Fotos: Javier Noceti / @javier.noceti

Julio Luis Sanguinetti nació en 1963, el mismo año en que comenzó a actuar el Movimiento Nacional de Liberación-Tupamaros. Tenía 7 años cuando su padre, Julio María Sanguinetti, se batió a duelo con Manuel Flores Mora (y ese día Julio Luis igual fue a la escuela). Tenía 10 cuando Juan María Bordaberry, asociado a militares, dio el golpe de Estado. Tenía 21 cuando su padre se convirtió en el primer presidente tras la restauración democrática con aquel eslogan del “cambio en paz”.

Después se recibió de abogado, militó en el Partido Colorado (primero en la 15, después en el Foro Batllista), estudió un Máster en la Georgetown University, y empezó a asesorar empresas nacionales e internacionales. Uno de sus asesoramientos profesionales marcó un antes y un después en su vida: en 1997 fue involucrado en el Caso del Cangrejo Rojo, por el que fue investigado por una supuesta participación en una concesión de pesca y un proyecto de remodelación de puerto. La investigación, sobre él, fue archivada, pero estar bajo sospecha lo afectó, confesó para esta entrevista: “Se utilizó mi condición de hijo para sacar algún rédito. ¿Qué rédito? A ver… es una historia que tiene 30 años, no pasó nada, no hubo nada, nunca le pedí nada a nadie. Yo sé lo que hice”, dijo. En todo caso, aprendió mucho de la condición humana y hoy afirma: “No todo vale. El fin no justifica los medios”.

En el año 2000 asumió una banca en Diputados, y tras las pasadas elecciones nacionales su nombre volvió a sonar fuerte para algún cargo de gobierno. Los sectores colorados Batllistas y Ciudadanos -entonces comandados por Ernesto Talvi- se enfrentaron por la nominación de Sanguinetti para un puesto en la Comisión Administradora del Río Uruguay. “Sanguinetti sí, el sanguinettismo no”, había avisado Talvi, pero en alusión a Julio María, no a su hijo. Julio Luis confiesa que se sintió proscripto y no entendió la actitud de Talvi, a quien conocía desde los tiempos de la revista Tres, a fines de los 90.

En esta charla, en su despacho en el Palacio de la Luz, Julio Luis Sanguinetti (58) también habló de la gestión -exitosa para él- de UTE, de por qué cree que la regasificadora de Gas Sayago fue un proyecto “voluntarista” pero “innecesario” y por qué no le reconoce a José Mujica la diversificación en la matriz energética.

Antes de terminar, también adelantó que en 2024 él estará disponible para hacer campaña y pelear desde donde el Partido Colorado entienda oportuno.

  "Mi viejo hacía mucha política en casa, entonces venían a reuniones, reuniones, reuniones, y nosotros lo veíamos ahí como lo más natural. Yo lo acompañaba al diario Acción dos o tres veces por semana. ¡Fui a la escuela el día del duelo!"

-¿De chico querías ser abogado? ¿O cuándo te diste cuenta de que querías estudiar Derecho?

-De chico quería ser marino. Leía mucho de niño las aventuras de Salgari, los cuentos de aventuras, de viajes, te podrás imaginar que muy promovido por mi vieja (NdeR: la historiadora Martha Canessa). Después vino el golpe de Estado y la vocación quedó colgada de un pincel. Digamos que el derecho llega por accesión, no soy un vocacional del Derecho. Soy un vocacional de las ciencias políticas, de la sociología. El derecho es la profesión. Pero siempre la ejercí desde ángulos variados, nunca hice justicia de tribunal, por ejemplo. Tengo solo dos o tres escritos ingresados a un juzgado, la sucesión de un viejo amigo y un divorcio.

Sí ejercí la profesión vinculada siempre a otras. En mi época de asesor de empresas, había que manejar un poco todas las áreas vinculadas a las empresas: la parte laboral, la parte financiera, la parte societaria. Mi primer trabajo fue de periodista. A los 17 años transmitíamos en radio, teníamos un programa de fútbol con Juan Carlos Scelza. Después vino la salida institucional (años 80, 81, 82) y me fui a Correo de los Viernes, y me fui a hacer algunas notas políticas con el “Turco” (Washington) Abdala y con otra gente más, y coincidió también con mi ingreso a la facultad.

