banda donde toca Gabriel Peluffo, toca la guitarra el "Topo" Antuña de los Buenos Muchachos, y la bata la toca Alvin... si eso pasara en Argentina, es tapa de Rolling Stone. Explota todo. Y acá nos tuvimos que mover como si fuéramos una banda nueva.
-Trabajaste en un estudio contable, desde hace años trabajás en canal 10. ¿En algún momento pudiste darte el lujo de vivir de la música?
-Sí, en el 2006 decidí dejar el estudio en el que estaba trabajando -toda mi vida trabajé en cuestiones administrativas-, por la dinámica que había agarrado La Trampa y los temas familiares me hacían imposible conjugar las dos cosas, porque en cualquier momento iba a quedar escrachado contra un árbol. La Trampa me daba un ingreso como para llegar a fin de mes, mi mujer tenía su empleo, bueno: me dediqué a la música. Poco tiempo después terminé trabajando para el centro Ibiray de chicos discapacitados, después incluso fui presidente del centro, entonces me demandaba mucho tiempo. Hasta que en 2010... (NdeR: ese año falleció su hijo Nicolás, de 6 años, que padecía parálisis cerebral). Ahí es cuando siento que la música me salva la vida. Si no hubiera sido músico, no sé qué hubiera hecho. Y ese mismo año me puse a trabajar, además, porque más allá de lo económico, tenía que salir de mi casa y tener la cabeza ocupada. Me puse a laburar en una empresa que trabajaba en publicidad y al poco tiempo surge lo de canal 10.
"No me imaginaba ser el vocalista de una banda de rock importante. Tener una banda lo sentía como necesidad, pero tenía claro que mi sustento principal no sería ese"
-Tu debut en la música se da con una bandita con una fuerte impronta punk y ramonera en particular. ¿Te movía el sueño de ser un rockstar?
-Arranqué con un amigo, que le decíamos "El Pescado", que se compró una guitarra eléctrica y tenía un equipito que lo enchufaba y tenía un pedal. Y empezamos haciendo cosas de los Ramones, pero también de los Stones, de The Clash. Nos juntábamos en el cuarto de un amigo, "El Mosquito", a tocar, después le pusimos En Blanco a la banda. ¿Ser estrella de rock? Uno miraba sus referentes: Joey Ramone, y ¿quién no quería ser él? Es como ahora, que todos quieren ser Suárez. Yo tenía 17 años. No me imaginaba ser el vocalista de una banda de rock importante. Tener una banda lo sentía como necesidad, pero tenía claro que mi sustento principal no sería ese. A mí me encanta todo el proceso de ver una canción desde cero, después ensayarla, grabarla en un disco hasta tener el disco en mis manos y después tocarlo en escenarios. Todo el proceso está buenísimo. Eso lo disfruto hasta el día de hoy. El día que ya no lo sienta así, dejaré de hacerlo. Aparte, estrellas de rock yorugua... es medio raro.
-Has contado que en 2006 vos con look oficinista pasabas al lado de los gurises que hacían cola para comprar entradas de La Trampa y nadie te reconocía...
-Claro... Yo iba de pantalón de vestir, lentes y el pelo atado en una colita, con una carpeta abajo del brazo porque iba al BPS a hacer trámites, y pasaba al lado de la cola que formaban en Palacio de la Música para comprar entradas para La Trampa en tres shows en el Teatro de Verano, y nadie se daba cuenta de que era yo. Eso me mantuvo los pies sobre la tierra. Acá cualquiera se piensa que sacás un disco y sos un crá, y tenés que romperte el culo en esto...
-Pasaste de tocar en un Pilsen Rock para 150.000 personas a hacerlo en un formato acústico y amigable en Hendix bar, ponele... ¿El público te condiciona a la hora de cantar?
-A veces es más complejo tener 30 que te están clavando los ojos y les ves la cara a todos. La sensación de 150 mil tipos cantando es heavy, pero lo otro también... Por eso me siento bendecido. Nosotros tocamos un 23 de diciembre de 2010 con La Trampa en café La Diaria y había más músicos escuchando que público, porque esa noche tocaron Emiliano y Denis de No Te Va Gustar, Rodrigo (Gómez) de Sórdromo, Juan Casanova, y había tres mesas, entre ellos mis padres, y fue una noche preciosa, canté con mi hija incluso. Nos repartimos los dos pesos y medio que teníamos, y me fui loco de la vida. Fue recuperar la base, la esencia. Fue tipo: "Estuvo lindo mientras duró, ahora hay que remar de nuevo".
