En la recta final de la campaña para las elecciones del próximo domingo, el jefe de campaña de Yamandú Orsi, Alejandro Sánchez, conversó con Montevideo Portal sobre la estrategia que ha llevado adelante el Frente Amplio en busca de retornar al gobierno.

Sánchez, que va como número uno en la lista al Senado del Espacio 609 (la más votada desde 2004), es optimista con respecto a la votación que tendrá la coalición de izquierda y maneja números superiores, en comparación con las principales encuestadoras —que le dan en el entorno de 44% al FA—, respecto a la intención de voto de la fuerza política.

El senador, que este martes fue cuestionado duramente por dirigentes de la coalición a partir de declaraciones en las que planteó “nacionalizar” a las AFAP, explicó una vez más el alcance de sus dichos y afirmó que le da “miedo que un candidato a presidente discuta titulares”.

También habló de la influencia que pueden tener los indecisos en la votación y de la denuncia de hechos falsos de Romina Celeste Papasso contra Orsi, y reivindicó la campaña que llevó adelante el FA, entre otros temas.

A continuación, un resumen de la entrevista con uno de los principales referentes del FA y del Movimiento de Participación Popular (MPP).

¿Cómo está leyendo las encuestas?

La proyección de indecisos —según la última encuesta de Cifra— es de ocho puntos. Y al FA le dio 44%. Si de esos indecisos no me llevo dos puntos, estoy jodido. Te diría mínimo tres. Ahí estás en 47%, 48%, y creo que con esos números vamos a andar bien.

El FA en general se ha mantenido en los niveles de intención de voto, mientras el Partido Nacional baja y los colorados subieron algunos puntos. ¿Está conforme con la campaña que hizo el FA? ¿No se consideró alguna acción de impacto para asegurar la mayoría parlamentaria?

Aun sin mayoría, en el balotaje vamos a andar muy bien. La vez pasada quedamos a un punto. Treinta mil votos y habíamos tenido 39% en la primera vuelta. Y, si mirás todos los balotajes a los que se presentó el Frente Amplio, recuperó siete puntos de la primera vuelta a la segunda. ¿Cuál sería la explicación para que en este caso no se diera una situación similar?

Antes el FA estaba en el gobierno. Pudo estar presente ese voto “conservador” de que me quedo con lo que conozco.

Está bien. Pero la gente ahora tiene una enorme desilusión con lo que conoce. No creo que haya, como dicen los encuestadores, una pulsión de cambio o voto castigo. No hay un voto castigo. Ahora, la gente sabe que está más apretada, que no llega a fin de mes, que tiene dificultades y limitaciones para acceder a los derechos. La gente está diciendo que necesita cambiar y las encuestas dan eso. Incluso los que votan a la coalición dicen que quieren continuidad con ajustes. Es un altísimo porcentaje de la población, más del 70%, que dicen: “No me sirve lo que está pasando, quiero cambiar”. No hay un voto castigo, pero sí hay un convencimiento de la sociedad de necesidad de cambio. ¿Quién expresa el cambio?

¿El Frente Amplio?

[Álvaro] Delgado lo que trata de hacer es decir “yo soy el cambio dentro del gobierno”. Pero el que da la certeza de cambio es Yamandú Orsi.

¿Esta campaña ha sido chata por eso? No hay sensación de pretender grandes cambios.

Hay dos o tres cosas. Hay un cambio en la sociedad que nos lleva a tener que acostumbrarnos a que el mundo pasa y eso también llegó a Uruguay. Antes un ciudadano embanderaba su casa para expresarse, ponía un pegotín en el termo y hacía presencia en un acto público. Se expresaba de esa manera. Yo diferencio lo que es una campaña distinta de una fría. Hoy los ciudadanos escriben un tuit [posteo en X] o en redes sociales y se expresaron. La gente en la calle me dice: “Bo, yo le estoy dando en Facebook”, pero capaz que no fue al acto.

¿No está de acuerdo con que la campaña fue fría?

