El expresidente de la República y actual secretario general del Partido Colorado, Julio María Sanguinetti, se refirió este viernes al caso del exministro de Ambiente, Adrián Peña, en una nueva edición del Correo de los viernes, una publicación de la fuerza política que dirige. En primer lugar, aseguró que la situación de Peña “se dio vuelta” y que luego de haber dicho que le faltaba el curso de la licenciatura, ahora la Universidad Católica “formalmente reconoce que completó sus estudios y que no le falta nada”.
“El daño ha sido grande, porque el gobierno perdió a un buen ministro y él padeció una tremenda tortura moral, que enfrentó con transparencia y valentía. Él tenía la idea de que ese curso práctico de solo una semana lo había cumplido, pero no con certeza. Cuando Búsqueda da la noticia de que invocaba un grado universitario que no tenía y que le faltaba esa prueba, consultó a la Universidad y como no apareció el registro de su cumplimiento, renunció al Ministerio, reconoció públicamente su error y se presentó inmediatamente a la Comisión de Ética del Partido para que lo juzgara”, escribió.
A su entender, el Partido Colorado, que “también sufrió el episodio”, actuó con “limpidez” y “no barrió para adentro”, como “suele suceder en otros casos”. “No hizo lo del Frente [Amplio] con la decena de episodios en que se abroqueló detrás de los infractores. Igualmente hablaban de que este caso era igual al de Sendic, que cayó por otras circunstancias y no por la carrera inexistente”, comparó y recordó Sanguinetti.
“En todo caso, la situación era absolutamente incomparable, porque en el caso de Peña la carrera existía, los exámenes estaban dados, la tesis aprobada y solo faltaba para la Licenciatura, aparentemente, un pequeño curso práctico. Había un error, sin duda, pero la atribución de su título no le había significado ningún beneficio y tampoco perjudicado a nadie. Cayó en un pecado muy uruguayo, porque nuestra aristocracia son los títulos, como es natural en un país republicano y de inmigrantes. Mi hijo el doctor, lo escribió Florencio Sanchez hace 120 años, aludiendo a ese sueño profesional de los inmigrantes”, añadió.
Para con la universidad, Sanguinetti planteó que mostró “dos hechos”: por un lado, un error “burocrático”, y, por otro, la “honradez” de investigar a fondo hasta aclarar la situación. En esta línea, contó que, a la interna, Peña “siempre dijo que él estaba convencido de haber cumplido ese curso”, pero que habiendo llevado adelante la carrera a lo largo de varios años e interrupciones, “podía estar equivocado”, tal como constaba en la bedelía de la universidad.
“No han faltado, como es habitual, voces draconianas reclamando ‘sanciones ejemplarizantes’ y es bueno recordarlo en esta hora, no para reprochar, pero sí para aleccionar. Ante todo, entender que todas las sanciones, sean penales o morales, tienen grados, porque no es lo mismo una falta que otra y la del caso, si bien grave, no era extrema”, señaló, y agregó que eso es “justicia y no venganza”, como ocurre cuando se “responde al griterío del momento”.
“Bien sabemos también, que estas cosas desatan sentimientos escondidos, muchos oscuros, y que del árbol caído es fácil hacer leña. Hasta algunos preguntaban públicamente si esto no ameritaba la pérdida del estado parlamentario, cuando es un cargo elegido por la ciudadanía y que solo en casos graves de delito puede estar en juego. Aquí, además, no había ningún delito, ni grande ni pequeño, porque no había ejercido la profesión, no había actuado en ese carácter, no lo precisaba para ser ministro o senador, de modo que estábamos ante una posible falta, pero no un delito”, acotó.
Finalmente, sostuvo que, al final de cuentas, una reivindicación oportuna “lejos de quedar como una mancha, luce como lo contrario”. Comentó que la cicatriz del padecimiento “siempre queda”, pero que es una “honrosa cicatriz”, “hija del siempre duro oficio de la política”.