Por The New York Times | Anton Troianovski y Michael Schwirtz
En enero, el jefe de un grupo de oficiales del Ejército ruso, en activo y retirados, declaró que invadir Ucrania sería “inútil y en extremo peligroso”. Causaría la muerte de miles, afirmó, convertiría a rusos y ucranianos en enemigos de por vida, generaría el riesgo de una guerra con la OTAN, y amenazaría “la existencia de Rusia como un Estado”.
Para muchos rusos, parecía un escenario muy lejano, ya que muy pocos imaginaban que una invasión a Ucrania fuera en realidad posible. Pero dos meses después, a medida que el avance de Rusia se estanca en Ucrania, la profecía cobra una gran importancia. Cuando se le contactó vía telefónica esta semana, el general retirado que fue autor de la declaración, Leonid Ivashov, comentó que mantenía su opinión, aunque no podía hablar con libertad dada la censura sobre la guerra por parte de Rusia: “No niego lo que dije”.
En Rusia, el lento avance y el enorme saldo de la guerra del presidente Vladimir Putin en Ucrania están generando cuestionamientos sobre su capacidad de planeación militar, su confianza en sus mejores espías y su leal ministro de Defensa, así como la calidad de la inteligencia que llega a sus manos. También muestran los peligros del gobierno vertical que preside Putin, en el que los funcionarios y los oficiales del Ejército tienen poca libertad para tomar sus propias decisiones y adaptarse a los acontecimientos en tiempo real.
Las fallas de la campaña de Putin son evidentes en el apabullante número de comandantes militares de alto rango que se cree que han muerto en combate. Ucrania afirma que, hasta el momento, ha matado a seis generales rusos, mientras que Rusia reconoce una de esas muertes, junto con la del subcomandante de su flota en el mar Negro. Los funcionarios estadounidenses indican que no pueden confirmar la cifra de militares rusos que han perdido la vida, pero que el plan de invasión de Rusia parece haber sido estropeado por malos recursos de inteligencia.
La falta de progreso es tan evidente que los simpatizantes rusos de la guerra han comenzado a echarse la culpa entre ellos, aunque la propaganda rusa afirma que el esfuerzo prolongado es una consecuencia del cuidado de los militares para evitar herir a los civiles. Igor Girkin, un coronel retirado del Servicio Federal de Seguridad (FSB, por su sigla en ruso), la agencia de inteligencia rusa, quien fue “ministro de Defensa” de los separatistas respaldados por Rusia en el este de Ucrania, señaló en una entrevista en video publicada en línea el lunes que Rusia había realizado una “evaluación catastróficamente incorrecta” de las fuerzas ucranianas.
“Subestimamos al enemigo en todos los aspectos”, confesó Girkin.
El pobre desempeño de las fuerzas rusas también ha sorprendido a los analistas, quienes predijeron al inicio de la guerra que el Ejército enorme y tecnológicamente avanzado de Rusia arrasaría a Ucrania. El mismo Putin parece haber contado con que sus tropas tomarían con rapidez ciudades importantes, incluida la capital, Kiev, dejarían acéfalo al gobierno e instalarían un régimen títere bajo el control del Kremlin.
“Tomen el poder con sus propias manos”, exhortó Putin a los militares ucranianos en el segundo día de la invasión, al parecer con la esperanza de que Ucrania caería sin oponer resistencia.
En cambio, Ucrania se defendió. Ha pasado casi un mes y las tropas rusas parecen atascadas ante los incesantes ataques del Ejército ucraniano, que es mucho más débil, pero tiene mucha mayor capacidad de maniobra.
“Quizá tenían la esperanza de que no se resistirían con tanta intensidad”, opinó sobre las fuerzas ucranianas Yevgeny Buzhinsky, un teniente general retirado y comentarista frecuente de la televisión estatal rusa. “Se esperaba que fueran más razonables”.
Como si respondiera a las críticas, Putin ha dicho en diversas ocasiones, en sus declaraciones públicas sobre la guerra, que todo va “acorde con lo planeado”.
“De manera definitiva, podemos señalar que nada va acorde con lo planeado”, respondió Pavel Luzin, un analista militar ruso. “Los Ejércitos soviético y ruso no habían visto derrotas tan devastadoras en un periodo tan breve desde hace décadas”.
Rusia anunció sus bajas en combate por última vez hace tres semanas: 498 muertes hasta el 2 de marzo. Los funcionarios estadounidenses ahora afirman que un estimado conservador pone el número de bajas del Ejército ruso en 7000. Rusia asegura que perdió un total de 11.000 miembros del Ejército en casi una década de batalla en Chechenia.