En el acto de la 609 —el pasado sábado— hubo más de 30.000 personas y en el del FA hubo más de 100.000. ¿Dónde está la frialdad de la campaña? Veo los actos de la fórmula del FA en cada uno de los departamentos del interior y han sido maravillosos. No hay frialdad, lo que no hay es una movilización permanente como había. Antes teníamos una efervescencia de movilización permanente. La gente palpitaba la campaña participando activamente con presencia y expresiones en la calle. Hoy la gente va a los actos importantes cuando va la fórmula y después se expresa en redes sociales. Lo que hay es menos efervescencia en la calle. Ese es el clima que ha cambiado. Pero, después de la irrupción de las redes sociales, así son las campañas en el mundo. Cambió la lógica. Yo veo que hay políticos que piensan que porque tienen 50 retuits hicieron un gol. Es una especie de política encaminada a hablarle a los fanáticos. Y si te rodeas de fanáticos que dan más manija y más manija, el algoritmo te lleva a un micromundo que no existe. Siento que hay un montón de legisladores que hacen un esfuerzo enorme de insultar y de agredir. Después van a las redes y dicen: ‘Puah, mirá todos los me gusta que tengo’. ¿En qué contribuyeron? En nada. No creo que haya chatura en la campaña. Se discutieron temas relevantes, pero muchas veces no se los toma en profundidad. Se busca la chicana más rápida para generar un tuit que sea viral.

Para los políticos profesionales hay una cuestión en el quehacer de la política que está vinculado a la empatía del cara a cara. ¿Eso no cambió?

Cambió. En el interior se mantiene mucho más que en Montevideo. Hay un activo perdido en ese sentido, pero que lo recuperás con otras estrategias. El partido se tiene que adaptar. Estamos haciendo barriadas, visitando casas, caminando por 18 de Julio y la gente te habla. Te dice: “Soy yo, el que te escribe por redes sociales”. El celular y las redes han generado un nivel de cercanía o de sensación de cercanía de la gente que es virtual y más horizontal. La gente siente que está participando del debate porque te escribe por privado. Es verdad que hay un desafío para los partidos políticos y que la democracia del siglo XXI está desafiada en términos de participación. Es verdad que en el mundo recorre un mal humor de la sociedad para con la democracia porque la gente siente que su vida cotidiana es muy precaria y tiene mucha incertidumbre. Y a veces no ve que los actores políticos hablen de su realidad. Por eso nuestra consigna en esta campaña, que fue impuesta por Orsi, fue hablar de los problemas de la gente, no de los de los dirigentes. Mientras tanto, hay una lógica de hacer política que se presenta como la “nueva política”.

Cedida a Montevideo Portal

¿Andrés Ojeda, por ejemplo?

Habla de que es la nueva política y usa lo peor de la vieja política. Discute todo el tiempo con los demás candidatos y habla poco de lo problemas reales de la gente.

¿No hizo la campaña que debía hacer para posicionarse?  

Probablemente. A mí no me gusta la campaña de Ojeda porque creo que tiene poco contenido programático, de ideas fuerza. Pero ha hecho una campaña excelente, ha logrado que todo el mundo hable de él. Incluso, creo que hasta se autoconvenció. La semana pasada parecía que poco más que ganaba el gobierno. Ha hecho una campaña border, tomando riesgos, con esa vieja consigna (“No importa que hablen bien o mal de vos, pero que hablen”) y por eso tiene ese asesor que es un alumno predilecto de [Jaime] Durán Barba. Creo la gente se aleja más de las campañas y las políticas cuando ve a los políticos tergiversando o generando controversias exageradas cuando no las hay.

¿Como la polémica de este martes por sus declaraciones sobre nacionalizar las AFAP?

El término que usé estaba vinculado a que, en definitiva, el Estado te recauda y te cobran altísimas comisiones, pero cuando hay que pagar jubilaciones vuelve al Estado. Me estás tomando el pelo.

¿Por qué dice que vuelve al Estado?

