Los últimos días de diciembre suelen ser momentos de balances, y el exmandatario Julio María Sanguinetti divulgó el suyo en la publicación partidaria Correo de los viernes.
Según el líder del Partido Colorado, “Uruguay luce, a la mirada internacional, como una suerte de isla de estabilidad”, al cabo de un año convulso, con las consecuencias de la todavía vigente pandemia y de la ya prolongada guerra en Ucrania.
En su repaso del 2022, el veterano político destacó que se pusiera fin a la emergencia sanitaria, en virtud de medidas como una extendida vacunación, y también la ratificación de la Ley de Urgente Consideración (LUC), que fue sometida en marzo a referéndum.
“La inflación no se ha desatado”, subrayó en su columna, donde alabó también el repunte en las cifras de empleo y llamó la atención sobre el comportamiento del dólar. “Este es un punto importante para el año que viene. Cuando el dólar se fortalece en la región, no es sostenible en el tiempo que aquí siga bajando”, advirtió.
Tras ese raconto, Sanguinetti lamentó el hecho de que el año termina “con turbulencias mediáticas en que la oposición ha logrado transformar en políticos fenómenos simplemente delictivos”, en referencia directa al sonado caso Astesiano y las varias causas judiciales en las que ha derivado.
“Esa banda de coimeros de pasaportes falsificado para ciudadanos rusos, que venía de gobierno anteriores, sumó a su actividad al jefe de la custodia del presidente. Bastó ello para que se convirtiera en un formidable culebrón en que se habla de crisis institucional, cuando si algo se advierte es lo opuesto, un funcionamiento independiente de la Justicia y aún de los servicios del Estado que investigaron la seguridad presidencial sin límites de clase alguna”, opinó, para referirse luego a otro de los temas del año: el caso de Sebastián Marset.
“Un pasaporte, legítimamente expedido, aunque a un personaje oscuro, se ha sumado al escenario”, describió.
Para Sanguinetti, la andadura de ambos casos “ha mostrado cosas tan preocupantes como la constante e ilegítima filtración de comunicaciones privadas que, en abierta violación de la intimidad, se agitan con espurios propósitos”.
“Todo está en la órbita judicial, donde los magistrados deben actuar en medio de una presión política agobiante, con tiempos y plazos que no son de la política. Así se alargan discusiones y climas de tensión en que la oposición intenta medrar de un modo escandaloso”, condenó.