-Mamaste la política en tu casa. Eras un niño cuando tu padre fue ministro de Jorge Pacheco Areco en años complicados para el país. ¿Cómo recordás esos años, y tu casa en esos años?

-Era un niño, fijate que en el 73 yo tenía 10 años. Esos años previos se vivían con mucha intensidad. Los años previos al golpe eran años intensos. Mi viejo hacía mucha política en casa, entonces venían a reuniones, reuniones, reuniones, y nosotros lo veíamos ahí como lo más natural. Yo lo acompañaba al diario Acción dos o tres veces por semana. Uno de mis juegos de niño era subir y bajar en un cajoncito, que era como un elevador, donde de subían los cables de las agencias internacionales a la redacción. El día del duelo de mi viejo con (Manuel) Flores Mora lo tengo muy vívido. Lo acompañaba a entrenar para el duelo. Los duelos tenían esa cosa: por lo general no pasa nada, pero puede pasar. Creo que había un poco de ir asumiendo conciencia de algunas cosas, más allá de la edad. ¡Fui a la escuela el día del duelo!

Te diría que los años previos al 73 los calificaría de intensos, y pos-golpe lo calificaría como una tensión miedosa. Había una carga de incertidumbre… Son impresiones de un niño en tránsito a la adolescencia. Ya después te diría que siempre acompañé a mi viejo en sus salidas permanentemente, y me llevaba a reuniones con otros políticos. Por eso, conocía a todos esos personajes.

-Cuando tu padre asumió su primera presidencia, en el retorno a la democracia, tenías 21 años. De nuevo: ¿Cómo recordás específicamente ese año 1985?

-Desde que se fijan las elecciones del 84 hasta (que se legisla) la Ley de Caducidad, por poner una fecha, lo que yo recuerdo es un clima de mucha alegría. Había una ebullición muy particular. Yo estaba en facultad, entré en el 82, así que tuvo la mitad de mis exámenes en la facultad con intervención, y la otra mitad en la Universidad no intervenida, con los profesores restituidos. Los recuerdo como lindos años. Después, la democracia se vuelve rutinaria, y se entran en cosas partidarias. Se veía, en el 84 y 85, un gran clima de unidad nacional. Después se entró en la rutina democrática. Y en esa época milité muchísimo, en la lista 15.

"(Al estar bajo sospecha) aprendí mucho de la condición humana, aprendí que mucha gente pierde sus valores por hechos de supervivencia. Ya mi viejo me lo había dicho: 'Lo mejor de perder una elección es que la agenda queda reducida a los que tienen que estar'”.

-En los años 90 fuiste involucrado en una estafa, el Caso Cangrejo Rojo (por tráfico de influencias para la concesión de permisos de pesca de esa especie), por el que fue detenido el contralmirante Eladio Moll y su hijo Ricardo Moll Grolero, procesados con prisión por estafa y apropiación indebida. Tú fuiste investigado por una presunta coima de un millón de dólares, y la investigación finalmente quedó archivada, no se pudo comprobar tu participación en ese hecho de corrupción. ¿Cuánto afectó ese episodio a Julio Luis, la persona? ¿Cuánto te afectó estar bajo sospecha?

-¿Cuánto afectó mi vida? Mucho, sobre todo porque uno se enoja, se pelea un poco con el mundo, lo siente como una injusticia. En el fondo fue un diferendo entre particulares, que tenían una sociedad, y yo había participado junto a otros profesionales en la parte jurídica. Yo asesoraba a todo el joint venture, porque ahí había una sociedad con dos socios. Pero además mi asesoramiento fue un tiempo determinado: durante 90 o 120 días. Después los socios se pelearon, yo quedé en el medio, y ahí sí se utilizó mi condición de hijo para, lamentablemente, lograr efectos jurídicos de algún tipo.  Quedé en el medio de una guerra.

-¿Por qué se utilizó tu condición de hijo?