Los fracasos en Ucrania han comenzado a crear grietas dentro del liderazgo ruso, según Andrei Soldatov, un autor y experto en el Ejército y los servicios de seguridad de Rusia. Soldatov afirma que el funcionario ruso de inteligencia de mayor rango a cargo de la supervisión del reclutamiento de espías y operaciones de distracción en Ucrania está bajo arresto domiciliario junto con su subordinado. Según las fuentes de Soldatov, incluso la reputación del ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigú, quien se va de vacaciones con Putin y ha sido mencionado como un posible sucesor en la presidencia, ha sufrido daño.
“Parece que todos están tensos”, mencionó Soldatov.
Las aseveraciones de Soldatov no pudieron ser verificadas de manera alterna y algunos expertos independientes las han desafiado. Sin embargo, no se ha visto que Shoigú se reúna con Putin en persona desde el 27 de febrero, cuando él y su máximo comandante militar, el general Valeri Guerásimov, se sentaron al final de una larga mesa cuando Putin, en el extremo opuesto, les instruía poner a las fuerzas nucleares rusas en un régimen más alto de servicio.
“La guerra ha demostrado que el Ejército tiene un desempeño deficiente en combate”, opinó Luzin, el analista militar ruso. “El ministro de Defensa es responsable de esto”.
Las muertes de comandantes rusos en el campo de batalla también dan una mala imagen de la planeación de guerra del Kremlin. Andrei Paliy, capitán y subcomandante de la flota del mar Negro de Rusia, murió en el combate por la ciudad portuaria de Mariúpol, según declararon funcionarios rusos el domingo.
Después de que Andrei Sukhovetsky, mayor general y subcomandante del Ejército 41 de Armas Mixtas, murió al cuarto día de iniciada la guerra, la ciudad de Novorosíisk, donde previamente estuvo apostado, emitió un comunicado en el que se le recuerda como “un camarada leal, un guerrero valiente, un comandante sabio y un defensor generoso de la patria”.
“Las charreteras no brindan protección a los terroristas”, escribió el servicio de inteligencia militar de Ucrania en el comunicado para anunciar la muerte de Sukhovetsky.
También está el caso del mayor general Oleg Mityayev, quien estaba entre los comandantes más experimentados del Ejército ruso. Dirigió la base militar más grande de Rusia en el extranjero en Tayikistán y fue el segundo al mando de las fuerzas rusas en Siria. Cuando Putin ordenó a sus tropas invadir Ucrania, Mityayev fue elegido para dirigir la heroica 150° División de Rifle Motorizada, cuyos soldados ayudaron a tomar el edificio del Reichstag en Berlín, lo que condujo a la derrota de la Alemania nazi en 1945.
Según Kiev, Mityayev duró menos de tres semanas en Ucrania. Tras morir en combate, las fuerzas rusas dejaron su cuerpo o fue capturado por el Batallón Azov de extrema derecha, que publicó una fotografía del cadáver ensangrentado en Telegram con la leyenda: “Gloria para Ucrania”. Para los generales de Rusia, parte del problema es que muchos de ellos han pasado las últimas décadas combatiendo en un tipo diferente de guerra. En Chechenia, a principios de la década de los 2000, Rusia logró pacificar un levantamiento separatista en un pequeño territorio al recurrir al diezmado de ciudades enteras a través de la estrategia de tierra quemada. De manera más reciente en Siria, las operaciones rusas se han basado en ataques aéreos contra una población que carece de armas sofisticadas o incluso un Ejército en forma.
Ucrania, aunque es mucho más débil a nivel militar, ha estado aprendiendo durante su guerra de ocho años contra las fuerzas separatistas respaldadas por Rusia en el este del país (una guerra similar, en miniatura, a la que se lucha ahora). Ucrania tiene su propia fuerza aérea, que permanece intacta en gran medida, y sistemas antiaéreos modernos. A medida que los convoyes de vehículos blindados rusos han avanzado por las autopistas ucranianas, las fuerzas de Ucrania han desplegado drones y unidades de infantería muy maniobrables que han tenido efectos devastadores y han dejado a su paso vehículos abandonados y en llamas.
En gran medida, las fuerzas rusas ahora están estancadas en toda Ucrania. Sin embargo, los analistas advierten que los contratiempos militares no desalentarán a Putin (quien ha dicho en su país que esta es una guerra existencial para Rusia, y manda señales cada vez mayores al pueblo ruso de que se debe preparar para una larga batalla). Tetiana Chornovol, tenienta y comandanta de una unidad de misiles antitanques, sostiene el tubo del misil para un sistema Skif, o Stugna-P, en las afueras de Kiev, el 14 de marzo de 2022. (Lynsey Addario/The New York Times).