Cuando vos te jubilás por una AFAP, el que paga la jubilación es el Banco de Seguros del Estado. El Estado recauda la plata y se las pasa a las AFAP. No le cobra por eso. Y cuando le quiso cobrar el Tribunal de lo Contencioso Administrativo dijo que no le podía cobrar. Le recaudás la plata gratis. Se la damos a las AFAP, que cruzan la calle y ponen la plata en la deuda pública. Tienen mecanismos perversos para tratar de traer más trabajadores a las AFAP y no en concentrarse en invertir el dinero, que ese debería ser el trabajo como agente inversor. Invierto tu dinero, hago que crezca y cobro por ese crecimiento una parte porque trabaje por eso. Eso está bien. Pero el problema es que las AFAP te cobran una comisión altísima antes. ¿Cuál es el incentivo que tiene entonces? Afiliar uno más. Lo que quise plantear es que, en un debate serio hacia el futuro —aunque capaz a una semana de la elección se prestó para todo esto—, tenemos un sistema al que hay que mejorarle los incentivos. Quizás el término puede tener una connotación negativa [“nacionalizar”] y ahora parece que soy chavista y voy a expropiar. Pero esos calificativos hablan de la desesperación del candidato. El candidato a presidente del Partido Nacional hizo referencia a un titular sin contexto. Me da miedo que un candidato a presidente discuta titulares. El sistema de la seguridad social del futuro tiene que tener tres pilares: uno de capitalización y ahorro, de contribución de los patrones y trabajadores y el solidario. El régimen puro de reparto no funciona. Pero insisto en mejorar los incentivos. El incentivo para un agente privado como la AFAP debe ser trabajar para que el dinero dé rentabilidad y no meter un trabajador más para cobrar la comisión.

¿Cuál es el objetivo del FA en este tema?

Lo que queremos es reorganizar los incentivos. En un sistema de capitalización, el administrador se tiene que concentrar en invertir los fondos, no en captar clientes porque generás incentivos perversos. Pero el debate se tergiversó. Además, creo que no logran ganar nada. Lo que logran es que la gente se aleje más, porque nadie cree que, en Uruguay, salvo algún fanático y bots que tienen contratados en redes sociales, va a llegar el FA y va a expropiar todo. La gente ya no cree en esos miedos.

¿No considera que a Orsi se lo embretó como candidato al cuidarse en las declaraciones y en una suerte de campaña conservadora?

No creo. Lo que pasa en una campaña electoral es que uno tiene que minimizar riesgos. Cuando tenés un escenario tan competitivo, con cinco contrincantes organizados para golpearte, tenés que ser muy cuidadoso en la exposición pública. Por eso definimos que no nos íbamos a prestar al cuatro a uno. ¿Qué cambió [con respecto a 2019]? Cambió que hay una coalición de gobierno que pretende quedarse y tiene cuatro candidatos trabajando cada uno desde su rol para el mismo objetivo. Hay cuatro candidatos, con cuatro estrategias diferenciadas, pero que tienen el mismo objetivo explícito: que el FA no gane las elecciones. Yo no puedo ir a un cuatro a uno regalado. Antes no había una coalición, había cuatro partidos políticos que podrían coaligarse. No es que no hayamos arriesgado, lo que dijimos fue que no podíamos ir a un escenario desequilibrado. Eran cuatro del gobierno y uno del FA. ¿Qué pasaba si un programa periodístico llama a cuatro legisladores del gobierno y uno del FA? ¿Qué iba a decir la gente, el periodismo? Que estaba totalmente desequilibrado.

¿Se priorizó hacer qué tipo de campaña?

De capilaridad. De mucha presencia en el territorio. Se priorizó el contacto con la gente. La fórmula del FA es la que en más localidades del país estuvo. Eso para nosotros fue importante porque surgió de la autocrítica.  

¿Un aprendizaje de la campaña pasada o de los últimos años de gobierno del FA?