-Porque cuando el diferendo entre los socios entra en un tema penal, yo fui dos veces al juzgado y declaré como testigo. Y el juez, años después, dijo que la actuación profesional mía y la del escribano (Ricardo) Scaglia no tenía ningún reparo, ni había ningún mérito de nada. Se utilizó mi condición de hijo (de Julio María Sanguinetti) para sacar algún rédito. ¿Qué rédito? A ver… es una historia que tiene 30 años, no pasó nada, no hubo nada, nunca le pedí nada a nadie. Yo sé lo que hice.

-¿Te asqueaste un poco de la política en ese momento?

-Sí, sí, sí… después te reconciliás con la política, después ves que tenés mucho para aportar. Rehice mi vida profesional, uno se reconstruye, se vuelve a reconstruir. Desarrollé mucho eso que hoy ese término tan de moda: la resiliencia. Las penurias, los malos momentos, generan la capacidad de resiliencia. Yo te diría que ese evento hoy lo vivo mucho más como un aprendizaje que como una mancha.

-¿Y qué aprendiste?

-Aprendí muchísimo de la condición humana, aprendí que mucha gente pierde sus valores por hechos de supervivencia, aprendés muchísimo… Quiénes están, quiénes no están, los amigos. Ya mi viejo me lo había dicho en su momento: “Lo mejor de perder una elección es que la agenda queda reducida a los que tienen que estar”. Eso fue parte del aprendizaje. Y aprendés que (se toma unos segundos para pensar) no todo vale. Aprendés que el fin no justifica los medios.

-En el quinquenio 2000-2005 fuiste diputado por el Partido Colorado, incluso presidiste la comisión de Asuntos Internacionales de la cámara baja. Pero en los años previos y posteriores a esa banca, no estuviste metido en política. ¿Qué pasó antes y después contigo y la política?

-Bueno, parte de esa salida (de la política) fue reconstruirme como profesional, como individuo que tiene otros intereses. Yo encaré toda mi vida a la política como un servicio, como una contribución. En determinado momento uno siente que puede tener algo valioso para aportar. En el momento en que decidí no presentarme en elecciones fue porque quería recomponerme. Barajar de nuevo, por llamarlo de alguna manera. Rehice mi vida profesional, y ahora, en las circunstancias del retorno, se dieron cierres de algunos ciclos -hablo de ciclos en lo profesional, y algunos en lo personal- y entendí que era el momento de ayudar a una causa justa. Esa causa justa es el recambio de los partidos en el gobierno.

Me parecía que tenía para aportar, en este momento, una cantidad de conocimientos que había adquirido en el exterior. Una cantidad de experiencias, una visión de las cosas, que podía ser útil, para que el país pudiera volver a insertarse en el mundo. Sentía que Uruguay estaba como cerrándose, quedando adentro de una cápsula, como que había un cansancio en el ejercicio del gobierno y del poder. Y había que intentar promover los cambios que el país necesita para meterse en el primer mundo.

"Ernesto (Talvi) no era un desconocido, él conocía mi carrera profesional. De hecho, estuve reunido mucho antes que él fuera candidato. Te hablo de 2016. No entendí... Lo de 'petiso acomplejado' fue una versión de prensa, que no es fidedigna"

-Desde 1999 y hasta 2014 fuiste asesor y consultor independiente para clientes internacionales. Incluso residiste en Estados Unidos, Ecuador y Paraguay. Tu nombre volvió a sonar tras el triunfo de esta coalición de gobierno, hubo una disputa interna entre el entonces canciller Ernesto Talvi y tu padre, el otro líder colorado. Se hablaba de que ocuparías un cargo en la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU). Incluso, la cuenta de Batllistas tuiteaba con el hashtag #serhijonoesdelito. ¿Te sentiste proscripto, en ese momento, por Talvi?

-Sí, sí, injustamente. Con Ernesto teníamos una relación que venía de los años 90, no era un conocimiento de circunstancias. Cuando yo participé en la dirección de la revista Tres, Ernesto era uno de los colaboradores de la revista. Ernesto no era un desconocido, él conocía mi carrera profesional. De hecho, estuve reunido mucho antes que él fuera candidato. Te hablo de 2016. No entendí… no entendí (su decisión).