-¿Cómo ves la escena del rock hoy en Uruguay?
-La veo en una meseta, pero a la vez veo que hay mucha gente haciendo cosas... pero no tiene visibilidad o tiene menos. Tuvo su auge, pero hay que ver el contexto: tuvo que ver con la crisis de 2002, fue un año clave para el rock. Lo que pasó en 2010 a nivel personal, pasó en 2002 a la sociedad, y a los que hacíamos rock. Sacamos Caída Libre, que era un disco que empezaba con un avión despegando. Además, ya no venían espectáculos internacionales, entonces no teníamos esa competencia. Y ahí aparecen las empresas y los medios. Y hoy, después que pasó ese auge, no estuvieron más las empresas y no estuvieron más los medios. No tiene mucha ciencia. Hoy no te pasan en la radio. El triunfador en el rock es el que persevera, y el que lo hace más allá de quien lo escuche, o hace porque lo necesita, así lo vean 20. El éxito vendrá fruto de tu talento y tu trabajo. Por eso después del auge, ¿cuáles quedaron? Las que venían de antes.
-¿Seguís comprando discos?
-Sí, me encanta. El último disco que compré fue de Stone Sour, una banda con el cantante de Slipknot, es metal, pero es más melódico, menos gritado, más musical. Y recibo muchos discos, de bandas de acá. Sigo pensando que el disco físico tiene un valor enorme, tiene los agradecimientos del artista, se craneó una tapa, está todo lo artístico, que es lo que completa la música.
-Trabajás en la parte presupuestal de la oficina de Producción Nacional en canal 10. ¿Ves televisión?
-Veo, me encanta la televisión. En la televisión hay porquerías, sí, como lo hay en la música o los libros; uno tiene que buscar lo que le interesa y le gusta. En la producción nacional, que es donde trabajo yo, uno tiene que buscar diferenciarse del resto y de las series de Netflix. Cosas que hablen de vos, del uruguayo medio, por algo lo más visto son los informativos, porque hablan del uruguayo común.
-¿Hace falta más producción nacional en la televisión o estamos bien? Porque está Ahora caigo con programas de años atrás (¡hay preguntas que refieren a "lo que pasará en 2014"!), novelas que ya estuvieron en el aire y las repiten, o el boom de las novelas turcas... Todo eso tiene mucho rating, la gente los elige, pero se insiste en la necesidad de más producción nacional. ¿Qué está pasando?
-El tema del rating es difícil... yo no sé cómo se mide, yo que sé... Yo trabajé en Somos, una serie para actores uruguayos basados en cuentos de grandes autores, uno de esos capítulos fue nominado al Emmy internacional (NdeR: el capítulo "Cadáver se necesita"). Fue un laburo espectacular, de muchísima gente. Y si ves el rating, no anduvo tan bien. La lógica de las empresas privadas es: "Pago esto, sale tanto, ¿qué obtengo a cambio? Y si la gente lo ve, ya está". Yo apostaría mucho más a lo de acá, pero esas son decisiones empresariales. Pero hay que ver qué quiere la gente. El canal (10) hizo ahora Uruguayos por el mundo, y le está yendo bárbaro, lo miran pila. Ahí tenés: una idea sencilla y funciona. Es buscar lo que la gente quiere ver. Pero es que cada vez menos gente mira tele: ahí hay un desafío, hay que buscar reconvertirse. Habrá que pensar en programas de entretenimiento, donde la gente interactúa con las preguntas y respuestas, como Escape Perfecto. La tele es entretenimiento.
