Militantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), partido gobernante en Nicaragua, celebraron este domingo en todo el país el aniversario número 43 de la huida del dictador Anastasio Somoza Debayle (1925-1980).
Los sandinistas y funcionarios estatales celebraron desde tempranas horas el que denominan “Día de la alegría”, el 17 de julio, por ser la fecha en que Somoza Debayle abandonó Nicaragua, país que su familia gobernó por más de 40 años hasta la huida del dictador en 1979.
“Seguiremos siendo libres porque tenemos un gobierno y un Frente Sandinista que siempre está al frente del pueblo”, dijo el director de la estatal Dirección General de Bomberos, Ramón Landeros, a través de medios del Gobierno.
La militancia sandinista, ataviada los colores rojo y negro del FSLN, protagonizó dianas y caravanas en los 15 departamentos (provincias) y las dos regiones autónomas del Caribe nicaragüense. También recurrió a las redes sociales para colgar imágenes y aplaudir el suceso de hace casi medio siglo.
Entre las caravanas más extensas estuvo una de motocicletas, mototaxis y bicicletas, que viajó de Managua a Masaya, con más de 100 metros de longitud.
Las celebraciones sandinistas son menos concurridas desde el levantamiento antigubernamental de 2018, cuando innumerables militantes le dieron la espalda al FSLN, bajo el liderazgo del presidente Daniel Ortega, quien vivía en Costa Rica junto con su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, cuando Somoza Debayle fue derrocado.
Las actividades del “Día de la alegría” son el preludio de la fiesta sandinista más importante del año, la del 19 de julio, que rememora la fecha en que los nicaragüenses se reunieron en Managua para celebrar la revolución que acabó con el poder de la familia Somoza.
Desde hace cuatro años las celebraciones sandinistas se realizan en un contexto de crisis sociopolítica, generado en 2018 durante los ataques armados del Gobierno contra manifestantes que, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), dejaron al menos 355 muertos, de los cuales Ortega ha admitido 200, así como 190 “presos políticos” que el presidente ha calificado como “hijos de perra de imperialistas yanquis”.
La crisis se agudizó con las elecciones de noviembre pasado, en las que Ortega y Murillo obtuvieron una nueva reelección en sus cargos, con sus rivales en prisión o en el exilio.
EFE