-Se dijo que le habías enviado un mensaje donde le decías "petiso acomplejado"…

-Nunca le dije eso. Nunca le dije eso. Eso fue una versión de prensa que sacó Búsqueda, y que no es fidedigna.

-Meses después de haber comenzado su gestión, Talvi renunció a la Cancillería y después se alejó de la vida política. ¿Qué daño le hizo el alejamiento de Talvi al Partido Colorado y su fugaz participación como gobernante?

-No puedo opinar sobre eso, no puedo hacer comentarios políticos, dado mi cargo.

-Llegaste a UTE con una amplia experiencia en empresas, en gestión empresarial. ¿Cómo evaluás la gestión de la UTE en estos dos años de gobierno?

-Creo que ha sido una muy buena gestión. UTE ha encarado un par de cambios internos importantes, se logró sortear el problema de Gas Sayago, y los planes que se están implementando van a permitir que la empresa siga una ruta de calidad en el servicio, y de modernidad desde todo punto de vista. Hablo de infraestructura, logística, y servicio. Las pequeñas cosas, y algunas grandes, que se están implementando ponen a UTE en la ruta de una empresa actualizada, moderna, y que en mi opinión es la líder de las empresas públicas del país.

-¿Por encima de Antel?

-Antel es distinta. Nosotros tenemos un ciclo industrial, nosotros tenemos una empresa de logística, nosotros tenemos una empresa de servicios: UTE son cinco empresas simultáneamente. Es muy compleja. No digo que Antel no lo sea. Digo que cada una de esas áreas que UTE tiene implica una empresa en sí misma. Te pongo un ejemplo: tenemos cinco o seis modos de generación eléctrica distintos. Bueno, ¿cómo se arma ese mix de costo? ¿Cuánto te puede proveer cada una de esas energías? Después hay una empresa de logística que mantiene, y tiene que ir planificando el crecimiento de las redes, porque el crecimiento del consumo es continuo, y las mejoras que hay que implementar para que el servicio tenga más calidad. Hay una empresa de logística muy grande. Y es una empresa que factura 1.500 millones de dólares por año, en la interna, sin las exportaciones.

-¿Le reconocés a Mujica y su gobierno la diversificación de la matriz energética?

-No, se lo reconozco al acuerdo multipartidario que fue en 2008 y 2009. El cambio de matriz energética es un acuerdo multipartidario, después sí se ejecuta en el gobierno de Mujica. El cambio de matriz era imprescindible, porque Uruguay tenía que mirar el cielo para ver si llovía, y mirar la bolsa de los mercados de petróleo para ver cuánto iba a costar la energía. Y justamente, el acuerdo multipartidario fue para ponerse de acuerdo en el cambio de matriz. Todo el sistema político estuvo de acuerdo, está firmado. El modelo de negocio que se utilizó para el cambio de matriz estuvo habilitado por la Ley de Marco Energético que es del segundo gobierno de mi viejo (1995-2000). O sea que el cambio de matriz energética no fue una flor que floreció un día, había todo un rumbo previamente establecido. Ley de Marco Energético, que tuvo su referéndum, además. Los que después la utilizaron para hacer el cambio de matriz fueron los que estaban en contra de la ley. Fueron los gobiernos anteriores lo que privatizaron la generación de energía en el país, ¿no? El 50% de la energía que UTE distribuye, no la produce UTE.

-Este verano ha habido miles de clientes afectados por cortes de luz. ¿Cuántas de estas afectaciones han tenido que ver con eventos climáticos?

-Te diría que el 80%. Y el otro 20% son fallas naturales del sistema. Hubo una secuencia de cortes… Siempre hay cortes. El año pasado estuvimos dentro de los parámetros de la Ursea. Los eventos climáticos afectan mucho, es el principal factor de afectación del servicio.

-Hubo incendios en Río Negro, Algorta y Paysandú. Hubo casi 2.000 viviendas afectadas. Tú dijiste que UTE valoraba exonerar a esa gente afectada de las tarifas de diciembre y enero, por lo menos. ¿En qué está eso?