"A mí no me pasó nada, el que vivió todo lo jodido fue él (su hijo), nosotros tratamos de darle lo mejor, una mejor calidad de vida, estímulos... y llegó un momento en que ya no se pudo más"
-Vuelvo a la música: en 2014 colaboraste con Fabián Marquisio, un músico padre de un chico autista, en su disco Villazul. Me consta que te sumaste a darle una mano sin dudarlo y sin cobrarle nada, por lo que te tocó vivir con tu hijo... ¿La música ayudó a tu hijo a mejorar su calidad de vida?
-Sí, sí, tenía musicoterapia. Había determinadas canciones con las que yo veía que él reaccionaba de otra forma. Por ejemplo, la canción que abría el programa argentino Estudio Fútbol, en TyC (NdeR: "La vida no es la misma sin fútbol", de Joel Jauregui). Arrancaba esa canción y él se ponía como loco... La música logra eso. Conocí a Fabián Marquisio cuando éramos jurado de un Punta Rock, y él estaba por Agadu. Empezamos a hablar, y él me contó su historia y yo le conté la mía. Ahí grabamos "El Remedio", con Guzmán en la guitarra y yo. Y me puse a las órdenes. Para mí fue una experiencia increíble.
-Varias veces aludiste al año 2010 y la muerte de tu hijo Nicolás. Más temprano te pregunté si La Trampa vino a llenar un vacío... Hay vacíos que no se llenan con nada, supongo.
-Y no. Aprendés a vivir con eso. Con los años lo vas aceptando, no te queda otra, hay que seguir pa' adelante. Tengo otra hija divina que me da mil alegrías. Lo que pasó, pasó, la vida es así. Siempre tratamos con mi esposa de no victimizarnos, no pensar: "¿por qué a mí?". En realidad, a mí no me pasó nada, el que vivió todo lo jodido fue él, nosotros tratamos de darle lo mejor, una mejor calidad de vida, estímulos... y llegó un momento en que ya no se pudo más. El dolor está siempre, las fechas recuerdan cosas, pero seguimos.
-Y como artista, ¿te sensibilizó más, te mejoró como artista?
-Sí... Por eso hice la canción "Soy mejor" para El Resto de Nosotros. Es una canción de agradecimiento por lo aprendido, por lo que me enseñó mi hijo en seis años de vida. Me hizo ver las verdaderas prioridades de la vida. Después ves que otros padres se calientan por bobadas con sus hijos... y está feo comparar, pero pienso: "Che, está sano, es divino, ¿de qué te quejás?".
-¿Quién eras vos en 1993, cuando llegaste a una banda formada por estudiantes de Arquitectura (La Trampa)?
-Yo trabajaba en una empresa que se llamaba Gentril, representante de productos Avon, y era un muchacho de pelo largo, creciendo. No era muy rebelde, era lo más común del mundo. No venía de la rebeldía, como esos que fueron punks. Yo no: yo venía de estudiar sexto de medicina, después me di cuenta de que había estudiado al cuete e hice auxiliar contable, me metí de técnico de administración y gestión de empresas, y a laburar en una oficina. Es decir, una vida recontra común. Pero a la noche cantaba en una banda de rock.
-¿Y quién sos ahora?
-Un trabajador, un tipo agradecido a la música. Creo que lo que logré, lo hice porque nunca bajé los brazos. Soy un cantante, un intérprete, que he tenido la suerte de cantar con Guzmán Mendaro, Víctor Nattero y Garo Arakelian, tres de los mejores guitarristas de acá. Y la gente cree en lo que hago. Eso es un valor del artista intangible. Te pueden enseñar a cantar, pero el carisma y la credibilidad no te lo enseña nadie, lo vas forjando. Soy un cantante que trabaja en un canal, como administrativo. Y tengo una vida re normal, me encanta ir los sábados a la feria y comerme una hamburguesa en el carrito.
-¿En marzo del año que viene, en el Teatro de Verano, te voy a ver vestido de negro?
-Sí, sí, el negro tiene que ver con La Trampa. No me vas a ver con una camisa escocesa a cuadros.
-¿Sos feliz?
-Sí, sí. Hago lo que me gusta, y vivo con las personas que amo, vivo en el lugar donde quiero estar. Montevideo es mi lugar en el mundo. Cuando salgo, extraño la rambla como loco... me puedo considerar un tipo feliz.
Montevideo Portal | César Bianchi
Fotos: Juan Manuel López
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