De la campaña. Destinamos un montón de tiempo, que es finito, a tener presencia territorial fuerte para recorrer el interior del país. La estrategia fue ir a un departamento, visitar cinco localidades, rueda de prensa y un acto en la capital departamental. Eso implica postergar otras cosas. No tengo tiempo para ir a hacer recorridas de prensa por todos los programas periodísticos. Prioricé mi presencia y la de la fórmula en el territorio. Hablar con la gente, con las organizaciones, con los productores. Tomamos esa opción porque nos parecía la mejor a partir de la autocrítica que habíamos hecho. Mucha gente me dijo que no había ido nadie en la campaña pasada. Para eso hicimos “El Frente Amplio te escucha”. El FA aprendió. Perdimos un gobierno porque no hicimos las cosas perfectas y no nos dimos cuenta a tiempo. Los gobiernos se llenan de soberbia a veces.

¿Qué balance hace sobre los errores cometidos?

Terminó pasando que ese contacto de ida y vuelta que humaniza mucho la política se perdió. Como dice un amigo: “¿Cuál es la enfermedad más importante del mundo?”.

¿Cáncer?

No. La que tenés vos. El problema que vos tenés es el más importante del mundo. Cuando vivo en un pueblo o en un barrio, y tengo un problema, es ese el problema más importante. Entonces, necesito estar en contacto ahí porque el problema de ese pueblo o barrio en una oficina pública es un expediente. Se deshumaniza la política. El expediente no tiene alma, pero es un problema que tiene un vecino con nombre, apellido, derechos vulnerados, historia. Capaz que a veces el problema que tiene tu localidad o tu barrio es menos grave que el que tiene el de al lado. Por tanto, lo que tenemos que hacer es trabajar en solucionar primero el problema del de al lado. No es que tu problema no importa: es que hay uno más grave o urgente. Para eso está la política, para definir urgencias porque la frazada no da para todo. Ese ida y vuelta entre lo local y lo nacional es lo que maneja la política. Hace que el gestor sepa que hay vidas de gente y dolores que hay que resolver. Si ese ida y vuelta no está la gente va a pensar que no le cumpliste porque no le arreglaste la vereda. Está bien que tu vereda es importante porque tiene que estar sana, pero capaz había que arreglarle la casa a aquel porque se le llovía. Después hacemos la vereda. Ese es el mensaje. Puedo hacer el gran discurso, la gran consigna... “Voy a cambiar el ADN de la educación”, “la gran transformación educativa”. Después resulta que los gurises desertan y no pudiste resolverlo. Eso es igual para este gobierno como fue para los del FA. Vale para los dos. Hay que enamorarse menos de las consignas. Es como dice Yamandú: “La revolución de las cosas simples”. Ese va a ser el eje de nuestro gobierno, el de Orsi.

Volviendo a la campaña, y sacando un poco los hechos que se dieron en los últimos días. Lo que ocurrió con Romina Celeste, y la denuncia que se comprobó falsa contra Orsi, ¿amortiguó o generó que el sistema político pusiera un poco las bardas en remojo?

Creo que sirvió, sí. Se entendió que en Uruguay no vale todo. En ese sentido, la ciudadanía tiene que estar más atenta y vigilante porque las tentaciones de tratar de hacer campañas negativas y sucias siempre están presentes. Lo que no puede pasar es que una campaña se transforme en una guerra civil. Uruguay es un país de tres millones de habitantes que tiene que tomar decisiones porque el mundo va a 250 kilómetros por hora. Y para eso necesitamos convivencia. Esa campaña sucia que le hicieron a Yamandú fue un golpe a la lógica del Uruguay, que se siente muchas veces una isla. Creo que despertó esas antenas de decir que no le podía pasar a más nadie. Sirvió, aunque no quiere decir que no existan algunas campañas negativas.

Visto en perspectiva, ¿la denuncia lo posicionó a Orsi en un lugar más de candidato presidencial?

Sí, pero no por la acusación. La denuncia demostró que tenemos un candidato a presidente que, cuando tuvo una tormenta enorme, tuvo el temple y la madurez emocional para enfrentar el desafío sin perder la línea. No insultó a nadie, no fue al agravio, no se desmoronó. Y eso sirve para reflexionar a quién vamos a poner a conducir el barco en un mundo de incertidumbres. Lamentablemente eso tan malo y feo sirvió para demostrar el carácter de Yamandú Orsi, que será el próximo presidente que vamos a tener en Uruguay.

Cedida a Montevideo Portal