-Lo va a tratar la próxima reunión de directorio. Pero te diría que desde el punto de vista UTE, el temporal -que apaga el incendio- fue, para la UTE, mucho más grave y severo que el incendio mismo. Por ponerte un número, el temporal tiró 400 postes de luz de todo el país, por el viento y la lluvia, y el incendio quemó 70. Hay eventos complejos: el temporal nos sacó de servicio una línea de 500 (kilowatts), el incendio no.

Lo que sí hemos hecho a lo largo de toda la pandemia, y es una política de este directorio, es asistir a los sectores que están más comprometidos. Una de las primeras directivas que recibimos del gobierno, y que era una promesa de campaña, era mejorar el costo energético para los sectores que están en competencia internacional. El Uruguay notoriamente tenía un problema de costos a nivel internacional, había perdido mucha competitividad en los últimos años, y de alguna manera tenía que recuperarla. La energía es parte del costo para las empresas que están en competencia internacional. Se hizo un trabajo, y la mayoría de los sectores que están en competencia internacional hoy tienen un régimen de consumo y de costo eléctrico muy asociado al tipo de producción que tienen, a sus zafras.

Le hemos ido buscando un traje a medida de cada uno de los sectores productivos, porque entendíamos que no se podían considerar a todos los sectores en la misma situación, porque no todos tienen los mismos problemas y no todos consumen energía de la misma manera: un vitivinicultor tiene una zafra de 90 días, pero un tambero necesita corriente fija todo el año, los regantes, los arroceros, por ejemplo, tienen una zafra (son dependientes de la energía porque bombean). A cada uno se le ha ido buscando una solución específica. El costo nuestro, interno, de la electricidad, depende mucho de los horarios, y de la saturación de la red (por eso hay horas pico). Sentarse a la mesa con todos ellos y buscarle una solución a cada es una de las cosas exitosas que hemos hecho en estos dos años.

"El cambio de matriz energética no se lo reconozco a Mujica, se lo reconozco al acuerdo multipartidario que fue en 2008 y 2009. Todo el sistema político estuvo de acuerdo, está firmado"

-¿En qué están las negociaciones por exportaciones de energía eléctrica?

-Se estuvo exportando hasta diciembre a Brasil. Eso fue una coyuntura asociada mucho más a la coyuntura brasileña. Pero UTE pudo responder a la demanda, y para nosotros fue un aprendizaje muy importante el haber podido tener que abastecer a todo el país y además poder asumido con el mercado internacional (en este caso Argentina y Brasil) sus demandas de energía, sobre todo las de Brasil que eran urgentes. Hoy le estamos vendiendo algo a Argentina. Va a haber que establecer reuniones que permitan armar un esquema de mediano y largo plazo. De cualquier manera, UTE hoy tiene un tema para exportación que está asociado a sus fuentes de generación. Para bajar los precios de exportación tendríamos que ir a una planificación de mediano y largo plazo, diferente a la que tenemos hoy.

-¿Y la regasificadora de Gas Sayago? "No fue un capricho de los directorios, fue un análisis concienzudo", dijo Raúl Sendic sobre la regasificadora. En cambio, Danilo Astori dijo el año pasado que fue "un error grande". La auditoría de PwC habla de pérdidas de 213 millones de dólares. ¿Qué valoración hacés tú?

-Yo creo que fue un evento de voluntarismo, porque creo que era innecesario. No necesariamente incluir al gas como parte de la matriz energética. Ojalá pudiéramos tener gas de Argentina, de hecho, tenemos un gasoducto que abastece Montevideo, pero Argentina no nos provee más gas que ese para la capital. Hemos prendido la central de ciclo combinado, que puede funcionar a gas y a combustible, pero cuando hay gas. Entonces no hemos tenido grandes partidas de gas para generación; nos baja mucho los costos.

El Uruguay estaba en un proceso de instalar una capacidad eólica muy importante. Imaginate que Uruguay no necesita hasta el 2028 agregar ninguna fuente de generación adicional, porque tiene satisfecho el abastecimiento interno con lo que ya tiene hoy. Pensá si tuviéramos a Gas Sayago: íbamos a generar energía, ¿para quién? Yo hubiera entendido Gas Sayago si Argentina hubiera entrado en el negocio, pero ese proyecto perdió lógica el día en que Argentina se bajó. ¿A quién le íbamos a importar la energía producida con ese gas? A Argentina o a Brasil, no hay cuatro posibles destinos, eran dos. Brasil no estaba en la discusión, y Argentina, que al principio estaba en la discusión, mucho antes que arrancara la empresa, ya se había bajado. ¿Qué sentido tenía hacer eso sin Argentina? Fue un negocio innecesario. Cuesta entender por qué no se detuvo el proyecto en las distintas oportunidades en las que se pudo haber detenido.

-Trabajaste durante casi 20 años en Peñarol, en distintos cargos. ¿Por qué involucrarse en el fútbol y en el club de tus amores?

-En Peñarol pasé por todo. Fui delegado en la AUF, consejero, vicepresidente en el 2003, con (el Cr. José Pedro) Damiani, presidente de la Comisión de Formativas, y presidente de la Comisión de Seguridad que inauguró el Campeón del Siglo. Entre el 94 con Damiani, tras un pasaje previo con (Washington) Cataldi en el 91, 92, volví en el 94 con Damiani y me quedé hasta 2017, fueron casi 20 años. Haber sido el delegado durante el Quinquenio (1993-97) con todas las asambleas que tuvimos y aquella famosa “asamblea de la interpretación de los goles” para jugar las finales fue un trabajo arduo. El fútbol es un trabajo muy demandante, porque además todas las semanas tenés una elección, e incidencias de todo tipo. Pero es una actividad muy linda donde uno hace muchos amigos, es un corte transversal de la sociedad donde puede haber todo tipo de circunstancias y de calidades personales, y se aprende mucho, sobre todo cuando uno tiene buenos maestros.

"Uruguay no necesita hasta el 2028 agregar ninguna fuente de generación adicional, porque tiene satisfecho el abastecimiento interno con lo que ya tiene hoy. Si tuviéramos a Gas Sayago: íbamos a generar energía, ¿para quién?"

-¿Tenés aspiraciones políticas para 2024?

-(Piensa) En la próxima elección nacional voy a estar. ¿Dónde? Donde el partido diga.

-Te lo preguntaba porque cuando los analistas políticos analizan nombres de esa renovación nombran a Adrián Peña, Carmen Sanguinetti, Robert Silva, y Andrés Ojeda. No te nombran a vos. ¿Te interesa participar de esa renovación del partido a futuro?

-Nadie con 58 años puede ser renovación generacional, y voy a tener 60 o 61 en las elecciones. Este país se acostumbró a presidentes viejos. Mi viejo, en el segundo gobierno, tenía mi edad ahora. Necesitamos presidentes jóvenes: Lacalle Herrera fue un presidente joven, Lacalle Pou es un presidente joven. Desde Jorge Batlle hasta el segundo Vázquez entramos en presidentes de sesenta largos o más…

-Tu padre es un líder político del gobierno, y tiene 86 años…

-La edad no te tiene por qué retirar. Lo que sí no creo es que podamos llamarle “renovación generacional”. Pero, te decía, yo voy a estar colaborando con el Partido Colorado. No tengo otra ambición circunstancial.

-Acá en tu oficina tenés una foto de tu padre, y en tu foto de Whatsapp estás tú con él. ¿Qué significa Julio María Sanguinetti para vos?

-Mi padre no se puede pensar sin mi madre, los dos son uno. Es mi padre, es un amigo, es un consejero. Tenemos una relación de mucha intimidad, y de mucho compañerismo. Vivimos juntos las peripecias de las cosas. Pero también con toda la familia, somos una familia muy unida. Y hoy nos juntamos en torno a mis viejos. Es verdad que, como esta es una oficina “política”, hay una foto de él, y también hay una foto del presidente (Lacalle Pou).

-¿Cuál es el principal consejo que él te ha dado para la vida?

-(Piensa) Pensar las cosas dos veces.

-¿Sos feliz?

-Sí.